lunes, enero 14, 2008

Pensamientos ante la llegada del Año Nuevo

Lenin dijo una vez que el capitalismo es horror sin fin. Basta con echar una rápida mirada a la situación de nuestro planeta ante la llegada del nuevo año para ver la corrección de esta afirmación. Crisis económica, guerras, terrorismo, convulsiones políticas, hambre, enfermedad y pobreza no son fenómenos aislados e inconexos. Sólo son los síntomas externos de la crisis global del capitalismo.
El año 2007 finalizó con el asesinato de Benazir Bhutto, que desencadenó manifestaciones de masas, revueltas y huelgas por todo Pakistán. En Kenia, que se supone era uno de los ejemplos de éxito económico de África y un faro brillante de democracia, el amaño de las elecciones llevó a una explosión sin precedentes de lucha comunal, derramamiento de sangre y masacres. Las guerras en Iraq y Afganistán también se han convertido en cenagales sangrientos sin final a la vista.
No son hechos aislados sino sólo síntomas de la crisis general del capitalismo, que, como explicaba Marx, hunde sus raíces en la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la propiedad privada de los medios de producción y la existencia del estado nacional.
El sistema capitalista hace tiempo que dejó de jugar un papel progresista. Es incapaz de desarrollar las fuerzas productivas como hizo en el pasado (lo que no significa que no exista nada de desarrollo). El capitalismo cumplió su función histórica, el desarrollo del estado nacional y la creación del mercado mundial en las décadas previas a la Primera Guerra Mundial. Toda la historia del mundo desde aquel momento es un reflejo de la rebelión de las fuerzas productivas contra los estrechos límites que imponen sobre ellas la propiedad privada y el estado nacional.
En el pasado, como explicaban Marx y Engels en El Manifiesto Comunista, el capitalismo jugó un papel revolucionario en el desarrollo de las fuerzas productivas. Desde la época de la revolución industrial, el mundo capitalista se ha transformado totalmente, con unas tasas de crecimiento económico que no tenían precedentes en la historia de la humanidad. Los fuegos artificiales de la expansión económica en el período de la posguerra, después de la Segunda Guerra Mundial, fue el último avance real del capitalismo, se pudo ver la transformación del globo y el dominio total del mercado mundial. Para situar las cosas en perspectiva, la economía mundial creció en términos de porcentaje en los veinte años comprendidos entre 1950 y 1970 tanto como en los mil años entre los años transcurridos entre el año 500 y el 1500 d. C.
El desarrollo de la economía norteamericana en el último ciclo económico para muchos era una prueba irrefutable de la vitalidad del capitalismo. El impresionante ritmo de la innovación tecnológica, los asombrosos niveles alcanzados por la bolsa que parecían no conocer límites, el aumento de los beneficios, el incremento del número de millonarios y multimillonarios. Seguramente esta era la respuesta final a todos aquellos que cuestionaban la economía de mercado, el regalo de EEUU al mundo del siglo XXI.
La explotación del mercado mundial ("globalización") proporcionó al moribundo sistema capitalista un respiro temporal situando en su órbita a millones de personas de Rusia, Europa del Este y China, abriendo nuevos mercados y fuentes de mano de obra barata y materias primas. Este proceso no ha eliminado las contradicciones centrales del capitalismo, sino que sólo las ha reproducido a una escala aún mayor que en el pasado. Está preparando las condiciones para una recesión mundial en el futuro de una gravedad sin paralelos.
Ahora vemos la otra cara de la moneda. La economía norteamericana se desacelera y la economía mundial está al borde de la recesión. Los males económicos afectan a todo el planeta. El terrible sufrimiento humano, el hambre, la malnutrición, el analfabetismo y la enfermedad atormentan a América Latina, a pesar de sus recursos casi ilimitados. La brecha que separa a los ricos de los pobres se ha ampliado hasta convertirse en un abismo insalvable. Esta situación produce una mezcla explosiva que socaba la estabilidad y provoca frecuentes convulsiones sociales y políticas.
La inestabilidad en los mercados mundiales indica el nerviosismo de la burguesía. Un solo acontecimiento, el asesinato de Benazir Bhutto, fue suficiente para provocar una profunda caída del precio de las acciones no sólo en Asia, sino en el resto del mundo y disparó los precios del petróleo. Esta situación desencadenó una clásica huida de capitales hacia activos que se consideran paraísos seguros en tiempos de inestabilidad global. En los mercados financieros internacionales, el oro y los bonos del gobierno suben mientras que los futuros bursátiles cayeron tras las noticias del asesinato.
Las perspectivas para la economía mundial en 2008 son sombrías. Sin embargo, hace tiempo Lenin explicó que no existe nada parecido a la "crisis final del capitalismo". El capitalismo entiende la historia como una lucha de fuerzas vivas, no como un esquema abstracto con un resultado predestinado. Si la clase obrera no lo derroca, el sistema capitalista siempre encontrará una salida. Pero la clase obrera se enfrenta a obstáculos enormes, y las direcciones reformistas de las organizaciones de masas en cada país no son el menos importante.

