sábado, septiembre 15, 2007

Introducción al Marxismo-Leninismo.



Cuando planteamos iniciarnos en el Marxismo-Leninismo (M-L) de forma autodidacta solemos tener la tentación de recurrir directamente a textos o libros clásicos. Sin embargo la traumática experiencia que por ejemplo supone tomar de buenas a primeras El Capital u cualquier otro libro clásico e intentar tragárselo suele ser seguida por una desesperada sensación de frustración al no entender nada de nada, y al consiguiente abandono de cualquier libro de los denominados clásicos, y, junto con ello, cualquier cosa que huela a formación.

En cualquier discusión política –con los amigos, profesores...- a los Comunistas siempre nos echan en cara lo de la URSS, lo de que “eso ya está pasado de moda”, lo de “el Comunismo no funciona” y, sobre todo, eso tan insoportablemente paternalista de “las teorías de Marx estaban bien para el siglo XIX, pero ahora las cosas han cambiado”, cuando no lo de “ahora eres Comunista porque aun eres joven e impulsivo, pero cuando seas mayor veras las cosas de otra manera”.

Claro que ninguno de nuestros contertulios suele tener ni puñetera idea de lo que dijeron Marx y Lenin. Y, lo que es peor, que a menudo tampoco nosotros lo tenemos muy claro, con lo que tan solo nos queda encerrarnos en nuestras convicciones y repetir eso de “¡no, no, seguro que tenemos razón!... aunque yo no la conozca”. Todo es confuso y no sabemos muy bien hacia donde tirar: qué hacer –que decía el bueno de Lenin-.

No podemos ir por la vida de Comunistas y luego no ser capaces de sostener una discusión ideológica sin un mínimo de posibilidades de salir de ella –al menos- dignamente. Se supone que debemos entender por qué ocurren las cosas y qué es lo que hay que hacer. Y malamente vamos a poder hacer eso sin una formación básica.

Además, sería caer en un empirismo barato y estrecho pensar que podemos prescindir de las experiencias, luchas, conclusiones y enseñanzas de los que estuvieron en la lucha antes que nosotros.

Porque eso es, precisamente, el Comunismo: la experiencia concentrada de 150 años de movimiento obrero, de lucha. Es lo general, lo que se puede aplicar a cada lucha concreta: y, a su vez, es una abstracción –una generalización- de cada una de esas luchas particulares.

LA HISTORIA Y LA LUCHA DE CLASES

Todos hemos oído la célebre cita de que “la historia del hombre hasta nuestros días es la historia de la Lucha de Clases”. ¿Qué querían decir Marx y Engels con esto?, ¿qué son las clases?, ¿qué es y que mueve a la historia?. Vayamos por partes. Lo que siempre ha diferenciado al ser humano del animal es su capacidad para transformar activa y decisivamente el medio.

Algunos dicen que es la conciencia, la capacidad de razonar, pero ¿de donde surge la conciencia, sino de la experiencia, de interactuar con la realidad material?. Cuando el ser humano obra sobre el medio, extrae conclusiones, descubre leyes, razona sobre lo observado: de ahí surge históricamente la conciencia.

El ser humano más primitivo –el homo habilis- trabajaba con sus manos y con herramientas antes de tener conciencia. Solo a partir del trabajo, surge en él la capacidad de razonar que conocemos hoy.

Podemos definir trabajo como cualquier actividad humana destinada a producir cosas necesarias para la vida. En este proceso intervienen una serie de elementos:

Por una parte, la capacidad de trabajo del ser humano: su capacidad muscular, de coordinación de su organismo y sus conocimientos. Es la denominada FUERZA DE TRABAJO.

Por otra parte, los instrumentos para la producción –máquinas, herramientas, fábricas...- y aquello sobre lo que recae el trabajo – las materias primas u objetos de producción-. A esto se le denomina MEDIOS DE PRODUCCIÓN.

Históricamente, tanto la capacidad productiva del ser humano como los medios de producción progresan sin cesar gracias a la ciencia y la técnica. Por otra parte, los seres humanos no producen de manera aislada, es decir, ellos solos, sino que, para ello, necesitan relacionarse con otras personas. Y no solo para intercambiar cosas –que no es exactamente producción, sino distribución de bienes- sino para la producción en sí: ¿Alguien se imagina que se pudieran edificar las pirámides de Egipto sin que concurriera en su producción la actividad coordinada de miles de personas, entre constructores, arquitectos... y los dueños de las piedras, etc.?. A las relaciones que establecen entre sí los productores es a lo que denominamos RELACIONES SOCIALES DE PRODUCCIÓN.

De todo esto se deduce que lo importante en cualquier proceso productivo no es el acto en sí, sino que el trabajo siempre revierte un carácter social, es decir, que un mismo proceso productivo –fabricar una lámpara, por ejemplo-, aunque parece el mismo siempre, se da en cada caso en condiciones sociales diferentes –no es lo mismo producir esa lámpara siendo un esclavo que siendo un obrero en un país socialista,...-.

Las relaciones sociales de producción y las fuerzas productivas están íntimamente ligadas: básicamente, podemos hablar de sociedades en las que las relaciones sociales de producción se basaban en la propiedad privada de los medios de producción y otras en las que se basaban en la propiedad colectiva de los mismos. Traducido al castellano: en unas sociedades unas personas concretas eran dueñas de las herramientas, de los materiales y, por diversos métodos, de la fuerza de trabajo de otras personas, mientras en otras sociedades todos los elementos de la producción pertenecían al conjunto de las personas. Con este criterio, podemos establecer cronológicamente cinco grandes etapas en el desarrollo de las sociedades:

Las sociedades PRIMITIVAS: los medios de producción son propiedad de toda la tribu o clan. Nadie posee nada de esto en régimen de propiedad privada. También se llama Comunismo Primitivo.

