miércoles, diciembre 30, 2009

Lenin: El Estado y la Revolución


El sábado 2 de enero Público anuncia la edición de una de las obras más emblemáticas de Lenin: El estado y la revolución, un trabajo escrito en medio de la batalla, y que ante todo refleja los “buenos tiempos” de la revolución antes de la guerra civil.
Hace años que no se editan obras de Lenin, y mucha gente que las leyó en los años sesenta-setenta las tiene en la parte más altas de sus estanterías.
El lector que las buscaba, en especial los jóvenes que quería retomar el “hilo rojo” tenían que buscarle en las librerías de segunda mano, o en casa de los amigos veteranos.
Hablando con un amigo, un editor inequívocamente izquierdista, sobre algunos proyectos, me contestó que “a lo mejor sus últimos escritos”, justamente los que se analizan en una obra inexcusable, la de Moshe Lewin, El último combate de Lenin (Lumen, Barcelona, 1970), y que en buena parte permanecieron “congelados” durante largos años en la propia URSS hasta la última edición de sus Obras Completas. También hablamos de reeditar El Estado y la Revolución, y en concreto la edición de la versión italiana que había efectuado Anagrama en la que se ofrecían también textos de cuatro marxistas italianos en un abanico que iba desde el PCI hasta Livio Maitan, unos de los dirigentes del SU de la IV Internacional.
El caso era que las obras de Lenin habían desaparecido de las librerías cuando en los años setenta se editaron prácticamente todos sus libros incluyendo la correspondencia privada (traducida por andreu Nin del ruso), toda clase de antologías, aunque en esto no se llegó a la altura de Francia, sin duda porque aquí los estudiosos se podían contar con los dedos de una sola mano, y exceptuando alunas ediciones críticas de Fernando Claudín para la editorial Siglo XXI no había mucho más que registrar. Significativamente, Claudín que comenzó desarrollando una prólogo “leninista” a la edición conjunta de los textos de la polémica entre Lenin y Kautsky, acabó produciendo otra en la que se pronunciaba a favor de Don Karl, y poco después aparecía nombrado flamante presidente de la Fundación Pablo Iglesias que guardaba el legado de “abuelo” en un congelador para que no se estropeara.
De todo aquello no quedó nada, pero los tiempos están cambiando, y poco a poco, gracias a una labor conjunta de la gente veterana, de las nuevas aportaciones pero sobre de la emergencia de nuevas generaciones insumisas, se velve a poner a Lenin en su sitio…
El sitio de Lenin Vladimir Illich Ulianov, es el de alguien que fue considerado como "el personaje más influyente del siglo XX", quizás esto ayude a explicar la manifiesta voluntad por parte de restauración conservadora por ahora querer ahorcarlo tras un juicio sumario. Los títulos son muchos: autor marxista excepcional, padre del bolchevismo ruso, dirigente de la revolución de Octubre y del nuevo "Estado obrero" concebido como un prólogo a la revolución mundial, cofundador de la Internacional Comunista, jefe de Estado que se sobrepone a una guerra pavorosa, crítico de la burocracia, amargo adversario de Stalin antes de su muerte, patéticamente autocrítico al final de su existencia. Convertido en el Supremo Hacedor de una nueva religión del Estado, Lenin resultaría desfigurado hasta lo indecible, por supuesto por parte de los ideólogos reaccionarios, capaces de amputarle toda clase de perversiones, pero sobre todo por el estalinismo que lo convertiría en la fuente de su legitimación para sus propios fines.
Apreciado por lo humillados y ofendidos de todo el mundo como el símbolo de una revolución que osaba vencer y plantear la cuestión del socialismo, su nombre fue evocado durante décadas como símbolo de la revolución a la que aspiraban. Después de la caída (previa descomposición) del Muro de Berlín, Lenin siguió siendo una leyenda revolucionaria respetada por los de abajo, pero abandonado por una intelligentzia que cambiaba de dioses. Desde entonces, su obra, que durante tanto tiempo compitió con la Biblia el prurito de ser el autor más traducido del mundo, ha pasado, al igual que la indigesta iconografía producida por la burocracia, a los anaqueles de los libros llenos de polvo, mientras que los ensayos y las biografías que abordan su obra con ecuanimidad son una excepción contra las que se erigen o se utilizan como pruebas de un juicio sumarísimo sobre el que, un amplio tropel de académicos, tribunalistas, editorialistas, documentales, etc, reinciden una y otra vez para consagrarlo como antecesor de Stalin, y por la misma línea émulo de Hitler o Ceacescu.