¿Existe una analogía histórica?

Es posible e instructivo, en general, hacer uso de las analogías históricas, pero sólo si se reconocen los límites de dichas analogías. ¿Existen paralelos entre el declive y caída del Imperio Romano con la situación actual? ¿Es posible hacer una analogía histórica con la crisis global del capitalismo senil? Sí, hay muchos paralelismos, como también los hay con el período de declive del feudalismo. En los tres casos vemos los mismos síntomas: crisis económica, guerras y conflictos internos, decadencia moral y crisis de las ideas, reflejados en una pérdida de la fe en las viejas religión y moralidad, acompañado por un ascenso de las tendencias místicas e irracionales, un sentimiento general de pesimismo y falta de confianza en el futuro, decadencia del arte y la cultura.
Algunos comentaristas no marxistas han observado este incómodo paralelismo. Julian Fenner, de la Universidad de Manchester, escribe lo siguiente:
"El occidente industrializado moderno parece compartir varias de las características que predominaron durante la ‘edad dorada" del Imperio Romano. Un creciente sentimiento de negatividad que existe ahora y existía entonces, como la obsesión por la violencia (los deportes sangrientos en Roma, las películas de Hollywood y los videojuegos ahora), el sexo y los vicios. Otro paralelismo interesante es el crecimiento de las religiones orientales que aparecieron en Roma como un intento de llenar el vacío espiritual y el creciente nuevo edadismo. La creciente popularidad de las religiones místicas también es un signo de la influencia cada vez mayor de las clases inferiores sobre las clases superiores y, por tanto, representan una especie de ‘barbarie" de la cultura". (To what extent were economic factors to blame for the deterioration of the Roman Empire in the Third Century A.D.? Julian Fenner).
Estas son las características que uno esperaría encontrarse en una sociedad que ha agotado su papel progresista y es incapaz de desarrollar las fuerzas productivas como hizo en el pasado. En cada caso, existe un sentimiento de que el "final del mundo se aproxima". En la antigua Roma esta creencia encontró su reflejo en la religión cristiana que pensaba que el mundo era algo así como un incendio de un día para otro. En el período de declive del feudalismo, las sectas flagelantes marchaban por las ciudades y aldeas pronosticando el final del mundo. En ambos casos, lo que se acercaba no era el final del mundo sino la desaparición de un sistema socio-económico definido (esclavismo, feudalismo).
En su famoso libro The Waining of the Middle Ages, Johan Hulzinga escribe: "Un sentimiento general de inminente calamidad pende sobre todos. En todas partes prevalece un peligro perpetuo [...] El sentimiento de inseguridad general que fue provocado por las guerras crónicas, por la constante amenaza de las clases peligrosas, por la desconfianza en la justicia, agravada aún más por la obsesión del inminente final del mundo, por el temor al infierno, a los hechiceros y los demonios [...] En todas partes se avivan las llamas del odio y reina la injusticia. Satán cubre una Tierra lúgubre con sus sombrías alas".
Pero hay una diferencia importante. El desarrollo sin precedentes de la ciencia y la tecnología, que por un lado proporcionan a la humanidad las bases materiales para la creación de una nueva civilización, también han creado un potencial de destrucción sin precedentes. La codicia de los capitalistas por el beneficio, amenaza el futuro de la propia raza humana. La destrucción del medio ambiente, el envenenamiento del aire que respiramos, la comida que comemos, el agua que bebemos, representan una amenaza terrible para futuras generaciones.

