domingo, septiembre 30, 2007

El optimismo de Fujimori.


Gustavo Espinoza M.:

Abogados y familiares de Alberto Fujimori, que se reunieron con él en la División de Operaciones Especiales de la Policía (DIROES) donde se encuentra recluido, coincidieron en afirmar que el reo se mostró “optimista” respecto al procedimiento que se iniciará en su contra en los próximos días. Tal estado de ánimo, dicen, se funda en la certeza de su inocencia, pero además en el apoyo social que ha encontrado su causa en algunos segmentos de la sociedad peruana. Adicionalmente, en el hecho que el acusado se mantiene en condiciones de reclusión ciertamente “aceptables”. Veamos cada uno de estos elementos.
Las condiciones de reclusión.

Podemos comenzar por éste. En efecto, las condiciones en las que se mantiene detenido Alberto Fujimori y se apresta a enfrentar su juicio, difieren radicalmente de aquellas que él impuso a sus adversarios a lo largo de sus diez años de gestión.

Fujimori no fue colocado en una jaula para ser presentado a la opinión pública. Tampoco se le puso un traje a rayas. Ni se le colocó un número en el pecho para subrayar su condición de preso. Tampoco se le trasladó, ni se le presentó, esposado. Su celda, a diferencia de los ciudadanos que fueran encarcelados bajo su mandato, no es de 3 x 2. Tiene puerta. Y ventana que permite el ingreso de luz solar. El puede disponer de una cama, una mesa de trabajo, sillas para recibir visitas y hasta una antesala que puede permitirle una elemental privacidad. Dispone, además, de servicios higiénicos personales. Y derecho a visita de familiares y amigos. Incluso, hasta la posibilidad -si lo deseara- de lo que se llama púdicamente una “visita intima”

Se constata, entonces, una abismal diferencia con los detenidos durante su régimen. Ellos eran esposados y mantenidos así durante varios días, debían lucir traje a rayas, y número en el pecho en todas sus diligencias y presentaciones. Sus celdas, no tenían puerta. Ellos eran descolgados en verdaderas tumbas de piedra de 2x3 metros cuadrados. Dormían sobre una piedra y no tenían nada más a su disposición. No podían recibir ninguna visita en los primeros quince días de su detención, y luego podían entrevistarse a distancia y en un lugar especialmente acondicionado, sólo con su familiar más directo. Y con nadie más.

Adicionalmente, aquellos detenidos eran torturados salvajemente desde el inicio de su detención hasta la entrega a la autoridad judicial. Luego eran confinados en penales como Yanamayo, situados por encima de los 4,200 metros de altura sobre el nivel del mar. Después, eran juzgados por tribunales secretos, con procesos sumarios, por jueces sin rostro, que dictaban sentencias anónimas. Las más de las veces, carecían del derecho a la defensa y debían admitir un “abogado de oficio” que regularmente era un oficial del ejército encargado de esa tarea. Sus condenas se procesaban apenas en algunos días. Y los acusados salían de los juicios con Cadena Perpetua y en el mejor de los casos con 20 o 25 años de cárcel.

Nada de eso esperan ciertamente a Alberto Fujimori- El tendrá lo que en términos judiciales se conoce como “el debido proceso”. Es decir, todas las garantías de ley, como las tuvo - según registran los expertos- Adolf Eichmann, la hiena del holocausto nazi. No conocerá ni apremios judiciales, ni tortura, ni prisiones inhumanas, ni leyes aviesas ni procedimientos perversos.

Esa es la primera base de su optimismo.

La segunda tiene que ver con el presunto “apoyo” que ha encontrado su causa en algunos segmentos de la sociedad. Esa es una realidad que tiene dos variantes. Fuimori cuenta con el respaldo definido de los núcleos que se beneficiaron abiertamente bajo su régimen. Es decir, aquellos que robaron a su antojo y alcanzaron beneficios materiales de distinto orden básicamente por medios ilícitos. Fueron sus ministros, sus congresistas, sus funcionarios de alto rango. Y hoy - salvo excepciones- transitan libremente porque no enfrentaron procesos, o porque fueron encausados por acusaciones leves que solventaron prontamente. Varios de ellos son hoy nuevamente Parlamentarios, Vice Ministros o funcionarios del régimen actual. Incluso los dos Vice Presidentes de la República, -Luis Giampietri y Lourdes Mendoza- son “fujimoristas” convictos y confesos. Y eso, todo el país lo sabe.

Pero este cogollo realmente mafioso, posee recursos infinitos. Dispuso de millones en su momento. Y finalmente ni devolvió lo obtenido, ni dio cuenta del destino de sus fondos. Hoy los usa abiertamente para esgrimir una parafernalia que no tiene por cierto, origen popular. Ningún partido puede lucir en el país, todos los atuendos orquestales que muestra el fujimorismo cuando sale a la calle a impresionar a incautos.
Estos integran hoy el segundo segmento que asoma dispuesto a movilizarse “por el chino”. En algunos casos sus integrantes se beneficiaron por “obras” de su gobierno, en Comedores Populares o en reparto de bienes del menudeo. Y en otros, se registran los que aspiran a que también les toque algo “cuando Fujimori vuelva”.

Después de todo, piensan, volvió Belaunde, el que entregó el Petróleo a la IPC e inició la “guerra sucia”. Y volvió García, el de los Penales, Los Molinos, Cayara y otras muchas masacres ¿Por qué no habrá de volver el chinito de la yuca?.

Y entonces asoma el tercer elemento: el que se refiere a su presunta inocencia. Ella es sin duda, una ficción. Fujimori es culpable de todos los delitos que se le imputan, y muchos más. Y las pruebas que confirman su culpabilidad, son simplemente apabullantes. Ningún tribunal serio, integrado por jueces probos que aplique la justicia con verdad, podría sustraerse a los hechos y absolver al acusado en ninguno de los juicios que tiene por delante.

¿Qué es, entonces, lo que alimenta su optimismo? La idea de que, finalmente, él defendió el modo de dominación imperante. Dirá, entonces, lo mismo que en su momento dijo Telmo Hurtado, el teniente de Accomarca cuando lo acusaron de matar a indefensos pobladores en los contrafuertes andinos: “lo hice para que ustedes pudieran seguir viviendo como viven y gozando de los privilegios que tienen”.
Hurtado fue condenado a “ocho días de rigor” cuando finalmente se le juzgó. Y sus delitos fueron simples: desacato a la autoridad y abuso de poder. ¿Por qué? Porque nadie la había ordenado matar -y lo hizo- y se valió para eso del uniforme militar. Hoy Hurtado vive protegido en los Estados Unidos.

De este modo, el juicio a Fujimori tendrá ribetes excepcionales. No será un proceso ordinario. Y no tendrá solamente alcances jurídicos y legales. Será, ante todo, un proceso político e incluso ideológico.

Político, porque pondrá en el centro del debate la política de la clase dominante, sus valores y sus procedimientos.

E ideológico porque permitirá discutir la idea misma que sirve de sustento a la sociedad actual: el derecho de los opresores a usar todos las armas de las que dispone para perpetuar el régimen de dominación que nos oprime

El optimismo de Fujimori, entonces, tiene cierta base Y hay que enfrentarlo con lucha. Con debate político, esclarecimiento de ideas; pero también con la fuerza de las masas.

Gustavo Espinoza M. es miembro del Colectivo de Nuestra Bandera .

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