Las sociedades ESCLAVISTAS: Los medios de producción son propiedad de unas personas concretas. Las relaciones sociales de producción esclavista se basan en la propiedad de unas personas sobre otras.

Las sociedades FEUDALES: los medios de producción son de unas personas, y otras establecen con ellas unas relaciones sociales de producción basadas en la propiedad sobre parte del fruto de su trabajo –es decir, parte de lo que producían los vasallos era propiedad de los señores-.

Las sociedades CAPITALISTAS: los medios de producción también son propiedad privada de unas personas. Otras se relacionan con ellas mediante el régimen asalariado –es decir, trabajan determinadas horas por un salario-.

Las sociedades SOCIALISTAS: los medios de producción son propiedad de todo el pueblo –son propiedad colectiva- y se establecen entre los productores relaciones de colaboración y cooperación.

A estos cinco bloques los llamamos MODOS DE PRODUCCIÓN.

Como vemos en el primero y en el último de los modos de producción –el comunismo primitivo y el socialismo- la propiedad de los medios de producción es colectiva, mientras que en los otros tres –Esclavismo, Feudalismo y Capitalismo- unas personas son dueñas de dichos medios de producción y otras no.

Pues bien, precisamente eso son las CLASES SOCIALES: grandes grupos de personas que tienen en común una misma posición respecto a la propiedad de los medios de producción.

Así, en el esclavismo los esclavistas eran los dueños y los esclavos los desposeídos, y en el feudalismo los dueños de la tierra eran los señores y los que cultivaban, los vasallos.

En el capitalismo las dos clases predominantes son la de los capitalistas (burguesía) y la de los proletarios. Luego hablaremos más detenidamente del Capitalismo –que es el que nos toca vivir- y del Socialismo y el Comunismo –modo de producción en el que no existen clases sociales-.

Claro está que, en cada modo de producción siempre hay más de dos clases. Por ejemplo, en el Capitalismo existe -por una parte- la pequeña burguesía, los terratenientes... Pero, en todo modo de producción existen dos clases principales: una, la más beneficiada con el sistema –y que, por lo tanto, lucha por su perduración- y otra, la más machacada por el sistema –y que, por lo tanto, combate por su desaparición-, y las demás clases se aglutinan en torno a estas dos clases principales.

Este último es un elemento esencial en el desarrollo de la historia: las clases sociales nunca conviven armónicamente, sino que luchan entre sí, a veces de manera explícita, abierta y hasta violenta, y otras de manera soterrada, implícita y latente. Pero siempre están en lucha. Y, ¿Por qué?, ¿acaso porque los integrantes de una clase son “los buenos” y los de otra “los malos”?.

No, nada de eso. Sencillamente luchan por sus intereses de clase. Los Capitalistas luchan para enriquecerse a costa del trabajo ajeno, y los Proletarios por reducir esa explotación. Esto se concreta en lucha por el incremento de los salarios, por la mejora de las condiciones de trabajo... y, por parte de los Capitalistas, por la “flexibilización” del despido, la reducción de salarios... A esto es a lo que llamamos la LUCHA DE CLASES.

En el curso de la historia, las FUERZAS PRODUCTIVAS de una sociedad progresan –como decíamos- gracias a la ciencia y la técnica, mientras que las RELACIONES SOCIALES DE PRODUCCIÓN –es decir, las relaciones entre los productores- permanecen prácticamente inalterables –los esclavos fueron esclavos hasta el final, igual que los esclavistas-. Según se desarrolla la historia, unas relaciones sociales de producción concretas empiezan a quedarse “estrechas”, anticuadas e inadecuadas para los niveles de las fuerzas productivas.

Por ejemplo, el Imperio Romano se cayó a cachos porque la manutención completa de los esclavos no era rentable ya, y porque mediante esclavos no podían trabajar los extensos territorios del Imperio.

En ese momento de choque entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción la LUCHA DE CLASES se recrudece de manera brutal, y una de las clases logra alzarse en el poder, destruir lo viejo –el modo de producción ya caduco- e imponer uno más progresivo –en el ejemplo anterior, el Feudalismo-.

Con el tiempo, también este sistema se quedará caduco y una nueva clase –la de los burgueses- conquistará el poder e impondrán un nuevo sistema...

Lo importante de todo esto es que los cambios de MODO DE PRODUCCIÓN nunca se producen de manera gradual, sino como resultado de un proceso brusco, de un salto cualitativo, de un proceso revolucionario: la Revolución Francesa, que marcó el ascenso al poder de la burguesía francesa, es un buen ejemplo de cómo de brusco puede ser un proceso revolucionario. Significa romper con todo lo viejo e imponer lo nuevo, lo progresivo.

BASE Y SUPERESTRUCTURA

Hasta ahora nos hemos centrado, sobre todo, en los elementos económicos de la sociedad. ¿Por qué? Porque, como demostraron Marx y Engels, es en la esfera productiva donde se dan los elementos determinantes de una sociedad. Ahora bien, ¿qué pasa con las ideas, con las instituciones...?, ¿qué papel juegan en el desarrollo histórico?. A cada modo de producción determinado le corresponde una serie de elementos cuya misión es:

Legitimar el orden establecido.
Lograr, mediante la violencia, la perduración del orden existente.

Para ello, cada sistema emplea dos bloques de elementos:

Por una parte, las IDEOLOGÍAS –en formas filosóficas, políticas, jurídicas, artísticas...- que legitiman, justifican o hacen parecer como el mejor a cada sistema.

La ideología neoliberal trata de presentar al capitalismo como el mejor de los sistemas o, cuando menos, como el único posible. Los programas de televisión -desde los des-informativos hasta los concursos y demás programas basura- también generan en las masas una conciencia de que este es un sistema feliz y deseable... para que no protesten y no lo combatan.