Quizás sea el momento de comenzar a desenmascarar esta jauría sobre la cual sobran precedentes en el pasado, no en vano el nombre de Espartaco fue maldecido hasta los tiempos de la Ilustración, pasaron al menos dos siglos para que los historiadores restituyeran el lugar histórico de Cromwell, y no hablemos de los jacobinos, de nuevos enterrados a finales del siglo XX, culpables de resultar los antecesores del Gulag. Ante tantos excesos reaccionarios, es ya el momento que revisemos este juicio con ahorcamiento, empezando por explicar brevemente quien fue y que significó más allá de mitificaciones religioso-burocráticas, o de imputaciones que se sostienen únicamente a condición de sustraer las “circunstancias” que rodearon la supervivencia de una revolución que se concibió a sí misma como “prólogo de la revolución internacional”.
Vladimir Ilich Ulianov más conocido como Lenin nació en 1870 en Simbirsk (Ulianovsk en la época soviética), en una familia en la que el padre es inspector de enseñanza y la madre tiene origen germánico; su padre murió en 1886 dejando a la familia en una precaria situación económica, Por aquella época inicia su ruptura con el cristianismo, en 1887, un año después su hermano mayor Alejandro será detenido por participar en un atentado contra el Zar Alejandro IIIº, siendo ajusticiado dos meses después. Este capitulo será obviamente trascendental para la evolución de Lenin que se ahorra la trágica y frustrante experiencia de la exaltación terrorista del populismo que se inmoló tratando de conquistar las libertades acabando con las tiránicas testas coronadas, tan odiadas por toda la democracia internacional. Le llevará lejos del populismo y de la tentación de terrorismo, y tendrá ocasión de comprobar directamente la pusilanimidad del liberalismo ruso que rehuye a su familia.
Estudia en la Universidad de Kazan y logra, a pesar de las graves dificultades policíacas -estaba marcado como el hermano de Alejandro-, hacerlo también en la de San Petersburgo, En esta universidad inicia los contactos con los círculos marxistas, pero antes ya había leído con mucho interés algunos de los textos básicos del marxismo, entre ellos El Capital. En 1892, obtiene el grado de doctor que le autoriza a ejercer como abogado. En 1894 conoce a Nadezha Krupskaya, con la que se casará en 1897. Ella será su principal colaboradora siempre, y su vida sentimental no conoce más horizontes. Todo lo que se ha insinuado sobre sus relaciones con Inés Armand no ha podido ser comprobados todavía, aunque la hipótesis más verosímil es que se tratara de un amor "platónico".
Desde sus primeros trabajos critica las tesis populistas, afirmando que la vía capitalista era inevitable en Rusia. "Los principales rasgos de su carácter, escribirá años más tarde Trotsky en su Lenin, ideología y formas de actuación ya quedan constituidos en el período comprendido entre sus 17 y 23 años". Su prematura madurez sorprende a sus contemporáneos que le llaman "el viejo". En octubre de 1893 inicia su contacto con los trabajadores junto con la Krupskaya; en 1895 escribe ¿Quiénes son los "Amigos del pueblo?, que supone una critica marxista a las ideas políticas del populismo. Al año siguiente hace su primera incursión al extranjero y conoce algunas de las personalidades más relevantes del socialismo --Plejanov, Kautsky, Lafargue, Liebknecht--, y de vuelta es uno de los fundadores de la Liga para la liberación de la clase obrera.
Lenin fue encarcelado en 1895 y dos años más tarde deportado a la Siberia, pero a pesar de estos obstáculos, su obra teórica se desarrolla con vigor. Escribe Las tareas de los socialdemócratas rusos, pero sobre todo El desarrollo del capitalismo en Rusia. Se trata del trabajo de investigación teórica más riguroso de su tiempo sobre las condiciones y la evolución económica de un país muy diferente a los que están en la avanzada de la revolución industrial. Con ocasión del debate sobre el revisionismo de Bernstein, Lenin no solamente interviene en contra de éste, también extiende sus reprobaciones sobre los "economicistas", a los que describe como los "revisionistas" del movimiento socialista ruso. Movimiento que en 1898 ha creado el partido socialdemócrata ruso, el POSDR, del cual Lenin se declara miembro activo.