Conclusiones revolucionarias

El capitalismo no es eterno, no es el sistema socio-económico dado por Dios como piensan muchas personas. En realidad es un fenómeno muy reciente con un pasado turbulento, un presente débil y sin ningún futuro. Ha sobrevivido a una infancia turbulenta, su confianza y madurez optimista también son algo del pasado. Ha entrado en una fase de declive terminal y decadencia que podría durar aún algún tiempo, como el declive de Roma que duró mucho tiempo. Y las consecuencias negativas de este proceso presionarán muy fuerte sobre los hombros de la humanidad.
Las reconfortantes ilusiones del pasado, la noción de que la economía de libre mercado era la clave que podría abrir todas las puertas que se interponían en el camino hacia el progreso y la felicidad universal, todas se han desvanecido. De una manera imprecisa, los ideólogos de la burguesía sienten que el sistema que defienden está llegando a su fin. Naturalmente, no pueden aceptar esta situación. Un hombre que está al borde del precipicio no es capaz de pensar de una manera racional. La extensión de las tendencias irracionales, el misticismo y el fanatismo religioso son la misma cosa.
En esta fase del capitalismo, los períodos de crecimiento no aliviarán las contradicciones a escala mundial, sólo las exacerbarán hasta un grado infinitésimo. Y las recesiones amenazarán al mundo con las catástrofes más terribles.
En el período de declive del Imperio Romano la gente creía que se aproximaba el fin del mundo. Esta idea tuvo su expresión más clara en la religión cristiana y en el Libro de las Revelaciones. En el período de declive del feudalismo la misma idea fue reavivada por los flagelantes y otras sectas milenarias que esperaban confiadas el Día del Juicio Final, cuando el planeta y todos sus habitantes serían consumidos por el fuego. Pero en realidad lo que se acercaba no era el fin del mundo sino sólo el final de un sistema socio-económico particular que había agotado su potencial de progreso.
La crisis del capitalismo ha producido una reacción contraria. Existe ahora un creciente interés en las ideas marxistas. El llamado movimiento antiglobalización y la oleada de manifestaciones "anticapitalistas" demuestran la existencia de un fermento entre los jóvenes de la pequeña burguesía. El estudiante y el joven de clase media reflejan las contradicciones que están madurando en las entrañas de la sociedad. Incluso antes de que la crisis haya madurado adecuadamente, hay un cuestionamiento general del tipo de sociedad que puede generar tales horrores.
En lugar de la anterior euforia tenemos un sentimiento general de preanuncio e incertidumbre. Los moralistas pequeño burgueses tienen una visión superficial de la situación: "¡que mundo tan terrible!" dicen ellos. Estas personas sólo son capaces de tener una idea superficial e impresionista del mundo. No tienen una comprensión de los amplios procesos históricos. Los mismos horrores que se presentan ante nosotros, como hemos visto, han acompañado a la decadencia de cada uno de los anteriores sistemas socio-económicos: Roma, feudalismo, etc., Son síntomas de una sociedad en medio de su declive terminal.
Esta es la agonía mortal del capitalismo. Más exactamente, es un sistema podrido que debería haber muerto ya. Es totalmente anticientífico, antidialéctico y antimarxista quejarse de las terribles consecuencias de la decadencia del capitalismo. Es como un médico que se queja de los desagradables síntomas de una enfermedad pero no ofrece ningún diagnóstico ni cura.
Es necesario decir lo que es: la propiedad privada y la producción por el beneficio hace mucho que se convirtieron en obstáculos para el libre desarrollo de las fuerzas productivas y, por lo tanto, de la cultura humana y la civilización. En el próximo período la humanidad los eliminará e instaurará un sistema económico racional basado en la planificación socialista democrática de la producción. El primer paso en esta dirección necesariamente debe ser la nacionalización de la tierra, los bancos, las instituciones financieras y las industrias clave.

