sábado, junio 16, 2007

El Pentágono, interesado en que se legalice a indocumentados porque le faltan reclutas.

Mientras la Casa Blanca y los senadores intentan resucitar el proyecto de ley estancado de una reforma migratoria ofreciendo más fondos para lo que críticos consideran una mayor militarización de la frontera, los militares de Estados Unidos la promueven para mantener una fuente de nuevos reclutas cada vez más necesarios: los trabajadores migrantes.
Durante toda esta semana se han realizado intensas negociaciones en el Senado para intentar resucitar el proyecto de ley migratorio que fue descarrilado hace una semana, al no prosperar en la Cámara alta por una oposición combinada de senadores y fuerzas conservadoras y liberales.
El presidente George W. Bush y sus aliados intentan convencer a los senadores republicanos renuentes al incluir un nuevo plan para otorgar 4.4 mil millones de dólares en fondos generados por la nueva legislación para más medidas de seguridad fronteriza y de verificación de la condición migratoria de empleados.
Todo esto busca responder a la demanda de varios legisladores republicanos de primero asegurar la frontera antes de aceptar cualquier iniciativa de legalización de los migrantes indocumentados y un programa de trabajadores temporales.
Pero varias agrupaciones de inmigrantes y grupos latinos consideran estas medidas como una mayor "militarización" de la frontera, ya que incluye más barreras, centros de detención y más agentes de la Patrulla Fronteriza, lo que en los hechos refuerza la óptica de que los inmigrantes son una especie de "invasor" que amenaza la seguridad interna del país.
Irónicamente, en el Pentágono hay preocupación porque sin la aprobación de algunas medidas de la reforma migratoria propuesta los militares serán privados de los hijos de indocumentados como reclutas para llenar las cada vez más necesitadas filas de las fuerzas armadas.
La provisión conocida como Desarrollo, Asistencia y Educación para Menores Extranjeros", o Dream, es señalada una y otra vez por organizaciones promotoras de la reforma (por ejemplo el Consejo Nacional de la Raza) como una iniciativa de apoyo y educación para los hijos de inmigrantes y una razón humanitaria para apoyar esta legislación.
Pero resulta que también incluye un mecanismo para que los hijos aplicados de indocumentados puedan ingresar a las fuerzas armadas y, a largo plazo, convertirse en ciudadanos estadunidenses.
El subsecretario asistente de Defensa para Asuntos de Recursos Humanos, Bill Carr, explicó esta semana que por este mecanismo "si uno había cruzado la frontera con sus padres, pero aún era menor de edad y has estado en el sistema escolar estadunidense durante varios años, entonces serías elegible para ser reclutado. Al acabar ese alistamiento, entonces serías elegible para convertirte en ciudadano".
La provisión es sólo para aquellos estudiantes con las mejores calificaciones, y para los militares eso "sería muy atractivo", afirmó durante una entrevista con el Servicio de Prensa de las Fuerzas Estadunidenses, agencia de noticias oficial del Departamento de Defensa.
De hecho, Carr informó que hay negociaciones para intentar salvar por lo menos esta provisión del proyecto de ley, si es que no prospera la reforma integral este año.
Por cierto, continúa vigente una orden ejecutiva del presidente Bush que permite que los no ciudadanos soliciten la ciudadanía estadunidense después de solamente un día de servicio militar activo.
Según informaciones del propio Pentágono, hay en la actualidad alrededor de 35 mil no ciudadanos en las filas militares.
Junto con los intentos de subrayar el compromiso de dedicar más recursos para la seguridad fronteriza, Bush y los otros promotores del proyecto de ley buscaron asegurar que la reforma no será una repetición de la de 1986, que según fuerzas antimigrantes empeoró el problema de la inmigración indocumentada.
"Hacer nada no es una solución", declaró Bush, hoy en un discurso. "Si fracasamos en actuar, los problemas de 1986 continuarán. Las presiones en nuestra frontera no serán aliviadas. Los empleadores quedarán sin un sistema confiable para verificar el estatus de sus trabajadores. Los empleos quedarán vacantes e inmigrantes que laboran duramente permanecerán en las sombras de nuestra sociedad y nuestra nación continuará teniendo un sistema de inmigración descompuesto", afirmó.
En reuniones privadas realizadas ayer y hoy, el grupo bipartidista de senadores que elaboró el proyecto de ley estaba buscando llegar a un acuerdo al intentar ceder ante algunos que desean enmendar la legislación a cambio de su voto.
Para lograrlo, considera ofrecer el plan para financiar mayor seguridad fronteriza, junto con aceptar una enmienda que obliga al jefe de hogar indocumentado que regrese a su país de origen antes de obtener la legalización permanente.
El senador demócrata Edward Kennedy, uno de los arquitectos del proyecto de ley, comentó que continúa siendo una lucha "cuesta arriba", pero indicó que "es difícil pero no imposible" lograr consenso.
A la vez, agrupaciones en favor y en contra de este proyecto de ley continuaron movilizando sus fuerzas para presionar al Senado. Hoy, el famoso locutor Eddie Piolin Sotelo, de radio Univisión en Los Angeles, hizo entrega simbólica de lo que dijo son más de un millón de cartas que apoyan la aprobación de una reforma integral este año a un grupo bipartidista de legisladores federales, en el Capitolio.
Además, otras organizaciones continuaron comunicando su oposición, tanto agrupaciones pro inmigrantes, por un lado, y antimigrantes por otro, a los legisladores.
Mientras Bush continúa buscando la forma de rescatar lo que podría ser la última gran iniciativa de política doméstica de su presidencia, senadores de ambos lados de este debate continuaron evaluando su posición sobre la iniciativa.
Si se destraba el proyecto de ley de reforma migratoria, podría ser presentado de nuevo ante el Senado la próxima semana, según fuentes legislativas.

David Brooks
La Jornada

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