viernes, febrero 19, 2010

Azaña perplejo


Líder de una izquierda republicana sin arraigo de masas, al frente de un partido minoritario, Azaña llegó a ser el político liberal (en el mejor sentido del término) más representativo de IIª República, gracias a la coalición con el PSOE primero (1931-1933), y al Frente Popular en 1938.
Su sueño era una democracia estable como lo podía ser la inglesa, o incluso la francesa que también conoció sus convulsiones sociales, sobre todo a raíz de que entre la prudencia traidora de la socialdemocracia y el sectarismo enloquecido del comunismo estalinizado, permitieron que Hindeburg entregara el poder al partido nazi como el partido más votado. Su idea ra puramente evolutiva, no consideraba que el sistema que soñaba para la España de los “burgos podridos” había sido el fruto de sendas revoluciones cuya cadencia sigue viva.
En 1932, cuando el general Sanjurjo hizo su trabajo al servicio del “pirata” Juan March en Sevilla, Azaña comentó muy lúcidamente: “O la república acaba con sus enemigos o sus enemigos acaban con la República”. Sin embargo, tal como gobernó podría parecer que dichos “enemigos” eran los impacientes proletarios anarcosindicalistas y no los mandos “africanistas” (un término que podía ser sinónimo de “helenista” pero que aquí apesta como el que más). De ahí que ni él ni Casares Quiroga y demás, actuaran contra ellos cuando hasta los niños de pecho sabían lo que estaban preparando después de que las derechas perdieran las elecciones en febrero de 1936. Lo de los “niño de pecho” me lo inspira los comentarios vertidos por Fernando Fernán-Gómez en la película La silla de Fernando (¿Todavía no la han visto ustedes?), según los cuales los niños de su colegio le preguntaban al hijo de un “espadín”, ¿Oye, cuando se ”levantará” tu padre?”
Esta equivocación sobre el “enemigo” quizás sea la explicación de una actitud que desmiente cualquier valoración sobre que Azaña fue una “político realista” porque no quiso mirar más allá de la república liberal, la única vía histórica posible según cierta historiografía académica actual. El que quiera saber sobre esta cuestión haría bien en consultar el trabajo Pedro Luis Angosto, José Alonso Mallol, el hombre que pudo evitar la guerra, editado por el Instituto de Cultura Juan Gil-Albert (Valencia, 2007). Mallol era director general de Seguridad en 1936 y dedicó un considerable esfuerzo por tener a las autoridades frentepopulistas al tanto de las maniobras golpistas de Franco, Mola y Cía. y no fue tenido en cuenta. Odiado a muerte por los franquistas, su historia se suponía, pero no ha sido conocida en la amplitud y veracidad que merece hasta la edición de este libro.
Joaquín Maurín conocía estas limitaciones cuando escribió en 1934: “Azaña, reformador militar en período revolucionario, debía haber estudiado lo que en este aspecto ha ocurrido en las revoluciones clásicas, si no para copiar, ya que un revolucionario no debe copiar, al menos para orientarse. Pudo haber recordado cómo Cromwell hizo su ejército, cómo lo hizo Carnot, como lo hizo Trotsky y hasta como lo hizo Pancho Villa. Y habría visto el ejemplo de los grandes ejércitos que, sacados de la nada, acabaron por identificarse con el régimen, ganando formidables batallas”, así inicia Maurín una extensa disquisición sobre el ejército y la guerra en Revolución y contrarrevolución en España (Ruedo Ibérico, París, Ruedo Ibérico, p.73).
Cuando el pueblo en armas detuvo a los “enemigos de la República” de verdad, Azaña fue superado por los acontecimientos, y se mantuvo abrumado por la perplejidad y el dolor en una situación que trabaja e conducir hacia el único puerto que conocía: la democracia liberal. En esto coincidió como en 1931-1933, con la derecha socialista, pero especialmente con los comunistas que se habían olvidado de las propuestas con las se habían formado, y que asumían la política liberal porque concordaba con las pautas de la política exterior soviética que macarían el curso de la otra guerra, la mundial, que se veía venir justamente desde que Hitler accedió al poder…ago de esta actitud de liberal perplejo se trasluce en los comentarios que hará en sus Diarios sobre el caso del POUM, y que están incluidos como testimonios de la crisis de poder en mi libro Un ramo de rosas rojas y una foto. Variaciones sobre el proceso del POUM (Laertes, Barcelona, 2009)…