La revolución venezolana en peligro

La revolución venezolana ha inspirado a los trabajadores, campesinos y jóvenes de toda América Latina y a escala mundial. Las masas revolucionarias han conseguido milagros. Pero la revolución venezolana no está terminada, no se puede completar hasta que expropie a la oligarquía y nacionalice la tierra, los bancos y las industrias claves que permanecen en manos privadas. Después de casi una década esta tarea no se ha realizado y representa una amenaza para el futuro de la revolución.
En esencia este es un problema de dirección. Hugo Chávez ha demostrado ser un luchador antiimperialista valiente y un consistente demócrata. Pero no es suficiente. La oligarquía venezolana se opone encarnizadamente a la revolución. Detrás está el apoyo del poderoso imperialismo norteamericano. Tarde o temprano la revolución venezolana se enfrentará a la siguiente alternativa: o avanza o retrocede. E igual que la revolución cubana fue capaz de llevar adelante la expropiación del latifundismo y el capitalismo, la revolución venezolana se encontrará con la decisión necesaria de seguir el mismo camino. Esa realmente es la única salida.
En toda esta situación están jugando un papel pernicioso los reformistas, los estalinistas y los burócratas que han ocupado puestos clave en el movimiento bolivariano y que intentan poner frenos a la revolución, paralizarla desde dentro y eliminar todos los elementos de genuino socialismo. Estos sectores le dicen constantemente a Chávez que no vaya demasiado rápido, que sea "más moderado" y que no toque la propiedad privada de la oligarquía. Desde que por primera vez Chávez planteó la cuestión del socialismo en Venezuela, los reformistas y los estalinistas han concentrado todas sus energías en revertir la dirección socialista de la revolución, alegando que la nacionalización de la tierra, los bancos y las industrias sería un desastre, que las masas no están "maduras" para el socialismo, que la expropiación de la oligarquía alejaría a la clase media, y otras cosas por el estilo. Si él los escucha, la revolución estará en un peligro extremo.
La derrota del referéndum constitucional fue una advertencia de que las masas comienzan a cansarse de una situación donde se habla de modo interminable sobre el socialismo y la revolución, pero que no ha supuesto un cambio fundamental en sus condiciones de vida. Si continúa esta desilusión de las masas, esta situación llevará a la apatía y la desesperación. Preparará una contraofensiva de las fuerzas de la reacción que puede socavar la revolución y preparar una derrota seria.

