viernes, junio 19, 2009

La revolución iraní: ¿Qué significa y hacia dónde va?

Todas las condiciones objetivas para la revolución señaladas por Lenin están maduras en Irán. Los acontecimientos de los últimos días marcan el principio de la revolución iraní, que se desarrollará durante todo un período. Esto se debe a la ausencia de un partido revolucionario de masas capaz de dirigir a las masas hoy. Pero las condiciones para construir esta fuerza también están maduras. Los trabajadores y jóvenes de Irán buscarán las genuinas ideas del socialismo revolucionario, del marxismo.
Ayer escribía que la revolución iraní ha comenzado. ¿En qué sentido es verdad? Lenin explicaba las condiciones para una situación revolucionaria: primero que la clase dominante debe estar dividida e incapaz de gobernar con los mismos métodos que antes. Esta condición está claramente presente en Irán. En segundo lugar, la clase media debe estar vacilante entre la revolución y la contrarrevolución. Ese es el caso ahora en Irán, donde sectores decisivos de la clase media se han posicionado al lado de la revolución y se están manifestando en las calles. Tercero, los trabajadores deben estar preparados para luchar. Ha habido una creciente oleada de huelgas en Irán incluso antes de las elecciones.
Sólo está ausente la última condición: la presencia de un partido y dirección revolucionarios, como el Partido Bolchevique en 1917. La presencia de este partido daría al movimiento de masas la dirección y organización que necesita para el éxito. Significaría una victoria rápida y relativamente pacífica. En ausencia de tal partido, la revolución se desarrollará a lo largo de un período más prolongado de meses, probablemente años, con alzas y bajas.
Una revolución no es el único acto de un drama. En 1917 la revolución se desarrolló a lo largo de un período de nueve meses. En este período hubo momentos de tremendo empuje, como en febrero, pero también hubo períodos de cansancio, derrotas e incluso reacción, como el período que siguió a las Jornadas de Julio. Desde julio hasta finales de agosto hubo un período de reacción en el cual los bolcheviques pasaron a la clandestinidad, su prensa quedó destruida, Trotsky estaba en prisión y Lenin tuvo que huir a Finlandia.
La revolución española, que probablemente es la mejor guía para lo que sucederá en Irán, comenzó con el derrocamiento de la monarquía (fruto de las elecciones municipales) en abril de 1931. Esto abrió un período de revolución que duró siete años, con alzas y bajas, hasta la derrota de los trabajadores en las Jornadas de Mayo de 1937 en Barcelona. En este período de siete años tuvimos el llamado Bienio Negro, que siguió a la derrota de la Comuna Asturiana de 1934 y duró lasta la elección del Frente Popular en 1936.
En ausencia de un partido revolucionario de masas, la revolución iraní, como la revolución española, se puede prolongar durante varios años y se caracterizará por un carácter turbulento y convulsivo, el ascenso y la caída de diferentes gobiernos, líderes y partidos, antes de finalmente plantearse la cuestión del poder. Pero los acontecimientos que se desarrollan ante nuestros ojos marcan un cambio fundamental en toda la situación. El genio ha salido de la botella en la que llevaba tres décadas encerrado. Y será imposible obligarse a entrar de nuevo en prisión.
Muchos observadores han expresado sorpresa ante un movimiento que parece caer de un cielo azul. Pero en realidad esta explosión lleva mucho tiempo preparándose. La furia de la población refleja todas las frustraciones y rabia acumulada durante las últimas tres décadas. También refleja el deterioro de la situación económica y la caída de los niveles de vida. La economía fue la cuestión central en la campaña electoral y sigue en el punto central de las preocupaciones de la mayoría de los iraníes, después de cuatro años de grandes aumentos de la inflación y del desempleo.
Aunque con Ahmadinejad los sectores más pobres de la sociedad se han beneficio del dinero que ha entrado por los ingresos petroleros de Irán, muchos otros se quejan de que el aumento de la liquidez ha doblado o triplicado los precios. El parlamento ha bloqueado la reducción de subsidios y eso ha alimentado más la inflación, que ya está en aproximadamente un 24 por ciento. Pero la crisis económica significa recortes y austeridad, Shamsoddin Hosseini, ministro de economía, dijo ayer que la privatización de las empresas estatales se realizaría en el "marco" de la próxima política económica de Irán.
Esto en parte explica el carácter combativo de un movimiento de oposición furioso y decidido, que ha encontrado un símbolo improbable en un hombre de 68 años de edad, Mir-Hossein Mousavi, que anteriormente formaba parte del establishment iraní, y todavía lo es. Cuando la población comienza a perder el miedo y está dispuesta a desafiar las armas de la policía en un país como Irán, ese es el principio del fin. Este maravilloso movimiento de masas en aún más increíble cuando se ve que está desorganizado y sin dirección.