Es decir, las alienan. Para la difusión de estas ideologías emplean los medios de comunicación, o como decimos nosotros, los medios de propaganda. Antes era el sermón del cura, hoy es Tele5, la cadena COPE, la SER,... que vienen a ser parecidos en cuanto a sus objetivos.

Por otra parte está el ESTADO. Pretenden hacernos creer que el Estado es una cosa que existe desde siempre, o que lo crearon las personas mediante un Contrato Social para hacer posible la vida de la gente: evitar los delitos, mantener el orden, preservar la vida...

Ambos argumentos son rotundamente falsos: en las sociedades primitivas no había Estado; este aparece curiosamente con el esclavismo, con la aparición de las clases sociales -por ejemplo, el Estado teocrático egipcio-.

Por otra parte, nadie ha preguntado jamás al pueblo si desea un Estado o no, simplemente se lo han impuesto, así que ¿de qué Contrato Social estamos hablando?.

Esto es porque la esencia del Estado es mantener el orden establecido mediante la coerción, la violencia y, a veces, con el terror.

Lenin definía el Estado como “violencia organizada de una clase sobre otra“. Es decir, el Estado Burgués está al servicio de la Burguesía, y esta lo utiliza para perpetuarse, para impedir que nada cambie: reprimir huelgas y manifestaciones, encarcelar subversivos, combatir al movimiento antiimperialista.

El Estado consta esencialmente de cuatro APARATOS REPRESIVOS: los cuerpos policiales, el ejército, la judicatura y las cárceles. A veces llega a emplear el terrorismo puro y duro (como por ejemplo los GAL).

El resto de las INSTITUCIONES, administración, partidos burgueses, escuelas, iglesias... sirven, o bien para administrar el capitalismo o para difundir sus ideologías entre las masas.

¿Qué relación existe entre la BASE ECONÓMICA -relaciones sociales de producción/fuerzas productivas- y la SUPERESTRUCTURA -ideologías, instituciones y estado-?.

Pues ocurre que cuando se producen cambios en la BASE ECONÓMICA (también llamada INFRAESTRUCTURA), esto tiene su reflejo en cambios en la SUPERESTRUCTURA.

Así, cuando se han producido cambios en la estructura económica española -flexibilización del despido, recorte de las pensiones, economía especulativa, reducción de salarios, precariedad laboral, contratos basura...- ello ha producido un cambio en la superestructura: por una parte nos bombardean con propaganda neoliberal, con cultura neoliberal -competitividad- y, por otra parte, se ha readecuado la estructura institucional - empresas de trabajo temporal, privatizaciones, absorción por parte del estado de los sindicatos antes de clase,....

Con el proceso de construcción de la Europa del Capital también nos han vomitado cantidades ingentes de cultura neoliberal, y las estructuras políticas se han tenido que amoldar a las nuevas estructuras del capitalismo europeo -incluso se está preparando el euroejército-.

Todos los cambios en las ideologías y en las estructuras institucionales se producen después de los cambios en las estructuras económicas, y no antes. Es decir, que la infraestructura determina la superestructura. Esta conocida ley que descubrieron Marx y Engels significa que la causa de todos los fenómenos y procesos que se producen en la órbita de la superestructura hay que buscarlos en la base económica, y los procesos que se producen en ésta hay que buscarlos en su propio desarrollo y en su propia lógica y no en otro sitio.

EL CAPITALISMO

El capitalismo es uno de los modos de producción basados en la Propiedad Privada sobre los Medios de Producción. Como es el que nos ha tocado combatir vamos a analizarlo de manera un poco más profunda.

El Capitalismo es un modo de producción que se instaura en Europa aproximadamente a partir de 1789 - con la Revolución Francesa- y, progresivamente se expande por todo el mundo.

Como sabemos, el cambio de sistema -del modelo Feudal al Capitalismo- se produjo de manera radical y revolucionaria. La Burguesía, que era la Clase Social objetivamente interesada en la desaparición del caduco modo de producción Feudal -porque impedía su enriquecimiento mediante los gremios, la estructura de posesión de materias primas por feudos...-, se puso a la cabeza de las masas para conducirlas hacia el Capitalismo.

La esencia del Capitalismo consiste en que los miembros de una clase -la de los Capitalistas- es propietaria de las fábricas, de las máquinas, de las herramientas de trabajo y de los materiales y materias primas, mientras que los miembros de otra clase -la del Proletariado , que no tienen nada de esto, poseen tan solo su propia fuerza de trabajo. Todo el mundo sabe que, aunque traten de vendernos las mentiras burguesas de que aquí todo el mundo es libre, y hace lo que quiere -no como en las Dictaduras Comunistas-, realmente sin dinero no puedes hacer absolutamente (los Burgueses confunden dinero con Libertad). Y además, hay que trabajar en las condiciones que marca el patrón.

De manera que, de Libertad, nada. Los Obreros están esclavizados y obligados a vender todos los días su fuerza de trabajo para poder malvivir.

Claro que según la Burguesía, no hay nada de malo en trabajar: al fin y al cabo ellos también trabajan -hay que tener la cara muy dura para llamar trabajo a embolsarse todos los años los millones de beneficios de sus empresas mientras se pasan la vida en sus yates-.

De todas formas, según ellos, en el proceso de producción, los Obreros reciben un Salario justo por su trabajo, y los Capitalistas ganan dinero porque aportan el Capital. Veamos esto detenidamente porque es aquí donde reside la esencia de la explotación Capitalista.