Una época de apostasía

La supuesta superioridad de la economía de mercado es un mito y se puede demostrar muy fácilmente en el siguiente ejemplo histórico. Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Gran Bretaña se encontraba en una situación muy peligrosa después de la caída de Francia en 1940, ¿qué hizo la burguesía británica? Ellos dijeron: "¿Debemos descentralizar la economía, eliminar todas las restricciones y permitir que la ‘mano invisible del mercado" haga milagros?" ¡No! Centralizaron la producción, pusieron la industria bajo el estricto control gubernamental, introdujeron el racionamiento y la dirección del trabajo. En una palabra, introdujeron una economía basada en el principio de la planificación central.
Es verdad que bajo el capitalismo no es posible una planificación real. La economía de guerra en Gran Bretaña no era socialismo sino una variante de "capitalismo de estado". Pero la cuestión es que cuando se vieron contra la pared, la burguesía prefirió la planificación centralizada que la anarquía del mercado porque daba mejores resultados.
La avalancha de ataques a la noción de una economía planificada nacionalizada no está basada en la ciencia sino en el cálculo. La burguesía no tiene en absoluto confianza en el futuro de su sistema. Teme la revolución y está decidida a inocular a la nueva generación contra ella. Para esta tarea cuenta con la ayuda de un ejército de prostitutas a sueldo en las universidades y, en especial, de aquellos renegados que han abandonado el marxismo y el comunismo como las ratas que abandonan un barco que se hunde.
A pesar de todos los horrores del estalinismo, la Revolución de Octubre en Rusia demostró en la práctica la superioridad de una economía nacionalizada y planificada. Demostró que era posible gestionar los recursos de una inmensa economía sin terratenientes, banqueros ni capitalistas privados. En palabras de León Trotsky, demostró la superioridad del socialismo, no en el lenguaje de El Capital de Carlos Marx, sino en el lenguaje del cemento, el hierro, el acero, el carbón y la electricidad.
Gracias a las ventajas colosales de una economía nacionalizada y planificada, la URSS hizo avances notables en educación, ciencia, arte y cultura. Una tierra donde grandes sectores de la población antes de Octubre era analfabeta, experimentó una revolución cultural no vista antes en la historia. Eso es algo que la clase dominante desea borrar de la conciencia de la nueva generación. Quiere convencernos de que no hay alternativa viable al capitalismo, que este es el "fin de la historia". En realidad, la verdadera historia humana, la historia del libre desarrollo de hombres y mujeres, no ha comenzado todavía.
Ex-izquierdistas, ex-comunistas y ex-marxistas arrepentidos han entrado en competencia para ver quién puede superar a los otros en calumniar al socialismo. En esta tarea están principalmente motivados por principios mercenarios, pero también hay un elemento moral. Para renunciar a las creencias que ellos tenían en el pasado, y quizá salvar una conciencia culpable, deben renunciar a su propio pasado, convenciéndose de que esos fueron (citando a Heinz Dieterich) los "pecados de juventud".