El heroísmo de las masas

El factor decisivo ha sido la reciente irrupción de las masas en la escena de la historia. El tremendo heroísmo de las masas se puede ver en la inmensa manifestación de ayer, desafiando las advertencias del régimen que amenazó con recibirla con balas. Al menos un millón de manifestantes ignoraron estas amenazas, las armas y el derramamiento de sangre para exigir libertad en Irán. Ayer murieron ocho personas y un número desconocido resultaron heridas. Y este movimiento todavía sigue sin disminuir.
Robert Fisk, uno de los mejores periodistas británicos, presenció lo que califica como el día del destino de Irán y envió un reportaje intenso de lo que sucedió:
"Un millón de personas marcharon desde la plaza Engelob hasta la plaza Azadi, desde la Plaza de la Revolución a la Plaza de la Libertad, ante los ojos de la brutal policía antidisturbios de Teherán. Las multitudes cantaban y gritaban, reían y denostaban a su ‘presidente' como ‘polvo'. Un estudiante hacía un chiste: ‘¡Ahmadinejad nos llamó polvo y se lo demostraremos con una tormenta de arena!'".
Fisk continúa:
"Desde la revolución iraní de 1979 las masas no se habían reunido en tal número o con tal arrolladora popularidad en los bulevares de esta tórrida y desesperada ciudad. Daban empellones, empujaban y se amontonaban a través de los estrechos callejones hasta llegar a la autopista principal y después se encontraron con la policía antidisturbios con cascos de acero y porras a cada lado. La población ignoró todo. Y los policías, horriblemente superados por estas decenas de miles, reían tímidamente y, para nuestro asombro, decían que sí con la cabeza a los hombres y mujeres que exigían libertad. ¿Quién podía creer que el gobierno había prohibido esta manifestación?"
Aquí vemos la verdadera cara de la revolución. Las masas se encontraron con la temida policía antidisturbios y simplemente les ignoraron. La policía, se encontró con un movimiento masivo, vacila, y le da paso, "sonriendo tímidamente" y diciendo que sí con la cabeza. Este incidente es una repetición casi exacta de lo que Trotsky describe en su Historia de la Revolución Rusa:
"Después de la reunión mañanera, los obreros de la fábrica de Erickson, una de las más avanzadas de la barriada de Viborg, se dirigieron en masa, con un contingente de unos 2.500 hombres, a la avenida de Sampsonievski, y en una calle estrecha tropezaron con los cosacos. Los primeros que hendieron en la multitud, abriéndose paso con el pecho de los caballos, fueron los oficiales. Tras ellos venían los cosacos galopando a toda la anchura de la avenida. ¡Momento decisivo! Pero los jinetes se deslizaron cautamente como una larga cinta por la brecha abierta por los oficiales. ‘Algunos -recuerda Kajurov- se sonreían, y uno de ellos guiñó el ojo maliciosamente a los obreros'. Aquella guiñada del cosaco tenía su porqué. Los obreros recibieron valientemente, aunque sin hostilidad, a los cosacos, y les contagiaron un poco de su valentía. Pese a las nuevas tentativas de los oficiales, los cosacos, sin infringir abiertamente la disciplina, no disolvieron por la fuerza a la multitud y, renunciando a dispersar a los obreros, apostaron a los jinetes a lo ancho de la calle para impedir que los manifestantes pasaran al centro. Pero tampoco esto sirvió de nada. Los cosacos montaban la guardia en sus puestos con todas las de la ley, pero no impedían que los obreros se deslizaran por entre los caballos. La revolución no escoge arbitrariamente sus caminos. Daba sus primeros pasos hacia la victoria bajo los vientres de los caballos de los cosacos. ¡Interesante episodio!".
