domingo, marzo 30, 2008

Cuba, una perla en la historia de África


A 20 años de Cuito Cuanavale
Hedelberto López Blanch

El profesor Piero Gleijeses habla con JR sobre la gran epopeya de Cuba en África, su nuevo libro y sus futuras proyecciones

El profesor italiano, Piero Gleijeses, de la Universidad Johns Hopkins de Washington no se detuvo tras publicar su magistral libro Misiones en Conflicto, La Habana, Washington y África 1959-1976, sino que continuó investigando para hacer una obra mayor porque “No existe ningún país en la historia moderna que haya tenido por un tiempo tan largo, una política exterior tan altruista y valiente como la Cuba revolucionaria”.
Piero es un investigador contumaz que necesita documentos oficiales de todos los implicados en esa época para defender las “hazañas de esta pequeña isla porque en un mundo donde hay una hostilidad y tantas mentiras contra Cuba no se puede contar solo con entrevistas pues dirían que se narran falsedades”.
De su libro Misiones en Conflicto, dijo Fernando Remírez de Estenoz, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido, “constituye una obra excepcional, donde se combina el rigor de un tratado histórico con la pasión de una novela de aventuras, protagonizada por cientos de miles de cubanos.
“El libro estudia y compara la política hacia África de Cuba y Estados Unidos, y analiza los antecedentes, hechos y acciones de la victoria de los internacionalistas cubanos frente al entonces poderoso régimen del apartheid, apoyado material y políticamente por el gobierno norteamericano.”
El destacado investigador que participó recientemente en la Feria del Libro donde se presentó la tercera edición de su obra, asegura que “cualquier cosa que tenga que ver con política cubana la pre condición para hacerlo de manera seria es con documentos. Hay libros que tienen una posición favorable a la política de Cuba en África pero ninguno de ellos, en realidad, tiene fuerza porque no están basados en documentos oficiales.”
Su libro resultó un éxito en Estados Unidos donde se realizaron tres ediciones, a la que se añadió una en Sudáfrica y otras tres en Cuba. En 2003 obtuvo el premio al mejor libro del año de la Asociación de Historiadores de Política Exterior de Estados Unidos, lo cual fue un triunfo inédito pues esa institución no se caracteriza por ser progresista.
Según Remírez de Estenoz, Piero “logró lo que quizás fuera lo más difícil: el acceso y apoyo de Cuba, no acostumbrada ni educada en divulgar su ayuda internacionalista a otros pueblos. La inclusión de todas las fuentes y ángulos, su justo y balanceado tratamiento, le dan a esta obra un carácter objetivo excepcional...Y su honestidad intelectual, independientemente de las inclinaciones políticas de su corazón, acrecientan su valor.”
Pero este modesto, sencillo, profundo y persistente investigador no se conformó con la primera obra sobre la epopeya de Cuba en África, sino que con el propósito de continuar esa historia hasta 1988, ha seguido en estos años buscando documentación en archivos y bibliotecas de varios países entre estos Cuba, Alemania, Rusia, Estados Unidos, Angola, Sudáfrica y Namibia, por citar algunos.
Su seriedad y dedicación profesional enfocada a esta amplia investigación lo motivo a aprender otros dos idiomas, además de los cinco que conoce (español, alemán, portugués, inglés y francés). De esa forma estudió en forma autodidacta y valiéndose de diccionarios, el ruso y el afrikáans para leer los documentos originales de los archivos soviéticos y para analizar toda la información disponible de los agresores sudafricanos, quienes hasta su derrota en Angola eran los herederos del mito de 300 años de la supuesta invencibilidad del hombre blanco en África.
Para Piero hubiera sido imposible llevar a cabo estas investigaciones sin la inteligencia, el apoyo y la comprensión del miembro del Comité Central, Jorge Risquet Valdés con quien ha trabajado muy unido desde que lo conoció en 1993 y a quien le solicitó el “deseo de escribir sobre Cuba y África”.
¿Por qué decidió trabajar en un segundo libro?
Cuando empecé mi investigación, tenía una opinión muy positiva de la política exterior cubana y cuando terminé, tenía una visión aún más positiva. Esto es poco usual. Por lo general cuando uno estudia un tema con profundidad, aparecen las manchas, aspectos negativos, que matizan por lo menos en algo la primera impresión. Aquí fue todo lo contrario.