La lucha por la teoría marxista

En una retrospectiva histórica, la caída del estalinismo será vista como sólo un episodio, como la anticipación de una caída aún más aplastante, la del propio capitalismo. Incluso durante el presente boom, se está preparando un nuevo período en la historia del capitalismo. Un período de crisis sin precedentes y convulsivo a escala global, que hará sonar el toque de difuntos por este sistema decadente de opresión y explotación, pondrá en el orden del día la transformación socialista de la sociedad y la creación de un nuevo orden mundial socialista.
El capitalismo ha revelado en todas partes su naturaleza reaccionaria. Esta crisis global ha provocado un amplio cuestionamiento del capitalismo en un país tras otro. Aquellos que carecen de una comprensión científica sólo ven los horrores del capitalismo, el hambre, la injusticia, las constantes convulsiones, las guerras, etc. Pero debemos comprender la otra parte de la imagen. Junto a los elementos reaccionarios están madurando los elementos revolucionarios. Fuera de este caos está emergiendo una nueva fuerza.
La salida sería inmensamente más sencilla si los trabajadores y jóvenes avanzados estuvieran armados con las doctrinas científicas del marxismo: la dialéctica y el materialismo histórico, la economía marxista (la teoría del valor). Esta es la filosofía más moderna de todas, que corresponde perfectamente a las necesidades del siglo XXI. Proporciona todas las herramientas básicas necesarias para analizar y comprender la realidad que vivimos, entenderla, no como una serie de "datos" o acontecimientos secos, sin relación y sin sentido, sino como un proceso dinámico, impulsado por sus contradicciones internas, eternamente cambiante y con un contenido indefinidamente rico.
Aquellos que rompen con el marxismo necesariamente deben rechazar sus postulados teóricos más básicos. Eso significa sobre todo un rechazo del materialismo dialéctico, la base filosófica sobre la que está construido el marxismo que le proporciona su metodología científica. No es casualidad que todos los enemigos del marxismo (Popper, Hook, Burnham y otros) siempre concentren sus ataques en este punto.
No es casualidad que la tendencia que ha defendido sistemáticamente el marxismo contra los ataques de la burguesía ahora esté bajo el ataque de personas que han sido totalmente incapaces de comprender la respuesta a los argumentos de los ideólogos del capitalismo, que han capitulado completamente ante la ideología burguesa y pequeño burguesa. Estos ruidosos enemigos de la corriente marxista son antiguos estalinistas y trotskistas. Pero están absolutamente unidos en su odio hacia los genuinos marxistas.
La razón de este odio es bastante clara. Es el destacado éxito de la CMI a escala mundial, el conocimiento de que una gran parte de su éxito fluye de la autoridad política que hemos conquistado con la publicación de libros como Razón y Revolución, Rusia de la revolución a la contrarrevolución, Bolchevismo: el camino a la revolución, La revolución venezolana y otros muchos que han conseguido un eco importante en las filas de los trabajadores organizados y jóvenes revolucionarios.
Incapaces de producir libros de teoría marxista, enredan y alborotan sobre este o aquel detalle como si fueran gallinas en un corral. Deberíamos tener una escoba para darles un escobazo a su debido tiempo. Pero no deberíamos desviarnos de nuestra tarea central que es la defensa de la teoría marxista, sobre todo el materialismo dialéctico, y responder a los argumentos de la burguesía y los reformistas.
Hace mucho tiempo Engels explicó la importancia vital de la teoría para la vanguardia proletaria. "Sin la filosofía alemana que la ha precedido, sobre todo sin la filosofía de Hegel, jamás se habría creado el socialismo científico alemán, el único socialismo científico que ha existido. De haber carecido los obreros de sentido teórico, este socialismo científico nunca hubiera sido, en la medida que lo es hoy, carne de su carne y sangre de su sangre. Y lo inmenso de esta ventaja lo demuestra, por una parte, la indiferencia por toda teoría, que es una de las causas principales de que el movimiento obrero inglés avance tan lentamente, a pesar de la excelente organización de algunos oficios, y, por otra, lo demuestran el desconcierto y la confusión sembrados por el proudhonismo, en su forma primitiva, entre los franceses y los belgas, y, en la forma caricaturesca que le ha dado Bakunin, entre los españoles y los italianos". (Engels. Prefacio a La guerra campesina en Alemania).
Sin la lucha por la teoría revolucionaria es imposible construir la tendencia revolucionaria. Las grandes ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky son una brújula que nos orienta de modo infalible en la dirección correcta. En este o aquel detalle, podría ser necesario introducir algunas modificaciones. Pero lo verdaderamente asombroso es el grado en que estas ideas han preservado toda su frescura, veracidad y vitalidad. A través de las páginas de www.marxist.com somos capaces de transmitir estas ideas a una audiencia mundial que abarca cada continente y que crece rápidamente.
La velocidad con la que nuestros artículos sobre el asesinato de Benazir Bhutto se tradujeron al hebreo, árabe, persa, indonesio, español, italiano, portugués, urdú, sindhi, alemán, holandés y otras lenguas, fue una prueba de esto. El primer artículo fue reproducido en The Lahore Post, junto con extractos largos del programa socialista del PPP de 1970. También fue publicado en el principal periódico diario en Sindh.
Otros que pretenden ser marxistas han arrojado por la borda la teoría como si fuera un lastre inútil. Por eso van a la deriva desesperadamente, incapaces de analizar el movimiento de masas en Pakistán, México, Venezuela, Australia, o en ninguna otra parte y, por tanto, son totalmente incapaces de intervenir de una manera eficaz en él.
Las sectas ultraizquierdistas son como "un loco que construye su casa sobre la arena. La lluvia cae y llegan las inundaciones, el viento sopla y golpea esa casa, y se cae". Pero la Corriente Marxista Internacional fundada por el compañero Ted Grant es fuerte, gana fuerza cada día, porque está fundada sobre una roca, la roca de la teoría marxista y en primer lugar, el materialismo dialéctico.