La valentía de los manifestantes iraníes fue más impresionante porque muchos ya habían aprendido de los salvajes asesinatos de cinco iraníes en el campus de la Universidad de Teherán, cerrado a punta de pistola por los milicianos Basiji. Fisk describe la escena:
"Cuando llegué a las puertas del colegio ayer por la mañana, muchos estudiantes estaban llorando detrás de la cerca de hierro del campus, gritando ‘masacre' y lanzando trapos negros a través de la malla. Eso fue cuando la policía antidisturbios regresó y cargó en el terreno de la universidad una vez más".
Y de nuevo Fisk:
"En algunas ocasiones, el desfile de la victoria de Mousavi amenazó con quedar aplastado en medio de muros de hombres y mujeres cantando. Se hundía en las alcantarillas y tropezaban con árboles rotos e intentaban mantener el paso de su vehículo, enormes serpentinas de lino verde en cadena frente al vehículo de su líder político. Cantaban al unísono, una y otra vez, las mismas palabras: ‘Tanques, armas, Basiji, ahora no tenéis efecto'. Cuando los helicópteros del gobierno sobrevolaban la zona, estos miles miraban hacia arriba y aullaban sobre el estruendo de las hélices: ‘¿Dónde está mi voto?' Las frases hechas que en estos días titánicos llegan fácilmente, pero era un momento verdaderamente histórico".
Aquellos ciudadanos que no participaban en la manifestación expresaban su solidaridad desde las ventas y tejados, como describe Fisk:
"[...] Un hombre se derrumbó en la carretera, su cara estaba cubierta de sangre. Pero la gran masa de personas se movía, ondeando sus banderas verdes y gritando de gozo junto a miles de iraníes que estaban en los tejados.
"A la derecha, todos vieron la casa de un anciano que salió al bancó, envejecido y tullido, parecía que debía haber recordado el reino del detestado Sha, quizá incluso de su escalofriante padre, Reza Khan. Una mujer que debía tener unos 90 años ondeaba un pañuelo de mano verde e incluso un aciano surgió de un estrecho balcón para ondear al aire su muleta. Desde abajo miles chillaban de alegría ante este anciano.
"Andando al lado de esta gran marea humana, parecía que a todos nos había poseído una extraña temeridad. ¿Quién se atreve a atacarnos ahora? ¿Qué gobierno puede negar a un pueblo de este tamaño y determinación? Preguntas peligrosas.
Fisk señala que los manifestantes no sólo eran personas de clase media y estudiantes:
"No sólo eran los jóvenes, la gente a la moda y las damas morenas del norte de Teherán. Ahí estaban los pobres también, los trabajadores callejeros, mujeres de mediana edad cubiertas con el chador. Unos cuantos niños a sus hombros y niños en brazos, hablándoles de vez en cuando, intentando explicar el significado de este idea a una mente que no recordarían en los años venideros dónde habían estado estos días.
Las manifestaciones de masas eran una réplica exactas de las vividas en la revolución de 1979, que fue posteriormente secuestrada por el ayatolá Jomeini y su banda reaccionaria. El Sha poseía un aparato del estado colosal, pero cuando las masas se enfrentaron a él, se derrumbó como un castillo de arena. Tan pronto como la odiada Basiji atacó a los estudiantes. Por la tarde los propios Basiji se enfrentaron a cientos de manifestantes en el oeste de la ciudad. Después se escucharon dispararon en los suburbios. Aquellos que llegaron demasiado tarde para abandonar Azadi, se encontraron con los disparos de los Basiji. Al final fueron ocho los muertos, con un número desconocido de heridos.