De ahí surgió mi deseo de seguir escribiendo, de llevar la epopeya desde 1976, donde termina Misiones en Conflicto, hasta finales de 1988, con los acuerdos de Nueva York que establecieron la independencia de Namibia y el cese de la agresión sudafricana a Angola.
La diferencia es que en el primer libro abarco un período de 16 años y ahora lo extiendo a tres décadas lo cual representa un problema. En los últimos 3 años he escrito unos cuantos ensayos para publicaciones estadounidenses y europeas, basados en el libro que estos haciendo.
A menudo los que pidieron el ensayo, me escriben un correo muy fino, un poco adolorido, diciéndome que esta muy bueno pero que por favor entienda que tendría más fuerza si matizara las conclusiones, y me dan una cátedra de su llamada objetividad, o sea, no hables demasiado bien de Cuba.
Tomo en “serio” estas críticas y añado páginas de documentación, fortaleciendo mis argumentos y jamás me han rechazado un artículo, jamás he tenido que matizar mis conclusiones.
¿Por qué logro publicar estos ensayos en las revistas y en libros editados por las grandes editoriales de Estados Unidos y Europa? No es porque sea simpático o escriba más o menos bien, sino por la fuerza arrolladora de mi documentación.
profesor, para esta investigación usted viajó a Namibia, Angola y Sudáfrica en busca de documentos. ¿Resultó fructífero el viaje; cuáles fueron sus experiencias?
En el otoño pasado fui por dos meses y medio a África Austral para buscar documentación que completara la que ya tengo de los archivos de Cuba, Estados Unidos y países europeos.
Profesionalmente el viaje resultó un gran éxito por la ayuda de Cuba. Tuve tres puntales que desde La Habana me allanaron el camino y abrieron puertas: Fernando Remírez, Jorge Risquet y Rodolfo Puente Ferro.
Gracias a esa ayuda y también a la embajadora de Namibia en Cuba, Grace Claudia Uushona, pude hacer 27 entrevistas en ocho días en esa nación.
En el Ministerio de Defensa de Windhoek hablé con una sobreviviente de la masacre de Cassinga. Tenía ocho años cuando llegó a Cuba a finales de 1978 en el grupo de 601 jóvenes namibios que estudiaron en la Isla de la Juventud. Al comienzo tuvimos una conversación un poco fría hasta que le pregunté si prefería que habláramos en español. Me sonrió. Habla español mejor que yo y con un lindo acento cubano. Permaneció en Cuba hasta graduarse como médico en 1994 y hoy es general de las Fuerzas Armadas namibias y jefa de sus servicios médicos.
Mi primer día en Windhoek caminaba por un pasillo del Ministerio de Defensa con el Mayor que me ayudaría a concertar las entrevistas cuando se paró a saludar a otro oficial. Me presentó como el profesor Piero Gleijeses y su interlocutor me hizo poco caso. Pero el Mayor añadió, es un profesor cubano, y el hombre me abrazó y me habló en español. Había sido el enlace de la SWAPO con los cubanos para la escuela de Chibia, cerca de Lubango, la cual creó Cuba en 1977 para que los niños namibios aprendieran español antes de viajar a la Isla. Tenía, al igual que otros oficiales y soldados que entrevisté en esa nación, un inmenso agradecimiento y cariño hacia Cuba.
¿Qué trató de averiguar en Angola?
Este país era muy importante porque quería que en mi libro se oyeran también las voces de los angolanos. Hay dos grandes ofensivas que las FAPLA lanzaron en el verano de 1985 y por segunda vez en el verano de 1987 en el sureste de Angola para alcanzar el cuartel general de Jonas Savimbi. En ambas ocasiones los cubanos se opusieron planteando que la operación terminaría en un fracaso y enfatizando que la Fuerza Aérea sudafricana intervendría. Los angolanos se dejaron llevar por los consejos de los asesores soviéticos que favorecían la operación y lanzaron las ofensivas.
Tengo en el manuscrito del libro, 15 páginas sobre la primera de estas ofensivas, la de 1985. Están basadas sobre todo en documentos cubanos. Aquí se ve la oposición de Cuba, cómo los angolanos se dejaron influencia por los asesores soviéticos y como cuando Sudáfrica empezó a golpear, Cuba instó a las FAPLA a que se retirarán para evitar un desastre. Las FAPLA vacilaron y perdieron preciosos días por los consejos equivocados de los soviéticos. Esas páginas evidencian los errores del alto mando de las FAPLA y la admiración de Cuba por la valentía de los soldados angolanos.