Vamos a ir despacito. Más o menos todos sabemos como se producen las cosas: los materiales van pasando de mano en mano, de trabajador en trabajador, hasta que sale un producto final. Por ejemplo, un trabajador tala un árbol, otro hace leña, un tercero la transporta durante dos horas hasta la fábrica, donde, en una cadena de producción, doce obreros van metiendo horas hasta que sale una silla.

Hasta aquí el Capitalista no aparece por ninguna parte. Bueno, sí: es el dueño del bosque, de las sierras, de los camiones, de la fábrica... o sea, es el dueño de todo, y además, paga a los Obreros.

Claro que también puede imaginarse uno una Cooperativa de Obreros que siendo los dueños de todo eso, llevarán a cabo el mismo trabajo y las sillas seguirían produciéndose. De modo que, ¿donde está el famoso trabajo del patrón?. Si no hubiera Capitalistas la producción seguiría adelante.

Pero, a lo que íbamos. Vemos como, a cada paso, el material va ganando valor: si a alguien se le ocurriera cambiar unos troncos por un coche -por ejemplo- le harían falta bastantes troncos. Pero con sillas la cosa es diferente.

Además, vemos como, a cada paso, el trabajo se orienta en una dirección concreta: los obreros de la fábrica trabajan para crear sillas y no mesas. Es decir, su trabajo define la utilidad del producto.

Así pues, vemos como las MERCANCÍAS -que por cierto, son los productos destinados al intercambio, o sea, los productos que se hacen para venderlos- tienen un doble valor: por una parte, sirven para algo, es decir, cubren una necesidad concreta.

A esto lo llamamos VALOR DE USO. Pero, por otra parte, las mercancías se intercambian unas por otras en una determinada proporción -por ejemplo, un coche dos mil sillas, y no por cuatrocientas-.

A esta capacidad de ser intercambiadas en determinadas proporciones es a lo que se denomina VALOR DE CAMBIO de las mercancías. Todo lo que el ser humano produce para ser intercambiado -es decir, toda mercancía- tiene un valor de cambio. El valor de cambio es siempre relativo a otra mercancía. Por ejemplo, el valor de cambio de un coche dicho en sillas es, por ejemplo, de dos mil.

El PRECIO de una mercancía, por otra parte, no es más que el valor de cambio de una mercancía expresado en dinero. Por ejemplo, si un tornillo vale 10 céntimos, eso quiere decir que su valor de cambio, dicho en dinero, son 10 céntimos.

Y el DINERO no es más que una mercancía que sirve para equiparar otras: en vez de andar por la vida cambiando troncos por coches -lo cual, aparte de una tontería, es muy poco práctico y obliga a conocer las equivalencias de unas ochocientas mercancías- es más fácil cambiar troncos por dinero y dinero por coches -o sea, vender y comprar-.

Toda mercancía tiene, por lo tanto, valor de uso y valor de cambio. Sigamos. ¿De dónde le viene el valor de uso y el valor de cambio a una mercancía?.

Respuesta de los capitalistas: de la empresa. ¡Por favor! Una empresa son un grupo de Trabajadores trabajando sobre unos materiales con unas herramientas y una maquinaria, más un patrón que se saca una pasta de todo el tinglado. Segunda respuesta de los capitalistas: Vale, el valor viene de los trabajadores y de las máquinas.

Ya, lo de siempre. Pero es que los trabajadores, aún sin herramientas, tan solo con sus manos, pueden producir cosas, mientras que un martillo no clava clavos solo, así por telekinesis. Y ahora que ya hemos machacado los argumentos de la Burguesía, sigamos.

¿Cual es, pues, la fuente del valor? Pues ya lo hemos dicho: unos obreros trabajan para talar la madera, otros obreros trabajan para construir una silla...

El trabajo es, efectivamente, la fuente de valor, de riqueza. Y el trabajo, como todos sabemos, se mide en tiempo, en horas.

Hasta aquí todos de acuerdo. Ahora bien, si el capitalista paga un salario a los obreros ¿Cómo es que saca ganancia, cómo es que está podrido de millones?.

Respuesta tonta del Capitalista: es que, al vender, especulo y entonces saco beneficio.

Este argumento es perfectamente imbecil: claro está que cada Capitalista especula -trata de vender lo más caro posible-.

Pero lo que gana cuando vende sus mercancías, lo pierde cuando compra las de los demás Capitalistas: materias primas, herramientas... o cuando compra bienes para sí mismo.

De modo que de ahí malamente puede salir la ganancia. Luego solo hay un sitio de donde puede proceder: de los obreros. ¿El sistema?. Fácil: basta con pagarles menos del valor de lo que producen.

Ejemplo rápido: Juanito Pérez produce, en las 8 horas de trabajo que dura su jornada, botellas de vidrio por un valor equivalente de 120 euros.

Pero el solo cobra un salario de 50 euros por sus 8 horas. Auí hay algo que no encaja: ¿Qué pasa con los 70 euros que faltan?.

Lo que todos suponemos: se las queda el Capitalista. Visto de otra manera: al ritmo que trabaja el tal Chús, en tan solo 3 horas y media ya ha producido producido botellas por valor de 50 euros -o sea, ya se ha ganado el sueldo-.

Pero él tiene que seguir trabajando el resto de su jornada. Luego trabaja 3 horas y media para el y 4 horas y media para el capitalista. Estas horas -llamadas TIEMPO ADICIONAL DE TRABAJO- las trabaja gratis, sin remuneración ninguna, y todo lo que se produce en ellas -las botellas por valor de los 70 dichosos euros- se las apropia el Capitalista, así, por la cara.

Pues bien, aquí es precisamente donde está el quid de la cuestión: bajo el modo de producción Capitalista, la Clase Burguesa explota sistemáticamente a la Clase Obrera mediante la apropiación gratuita del fruto del trabajo que los obreros realizan durante la parte de la jornada no remunerada. Por cierto, el valor producido en ese tiempo adicional es la famosa PLUSVALÍA.