El régimen vacila

Este espléndido movimiento de las masas ha cambiado todo en veinticuatro horas. La arrogancia de poder desplegada por Mahmoud Ahmadinejad sólo un día antes se ha evaporado. En su lugar hay signos de pánico en el régimen. El sábado y el domingo hubo represión, violencia y derramamiento de sangre, pero el lunes todo cambió. Las autoridades deben haber sentido que todo lo conseguido en 1979 se les escapaba de las manos. Así es como el Sha fue derrocado hace treinta años, con manifestaciones de masas y la posibilidad de huelga general.
Ahora temen que puedan estallar enfrentamientos violentos e incluso guerra civil, que no están seguros de ganar. Cuando la clase dominante teme que pueda perderlo todo, siempre está dispuesto a hacer concesiones y ofrecer algo. Ahora las autoridades ofrecen el recuento de votos pero no nuevas elecciones. La decisión de retirada procede del líder supremo, el poder real en el Estado, que inicialmente había confirmado el resultado electoral.
El ayatolá Alí Kamenei ha accedido a investigar los resultados electorales, quizá revisen una o dos estadísticas. Pero son pocas concesiones y llegan muy tarde. No pacificarán a los manifestantes sino que conseguirán lo contrario. Cada paso atrás del régimen será visto como un signo de debilidad y les empujará más a la acción. Mousavi ha pedido la anulación de las elecciones, mientras que el régimen sólo ofrece un recuento parcial.
La seriedad de la crisis está afectando a la economía. La burguesía iraní está votando con los pies. Hay pánico en la comunidad empresarial debido al resultado electoral, hoy The Financial Times publicaba:
"La comunidad empresarial de Irán ayer se mostró inequívoca en su reacción ante la reelección como presidente de Mahmoud Adhmadinejad. La bolsa de Teherán cayó abruptamente, mientras que los influyentes bazaaries amenazaban con cerrar ayer en señal de protesta".
El hecho de que los bazaaris, que anteriormente eran seguidores sólidos del régimen ahora amenacen con la huelga, es otra prueba del alcance de la revolución y que se extiende constantemente. Sin embargo, la ausencia de una dirección seria significa que el resultado final se retrasa. The Financial Times, que es el órgano más astuto del capital internacional, escribe:
"La oleada de rabia pronto podría amainar, particularmente si la represión se vuelve más brutal. Los analistas están esperando ver si eso provoca campañas de desobediencia civil de segmentos de la sociedad que habían apoyado a Mousavi, incluidos empresarios de los bazares de Irán que hoy amenazaron con la huelga, de los sindicatos y estudiantes, o protestas de los clérigos que también habían apoyado su candidatura.
"'Habrá a partir de ahora muchas explosiones esporádicas sobre distintas cuestiones, en cuanto la población piense que no hay ninguna salida pacífica para conseguir el cambio' según explica un analista".