Les leí estas páginas, en entrevistas separadas, a cuatro altos jefes militares angolanos que estuvieron vinculados a la operación: el general Ndalu, que era el jefe de EM de las FAPLA; el general Ngongo, Subjefe EM de las FAPLA y quien estuvo al frente de la operación; el general Foguetao, jefe de la Dirección de Operaciones de las FAPLA, y el coronel Barros, jefe de Operaciones de la ofensiva.
A Ndalu y Ngongo ya los conocía. Los dos escucharon en silencio y cuando terminé me ratificaron que lo que había escrito era cierto. A Foguetao no lo conocía. Es un hombre fuerte, un poco tosco. Fue no de los que más impulsó la ofensiva. Mientras leía lo miraba de soslayo, tenía el ceño fruncido. Yo me decía; a lo mejor me bota de la oficina. Cuando terminé, se quedó callado y después dijo: “Eso es cierto, todo lo que dijo es cierto”.
El único un poco huidizo fue Barros. Tras escucharme indicó: “fue más o menos así”. Entonces le pregunté, por favor coronel, dígame en qué no fue exactamente así: Me contestó: En realidad todo eso fue así”
Esas eran las voces angolanas confirmando la versión de los documentos cubanos, una prueba contundente que hasta a un lector hostil le resultará difícil esquivar.
¿Qué beneficios para su libro le trajo su estancia en Sudáfrica?
En Sudáfrica me interesaba entrevistar a los señores del apartheid, los altos jefes militares, los jefes de la diplomacia y recoger todos los documentos que pudiera. Mi entrevista más larga duró un fin de semana con el coronel Breytenbach. Vive en George, a dos horas en avión de Pretoria, donde me encontraba. El es un asesino, un criminal de guerra que fue jefe de los paracaidistas que cometieron la masacre de Cassinga en 1978. Había leído sus libros y comprendía que tenía rivalidades muy fuertes con los generales sudafricanos y antipatía a la UNITA, no por razones morales. Aceptó recibirme para lo cual me sirvió ser profesor de una prestigiosa universidad estadounidense.
Al sábado siguiente estuve 6 horas con él en el hotel donde me hospedaba y aprendí muchas cosas valiosas para mi manuscrito. Me expresó que vendría a verme a la mañana siguiente para seguir hablando y llevarme al aeropuerto. Me quedé pensando en los artículos que he publicado en Granma y en varias páginas Web sobre la masacre de Cassinga y me preocupaba que me chequeara en la Internet, lo cual podría poner fea la cosa para mí. Breytenbach es un asesino, un hombre todavía fuerte y violento. Por suerte no me chequeó.
Otra larga entrevista, por siete horas, fue con Pik Botha, el canciller del apartheid, uno de los hombres más repugnantes con quien he conversado en mi vida. Aceptó recibirme un sábado por la mañana. Vive en una gran finca en el campo a 50 minutos de Pretoria a donde llegué en taxi. Él sí había leído algo que había escrito, un largo artículo sobre Cuito Cuanavale publicado meses antes en el Mail & Guardian de Ciudad del Cabo.
Comenzó increpándome, diciendo que no sabía si valía la pena hablar conmigo porque yo había escrito un artículo vergonzoso (o sea, un artículo que dice la verdad). Yo pensaba, concho ahora me lo dice después que gasté 50 dólares de taxi y si me bota, qué hago, sin celular y sin poder llamar a otro taxi. Me vi perdido en el campo sudafricano.
Por suerte Pik Botha quería hablar y lo hizo por siete horas. Entre las tantas mentiras que dijo, salieron cosas interesantes y valiosas para mi manuscrito.
Pero lo fundamental en ese país era tener acceso a los archivos que están clasificados y lo logré gracias a los amigos habaneros. Saqué 4 000 páginas de documentos.
Los archivos sudafricanos eran muy importantes no solo por lo que podrían decirme de la política de Sudáfrica, sino también por lo que podrían decirme de la política de Estados Unidos. Los gringos no han desclasificado muchos documentos sobre la política de Ronald Reagan en África Austral. No les conviene pues saldrían muy mal parados.
En los archivos sudafricanos pude encontrar textos que arrojan luz sobre el contubernio de Washington con Pretoria.
