sábado, mayo 08, 2010

El “Yo acuso” de Zola, y el “caso Dreyfus”: una lectura actual.


Judío rico, de familia de orden, capitán patriota, interesado ante en subir el escalafón… Durante la “Gran Guerra” fue un militar más, uno de los responsables de aquella carnicería.
Leyendo, descubrí que la dudosa calidad humana del personaje afectó a parte de la izquierda que no encontró motivos para no salir en su defensa. El (entonces) socialista René Viviani habló por muchos cuando dijo: “No se habría hecho tanto por un pobre”. También dudó Jaurés, y también “el primer judío que se alzó por n judío”, Bernard Lazare, que en un principio no pudo ocultar su rechazo a defender alguien así.
Este era el hombre. Lazare era escritor judío francés anarquizante (Nimes, 1865-París, 1903), nacido en el seno de una familia hebrea instalada en el Mediodía francés desde hacía siglos Se fue a vivir siendo muy joven en París para acabar los estudios. Atraído por las letras, escribe junto con su primo, el poeta Ephraïn Mikhaël, muerto a los 24 años, una leyenda dramática en tres actos, La novia de Corinto. Después publicó El espejo de las leyendas, selección de cuentos filosóficos más un libro de entrevistas. Su mayor prestigio viene de El antisemitismo, su historia y sus causas (1894), una brillante obra escrita en respuesta a los libros antisemitas de Edouard Drumont. Los que tratan de encontrar un defensor del capitán, llaman a su puerta. Dubita, pero finalmente toma partido. La cuestión es clara: no se trataba solamente de Dreyfus sino de los judíos, porque se le había condenado en tanto que judío.
Poco después, en 1894 Lazares, logró convencer a Emile Zola. Este es un hombre que precede de una tradición conservadora, que había maldecido la “Commune”, pero que gracias a Lazare descubre que Alfred Dreyfus, ha sido condenado a prisión y degradado en un proceso irregular. Sabe que la condena del Consejo de Guerra basada en pruebas falsas, se originó en una serie de encubrimientos en los altos mandos, el verdadero responsable fue absuelto, la opinión pública alimentada por el fanatismo antisemita ratifica el veredicto. En 1897 la valiente denuncia del complot por parte de Zola comienza cobrándose su primera víctima, el vicepresidente del senado Scheurer-Kestner es objeto de una despiadada campaña de calumnias. El texto de la denuncia, el “Yo acuso” de emile Zola, quedará para la posteridad como un ejemplo de honestidad y valentía, como ejemplo de un intelectual que se la juega por la verdad (con el tiempo se descubrió que su muerte fue provocada), y que desprecia los cargos los honores.
En 1898, Emile Zola se enfrenta a la opinión pública y el diario le cierra sus puertas. Zola asume costos y riesgos, ha afirmado 'la verdad esta en marcha y nada ni nadie podrá detenerla'. El capitán Esterhazy, el verdadero traidor, es absuelto y aclamado en una parodia de juicio. Zola dirige una carta abierta al presidente Faure publicada desde el diario L'Aurore el 13 de enero de bajo el título de J'Acusse (Yo Acuso), sus fulminantes efectos dividirán a Francia durante décadas. El diario que dirige George Clemenceau ha puesto en la calle una tirada de 300.000 ejemplares operando al máximo de sus posibilidades y agotando su edición en pocas horas.
El propio Zola es finalmente procesado y condenado a un año de prisión en medio de un clima amenazador y descontrolado enturbiado por la acción de la prensa amarilla, durante seis meses se suceden las instancias de apelación por vicios procesales. Zola, amenazado, perseguido y difamado debe fugarse a su pesar a Inglaterra y es condenado en rebeldía. El escándalo que es seguido por la prensa extranjera trasciende Europa y su causa movilizará durante su destierro forzoso crecientes adhesiones y reconocimientos de franceses y extranjeros. La verdad finalmente no se detendrá, Dreyfus será nuevamente juzgado y condenado a una pena menor en medio de nuevos desórdenes. Las evidencias de la conspiración comienzan a salir a la luz, uno de los conjurados se suicida.
No hay que decir que, al margen de la calidad humana del capitán Dreyfus, su caso puede definirse como la primera batalla contra el fascismo en Europa (los antidreyfusistas serán décadas más tarde los “colaboracionistas” de la ocupación nazi), y fue una batalla ganada por las izquierdas, incluyendo la anarquista y la socialista, aunque en este caso hubo un sector que permaneció al margen. Fue el sector liderado por Jules Guesde que siguió analizando el “caso” como una manera contradicción interburguesa, mientras que el “reformista republicano” Jean Jaurés se colocó en la primera línea dreyfusista junto con los “intelectuales” radicales como Anatole France y Romain Rolland. Más tarde, cuando llega la guerra mundial, Jaurés será asesinado por su radical oposición mientras que el “marxista” Jules Guesde vota a favor de los créditos de guerra.
En sus últimos años, Zola había evolucionado hacia la izquierda, quizás notando “doctrinariamente” ya que siguió defendiendo una cierto “fourierismo” (aunque sobre esto cabría matizar mucho), aunque todo sobresalió por su compromiso “a tumba abierta”, por su intachable honestidad, escribiendo con su acto un “momento en la conciencia humana”, una gesta sobre la que se tendría que dar información en las escuelas, empezando por las de información socialista. Para un buen debate hasta existe una excelente película de William Dieterle, La vida de Emile Zola, con un pletórico Paul Muni, seguramente, la máxima expresión de la izquierda de Hollywood en los años treinta.
Zola fue admirado con entusiasmo por anarquistas y marxistas, según la Kruspkaya, Lenin llevaba siempre su foto en su cartera, y durante los llamados “procesos de Moscú”, Trotsky buscó un émulo de Zola…
En el juicio contra Dreyfus no se le juzgaba en tanto que rico y menos como capitán, se le juzgaba en tanto que judío. En el “caso Garzón” no se le juzgará por lo que García Zapatero más lo valora, se le juzgara por otras actuaciones: las que más han molestado a la derecha que no quiere que se toque la impunidad que siempre ha gozado. Es el Garzón que pidió la extradición de Pinochet molestando a las autoridades (laboristas y conservadoras) británicas, pero sobre todo, se juzga al que ha tratado de investigar el genocidio franquista…
Confundir una cosa con otra es tropezar por dos veces en la piedra de Guesde.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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