jueves, junio 18, 2009

Matanza en el Perú... 500 años de capitalismo os contemplan


Una consecuencia invariante de la dinámica capitalista, es que el 'ser humano' esta subordinado al capital y no a la inversa. Esta subversión en la escala de valores en que el capital está por encima del hombre, alcanza un extremo en la medida que la rentabilidad del gran capital concentrado amenaza la misma vida humana. La matanza de originarios en el Perú sigue patrones con reminiscencias a las de hace 500 años.
En los siglos XVI y XVII se desarrollaba en Europa occidental el capitalismo mercantil, y según sus principios las potencias europeas se expandieron sobre los territorios continentales del 'nuevo mundo' (nuevo para los europeos).
Las grandes compañías privadas ligadas a los Estados coloniales tanto o mas poderosas que las actuales, así como los organismos estatales, realimentaban el sistema mercantil de producción capitalista mediante el comercio y la expoliación de recursos naturales de los territorios habitados originalmente por las civilizaciones americanas.
Los originarios americanos fueron derrotados militarmente por las potencias europeas en base a su ventaja tecnológica, a adecuadas aunque básicas estrategias seculares como atacar en los puntos débiles o dividir para vencer (lo que implicó aprovechar mitos religiosos indígenas o aliarse con los enemigos mas débiles de las grandes civilizaciones americanas). Y también, porque propagaron en forma fortuita una letal guerra bacteriológica.
Durante la conquista prevaleció la guerra militar y durante la colonización la guerra cultural sobre los sobrevivientes, porque la mitad de la guerra es militar y la otra mitad cultural. Así en la actualidad por ejemplo, ni bien el imperio estadounidense invadió Irak no solo destruyó la infraestructura en las ciudades (es decir su arquitectura), sino que indujo el saqueo vandálico de los milenarios museos y bibliotecas en un intento de debilitar la cultura iraquí, para así imbricar luego la cultura de consumo superfluo que realimenta al capitalismo. Para doblegar al enemigo hay que vaciarlo de su propia identidad.
Para la historiografía de los perdedores americanos que nunca existió, es decir desde el punto de vista de los originarios, la llegada de las potencias europeas a los territorios donde habitaban reflejaría una verdadera catástrofe. Pueblos masacrados y esclavizados, sociedades enteras destruidas, recursos saqueados, su cultura aniquilada y reemplazada.
En el Iluminismo europeo (s. XVIII) tomó relevancia la idea de que solo con su razonamiento, el hombre podía analizar y describir la realidad física, terminando de refutar al pensamiento dogmático medieval cuestionado desde el Renacimiento. La razón, era una herramienta que permitía comprender los principios que gobiernan la naturaleza, considerada como un todo racional y armónico. A su vez el Iluminismo, aunque reformista sentó las bases para las revoluciones burguesas que engendraron el liberalismo económico.
La naturaleza como objeto susceptible de análisis racional combinada con los principios del capitalismo de mercado vigente, parecen tener las semillas de la propia destrucción del hombre. En palabras de Eduardo Galeano, será el planeta que habitamos el que no podrá sobrevivir al capitalismo.
Las culturas americanas aunque denostadas y clasificadas como primitivas según la referencia universal impuesta por los ganadores, contienen una faceta de la que carece la actual cultura capitalista financiera-industrial. Consideran a la naturaleza como objeto de subsistencia que debe respetarse como tal. Para ellas, hay límites bien definidos en su manipulación y explotación en cuanto a que es el planeta junto con los hombres los que deben sobrevivir.
Los grupos autodenominados shuaras (el pueblo), llamados por los occidentales jíbaros, habitaban en el sudeste de Ecuador y las llanuras selváticas al norte del Perú, según estiman los antropólogos desde unos 10.000 años antes de la llegada de los españoles. Para sobrevivir dominaron el arte de la guerra en la jungla profunda, por generaciones vivieron en conflicto intestino casi permanente entre clanes alimentados por la venganza y consideraban como hostiles, a los extranjeros que penetraban en el territorio que habitaban. Según su creencia religiosa, el mundo a su alrededor era la proyección de una realidad mas profunda, y en su mística de supervivencia reducían las cabezas de los enemigos muertos en ataques. Uno de sus dioses era Nunji (madre tierra).
Fueron invadidos por los incas y los aplastaron. En el siglo XVI los españoles conquistaron Ecuador, y motivados por la ambición de riqueza hicieron expediciones e intentaron asentamientos en los territorios shuaras, obligándoles a traer oro como tributo. Al parecer así lo hicieron, pero cuando los hispanos se reunieron para contarlo fueron emboscados y exterminados, salvo dos : un ambicioso gobernador español al que obligaron a tragar el oro fundido en presencia de un sacerdote al que liberaron, y que narró el hecho. Fue una de las pocas tribus americanas que el imperio español no pudo conquistar.
Recién a mediados del siglo XX misioneros estadounidenses, europeos y otros lograron infiltrarse en las tribus aprendiendo su idioma, evangelizando a algunos e inculcándoles la idea de propiedad privada, mientras tanto, las compañías petroleras como la Shell Oil Company comenzaban a desplegarse en sus territorios. Posteriormente la selva fué afectada por la tala comercial y la deforestación en gran escala. En 1970 el gobierno de Ecuador prohibió por ley la cacería de cabezas. Finalmente los guerreros shuaras no pudieron sobrevivir a la acometida de la "civilización agro-industrial".