Tras acabar su destierro y ser detenido de nuevo, se ve obligado a emigrar. Entonces participa en la creación y en el equipo redactor de la mítica Iskra, el órgano periodístico de la socialdemocracia rusa, lo dirige junto con Plejanov, Alxerold, Martov, Vera Sazulith. Pronto entra en polémica con Plejanov mostrando tanto su rigor como su intransigencia, En 1902 se traslada a Londres y defiende la entrada del joven Trotsky, "La Pluma", en la redacción de la revista. Las diferencias que les separa de los otros socialdemócratas son de momento apenas perceptibles. Sin embargo, aunque con ocasión del IIº Congreso del POSDR, el grupo de la revista aparece en un primer momento totalmente identificado, la controversia estalla en relación al grado de entrega y profesionalidad de los militantes de un partido que tiene que sobrevivir bajo la terrible Oljrana.
La polémica se centra en la cuestión de la organización: mientras que Yuri Martov, de acuerdo con la centralización tal como se entiende en el partido alemán, aboga por un partido con una base amplia, no estrictamente militante, Lenin, por el contrario, lo hace por un partido delimitado tanto orgánica como políticamente. El trasfondo del problema -que no aparecerá claramente sino con el tiempo-, es que Lenin quiere un partido para derrocar el zarismo y hacer la revolución. Desde este punto de vista, Lenin admite que mientras Martov es el girondino, el representa el jacobinismo. Al conseguir la "mayoría" (bolchevique), Lenin, y Martov la "minoría" (menchevique), se sienta las bases de una discrepancia que en 1917 aparecerá con mayor claridad. Junto con Lenin permanece en un primer momento George Plejanov y los cuadros del interior; el resto con Martov y Trotsky, menchevique inicial, tratará vanamente de crear un "puente" entre ambas.
En su momento, los asistentes al congreso creyeron que existían otros puntos tanto o más importante que el organizativo, y existió un amplio acuerdo en una serie de puntos como los referentes a la dictadura del proletariado (en apartados redactados por Plejanov), el derecho de autodeterminación de las nacionalidades, la socialización de la tierra, y que serían patrimonio común de ambas corrientes. Una ilustración de las concepciones de Lenin sobre las cuestiones de este importante Congreso se encuentran en dos libros suyos, ¿Que hacer? (sobre el que se puede encontrar en Kaos un estudio mío), y Un paso adelante. dos pasos atrás. En los años siguientes, polemiza con Kautsky como con Rosa Luxemburgo, sobre la interpretación que sobre la escisión de la socialdemocracia rusa se ofrece en la Internacional Socialista. En esta, el conflicto meramente aparece como fruto de la voluntad ultracentralista de Lenin. En el III Congreso del POSDR, en el ya solo participan los bolcheviques, Lenin es elegido presidente
La crisis revolucionaria de 1905 le coge en medio de un tenso debate entre ambas fracciones. En el calor de los acontecimientos, Lenin formula su teoría sobre "la dictadura democrática del proletariado y del campesinado", que parte de la idea de que la burguesía liberal resultará un obstáculo para la revolución democrática. En medio del proceso revolucionario este conflicto se aclarará un poco más: mientras los mencheviques mantienen que hay que apoyar a la débil burguesía democrática y dudan sobre si los obreros deben de ir a la insurrección, los bolcheviques extraen otras conclusiones. De retorno a Rusia, ya pleno período de reflujo, Lenin trabaja en la clandestinidad, y defiende la reunificación entre las dos facciones en la Iª Conferencia bolchevique que se celebra en Finlandia. El asunto no quedará definitivamente resuelto hasta la víspera de la revolución de octubre, aunque desde 1912 --por lo menos--, Lenin tenía claro que dicha unificación no era posible. Es en esta época cuando se dan sus ataques más virulentos contra Trotsky que aparece como el "conciliador" capaz de atraer a los bolcheviques más reblandecidos.