Optimismo revolucionario

El capitalismo no es eterno ni estable. En realidad, es menos estable que cualquier otro sistema socio-económico de la historia. Como cualquier otro organismo vivo cambia, evoluciona y por tanto pasa a través de una serie más o menos de etapas claramente discernibles. No hace falta tener una inteligencia especial para ver que la sociedad actual está enferma de muerte.
La cuestión del socialismo nunca ha tenido tanta urgencia como en el momento actual. Marx dijo que la elección de la humanidad era socialismo o barbarie. En el período de decadencia senil del capitalismo la cuestión se puede plantear aún más claramente: la elección de la humanidad es socialismo o la extinción final de la vida en el planeta.
No tenemos derecho a abandonar la lucha por un mundo mejor. No tenemos derecho a abandonar a la humanidad a su destino. A los cobardes y escépticos nosotros les respondemos con las palabras que escribió León Trotsky en 1901 cuando tenía 21 años de edad:
"¡Dum spiro spero! [¡Mientras hay vida, hay esperanza!]
"... Si yo fuera uno de los cuerpos celestiales, miraría con total indiferencia esta miserable bola de polvo y suciedad... Brillaría del mismo modo sobre el bien y el mal... Pero soy un hombre. La historia mundial a la que tú, desapasionado glotón de ciencia, a ti, tenedor de libros de la eternidad, parece sólo un momento insignificante en la balanza del tiempo, ¡para mi lo es todo! Mientras respire, lucharé por el futuro, ese radiante futuro en el que el hombre fuerte y maravilloso ¡se convertirá en el amo de la corriente de su historia y la dirigirá hacia el horizonte sin límite de belleza, gozo y felicidad!
"El siglo XIX en muchos sentidos ha satisfecho e incluso tiene aún más formas de engañar las esperanzas del optimista... Lo ha obligado a transferir la mayor parte de sus esperanzas al siglo XX. Donde quiera que el optimista se enfrenta a un hecho atroz él exclama: ¡Qué pasa, esto no puede ocurrir en el umbral del siglo XX! Después mira hacia las maravillosas imágenes del futuro armonioso y las sitúa en el siglo XX.
"¡Y ahora ese siglo ha llegado! ¿Traerá consigo el comienzo?
"En Francia, la espuma venenosa del odio racial [La referencia aquí es al escándalo Dreyfuss]; en Austria el enfrentamiento nacionalista...; en Sudáfrica la agonía de un pueblo minúsculo que está siendo asesinado por un coloso [La Guerra Boer]; en la misma isla ‘libre", el himno triunfante a la codicia victoriosa de los corredores de bolsa patrioteros; ‘complicaciones" dramáticas en oriente; rebeliones de las masas populares hambrientas en Italia, Bulgaria, Rumania... Odio y asesinato, hambre y sangre...
"Parece como si el nuevo siglo, este gigante recién llegado, en el mismo momento de su nacimiento estuviera inclinado a llevar al optimista hacia el absoluto pesimismo y el nirvana cínico.
"¡Muerte de la utopía! ¡Muerte de la fe! ¡Muerte del amor! ¡Muerte de la esperanza! Truena el siglo XX en salvas de fuego y el estruendo de las armas.
"Ríndete patético soñador. Aquí estoy yo, el largamente esperado siglo XX, tu ‘futuro".
"No, responde el optimista rebelde. Tú, tú eres sólo el presente".
Otros pueden abandonar la lucha revolucionaria por el socialismo. Nosotros seguimos firmes en nuestras convicciones, firmes en las ideas científicas del marxismo, en nuestra fe inquebrantable en la clase obrera y en el futuro socialista de la humanidad. ¡Únete a nosotros en la lucha!

Alan Woods
Londres, 7 de enero de 2008

No hay comentarios.: