sábado, junio 26, 2010

Octubre: la más poderosa imagen de la revolución en el cine


Durante muchos años, sobre todo en los más oscuros de la dictadura franquista, ver Octubre era como un sueño. Por supuesto, su fama había llegado hasta nosotros, aparecía en los libros de cine, pero no había manera. No sé donde escuché que en una universidad (quizás de Madrid), la policía secreta irrumpió en una proyección…Junto con El acorazado Potemkin, ha sido seguramente la película más mítica de la Rusa revolucionaria tato por lo que contaba como por su propia historia ya que sus numerosos cortes fueron como un corte de navaja que separó el tiempo en el que la verdad revolucionaria comenzó a dejar de ser libre…Durante mucos años, sedujo a varias generaciones de espectadores. Recuerdo haber leído el testimonio de un escritor francés en el que describía la presencia fascinada de andré Gide en una proyección, posiblemente amenazada por las autoridades o por alguna pandilla de niñatos fascistas…
Es posible que haya perdido esa aureola mítica, lo cierto es que ya no es noticia. Lo será si algún se restituye el original, pero no parece falible que se encuentren los cortes en un cajón, y quizás menos que en la Rusia de los actuales zares, exista una productora con ganas de operar dicha restitución…El caso es que, por más que el tiempo no hay transcurrido en vano, sería una verdadera pena que las nuevas generaciones “pasaran” de ella, y que se dieran tentativas –muy asequibles por lo demás- para pasarla por escuelas, institutos, talleres militantes o centros de barrios. En el caso de que alguien lo haga, seguramente le podrán servir las notas que siguen...
Al margen de sus finalidades, cada film constituye un reflejo del contexto histórico en que ha sido realizado. Si además este film aborda un tema histórico pretérito, la articulación cine/historia se produce a un doble nivel: el del film como instrumento de análisis y reproducción de un hecho histórico, y también como paralelo reflejo contemporáneo de las circunstancias históricas en el momento de su producción. En este sentido, Octubre (Oktjabr, 1927), de Sergei Mikhailovitch Eisenstein, constituye un caso ejemplar de la citada doble articulación cine/historia, ya que si por una parte aborda -y reproduce- el contexto de la Revolución soviética de 1917, no deja de reflejar también las circunstancias políticas de la Unión Soviética en 1927, tanto a través de su largo y dificultoso proceso de elaboración, como de su resultado final, condicionado por la censura estalinista.
Como es sabido, el primer problema con que se enfrenta todo film de tema «histórico» es el de la reproducción de los hechos en función de la técnica y de las circunstancias de realización disponibles en el momento de rodaje del film. En el caso de Octubre se trataba de un proyecto oficial -de producción nacional- encomendado a un prestigioso realizador con motivo de una o­nomástica: la celebración del X Aniversario de la Revolución de Octubre de 1917.
En 1924, el Teatro Central del Proletkut había lanzado ya la propuesta del proyecto «Hacia la dictadura (del proletariado», que, a lo largo de diversos episodios, debía reflejar el proceso político que conduciría hacia la Revolución; de los ocho films previstos sólo se llegó a rodar el quinto, La huelga, precisamente el primer largometraje de S. M. Eisenstein. Poco después, la Revolución de 1905 fue también objeto de un proyecto cinematográfico oficial, que encargado globalmente a Eisenstein desembocaría finalmente en un único episodio -el motín del acorazado «Potemkin» en Odessa-, que indudablemente llegaría a convertirse en una verdadera obra maestra de la Historia del Cine, entre otras cosas por su capacidad de síntesis histórica. Favorecido por el enorme éxito de El acorazado Potemkin, Eisenstein se dispuso a realizar entonces un film que, dejando al margen las reconstrucciones históricas, analizase el problema contemporáneo de las repercusiones de la transformación agraria en el campesinado soviético.