Atraviesa el largo período que va desde el fin de la revolución de 1905 hasta 1917, absolutamente a contracorriente (en este punto su correspondencia con su compañera resulta muy ilustrativa). Junto con su compañera, dedica todo su esfuerzo por preservar y reforzar el partido contra todos los obstáculos -reflujo, represión, errores políticos, etc--, que lo dejan muy aislado, pero se mantienen llevando grandes debates contra los mencheviques, contra Trotsky, contra Bogdanov y sus posiciones neokantianas y contra el grupo de Veriod o los "otzovistas". Estos proponían que se retiraran los representantes socialdemócratas de la Duma. Lenin defendió por el contrario la necesidad de utilizar todas las posibilidades legales, la plataforma de la Duma y la de prensa, cuando no se podía esperar una reanimación de la lucha de clases. Interviene en la IIª Internacional como representante ruso en el Buró Socialista Internacional.
En el Congreso socialista de Copenhague defiende junto con Rosa Luxemburgo y Martov una moción de lucha contra la guerra que se ve venir. Escribe una multitud de proclamas, así como sobre la cuestión de las nacionalidades oprimidas, un tema capital bajo el zarismo "carcelero de pueblos", sobre la que escribe: "los trabajadores con conciencia de clase no predican el separatismo, pues conocen las ventajas de los grandes estados y de la unión de grandes masas de trabajadores; sin embargo, los grandes estados sólo pueden ser democráticos con plena igualdad de derechos de las naciones. Una igualdad que supone también el derecho del separatismo". Compara el derecho a la separación con el divorcio; toda mujer tiene derecho a divorciarse, otra cosa es que puede ser más recomendable una unión entre iguales, o sea entre naciones libres.
En el año 1912, tras la masacre del Lena, tiene lugar unos primeros pasos en una recomposición del movimiento obrero ruso, entonces Lenin se traslada desde París a Cracovia para estar más cerca de los acontecimientos. Y vuelve a anudar nuevos hilos con el interior. Pero el estallido de la guerra en Europa los desata. En un principio no creyó que los socialistas alemanes votaran a favor de los créditos de guerra, hasta el momento se había preocupado de remarcar que no tenía diferencias con Kautsky y Bebel (muerto antes del estallido); piensa que se trata de diarios amañados por la burguesía. Cuando comprende que es cierto, son muchas las cosas que cambian en sus esquemas.
Los diputados bolcheviques en la Duma votaron no a los créditos y fueron detenidos, y poco tiempo después lo será Lenin por las autoridades austriacas por sus denuncias contra la guerra. Una vez liberado se traslada a Suiza y redacta sus primeras tesis sobre la guerra. En ella se dice con toda claridad que cada militante socialista debía de luchar en primer lugar contra su propio gobierno y que el mejor resultado de la guerra sería la derrota del gobierno zarista. Propone convertir la guerra interimperialista en una guerra civil por la revolución y la lucha por una IIIª Internacional que haga el relevo de la Socialista traicionada. Este es el esquema que defenderán los bolcheviques en Zimmervald y en Kienthal. Por estas fechas, Lenin efectúa una rica relectura de Hegel (como es patente en sus Cuadernos sobre Hegel, que no fueron publicados hasta los años sesenta a pesar de que testimonian un “salto” en sus concepciones políticas) y escribe su obra, El imperialismo, etapa superior del capitalismo, en el que establece que el capitalismo del sigl0 XX es un capitalismo monopolista en cuanto su estructura interna, e imperialista en cuanto a su eficacia en la política exterior y, en relación a su significado histórico, lo juzga como un capitalismo en descomposición.
Lenin no pudo volver a Rusia cuando triunfó la revolución de febrero. Después de intentar diversas maneras, decidió volver a través de Alemania en un vagón precintado. La historia dio pie para que los reaccionarios y el sector más derechista de los partidos reformistas lo acusaran de connivencia con el gobierno alemán, todavía esta es una munición que se utiliza en la Rusia actual, sin embargo, todavía está por aparecer el primer documento que demuestre algo, y es evidente que el gobierno alemán lo habría utilizado con beneplácito después de Octubre. Su llegada a la estación de Finlandia causa conmoción: ante el estupor de propios y extraños se pronuncia por la revolución proletaria rusa como primera parte de la revolución mundial contra la guerra. Condenó a la socialdemocracia y llamó a la formación de un partido comunista (en oposición a la “socialdemocracia” que había dejado de serlo), así como al derrocamiento del gobierno provisional que los propios líderes bolcheviques --Kámenev y Stalin sobre todo-- apoyaban críticamente desde Pravda.