Debilidad de la dirección

Esta perspectiva es similar a la que plantee en mi primer artículo. Incluso las huelgas más tormentosas y manifestaciones callejeras no pueden resolver la cuestión central: la cuestión del poder estatal. No basta con que algunos policías sonrían a los manifestantes. A menos que la policía y el ejército se pasen al lado de la población, las armas de la República Islámica siguen en manos de la administración de Ahmadinejad y sus protectores clericales. La cuestión de la dirección aún es primordial.
En 1999, el régimen reprimió una oleada de malestar estudiantil en cuestión de días, en esta ocasión, los protestantes parecen más fuertes. Los intentos de represión han tenido el efecto contrario al que pretendían. Existe un furioso fermento en la Universidad de Teherán después del asalto brutal de las bandas armadas de Ahmadinejad. Algunos dicen que miembros de la milicia religiosa atacaron sus dormitorios. "Golpearon a nuestros amigos y se llevaron por lo menos a cien estudiantes. No tenemos noticias de sus paraderos", decía uno. 120 profesores universitarios han dimitido en señal de protesta.
Pero la valentía de los manifestantes no es una característica de los dirigentes. Hombres como Mirhossein Mousavi no son dirigentes sino que están a la cabeza por un accidente histórico. Kerensky y el padre Gapón pertenecen a la misma categoría filosófica. Estos individuos surgen rápidamente a la superficie, impulsados por la marea de los grandes acontecimientos históricos, consiguen una fama prestada en poco tiempo y después desaparecen sin dejar rastro, barridos como la espuma en una ola oceánica, hundidos por otras corrientes más poderosas. Primer ministro en los años ochenta, había desaparecido de la opinión pública y dedicado su tiempo a su pasatiempo favorito: la pintura abstracta. Ahora la historia parece que la ha cogido por el cuello y empujado a la primera línea, donde ve una espectáculo nada cómodo.
A pesar de sus ataques contra la política interior y exterior del régimen, Mousavi nunca ha sido un oponente de la República Islámica. En realidad, se había presentado a presidente como un "principista" que busca el regreso a los verdaderos valores y principios de la revolución islámica de 1979. Pero su mensaje había encajado con las reivindicaciones de más libertad democrática y una gestión pragmática de la economía.
Su candidatura, además, fue casi accidental. Era reticente a volver a la presidencia pero se lo había pedido, una y otra vez, Mohammad Katamí, el anterior presidente reformista. Una vez decidido, recibió rápidamente el apoyo de Akbar Hashemi Rafsanjani, una figura política destacada del campo conservador que está al frente ahora del Consejo de Conveniencia, un organismo veterano que diseña la política macro, y de la Asamblea de Expertos, que nombra al próximo líder supremo.
Aunque de él esperaban que fuera un centrista, poco a poco la campaña de Mousave adoptó las mismas consignas que los reformistas, incluso con más vigor. Reorientó sus mensajes durante los mítines para apelar a la clase media urbana educada, criticando el extremismo del presidente y ridiculizando su política económica populista.
Pero mientras los jóvenes reformistas, muchos de los cuales tomaron las calles de Teherán de nuevo ayer y se manifestaban cuando terminó en violencia, en él buscaban un cambio fundamental, Mosuavi tiene otras ideas. Fisk escribe lo siguiente sobre la manifestación:
"Mirhossein Mousavi estaba entre ellos, montado en un automóvil en medio del calor y el humo, sin reír, asombrado e inconsciente de que esta épica manifestación podría florecer en media de la desesperanza del derramamiento de sangre poselectoral en Irán. Puede que oficialmente perdiera las elecciones del viernes, pero ayer fue su desfile electoral de la victoria por las calles de su capital. Terminó, inevitablemente, en disparos y sangre".
El ojo perspicaz de Fisk hace un retrato psicológico acertado y penetrante del líder reformista: "sin reír, asombrado e inconsciente" de las inmensos poderes que ha conjurado y que, como el aprendiz de brujo, es incapaz de controlar. Las vacilaciones de Mousavi se han destacado en la prensa burguesa. The Financial Times dice:
"Ha aparecido roto entre las peticiones de que continúen las protestas y que se detengan para evitar la violencia y la pérdida de vida presenciada la noche pasada. [...] Mousavi inicialmente desconvocó la protesta del viernes por temor a la violencia, pero después se unió a los manifestantes en las calles. El dilema al que se enfrenta es que las manifestaciones marcan la mayor protesta pública desde la revolución islámica de 1979".
Según su portavoz, Mousavi ha pedido a aquellos que le apoyan que no asistan al mitin planificado para hoy en la capital. "Mousavi... pidió a sus seguidores que no asistan al mitin de hoy para proteger sus vidas. El mitin de los moderados se ha cancelado", según dijo el portavoz. Pero en el momento de escribir estas líneas la radio informe de grandes multitudes de nuevo reunidas en las calles de Teherán y las noticias dicen que las manifestaciones aún son más grandes que las de ayer.
La posibilidad de un enfrentamiento sangriento siempre está presente. Esto es lo que comenta un periodista:
"La rabia y el odio en los ojos de ambas partes, independientemente del resultado, enfurecerá a algunos [...] La policía intenta mantenerse lo más civilizada posible, pero no todos escuchan a los comandantes de la policía. [...] No es fácil pedirles calma. ¿Qué sucederá cuando se rompa la cadena de mando, cuando ambas partes pasen al enfrentamiento y no escuchen a sus comandantes? Esta es una situación muy peligrosa".
Sin embargo, dado el nivel de rabia popular, el efecto de esta situación no será la que se pretendía. Un solo enfrentamiento sangriento, y toda la situación explotará. La idea de una huelga general ya se ha planteado. Un acto a gran escala de terrorismo de estado se encontrará con una oleada de huelgas y protestas que rápidamente podrían transformarse en una insurrección en las líneas de 1979. Mousavi está desesperado por evitar esta situación. Según dice: "Cuando a alguien que le gusta la policía, yo les recomiendo evitar reacciones duras hacia las acciones de personas motivadas por ellas mismas y que no permitan que la confianza de la población en este valioso órgano sea dañada".