Así, en su Diario de Guerra se ofrece algunas notas inapreciables sobre todo el caso: …”La policía detuvo en Barcelona a muchos afiliados al POUM, entre ellos Andrés Nin. El motivo era una organización de espionaje. Leí los periódicos que Nin había sido traído a Valencia y que se instruía sumario. Prieto me cuenta que Nin fue trasladado a la cárcel de Alcalá y que allí se presentaron una noche unos individuos, no sé si de la policía o con autorización de la policía, o simplemente “por las buenas” y se lo llevaron. No se sabe dónde estará. Zugazagoitia le ha dicho a Prieto que tiene una pista. Los raptores eran comunistas” (29-junio-37) “De las indicaciones obtenidas así resultó la detención de Nin y de doscientos o más individuos, casi todos del POUM, que no niegan sus inteligencias con los rebeldes. Sobre esto, vuelvo a preguntar por el caso de Nin. Dice el Presidente que una noche se presentaron en la cárcel de Alcalá unos individuos con uniformes de las Brigadas Internacionales, maniataron a los guardianes y se llevaron al preso. No cree, como se ha dicho, que fuese obra de los comunistas. Por supuesto los comunistas se indignan ante la sospecha. Negrín cree que lo han raptado por cuenta del espionaje alemán y de la Gestapo, para impedir que Nin hiciese revelaciones. No parece que lo hayan matado. El asunto ha sido entregado a un juez instructor, para que lo esclarezca.- ¿No es demasiado novelesco? (…) No sería extraño que aprovechasen el caso de Nin. Que Companys finja escandalizarse, como campeón del derecho, después de cuanto ha ocurrido en Cataluña bajo su mando personal, es de un cinismo insufrible” (22-julio-37)
“Le pedí noticias del asunto Nin. Creen ahora, después de las minuciosas pesquisas hechas, que Nin no fue secuestrado, y que se trata de una evasión. Negrín ha recibido la visita de unos delegados de la Segunda Internacional, que venían a hablarle del caso. El secretario –cuyo nombre un poco raro no he retenido- le dijo al Presidente que creían saber que Nin, Gorkin y Andrade habían sido asesinados en una carretera, por un grupo de comunistas, ocupantes de un camión que se atravesó delante del que conducía a los presos. Negrín se lo negó, y como no le viese muy convencido, le dijo: ` ¿quiere usted hablar con Gorkin? ¡Ah! Esto sería magnífico´. `Pues le daremos a Usted un salvoconducto para que lo vea en la cárcel de Madrid´. `No tengo tiempo de ir a Madrid. “Muy bien. Pues haré que traigan a Gorkin y lo verá usted mañana mismo´. Así se lo pidió al ministro de Gobernación, pero la orden no fue necesaria porque ese día Gorkin era trasladado a Valencia habiéndolo pedido así el Tribunal que entiende en el proceso. La visita del delegado extranjero a Gorkin creo que se celebra hoy. A propósito de este asunto llamé la atención del Presidente sobre la feroz campaña que realiza parte de la prensa, pidiendo el castigo inexorable, el escarmiento, el exterminio de todos los acusados. `No se por qué lo consienten ustedes, teniendo la censura. Esa campaña siempre estaría mal; pero, tratándose de gente que está ya sometida a los tribunales es peor. ¿A quién se pretende impresionar? ¿Al Tribunal, al Gobierno, a la opinión? Por grande que sea la capacidad imitativa de los comunistas, aquí no podemos adoptar los métodos moscovitas, que cada tres o cuatro meses descubren un complot y fusilan a unos cuantos enemigos políticos. Supongo que el proceso aun tardará, pero sepa Usted desde ahora, y sépanlo el Gobierno, que no estoy dispuesto a que los Partidos se ensañen unos contra otros ferozmente; mañana fusilando a los del POUM, y pasado a los de otro” (6-agosto-37).
“A última hora he recibido a Daniel Moreno Leguía, antiguo amigo personal, juez de instrucción, encargado del sumario por la desaparición de Nin. De todo lo actuado lleva dos copias y ha consultado siempre sus resoluciones con el Fiscal de la República. Por lo que resulta del sumario, Moreno no puede asegurar si el desaparecido está en secuestro o lo han asesinado, o si está escondido. A lo que parece inclinarse es a creer que la policía lo sabe todo, y no lo dice. Quedan en la policía algunos sujetos poco recomendables, y no precisamente de los más antiguos. Resulta que Nin no estaba preso en la cárcel celular de Alcalá, como creía el Presiente del Consejo cuando me habló del caso, sino en un hotelito de las afueras, en la carretera de Aragón. No le ha sido posible al juez obtener las llaves de la casa para reconocer el local. Las declaraciones de los guardianes de Nin se contradicen” (20-octubre-37)

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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