En el proceso de desarrollo histórico del Capitalismo, los Capitalistas van ampliando y acumulando Capital. ¿Cómo?.

Vendiendo las mercancías y, con la ganancia que obtienen de la Plusvalía, comprando más fábricas, más materiales, más máquinas...

Porque el CAPITAL es precisamente eso: medios de producción empleados en la explotación social.

De hecho según va acumulándose el Capital surgen nuevas formas de Explotación Capitalista: las Sociedades Anónimas, los trust y los holdings -formas empresariales de principios de siglo-, y, finalmente, las multinacionales y transnacionales de nuestros días, en las que el capital de los bancos se alía estrechamente -mediante el crédito- al Capital industrial.

También ocurre que, al llegar un momento en que ya no es posible poner en circulación más Capital en su propio país -porque está empleada prácticamente toda la mano de obra-, la Clase Burguesa empieza a exportar Capital a otros países: las colonias inglesas, francesas y alemanas... donde además, los Obreros cobran menos y son menos protestones.

Todo esto, claro, a punta de fusil. A este periodo caracterizado por la fusión del Capital Industrial y del Financiero y a la exportación de Capital es al que se denomina IMPERIALISMO.

El Imperialismo no es "conquistar" otros países como nos enseñan en clase de historia.

Eso es Anexionismo. En el Capitalismo, se conquistan países para explotar a los trabajadores de esos países con Capital propio.

El Imperialismo, como lo definió Lenin es la fase superior y última del Capitalismo.

Es la internacionalización del Capital, al principio con tropas imperiales de Su Graciosa Majestad Británica, luego con dictadores títeres del Imperialismo y en nuestros días con pretendidas democracias fantasma: democracias tan democráticas como la Colombia vendida al imperialismo yankee por el "demócrata" Uribe.

LA LUCHA DE CLASES BAJO EL CAPITALISMO: EL MOVIMIENTO OBRERO

Ante esta situación de Explotación, al Proletariado le es necesaria la lucha en defensa de sus intereses como Clase: los intereses de la Burguesía –aumentar la explotación, la Plusvalía- y los del Proletariado –acabar con la Explotación Capitalista- son, evidentemente, antagónicos, opuestos, irreconciliables.

Desde el principio, el Proletariado empezó a organizarse para la Lucha. La historia del movimiento obrero es la historia del movimiento ascendente de la Lucha de Clases, desde formas muy primitivas y rudimentarias de lucha hasta la creación de estructuras de combate que permitieron la victoria de la clase obrera en numerosos países de todo el mundo.

Veamos los peldaños más importantes de las ORGANIZACIONES DE LUCHA obreras:

La ACCIÓN ESPONTÁNEA: es la primera forma de lucha. Surge a principios del siglo XIX, y va encaminada a la destrucción de maquinaria (ludismo), a la que se considera culpable de la explotación obrera.

Las MUTUAS DE SOCORRO –cajas de socorro a obreros enfermos, en paro...- tienen gran importancia, pues sientan las bases para los Sindicatos.

La creación de los SINDICATOS: surgen en Inglaterra –la Grand Trade Union en 1824-. El movimiento sindical, en todos los países, es, en un primer momento, de carácter local o por ramas. Progresivamente se tiende a las grandes centrales sindicales capaces de unificar las fuerzas del proletariado en su lucha contra la burguesía. La creación de los sindicatos es esencial en el desarrollo de la Lucha de Clases, pues supone la organización de obreros conscientes de pertenecer a una misma Clase Social.

Las INTERNACIONALES Obreras: a causa de la mundialización del capitalismo, se hace imprescindible la coordinación del movimiento obrero a nivel mundial. Para ello se organizan las Internacionales. La I Internacional –o Asociación Internacional de Trabajadores- fue creada y dirigida por K. Marx y F. Engels en 1866. Posteriormente, surgirán más Internacionales Obreras como la II Interacional o Internacional Socialista, la III Internacional o Internacional Comunista y la IV Internacional o Internacional Trotskista.

Los PARTIDOS OBREROS: consciente de que, en la lucha contra el Capitalismo, no sirve tan solo la lucha por los intereses llamados económicos – salarios, condiciones laborales...-, la clase obrera necesita organizar la lucha política e ideológica en torno a los Partidos Obreros, allá en el último cuarto del siglo XIX.

Más adelante hablaremos de las funciones y características del Partido.

Claro está que estas no son las únicas formas organizativas de la Clase Obrera, pero sí las más importantes y las que se desarrollan en todo el planeta conforme se desarrolla el Capitalismo.

Por cierto que no siempre conservan este orden cronológico y que, además, la historia del Movimiento Obrero –como todo- está lleno de retrocesos, zigzagueos, cambios.

Pero esencialmente, estas han sido las más importantes organizaciones de combate del Proletariado. Pero, ¿qué tipos de lucha lleva a cabo la clase obrera?. Pues fundamentalmente, de tres tipos. Son sus FRENTES DE LUCHA:

LUCHA ECONÓMICA: la lucha por los intereses inmediatos del proletariado –mejoras laborales, subidas de salarios, impedimento de despidos, convenios...-. Es el primer frente de lucha, al que llegan casi todos los trabajadores. Es la lucha por los intereses inmediatos de la clase obrera.

LUCHA IDEOLÓGICA: es el enfrentamiento a toda la basura ideológica de la burguesía, es quitarle a la gente determinadas ideas que lleva en la cabeza porque se las han metido por la tele o en la escuela. También consiste en luchar contra los que dicen defender a los trabajadores –PSOE, UGT...- pero, a la postre, defienden al capital.