De ahí nació Lo viejo y lo nuevo/La línea general, que comenzó a rodar -junto a su compañero Grigory V. Aleksandrov- el 3 de julio de 1926. Sin embargo, se acercaba el X Aniversario de la Revolución de Octubre y el Comité Ejecutivo Central encargó a algunos de los más prestigiosos realizadores del país diversos proyectos conmemorativos del evento. Así surgieron Moscú en Octubre de Boris V. Barnet, El fin de San Petersburgo de Vsevolod I. Pudovkin, Octubre de Sergei M. Eisenstein y Grigory V. Aleksandrov, Octubre y el mundo burgués, film de animación escrito por G. M. Boltiansky, y los films de montaje, La gran vía y La caída de la dinastía Romanov de Esther Shub. Ya el 6 de noviembre de 1926, la revista Kino había publicado la siguiente noticia: «Eisenstein y Tissé (su habitual director de fotografía) comenzarán a trabajar el 10 de enero en un grandioso film para el año del Aniversario.
La realización durará nueve meses y el film tratará de los siguientes acontecimientos: los preparativos para Octubre, Octubre en el centro (Petrogrado) y otros lugares, y posteriormente, episodios de la Guerra Civil». Sin embargo, Eisenstein seguía trabajado en aquellas fechas en el rodaje de Lo viejo y lo nuevo, y la propia Kino anunciaba semanas más tarde otro proyecto para Eisenstein -cinco minutos, sobre una huelga en un barco extranjero en la época de la muerte de Lenin-, desvinculándose del proyecto el nombre de Aleksandrov, quizá con la intención de que éste concluyese Lo viejo y lo nuevo. El rodaje de este film se interrumpió, no obstante, el 16 de enero de 1927, y pocos días después Eisenstein presentaba su primer guión sobre la Revolución, que abarcaba de febrero a octubre con un apéndice sobre la Guerra Civil, condensando de este modo su primera idea que incluía además un episodio sobre el Ejército Rojo y otro sobre la reconstrucción del país.
La versión definitiva del guión quedó concluida el 5 de marzo de 1927, después de un minucioso trabajo de recopilación, tanto de datos bibliográficos -entre los que ocupa un lugar destacado la crónica de John Reed, Los diez días que conmovieron al mundo-, personales -Eisenstein se encontraba en San Petersburgo estudiando arquitectura cuando estalló la Revolución- y cinematográficos. Entre éstos, Esther Shub mostró al equipo de Octubre los diversos documentales, rodados en Petrogrado durante los hechos históricos, que posteriormente utilizaría para su montaje La gran vía. Finalmente, con un presupuesto total de 500.000 rubIos, el 13 de abril se inició el rodaje del film, precisamente con las escenas de confraternización entre soldados soviéticos y alemanes, en las que, excepcionalmente, aparece el propio Eduard K. Tissé interpretando el papel de oficial alemán. A partir de ahí las anécdotas se suceden, pero también constituyen un reflejo de las condiciones de trabajo del equipo de Eisenstein en su proceso de reconstrucción de los hechos históricos: la ciudad de Leningrado estuvo literalmente pendiente del transcurso del rodaje de este film y, paralelamente, del de Pudovkin -de tema y características muy similares-, ya que tan pronto era necesario elevar los puentes sobre el Neva como dejara oscuras algunos barrios de la ciudad para suministrar la energía que precisaban los rodajes nocturnos.
También se vieron escenas insólitas, como la majestuosa entrada del crucero «Aurora» por las aguas del Neva con la misma arrogancia que lo había hecho diez años atrás... Para las escenas de masas, como la gran manifestación; de julio o el asalto al Palacio de Invierno, Eisenstein requirió el concurso de miles de obreros y soldados de Leningrado que participaban voluntariamente, recordando la experiencia que, muchos de ellos, habían vivido diez años antes. De este modo se consiguió una verosimilitud tal que la historia y su reconstrucción cinematográfica se mezclan hasta el punto de que el Times de Los Ángeles llegaría a publicar fotogramas de la escena del saqueo de los sótanos del Palacio de Invierno como prueba de «los continuos ataques bolcheviques», invirtiendo así el sentido ideológico que Eisenstein le había concedido.