Hoy los miles de awajun y wampis ferozmente reprimidos en la Curva del Diablo y en la ciudad de Bagua por el gobierno del Perú, con varios dirigentes asesinados, decenas de muertos y cientos de heridos, son descendientes de aquellos jíbaros. Pero junto a ellos hay mas pueblos en rebelión, los shawis, charapas, cocama cocamillas, arabelas, shipibos, matchiguengas y otros entre las 56 etnias amazónicas peruanas. Casi medio millón de personas (en un país de 28 millones) resistiendo la apertura unilateral de los territorios fiscales a los grandes capitales transnacionales extractivos, es decir los territorios habitados ancestralmente por estos pueblos que desde sus orígenes no concebían a la tierra como propiedad privada, ni como mercancía.
El gobierno del ex izquierdista liberal Alan García, uno de los tres que apoyó el ALCA, sigue adelante con un proyecto de país en que parte de su desarrollo se asienta en un modelo extractivo-exportador en áreas como minería, hidrocarburos, forestal, energía, recursos hídricos y agropecuaria. Para ello suscribió en 2005 con el gobierno de George W. Bush un Tratado de Libre Comercio, que finalmente entró en vigor a principios del corriente año reforzado con un paquete de decretos legislativos, a pesar de una significativa resistencia popular. El presidente Obama cuya política exterior, a diferencia de su predecesor, mantiene la componente militar circunscripta y avanza con el brazo político, mediante relaciones bilaterales, tratados y acuerdos no ha expresado su condena a la violación de derechos humanos que implica la masacre de originarios amazónicos, cometida por su aliado peruano para implementar el libre mercado y avalar el canje de deuda externa por territorio amazónico. También es notable el silencio y la manipulación del tema por parte de los grandes multimedios de comunicación alineados con EEUU y Europa.
El presidente del Perú y otros presidentes latinoamericanos, sostienen una concepción de 'desarrollo sustentable mediante recursos naturales'. Se trata de otro dogma liberal mercantilista convenientemente impulsado desde el norte según el cual, en el marco del actual capitalismo de mercado, mantener los recursos naturales sin explotar tiene un costo. Por ejemplo, dejar un bosque en su estado natural virgen tiene un costo ya que podría talarse y sustituirse por cultivos rentables, o porque no absorbe suficiente dióxido de carbono como para obtener una renta significativa en bonos del mercado mundial de capitales del carbono. Que los recursos mineros solo sirvan para el paisaje tiene un costo, que es equivalente a la renta que no se percibe si se lo explotara en gran escala. Es decir, para que un recurso permanezca en su estado natural debe pagar su propia existencia.
Los mercados coloniales crecieron como dependencia del mercado interno del capitalismo central en el marco de su división internacional del trabajo. Durante 300 años las potencias mismas fueron las que saqueaban los recursos naturales de América del Sur, suprimiendo y neutralizando a los nativos. La actual masacre de originarios por el gobierno peruano para explotar los territorios que habitan reivindica aquellas matanzas. Hoy no son las potencias coloniales sino los gobiernos de los Estados con sus modelos extractivo-exportadores, aduciendo que la riqueza extraída será para el país todo, aunque las evidencias muestran que en última instancia sigue fluyendo hacia las potencias del norte.
Se acusa a los originarios de egoístas porque '...siguen consignas internacionales para detener el desarrollo del Perú e impiden que el país disfrute de sus recursos'. Pero sucede que los hechos están demostrando que en no pocos casos, la 'parte del león' de la renta generada por los modelos extractivos queda para las corporaciones transnacionales y las oligarquías locales, el pueblo recibe migajas y menos aún los originarios otrora considerados seres inferiores por los conquistadores, hoy ciudadanos de clases inferiores que pueden perder sus tierras y hasta sus vidas. Tampoco la renta suele aplicarse para políticas de Estado destinadas a desarrollar al país como potencia regional y ganar independencia económica de las centrales. Los recursos naturales no renovables se explotan como mercancías hasta su agotamiento, no se preservan los recursos estratégicos, tampoco se planifican y acotan las actividades con prioridad a la necesidades presentes y futuras de la población, y como si fuera poco se falsifica el impacto negativo sobre la naturaleza en el largo plazo.
En definitiva no solo el Perú sino también otros gobiernos latinoamericanos 'progresistas' (aunque capitalistas al fin), que también adoptaron estos modelos extractivo-exportadores equivalentes a insertarse en la actual división internacional del trabajo, hacen que las materia primas de América Latina continúen alimentando el desarrollo de la nueva configuración de potencias capitalistas centrales.
Paradójicamente nuestra riqueza sigue todavía generando pobreza para nuestros pueblos, bonanza para nuestras élites dominantes y desarrollo para sus dominadores extranjeros.

Gustavo Herren (especial para ARGENPRESS.info)

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