LUCHA POLÍTICA: es la lucha por la que el proletariado consigue más “Zonas de Poder”, es decir, influencia social, capacidad de respuesta y combate, organización y coordinación... En último extremo, la lucha política es la lucha encaminada a la toma del Poder Político en sí –o sea, la Revolución-, como luego veremos. Claro que, así entendida, toda lucha es realmente lucha política: una huelga coordina y organiza a la Clase Obrera, un piquete aumenta su poder, una manifestación de trabajadores incrementa su influencia social, denunciar las mentiras del capitalismo encamina las ideas de los obreros hacia sus objetivos reales... Y, como el objetivo político de la clase obrera no es sino su emancipación económica, se entiende la, de otra manera misteriosa, afirmación de mar de que toda manifestación de la lucha de clases es, realmente, lucha política, y toda Lucha Política gira en torno a la lucha económica. Bien pensado, no resulta tan enrevesado.

Al Capitalismo hay que atacarle por todos los frentes. Y para ello, hay que utilizar siempre las FORMAS DE LUCHA más adecuadas.

Lenin decía que los Comunistas no despreciamos ninguna forma de Lucha por cuestiones morales.

Y es que forma de lucha hay muchísimas: propaganda –panfletos, carteles...-, manifestaciones, huelgas, lucha en los Parlamentos Burgueses...- y también –como demuestran las FARC en Colombia o el NPA en Filipinas-, los sabotajes e incluso la Lucha Armada –Guerrillera o Insurreccional-.

Todo depende de las circunstancias concretas, de emplear las formas de lucha que mejor se adecuen a las características y a los niveles de la lucha de clases en cada momento y en cada lugar.

Por ejemplo, en una Democracia Burguesa como la española, donde podemos utilizar (por ahora) métodos legales de lucha, hay que trabajar en los parlamentos, utilizar vías “pacíficas” de lucha..., porque, si no, pasará lo que les pasa a los GRAPO: que son cuatro y el del tambor y no les presta atención nadie.

Pero, allí donde, como en Colombia o Filipinas, hay dictaduras camufladas de Democracias, es preciso utilizar otras formas de lucha, que demuestran su validez por el amplio apoyo popular con el que cuentan.

Organizar a la clase obrera en sus distintas formas, atacar en los tres grandes frentes y utilizar siempre las formas de lucha adecuadas. Eso es lo que toca.

Y DESPUES... ¿QUE HACER?

En cuanto que Comunistas, se supone que todos queremos Luchar contra el Capitalismo. Hasta aquí, de acuerdo. Y, además, queremos construir el Comunismo –¡claro!-.

Pero entre una cosa y otra, no sabemos muy bien que viene. Es decir: ¿Cómo vamos a quitar el Capitalismo y poner en su lugar el Comunismo?.

Respuesta que todos sabemos: la Revolución. Claro, la Revolución. Pero ¿qué es, en qué consiste y –lo más importante- cómo se hace realmente una Revolución?.

Y, por otra parte, ¿porqué una Revolución y no un proceso de Reformas una vez que ganemos las elecciones?. Los Socialdemócratas llevan casi cincuenta años con eso y, en los países Nórdicos, no les ha ido tan mal.

Por partes. La duda entre Revolución y Reforma quedó aclarada hace ya bastantes añitos por el Camarada Lenin: los Capitalistas no van a permitirnos instaurar el Socialismo. No van a permitir que llevemos a cabo profundas transformaciones valiéndose, además, de su Estado.

El caso de Salvador Allende en Chile y el Golpe de Estado de Pinochet, o el levantamiento militar de Franco ante la victoria electoral del Frente Popular en 1936 es sumamente ilustrativo de lo que es la Reacción Burguesa ante un proceso Socialista “legal”.

Pero, por si alguien no estaba convencido, los Socialdemócratas Occidentales lo han dejado bien claro: para empezar, por lo de Occidentales.

Porque, que sepamos, el famoso Estado del Bienestar solo lo han intentado crear en Occidente, mientras tres cuartas partes del mundo se pudren en la miseria.

Para esos toca Estado del mal-estar. Pero es que, además, ¿ha desaparecido la explotación en estos estados?. ¿han desaparecido las clases, la gente que se enriquece a costa del trabajo ajeno?. ¿han desaparecido, acaso, la policía, el Estado, el ejército, la discriminación racial o sexual?. ¿el pueblo es dueño de si mismo?.

Respuesta inmediata a todas estas preguntas: no. Y aquí, en el estado español, ni pleno empleo –que de paro los jóvenes sabemos mucho-, ni redistribución de la renta, ni nada de nada. Así que, vayan a otro sitio a vender esa moto.

Y, ahora, a lo nuestro. Según se va desarrollando el Capitalismo, sus crisis son cada vez más agudas: la que enfrenta a Obreros contra Capitalistas, la que enfrenta a las Clases Populares de los países explotados contra su Burguesía Nacional y contra la Burguesía Internacional, la que enfrenta a los propios Capitalistas por rapiñar la riqueza... y junto con estas, otras secundarias: la degradación medioambiental por culpa de la producción caótica capitalista, la doble explotación de la mujer o de el joven... Es decir, van madurando las CONDICIONES OBJETIVAS para que se produzca un proceso revolucionario.

Por otra parte, y si los partidos y organizaciones Obreras y Comunistas hacemos bien nuestro trabajo – Lucha Política e Ideológica-, si vamos organizando a la Clase Obrera y, en torno a ella al resto de las masas, si vamos difundiendo entre los trabajadores una conciencia revolucionaria, se van creando unas CONDICIONES SUBJETIVAS. Es decir: para poder hablar de proceso revolucionario, primero tiene que PODER haber una Revolución, a la vez que las masas deben QUERER llevarla a cabo.