Sea o no de tema histórico el siguiente proceso de creación de todo film es el montaje. Para Eisenstein éste consistía en un verdadero sistema de atracciones entre las diversas secuencias, suscitando asociaciones de ideas que, en la mente del espectador, crearían el verdadero sentido del film. Octubre era, además, un grandioso fresco histórico para el que se habían rodado 49.000 metros de película; pero de ellos sólo se utilizaron 2.800 para la versión definitiva. En el transcurso de este proceso de selección y manipulación habían intervenido, sin embargo, no sólo el espíritu sintetizador de Eisenstein a través de sus metáforas, sino también la premura para tener listo el film para el día del aniversario y, sobre todo, los condicionamientos políticos de la época para adecuar los hechos de la Revolución de 1917 a la perspectiva que de ella tenía -o quería tener- Stalin en 1927.
El 16 de enero de 1924, en la XII Conferencia del Partido, Trotsky, junto con otros 46 disidentes, había sido acusado por Stalin de entregarse a actividades «fraccionales» y expresar una «desviación pequeño burguesa» en el seno del Partido. Con este acontecimiento se iniciaba la progresiva campaña de desprestigio contra uno de los más importantes artífices de la Revolución, que llevaría a su destitución en 1925 como comisario de Guerra y presidente del Consejo de Guerra revolucionario.
No es de extrañar, pues, que tras la campaña de prensa clandestina impulsada por Trotsky ante la celebración de la XV Conferencia del Partido, el montaje que de Octubre estaba haciendo Eisenstein fuera obligatoriamente condicionado desde el punto de vista del propio Stalin que controló todo el montaje. Trotsky, Zinóviev y otros dirigentes desaparecerían consecuentemente de la versión definitiva de Octubre; sin embargo, en la copia que se estrenó recientemente en España, aparece una escena inédita en anteriores versiones conocidas que muestra la actitud de Trotsky durante la célebre reunión del Comité Central el lO de octubre de 1917.
El 24 de octubre de 1927 se estrenó La gran vía y el día siguiente, aniversario de la Revolución, El fin de San Petersburgo y Moscú en Octubre. El film de Eisenstein no estaba todavía concluido, pero se exhibieron algunas bobinas ya montadas en el Teatro Bolschoi de Moscú. Sin embargo, los rumores suscitados sobre el retraso de la conclusión de Octubre llegaron incluso a provocar una carta explicativa de Eisenstein en la revista Kino del 20 de diciembre de aquel año: «A las historias que circulan podemos agregar: 1) Estamos haciendo dos películas: Antes de Octubre y Octubre. En total 4.500 metros. Esto debe también expresar en cierto modo nuestra situación. 2) De por sí, el trabajo de montaje a realizarse en Octubre resulta sumamente dificultoso, necesita una gran cantidad de tiempo, pues enfrentamos una serie completa de enfoques sumamente complicados y sin precedentes para varias secuencias y temas». No obstante, los planteamientos del realizador eran todavía ingenuos, ya que tras la expulsión de Trotsky del Partido, Aleksandrov atestiguaría que Stalin en persona había visitado el laboratorio de montaje indicando cortes en diversas escenas favorables a Trotsky y de una que mostraba a Lenin bajo «un enfoque insatisfactorio».
Tras estas nuevas manipulaciones el film salió definitivamente de la sala de montaje en febrero de 1928, estrenándose el 14 de marzo de 1928 con un metraje de 2.800 metros y condensado en una única parte que abarcaba de febrero a octubre con la breve inclusión de una única escena sobre la Guerra Civil.
Por otra parte, el estreno del film coincidía con la plena expansión industrial del cine soviético, que en pocos años había visto crecer el número de sus salas de exhibición en proporción geométrica. En estas condiciones, las intelectualizadas metáforas de Eisenstein como método de análisis de los hechos de Octubre chocaron frontalmente con los requerimientos estalinistas de un cine realista y popular. Es lógico, pues, que bajo estos condicionantes la crítica contemporánea soviética expresara su reacción mediante comentarios negativos. De este modo, frases como «Eisenstein no ha conseguido tratar de modo orgánico y auténtico el tema de la Revolución proletaria" (I. Anismov en Vecernjaia Moskva del 9 de marzo de 1928), «Octubre es un fracaso en el mismo sentido que la Revolución de 1905 fue un fracaso, si bien prosperó la de 1917" (V. Shklovsky), o incluso los reproches de Ossip Brick en la revista Lef (abril de 1928) -dirigida por Maiakovsky-, que acusaba a Eisenstein de «considerarse como un genio", contribuyeron a cimentar la mala prensa de un film cuyo reflejo de la Revolución de Octubre -con manipulaciones incluidas- sigue siendo el más exacto de los que se han realizado hasta la fecha, y que sí realmente manifestaba una falta de coherencia orgánica, era por razones muy distantes a los propósitos de los realizadores.