Después del fracaso de la insurrección de julio --que los bolcheviques desaconsejaron pero que compartieron con las masas--, Lenin tuvo que esconderse y permanecer en el anonimato. Este hecho, afeado por algunos de sus partidarios, se mostró como plausible y correcto cuando dos años después la soldadesca alemana bajo el mando de un socialdemócrata (Noske) asesinaba a Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht y Leo Jogiches. Desde su escondite apremió al Comité Central a preparar la insurrección y empezó a escribir El Estado y la revolución, una primera formulación de los esquema teóricos marxistas concretados a través de los propios medios organizativos que se estaba dotando la revolución. Su peso en el partido, y en el movimiento, es cada vez más sólido, es un momento que los bolcheviques atraen a otras fracciones, a los interradios liderados por Trotsky, pero tambièn a mencheviques, anarquistas, populistas, y crece cuando el resultado de la contienda no está en absoluto claro; cuando Kornilov trata de dar un golpe de Estado para limpiar el patio, Lenin llama a sostener a Kerenski, pero igual que la horca sostiene al ahorcado. Solo un gobierno revolucionario podía garantizar la derrota de las viejas castas así como el pan, la paz, la libertad para los pueblos, el control obrero….
Lenin llegó clandestinamente a Petrogrado con ocasión del IIº Congreso pan ruso de los Soviets y participó decisivamente en las sesiones del CC bolchevique ayudando a modificar la orientación del partido: llamó a tirar la "camisa vieja" de la dictadura democrática, a insertarse en las masas que estaban "a la izquierda del partido", defendiendo la consigna de un gobierno soviético, y volvió a presionar para preparar la insurrección. En este congreso se decidió la insurrección y la toma del poder. El 25 de octubre tuvo lugar esta decisión apoyada por la mayoría de los soviets.
Fue Lenin el que proclamó el comienzo de la República Socialista y el que firmó sus dos primeros decretos el cese de la guerra y la reforma agraria. Luego vendrían la libertad para las nacionalidades oprimidas, el control obrero de la producción, etc. Se opuso a toda idea de gobierno de coalición y confió en la capacidad de las masas. Al frente del puesto de mayor responsabilidad tuvo que enfrentarse a los problemas creados con los tratados de paz de Brest-Listovk, respetando siempre las posiciones de sus adversarios políticos dentro del partido donde su voz era la más respetada, pero donde era también otra más. El 30 de agosto de 1918 fue herido por la socialrevolucionaria Temma Kaplan --que entendía que el Tratado de paz era una "traición"--, permaneciendo entre la vida y la muerte durante un tiempo, y resultando afectado en los años siguientes.
Siguió siendo el principal pilar de la nueva República durante una guerra civil provocada como una operación "contra" por 21 naciones bajo la égida franco-británica, y que se jugó a vida o a muerte. En este tiempo, la resolución de Lenin en no detenerse en ninguna consideración por encima de la revolución, causó la indignación de muchos de sus amigos, como Máximo Gorki y otros intelectuales que no creían que el socialismo permitiera sacrificar rehenes o exterminar a la familia zarista, criaturas incluidas; seguramente si hubiera sido aplastado como lo serían tantas otras tentativas revolucionarias, desde la Comuna de París hasta la centroamericanas, la historia del siglo XX habría pasado por otros sitios…
Esta terrible guerra de tres años que seguía a otra guerra de cuatro acabó atrasando las bases socioeconómicas de la revolución hasta los extremos de la supervivencia. La industria quedo reducida a su mínima expresión, la clase obrera había quedado desestructurada, buena parte del pueblo militante que había protagonizada la gesta que conmovía el mundo, había perecido, o estaba muy cansada. El Estado se convirtió en la única garantía de una república que siguió estando asediada, y sobre la cual se seguía cerniendo la amenaza de una intervención (los británicos no la abandonaron hasta 1929). En este contexto emerge el Lenin que desarrolla las bases de la Nueva Política Economía (...). En cada paso, tiene lugar un denso y complejo debate en el que toman parte tendencias y fracciones internas, ya que, después de la guerra, las demás han quedado marginadas y bajo el punto de mira de un aparato represivo que tiene ya, desde hace tiempo vida propia aunque nadie es consciente de ello. Y entre sus bastidores emergen nuevos modelos de bolcheviques. Los de la vieja guardia, y las nuevas promociones, que creen que ya es hora de institucionalizar la revolución, de acabar la apuesta, y comenzar la institucionalización de un "Estado nacional".