Pero una Revolución no consiste en tomar las armas, pegar cuatro tiros y ya está. Eso es lo que creen los Anarquistas: una mañana nos levantaremos todos y, ¡hala!, acabaremos con el Capitalismo.

Pero las cosas no son tan sencillas: ¿los Burgueses van a desaparecer así porque sí?, ¿por qué digamos “queda abolida la Propiedad Privada” esta desaparecerá sola?, y ¿qué ocurrirá si los Capitalistas llevan a cabo una Guerra Civil para tratar de acabar con el Socialismo –como, por otra, han intentado en todos los países que han comenzado una Revolución Socialista-?.

Sabemos que estamos viviendo en una sociedad con Clases, con Estado, con Explotación... y que, cuando esta se derrumbe, se impondrá una sociedad de Igualdad, sin Slases y sin Estado. Pero eso no quiere decir que la explotación, las clases y el Estado puedan desaparecer de un plumazo. La historia demuestra que con la Revolución comienza la construcción del Socialismo, no acaba. Al revés, viene lo más difícil.

La historia del Movimiento Obrero Revolucionario nos enseña que existen etapas para acabar con el Capitalismo. Dicho de manera esquemática, aunque esto NO quiera decir que hay que dar estos pasos como si esto fuera una receta de cocina, son las siguientes:

1º.- Organización de las masas trabajadoras en torno al Proletariado –que es la clase más combativa y a la que más interesa la desaparición del Capitalismo-. Organización del Proletariado en torno a su Vanguardia, que es su Partido Comunista. El Partido se compone de los elementos más destacados, más conscientes de la necesidad de llevar a cabo la Revolución, de cuadros organizadores, propagandistas y agitadores de masas, de dirigentes de la Clase Obrera. Difusión de la conciencia de clases desde sus formas inferiores –para la Lucha Económica- hasta las más elevadas –ser conscientes de su papel Histórico Revolucionario.

2º.- Es importante la relación que existe entre el Partido y las masas. Ambos son partes de la Clase Obrera. El Partido reúne, como decíamos, a los elementos más destacados del Proletariado. Su tarea es organizar y dirigir la actividad de las masas hacia la consecución de sus objetivos, así como difundir la conciencia de clase. Esto es, es la VANGUARDIA DEL PROLETARIADO, la parte más combatiente de la Clase Obrera. Conforme aumenta la conciencia de clase, y después, en el Socialismo –como veremos-, cada vez más elementos de las masas alcanzan las posiciones de la vanguardia, hasta que la diferencia desaparece. Eso ocurrirá plenamente en el comunismo.

3º.- Construcción del PODER OBRERO: no podemos hacer la Revolución y sentarnos a esperar que caiga el Socialismo del cielo. Es preciso llevar a cabo la subversión completa del Capitalismo, expropiar a los Capitalistas, organizar la producción, la enseñanza, la defensa de la Revolución... y múltiples tareas en las que es preciso ir preparando un PODER OBRERO, un futuro Estado Proletario que asuma el poder y dirija la transformación de la sociedad capitalista en Socialista. En Rusia, por ejemplo, el Poder Obrero adoptó la forma de los Soviets. El Poder Obrero es la organización de lucha más elevada que existe aún dentro del Capitalismo.

4º.- Después, cuando las condiciones son óptimas para ello, es preciso conquistar el Poder Político. Esto no tiene nada que ver con “tomar el Estado” o “dar un golpe de Estado”. Al Proletariado de nada le sirve el viejo aparato del Estado burgués, lleno de funcionarios adictos al capitalismo. Necesita su propio Estado. En lo que consiste, pues, es en asaltar el poder político, en traspasar el poder de los órganos Burgueses a los Proletarios. Esto, por supuesto, tiene que hacerse de manera brusca y revolucionaria –pues la Burguesía nunca lo permitiría de buena gana-. En otras palabras: todo el poder para los Soviets.

5º.- El tema de la violencia Revolucionaria es secundario. Se deberá hacer uso de la violencia en la medida en que esta sea necesaria, ni más ni menos. Pero el acto de toma del poder y hacer desaparecer a la clase dominante es, en sí, violento y brusco. La conquista del poder político puede adoptar formas más o menos pacíficas de transición o una vía insurreccional –como en Rusia- o guerrillera – como en Cuba-. Lo fundamental es elegir el momento. Lenin –que en esto de hacer Revoluciones algo sabía- decía que el momento propicio para asaltar el Poder Político es cuando “los de arriba ya no pueden gobernar ni por un momento más y los de abajo ya no quieren ser dominados ni un momento más”. No se puede, decía Lenin, jugar a la insurrección. Levantar a las masas antes de tiempo tiene consecuencias funestas, lo mismo que esperar y dejar pasar la oportunidad. Hay que determinar el momento más adecuado –una crisis económica seria, una guerra...- en la que el enemigo de Clase es débil y el Proletariado fuerte, decidido y unido. Y, una vez se pasa a la insurrección, no detenerse, llevar el proceso hasta el final.

6º.- A partir de que el poder pasa a manos del Proletariado, comienza una etapa de transición denominada DICTADURA DEL PROLETARIADO. Desde el momento en que el Proletariado toma en sus manos el poder, se constituye una reacción –que trata de volver al pasado Capitalista- y que emplea todos los medios a su alcance para acabar con el Poder Socialista: guerra civil, intervención extranjera, golpe de estado, sabotajes... El Proletariado debe, para poder comenzar a construir el Socialismo, aplastar toda Reacción. La Clase Dominante, que ahora es Clase Dominada, debe desaparecer como Clase Social: expropiación de sus propiedades, trabajo obligatorio, encarcelamiento de los elementos más peligrosos de la contrarrevolución y, en algunos casos –como ocurrió con el zar y su familia-, la aplicación de la más implacable justicia Revolucionaria. Durante este período las clases siguen existiendo, y por lo tanto, también la Lucha de Clases, y de manera más cruenta. La diferencia reside en que, ahora, el poder está en manos de la Clase Obrera, y existe un Estado Obrero para reprimir a la Clase Burguesa. La Dictadura del Proletariado es, evidentemente, una Dictadura en el sentido de que se ejerce el poder de manera violenta e ilimitada. Pero la dictadura del Proletariado es DEMOCRÁTICA porque la ejerce la mayoría de la población: el Proletariado en alianza con el Campesinado y otros sectores de la sociedad sobre una reducida minoría –la Clase burguesa derrotada- y no al revés, como en el Capitalismo.