Para poner un ejemplo, tengo de los archivos de Estados Unidos solo dos conversaciones entre altos funcionarios de ambos países en 1984, un año crítico. Ahora poseo 34 conversaciones más, gracias a los archivos sudafricanos.
Este año 2008 se conmemora el 20 aniversario de las operaciones militares que llevaron a que las tropas invasoras sudafricanas salieran de Angola, que Pretoria cesara su agresión contra la RPA y aceptara la independencia de Namibia. Hay un gran debate de porqué Sudáfrica accedió a ese retiro.
En los archivos sudafricanos encontré documentos que explican lo sucedido. El 24 de junio, en El Cairo, sudafricanos y norteamericanos se reunieron en la embajada de Estados Unidos antes de que comenzara la segunda ronda de negociaciones cuatripartitas entre Cuba, Angola, Sudáfrica y Estados Unidos.
Pik Botha, rodeado de los oficiales sudafricanos (general Malan, ministro de Defensa, general Geldenhuys, jefe de las Fuerzas Armadas y otros más) le espetó al secretario de Estado adjunto, Chester Crocker, que ellos estaban preocupados por el avance de las tropas cubanas en el suroeste de Angola hacia la frontera de Namibia y querían conocer la valoración de Washington: Crocker pidió que hablara el representante del Pentágono, subsecretario adjunto de Defensa de Estados Unidos, James Word.
El subsecretario explicó que “el avance cubano hacia el sur... había sido objeto de mucha atención por parte de los servicios de inteligencia de Estados Unidos...Un hecho clave es que Fidel Castro está personal y profundamente involucrado. Es él quien esta tomando todas las decisiones importantes y por ende es necesario leerle el pensamiento a Castro, algo que es muy difícil aún en las mejores circunstancias”.
Y continúa el documento “A Estados Unidos le ha sorprendido la fuerza y la naturaleza del despliegue cubano en el sur. Surge la pregunta ¿cuáles son las intenciones?. Inicialmente Estados Unidos pensó que era una jugada política para mejorar la posición negociadora de Cuba. Pero la fuerza cubana ha crecido demasiado para que ésta fuera la única razón y ahora parece que se trata más bien de una fuerza ofensiva que está deseosa de dar batalla. Tal vez los cubanos se contentarán con llegar hasta la frontera. También podrían cruzarla, avanzar combatiendo hasta ocupar las bases sudafricanas en South West Africa (SWA)(Namibia) y empujar a las South Africa Defent Force más al sur”.
En las semanas siguientes, los gobernantes sudafricanos se enfrascaron en un recio debate. ¿Aceptarìa Sudáfrica las exigencias cubanas?, ¿aceptaría la implementación de la Resolución 435 de la ONU sobre Namibia? El 20 de julio, un alto funcionario sudafricano advirtió:
“Elecciones libres bajo la supervisión de la ONU en SWA resultarán en una victoria de la SWAPO… si no estamos preparados para darle la independencia a la SWA, entonces tenemos que enfrentar… el riesgo real de vernos involucrados en una guerra convencional de mayor envergadura con los cubanos. Las consecuencias podrían ser desastrosas. Las tropas cubanas en Angola están mejor entrenadas y dotadas de mejores jefes que las sudafricanas. En el mejor de los casos tenemos que estar preparados a aceptar millares y millares de bajas blancas”.
Piero enfatiza que éstos y otros documentos demuestran lo que los señores del apartheid y los altos funcionarios de la administración Reagan niegan desesperadamente: Cuba había logrado la superioridad militar y ellos lo sabían muy bien, y añade que esto también se ve muy claro en los documentos estadounidenses que han sido desclasificados: los sudafricanos se inclinaron frente a la superioridad militar de Cuba. Esta es la realidad sobre las batallas en Cuito Cuanavale y la posterior ofensiva cubano-angolana-SWAPO hacia la frontera con Namibia.
Después de concluido este libro, en qué piensa trabajar Piero.
Hay un libro que quisiera escribir. Hay una editorial estadounidense, no exactamente una editorial de izquierda, que va a publicar una serie de volúmenes sobre grandes estadistas del siglo XX. Me han pedido que escriba el volumen sobre la política exterior de Fidel Castro. Me encantaría poner la evidencia y ya no solo en el caso de África, de una política exterior que tanto admiro, sino la actuación del hombre que fue el arquitecto de una obra tan noble y que estuvo al frente con mano tan certera liderando al pueblo que lo acompañó y lo acompaña con valentía y sacrificio.

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