Hemos visto hasta qué punto fue minucioso Eisenstein en la reconstrucción de los hechos, así como las diversas fases de manipulación del film a lo largo de su montaje. Por otra parte valga recordar también tres condicionantes de tipo general de los que ya se ha hablado en párrafos anteriores: Octubre era un film de encargo conmemorativo destinado a un público que no sólo estaba más o menos al corriente de los hechos, sino que mayoritariamente había participado físicamente en ellos. En segundo lugar, Eisenstein era un intelectual y su obra anterior hacía ya prever de antemano que Octubre no sería una mera reconstrucción documental de los hechos, sino su interpretación personal con frecuentes recursos al uso de la metáfora. Finalmente, valga recordar una vez más no sólo la parcialidad ideológica del film motivada por la intervención de Stalin, sino sus obligadas síntesis históricas debidas a las sucesivas reducciones del metraje.
De este modo, abandonando ya la perspectiva de Octubre como reflejo histórico de la Unión Soviética en 1927 y centrándonos en su análisis de la Revolución de Octubre, he creído oportuno desglosar el film cronológicamente a través de tres grandes bloques históricos, separando los dos códigos principales del trabajo de Eisenstein: las secuencias de identificación de los hechos históricos y las secuencias intercurrentes de la valoración eisensteniana de los mismos.
El primer gran bloque histórico de Octubre abarca desde la insurrección de febrero hasta la llegada de Lenin a San Petersburgo en abril. Como ilustración de las huelgas generalizadas desde el 23 hasta el 27 de febrero que condujeron a la caída del zar, Eisenstein ofrece el simbólico derrocamiento de la estatua de Alejandro III en Moscú, en una estética constructivista que aísla el hecho de su contexto histórico, ya que este acontecimiento, en realidad, no tuvo lugar hasta 1921. Otras imágenes valorativas de este período histórico vienen dadas por la contraposición entre la acción de soldados y campesinos con sus fusiles y guadañas en alto frente a las congratulaciones de unos burgueses riendo y un incensario balanceándose. Este mismo motivo religioso enlaza a continuación con la exclamación del Metropolitano de Novgorod: «Largos años al Gobierno Provisional».
Tras esta escena, la Guerra Civil, representada por la secuencia de confraternización entre soldados alemanes y soviéticos en el frente -tema de amplia discusión entre las diversas fracciones revolucionarias sobre la continuidad de la guerra o la posibilidad de una paz pactada por separado por Alemania-, desencadena sus repercusiones económicas sobre el pueblo en forma de secuencias urbanas que tienen como motivo temático el hambre. Consecuentemente, a esta valoración sobre la incapacidad del primer Gobierno Provisional -que contaba con Kerensky como único ministro socia lista-, tras la abdicación de Nicolás II el día 2 de marzo, Eisenstein contrapone dramáticamente la llegada de Lenin a la estación de Finlandia en Petrogrado. En Octubre, un obrero de los Urales llamado Nikandrov encarna la figura del dirigente revolucionario, y la escena está planificada concediéndole un tono casi carismático -focos, banderas y la figura sobre un vehículo blindado que des olla por encima de las masas-, que Eisenstein aprovecha para introducir como discurso una síntesis de los postulados de las «Tesis de abril», que en realidad Lenin no leería hasta el día siguiente en el Palacio Táuride.
El segundo bloque histórico de Octubre se refiere a la insurrección de julio tras la elipsis desde la llegada de Lenin en abril. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que en mayo se había formado ya el primer Gobierno de coalición presidido por Lvov, en el que los socialistas ocupaban seis de las quince carteras y a las que los bolcheviques se oponían a cualquier tipo de participación, y que, el 9 de junio, Pravda -el periódico bolchevique- había convocado una gran manifestación para el día siguiente bajo el lema «Abajo los diez ministros capitalistas», lo implicaba la ruptura del pacto con la burguesía. No obstante, tras una radical polarización de opiniones, el partido bolchevique decidió suspender el acto tras las advertencias del Congreso. Pero, sorprendentemente el 1 de junio fue el propio Congreso quien convocó multitudinaria manifestación en apoyo de los Soviets, en realidad se convirtió en una verdadera demostración de fuerza del Partido bolchevique.