Lenin tuvo también un papel de primer protagonista en fundación y desarrollo de la Internacional Comunista. Su libro más conocido sobre esta cuestión tiene un título famoso, El izquierdismo, la etapa infantil del comunismo, cuyo significado ha sido normalmente trivializado. Lenin debate --polemiza, argumenta, discute, puede utilizar adjetivos, pero jamás menosprecia ni condena a nadie-- con la primera generación de comunistas, sobre todo europeos, concretamente con los izquierdistas y/o consejistas que en los dos primeros congresos han marcado una línea de ofensiva, creyendo que la conjunción entre las crisis revolucionarias y la creación improvisada de un partido a lo bolchevique, serían suficientes.
En este sentimiento generalizado coincidieron entre otros el italiano Amedeo Bordiga, responsable de la codificación de los 21 puntos para cortar el camino a los socialdemócratas, perro que acabó alejando también a sectores revolucionarios como los de origen anarquista--, George Lukács, Hermann Gorter, anton Pannekoeck, Otto Rühle, etc. Lenin les recuerda que la revolución rusa fue el producto de unas circunstancias excepcionales, y que el partido bolchevique no se forjó de la noche a la mañana sino que requirió todo un proceso. Lenin abogaba por una política de frente único, de acumulación de fuerzas y enraizamiento, y aconsejaba que la capital de la Internacional fuese Berlín, ya que temía que pasara como con la Internacional Socialista o IIª Inernacional, arruinada por el peso decisivo de la socialdemocracia alemana.
En muchos sus escritos, Lenin menosprecia el seguidismo y el culto a la personalidad. Cuando un eserista de izquierda comienza a exaltarlo en una sesión de los soviets, comenta, "ya empiezan otra vez con las calumnias". . Su introducción a El Estado y la revolución, resulta perfectamente clara al respecto. Su último combate será contra Stalin y la burocracia. Sus últimos escritos resuman dolor y amargura cuando hace el balance de un proceso que el -rectificando a Trotsky que habla del Estado obrero-- define como el de un Estado obrero burocráticamente deformado. Ya en plena agonía, el 5 de marzo de 1924 escribió dos cartas, una a Trotsky, pidiéndole que tomara a su cargo la lucha en la cuestión georgiana, otra a Stalin, amenazándolo con la ruptura de todas las relaciones personales. El 9 de marzo, murió después de sufrir un nuevo ataque. Lo dicho: tanto su Testamento como gran parte de sus últimos escritos fueron ocultados en la URSS hasta 1960.
No deja de resulta harto sintomático que tanto el estalinismo como la derecha porfíen en considerar como 2incuestionale” la existencia de una “continuidad” entre el tiempo de Lenin -durante el cual nunca dejó de haber unas libertades, un alto nivel de participación de sectores de masas y de toda clase de corrientes y tendencias, amén de un desarrollo escolar, cultural y artístico tan extenso como variado, y unos posicionamientos internacionalistas mostrados por ejemplo con ocasión de la crisis social alemana de 1923-, y el de Stalin…En rigor, es importante distinguir en el tiempo de stalin diversas fases tal como hace Pepe Cardona en su libro Stalin: el sepulturero de la revolución…De lo que no hay duda es que en manos de Stalin y acólitos, el “leninismo” se convierte en una suerte de “religión de Estado” que sirve con e manejo de la historia y de las citas como refrendo a la “infabilidad” de la dirección.
Evidentemente, el tiempo y los granes cambios históricos no pasan en vano. Y por lo tanto, releer a Lenin significa no olvidar lo sucedido, como tampoco todas las barbaridades que se han perpetrado en su nombre. Él mismo considera que lo fundamental era ofrecer un análisis concreto de una realidad concreta. Se trataba pues de poner al día el análisis, el estudio y el conocimiento de las grandes aportaciones teóricas, a una realidad cambiante…Porque mientras que el árbol de la teoría era gris, el de la vida era verde, frase y concepto que repitió una y otra vez mientras tomaba parte en el torbellino de una revolución cuyo rasgos principal era la participación creativa de las más amplias masas.

Pepe Gutiérrez-Álvarez en Kaos en la Red

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