7º.- Para acabar con el Capitalismo, lo fundamental es atentar contra su esencia, es decir, la Propiedad Privada de los Medios de Producción: la principal tarea de la Dictadura del Proletariado, junto con el aplastamiento de la Reacción Burguesa y de la Contrarrevolución, consiste en la abolición de la Propiedad Privada, tanto en lo formal o jurídico como, especialmente, en lo efectivo: la Nacionalización completa de todos los Medios de Producción. De esta manera se sientan las bases objetivas para la construcción de Socialismo como a continuación veremos.

EL SOCIALISMO Y EL COMUNISMO

Con la desaparición objetiva de las Clases Sociales, la consolidación del Estado Socialista y el fin de la Reacción Contrarrevolucionaria abierta, comienza la etapa de construcción del Socialismo.

El SOCIALISMO es en sí Comunismo, aunque en una fase inferior: todavía existen Clases –el Proletariado, el Campesinado, la Burguesia Intelectual- y existe un Estado –el Socialista-.

Pero, por una parte, las relaciones entre el Campesinado, el proletariado y la Burguesia Intelectual no son antagónicas, sino que persiguen el mismo fin: la construccion del Comunismo. Y, por otra parte, el Estado Socialista no es un Estado ya.

Porque, conforme el poder va pasando realmente a las masas –la administración de la economía, de la vida, de la autodefensa...- el Estado va desapareciendo, “extinguiéndose”, como decía Engels. Conforme avanza el socialismo, se extingue el Estado, y las distinciones entre las dos clases amigas se difuminan hasta fraguar una nueva categoría histórica: cuando ambos participan de igual manera en la gestión económica de los medios de producción, se conforma el Pueblo, sin diferencias clasistas.

Es esencial tener en cuenta cual es el medio principal para la socialización efectiva y real de los medios de producción: la ECONOMÍA PLANIFICADA. Esto quiere decir que la evaluación de las necesidades sociales, el cómo producir los bienes que se necesitan para satisfacerlas, la producción misma, su distribución y su consumo no son, como en el capitalismo, decididos por las grandes multinacionales, ni existe superproducción en unos sectores y escasez en otros, sino que, al planificarse todo el proceso productivo, se puede adecuar tanto a las necesidades como a la capacidad real de producción de las masas.

Progresivamente, la planificación económica se va descentralizando hasta que cada individuo es consciente tanto del proceso general de producción como de sus tareas concretas, y participa en su gestión, administración y decisión.

Por otra parte, con el socialismo, y al calor de las nuevas relaciones sociales de producción –las socialistas-, se va formando un nuevo tipo de persona: el individuo no egoísta –pues ya no existe la propiedad-, el individuo que entiende como iguales a los demás –porque ya no existen las clases-, el individuo que forma parte conscientemente de la planificación y ejecución de la producción, de manera seria pero ilusionada: en una palabra, el hombre nuevo socialista.

De esta manera, conforme se transforma la infraestructura económica, va cambiando la superestructura ideológica –tanto las instituciones como la mentalidad de las personas-.

Cuando el socialismo, gracias a la economía planificada y a las inmensas fuerzas productivas desatadas por la Revolución, alcanza unas grandes dimensiones, cuando la técnica y la ciencia están desarrolladas, cuando la mayoría del Pueblo participa activamente en la administración de la vida social, cuando ya no existen diferencias de clase, cuando el Estado prácticamente desaparece y, lo más importante, cuando el socialismo ha triunfado en todos o la mayoría de los países del mundo –y, por lo tanto, no existen ya amenazas reales para el triunfo del proletariado- se alcanza el COMUNISMO, régimen histórico caracterizado por la inexistencia de clases, Estado ni explotación, y en el que se cumple la consigna “de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad”.

Es decir, como, por una parte, la producción ha aumentado de forma gigantesca gracias a la planificación de la economía y, por otra parte, ya ha surgido y se ha difundido, de generación revolucionaria en generación revolucionaria, el hombre nuevo socialista, con una forma de pensar completamente distinta de los prejuicios y valores burgueses, será posible que cada individuo aporte al colectivo aquello que pueda, y reciba del trabajo social aquello que necesite para satisfacer sus necesidades. Con el triunfo del comunismo dejará de ser necesario un aparato represivo – Estado-, pues desaparecerán las causas objetivas que de le dieron vida: las clases.

El triunfo del comunismo no es un deseo de unos cuantos, o una utopía, como suele decirse –incluso en nuestras propias filas-. El comunismo es un modo de producción histórico inevitable. El comunismo significa el fin de miles de años de explotación, precisamente porque la explotación del hombre por el hombre ha dejado de ser progresiva: es reaccionaria, anticuada y vieja. El comunismo se impondrá porque así lo dictan las ineluctables leyes de la historia, condensadas en la ciencia marxista-leninista. Su triunfo imparable, por mucho que le pese a la burguesía. A nosotros, a nuestra capacidad de trabajo, a las masas obreras y a su Partido compete que esto se produzca dentro de muchos años o, por el contrario, que nosotros mismos podamos ver con nuestros propios ojos la victoria del comunismo.

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