Nosotros lo pronosticamos

Las actuales protestas fueron ya pronosticadas por los marxistas. Hace casi diez años dijimos que las grandes manifestaciones estudiantiles eran "los primeros disparos de la revolución iraní". Pocas personas prestaron atención a ese pronóstico. Pero Irán ha continuado en primera línea de las perspectivas de la CMI. En un discurso ante el congreso mundial de la CMI en agosto de 2008 dije lo siguiente:
"Irán está maduro para la revolución. Allí tenemos todas las condiciones enumeradas por Lenin para la revolución: divisiones por arriba, fermento entre la clase media, una poderosa clase obrera con tradiciones revolucionarias, oleadas importantes de huelgas, etc., El único factor ausente es el factor subjetivo, el partido revolucionario. El trabajo de nuestros compañeros iraníes es de gran importancia para la CMI. Debemos ayudarles.
"La situación en Irán es muy similar a la de Rusia antes de 1905. Una vez que las masas iraníes comiencen a moverse, que tengan cuidado. La revolución puede tomar diferentes caminos pero de una cosa podemos estar seguros, ¡no será una insurrección fundamentalista! 28 años de mulás en el poder les ha desacreditado totalmente entre las masas y la juventud. La mayoría de la población es joven y fresca, estarán abiertos a las ideas revolucionarias y al marxismo. La revolución iraní cambiará toda la situación en Oriente Medio, mostrando que el genuino antiimperialismo no necesita ser fundamentalista. Tendrá un impacto en toda la región".
Estas palabras han sido totalmente reivindicadas por los recientes acontecimientos. La revolución iraní ha tenido un largo período mara madurar, pero ha resurgido con mucha más fuerza. Las anteriores insurrecciones de los heroicos estudiantes iraníes han sido silenciadas por la represión sangrienta y la detención de sus dirigentes. Pero, como pronosticamos en su momento, estos reveses serían sólo temporales:
"Debido a la falta de dirección, la represión podría tener el efecto de posponer el movimiento temporalmente, pero sólo a costa de provocar más tarde explosiones más violentas e incontrolables". (Los primeros disparos de la revolución iraní. 17 de julio de 1999). Este pronóstico ha quedado totalmente confirmado por los acontecimientos. La lucha continuará, con inevitables alzas y bajas, hasta que se llegue a un resultado decisivo.
Sobre las tareas urgentes del movimiento revolucionario escribí en aquel momento:
"Los trabajadores y jóvenes de Irán han demostrado repetidamente un gran potencial revolucionario. Lo que hace falta es dar al movimiento una forma organizada, un programa y perspectiva claras. Por el camino del compromiso y la colaboración de clase no hay salida posible. La condición previa para el éxito es el movimiento independiente de la clase obrera, junto con sus aliados naturales, y una ruptura decisiva con la burguesía liberal. Es necesario crear comités de acción para organizar y coordinar el movimiento a nivel local, regional y nacional. Es necesario prepararse para la autodefensa contra las bandas de vigilantes, mientras que hace un llamamiento a la base del ejército para que se pase al lado de la población.
"Sobre todo, es necesario elaborar un programa concreto para vincular la lucha por los derechos democráticos con las demandas programáticas para resolver los problemas más apremiantes de la clase obrera, el campesinado, los parados, las mujeres y la juventud. Este programa necesariamente implicará una ruptura radical con el capitalismo y pondrá en el orden del día la lucha por el poder obrero y un movimiento en dirección al socialismo en Irán. La condición previa para el éxito de la lucha es la participación activa de la clase obrera, particularmente del sector decisivo de los trabajadores petroleros. Una vez la clase obrera de Irán tenga el poder en sus manos, pueden comenzar un movimiento que se extienda como una bola de fuego por toda la región. Tendría un efecto mayor que la revolución rusa de 1917, especialmente si está dirigido por un partido marxista revolucionario consciente. La creación de este partido es por tanto la tarea más urgente para la vanguardia de los trabajadores y estudiantes iraníes. Armados con las ideas, programa y estrategia correctos, la clase obrera iraní será invencible".
No hay mucho más que añadir a eso. No estamos discutiendo perspectivas abstractas sino hechos. El maravilloso movimiento de los trabajadores y estudiantes de Irán es la respuesta final a todos los escépticos y cobardes que dudan de la capacidad de la clase obrera para cambiar la sociedad. La revolución en Irán ha comenzado y está destinada a pasar por toda una serie de etapas antes de que finalmente emprenda su rumbo. Pero al final estamos seguros de que triunfará. Cuando llegue ese momento, tendrá repercusiones explosivas en todo Oriente Medio, Asia y el resto del mundo.

Hacemos un llamamiento a los trabajadores del mundo para que ayuden a nuestros hermanos y hermanas iraníes.

¡Viva la revolución iraní!

¡No a la represión y la tiranía!

¡Trabajadores del mundo uníos!

Alan Woods
jueves, 18 de junio de 2009


Londres 16 de junio de 2009.

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