Ante la creciente inflación y la perspectiva de una nueva ofensiva militar parte del Gobierno, se produjo una insurrección popular durante los primeros días de julio, y es en ese momento cuando Eisenstein retorna el hilo cronológico Octubre. Las escenas de masas con sus lemas «Abajo los ministros capitalistas» y «Abajo el Gobierno Provisional", y los mítines en el palacio de la bailarina Kchesinskaia -sede del Partido bolchevique desde marzo de 9917-, con la postura bolchevique sobre el carácter prematuro de aquel levantamiento, son la vertiente documental que el film aporta a los hechos, subrayados por las impresionantes escenas de la represión de la manifestación en el cruce de las calles Sadovaia y Nevski y el alzamiento de los puentes sobre el Neva.
Los barrios obreros de Petrogrado estaban separados del centro por los diversos puentes levadizos que cruzan el Neva y la estrategia del Gobierno consistió en alzar estos puentes para evitar toda comunicación. Sin embargo, Eisenstein aprovechó también estos hechos históricos "ara introducir dos escenas de carácter estrictamente subjetivo. La primera corresponde a la insistencia de su misoginia a través del ataque de un grupo de burguesas con sus paraguas contra un joven manifestante bolchevique. La segunda es la simbología psicoanalítica de los cabellos de la joven rubia deslizándose entre los dos fragmentos del puente y el cadáver del caballo blanco colgando de uno de los puentes, mientras éste va elevándose.
A su vez, las consecuencias de la represión quedan representadas a través de los ejemplares de Pravda flotando sobre el agua, la detención del Primer Regimiento de Ametralladores por su adhesión a la sublevación y el saqueo de la sede bolchevique. Contra ellas, Eisenstein opone la figura de Kerensky -ya primer ministro tras la destitución de Lvov por los hechos de julio-, magistralmente caricaturizado mediante diversas metáforas cinematográficas: ubicación física en las habitaciones de los zares del Palacio de Invierno, mientras saluda «democráticamente» a sus lacayos, analogía por yuxtaposición con las imágenes de un pavo real y de símbolos zaristas, y la genial escena en la que Kerensky -por efectos del montaje- sube innumerables veces las escaleras del Palacio, mientras los subtítulos van jalonando cada ascensión con un nuevo cargo: dictador, jefe supremo, ministro de la Guerra, de Marina, primer ministro, etc.
A continuación, unas breves imágenes del exilio finlandés de Lenin en una humilde choza, sirven como nuevo contrapunto frente a la ostentosa situación del primer ministro en el Palacio de Invierno -vajillas, camas, arañas de cristal, escudos de armas- y también como introducción del ataque del general Kornilov. Definido por su compañero de armas Martinov como «un hombre de nivel medio ordinario desprovisto de perspectivas amplias», Kornilov asumió las inquietudes de la derecha monárquica y se dispuso a asaltar Petrogrado «en nombre de Dios y de la Patria". Octubre ilustra estos hechos con cuatro núcleos metafóricos: iconografías religiosas -campanario de iglesia barroca, martirio de San Sebastián, estatuas de dioses y budas, incensario, metropolitano bendiciendo, etc.- como ilustración del lema de Kornilov y los intereses políticos que representaba; imágenes de hileras de soldados e hileras de vasos de vidrio, tablero de ajedrez sin peones, medallas de recompensas militares sobre un cojín, Kerensky bajo la almohada de su cama como símbolo de la impotencia del Gobierno Provisional, asociada a la simbólica reconstrucción -de nuevo mediante el montaje- de la estatua del zar Alejandro III; la asociación entre Kerensky y Kornilov a través de diversas iconografías napoleónicas como una lúcida trascripción cinematográfica de las teorías de Marx y Engels sobre el bonapartismo, en el sentido de que éste asumiría, en la lucha de clases, un papel semejante al de la antigua monarquía absolutista en la lucha entre los señores feudales y la burguesía; y finalmente las fábricas, grúas, carros, banderas rojas y chimeneas como símbolo de la unión de la clase obrera frente a la agresión militar, que fracasaría gracias a la distribución de armas entre el pueblo.
