jueves, septiembre 09, 2010

Wilebaldo Solano in memoriam


En una época como la nuestra, de tantas ruinas en la izquierda, es una suerte contar con referentes como el de Wilebaldo, que a los 94 años no sabía lo que era la claudicación.
Esto no quiere decir que fuese una figura granítica, uno de esos “héroes positivos” de algunas películas. Wilebaldo tenía contradicciones, flaquezas y fue en muchos casos, discutido por sus propios camaradas, ¿quién no lo fue?.
El POUM no fue para nada un partido monolítico. En su tiempo de legalidad (1935), coexistieron bloquistas de diversos pelaje (maurinistas, pero también nacionalistas como catalanes como Josep Rovira y Jordi Arquer), comunistas de filiación “bujarinistas”, en particular los de la Agrupación Comunista madrileña como Portela y Gorkin, trotskistas en diverso grado de desavenencia con Trotsky, mujeres que comenzaban a buscar su voz propia dentro de la escuela de Rosa Luxemburgo y Alejandra Kollontaï, rabassaires, sindicalistas de férrea tradición cenetista como David Rey o Adolfo Bueso. Esta pluralidad se mantuvo en la resistencia, Arquer sustituyó a Nin cuando éste fue asesinado, y las diferencias no fue obstáculo para que el partido continuara unido en una lucha clandestina que se prolongó hasta el final de la II Guerra Mundial. Luego llegó la división entre el sector que creyó que ya existía ningún margen entre el comunismo oficial y la socialdemocracia, y fue Wilebaldo el que apostó por seguir en el proyecto en el exilio.
Desde finales de los años cuarenta hasta el presente, Wilebaldo fue el rostro más reconocido del POUM, su secretario general en la estela de Andreu Nin, y también del Joaquín Maurín a pesar de Joaquín Maurín que había iniciado una evolución hacia la socialdemocracia. En el exilio, concentrado en el reducto parisino, el POUM siguió con su bandera levantada a pesar de las diferencias entre “bloquistas” (representados por Pere Bonet), y por los “trotskistas” (cuyo portavoz era Juan Andrade), entre unos y otros se discutían sobre el pasado y el presente, con todas las brumas del desarraigo, y entre unos y otros, unos pocos que obraban con voluntad de síntesis como el entrañable “Quique” Rodríguez, el que había sido el hombre del POUM en el Madrid asediado (o sea, el primer sector del POUM golpeado por la furia sectaria), pero sobre todo Wilebaldo Solano que no era ni “bloquista” ni “trotskista” aunque sabía apreciar a unos y a otros, y que tenía su propia opinión sobre todo.
La suya era una opinión “marxista unificada”. Era un poco la voz de Pere Bonet, Carmelo Rosal, Teresa García y Juan Andrade, de Julio Gil y Teresa Rebull, de todos un poco. Su identificación con el historial y el personal del POUM era tan intensa que, a pesar de la enemistad que le profesaba Victor Alba, contaba Pelai que no pudo evitar el llanto cuando supo de su muerte.
No era por casualidad que Wilebaldo era el más joven dirigente del partido, un estudiante que había crecido a la sombra de Maurín primero, y de Andreu Nin después, y Wilebaldo era del POUM. “El POUM seguirá mientras yo viva”, nos decía, y allí siguió en todas las batallas: XX Congreso del PCUS, la revolución húngara de los consejos obreros, debates con Claudín y Semprún, encuentros y aproximaciones con la izquierda del Frente de Liberación Popular, debates históricos sobre la guerra y la revolución con Pierre Broué, sufriendo los arañazos de las ingratas desavenencias trotskistas francesas, en la emergencia e nuevos grupos como Acción Comunista, en la creación de “Tribuna Socialista” …Wilebaldo era el pasado y el presente del POUM, alguien con el que se podía debatir sobre ml cosas en un encuentro en las proximidades de la Bourse que podía comenzar con estas palabras: “Sólo tengo cinco minutos para tomar un café contigo”…Wilebaldo era como un libros de libros, y te fascinaba aunque no estuvieses de acuerdo con él, lo que también solía ocurrir.
Era habitual que hablara del libro que estaba preparando o qué tenía que escribir, pues bien ese libro llegó, aunque fuese tarda, se llama El POUM en la Historia, y forma parte de todas nuestras bibliotecas.
Wilebaldo conocía de primera mano a todo el exilio republicano, había tenido amistad con buena parte del personal más reputado (¿qué me vas a contar de Claudín que estuvo ahí donde estas tú para discutir sobre la posibilidad…?), conocía por supuesto a toda la CNT, y de ahí que en el local de la Rue d d´Aubriot habían libros anarquistas como los habían de Ruedo Ibérico que estaba dos puertas más allá aunque José Martínez nunca aparecía…¿Qué le iba yo a contar del socialistas;, ayer tuvo una charla con Rodolfo Llopis, sí quieres hablar con ellos pregunta por Arsenio Jimeno en el local de la UGT y dile que vas de parte mía, había participado en oda clase de actos, debates y mítines con la personajes de la izquierda radical francesa, con algunos de sus más reconocidos intelectuales, te contaba lo que Albert Camus había escrito sobre el POUM, como conoció a Benjamin Peret, también conocía a buena parte e la izquierda socialista británica comenzando por Ernest Bevan, y siguiendo con Michael Foot. Hablaba de Orwell a través de todo lo que le habían contado. Wilebaldo además leía de todo, estaba al tanto de todo.
Lo cierto es que a los que acabábamos de llegar a estas historias, nos abrumaba…Eran los tiempos del mayo del 68, y el POUM nos parecía a su lado una historia más bien lejana. Sin embargo, la relación se mantuvo, por ejemplo en las elecciones de Junio de 1977, cuando el POUM, el “poumito” al decir de Wilebaldo tomó parte en el cartel que unía a la LCR, la OIC y Acción Comunista. Los que tienen memoria del acto que las FUT (Frente Unido de Trabajadores) se realizó en Barcelona, rememoran muy especialmente el elogio a la lucha por el socialismo con que les obsequió Wilebaldo Solano. Muchos, por no decir la mayoría, de los jóvenes que andaban por allí, abandonaron o postergaron el activismo, pero Wilebaldo siguió en pie. Así hasta que hace dos días asistía lleno de entusiasmo a la inauguración de la Biblioteca Andreu Nin, situada donde el POUM había tenido su local guante la guerra. No solamente siguió ahí a pesar de que o le faltaron ofertas para ocupar un lugar en el mundo de las instituciones en las que sin duda, habría sido homenajeado. Siguió creyendo en lo mismo que cuado encendía con sus discursos el aula de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, algo que algunos de entonces recordarían siempre como pude comprobar al conocer al doctor José Mª Zabala, que había sido su compañero de pupitre. Siguió pero mirando hacia delante, y así lo demostró el día en que, con ocasión de un acto de homenaje celebrado en el Ateneo, respondió briosamente y con todo lujo de detalles a una pregunta sobre la lucha de clases en Francia.
Wile, ha sido un privilegio para todos nosotros conocerte y tenerte como camarada y amigo.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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