La derrota de Kornilov sirvió, por otra parte, para unificar las diversas fuerzas de la izquierda frente a la inoperancia del Gobierno Provisional, la liberación de los presos de julio y la confraternización de los bolcheviques con la «división salvaje» de los tártaros de Kornilov, tal como muestra el film.
El último bloque histórico de Octubre está dedicado íntegramente a los hechos de Petrogrado entre el 10 y el 25 de octubre de 1917. Lenin regresó a Petrogrado el 9 de octubre y se presentó al día siguiente en la reunión del Comité Central, afeitado, con gafas y peluca, en contra de la imagen tradicional que de él ofrece el film. En esta célebre reunión, celebrada en casa del menchevique de izquierdas Nicolai Sujanov, tras una discusión de diez horas se aprobó por mayoría la necesidad del levantamiento armado y la celebración del II Congreso de los Soviets el 25 de octubre de aquel año. De la imagen individual -Lenin en el epicentro de la reunión-, Octubre pasa a la dimensión colectiva con la multitud aplaudiendo y votando; a continuación, la llegada del crucero «Aurora» abre las escenas de los días decisivos de la Revolución, que Eisenstein subraya con nuevos motivos alegóricos: La unión de las líneas eléctricas y los raíles del tranvía...El film entra así en su fase final en la que Eisenstein supo integrar magistralmente los diversos elementos de acción paralela: La huida de Kerensky, el asalto al Palacio de Invierno y las sesiones del II Congreso de los Soviets.
Nicolai Kerensky huyó de la capital, tal como muestra el film, protegido por el embajador norteamericano David R. Francis, aunque lo hizo en su vehículo propio y no uniforme, sino con su habitual traje oscuro. Su ausencia en el Consejo de Ministros será posteriormente subrayada por el plano de su sillón vacío yuxtapuesto al coche circulando a gran velocidad. Paralelamente, el Palacio Invierno fue defendido efectivamente por los alumnos -junkers- de la Academia Militar, así como por el Batallón Femenino de la Muerte, cuya descripción cinematográfica -prendas interiores colgadas de los fusiles- insinúa de nuevo la misoginia de Eisenstein. Los soldados bolcheviques de la Guardia Roja iniciaron su infiltra en el Palacio a través de los respiraderos de los sótanos y allí Eisenstein utiliza un nuevo motivo visual con rotura de botellas almacenadas.
Tras el asalto masivo Palacio a través de su patio, Antonov-Ovseienko, antiguo oficial del Ejército Imperial condenado a muerte en arrestó personalmente a los ministros y, en nombre Comité militar-revolucionario, declaró derrocado el Gobierno Provisional. Por último, en el Palacio Smolny vieron lugar las sesiones del II Congreso de los Soviet. En su representación, Eisenstein resalta de forma contundente el enfrentamiento entre bolcheviques y las fracciones moderadas de mencheviques y «eseristas" mediante nuevas alegorías: un anciano se duerme durante un discurso menchevique -imágenes de arpas y una balalaika- y sólo despierta cuando oye la voz de Lenin para aplaudirle entusiastamente; y es una nueva metáfora -esta vez temporal- la que aparece como motivo final: imágenes del Congreso alternadas con diversas esferas de reloj que marcan distintas horas, subrayan la sentencia de Lenin: «La Revolución obrera y campesina se ha cumplido".
Por los múltiples condicionamientos sufridos durante su realización, Octubre ha sido siempre menospreciado cinematográficamente con relación a otros films de Eisenstein. No obstante, el análisis de este film como instrumento de análisis histórico revela niveles de apasionante profundidad que lo sitúan como un ejemplo verdaderamente ineludible en la articulación entre Cine e historia tanto en una dimensión coetánea como en la reconstrucción e interpretación de unos hechos que, por sí solos, vertebran la historia de nuestro siglo.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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