domingo, octubre 17, 2010

Gastón Leval o el anarquismo antimarxista


El franquismo significó un socavón abismal en la memoria popular, y también lo fue la Transición. No ha sido hasta fases muy recientes que se está dando una recuperación que, por supuesto, abarca todos los colores de la libertad y el socialismo. De una historia que hay que mirar con respeto y afecto, pero también críticamente. Sin duda, el aspecto más inadmisible de dicha historia ha sido el oportunismo (las personas o grupos que han escalado en nombre de una lucha que no estaba encaminada a su provecho personal, sino al avance de todos y todas), pero también resulta inadmisible el sectarismo, el desprecio por las demás corrientes. No hay que decir que esta infección se vistió con nombres muy diversos, con la del marxismo por supuesto, pero también con la del anarquismo…
Seguramente uno de los personajes de la historia libertaria más inclinado hacia el sectarismo ha sido Gastón Leval (a) de Pierre Piller, sobre el que ofrecemos a continuación algunos apuntes biográficos que dejan constancia que fue un personaje de una gran envergadura moral y militante…
Gastón Leval o Pierre Pille fue entre otras cosas, prófugo, internacionalista, «experto» en fugas, militante anarquista en Francia, España y Argentina, y teórico, tenía como nombre de pila Pierre Piller, aunque utilizará en su larga vida militante numerosos alias como Felipe Montblanch, Josep Venutti, Benito Gómez, Silvio Agreste, etc (París, 1895-1978). Era hijo «ilegitimo» de un antiguo comunero —de lo que se sentía muy orgulloso—, y de una portera, en otra época ociosa señorita. Sus años de infancia recuerdan a los de Rimbaud, su madre lo maltrata constantemente. Tiene 14 años cuando toma contacto por primera vez con el anarquismo a través de una manifestación para protestar por el asesinato de Ferrer i Guardia. Tres años más tarde ingresa en los rangos libertarios, ya los 19 años se niega a participar en la Gran Guerra «para no traicionar» sus ideas. Llega a Barcelona en 1915 donde contacta con otros prófugos y con el movimiento anarquista catalán. Ulteriormente marcha a Zaragoza, donde comienza a militar con la CNT y escribe sus primeros artículos en castellano. Intenta regresar a Francia, pero no puede. Se instala de nuevo en Barcelona donde trabaja como ayudante de calderero.
Después de un nuevo intento de volver a Francia, regresa nuevamente a Barcelona donde desarrolla una frenética actividad intelectual en la prensa libertaria, en particular en Guerra Social, donde sustituye a Carbó en la dirección. Detenido en Valencia, aprovecha la oportunidad para hacer de la cárcel «su universidad», lee y discute intensamente. Como miembro de la Federación de Grupos Anarquistas de Barcelona es elegido para integrar la delegación cenetista que marcha al Congreso de fundación de la Internacional Sindical Roja. Aunque simpatizaba con la revolución, Leval desconfía desde un principio de la gestión bolchevique, En Moscú conecta con antiguos sindicalistas y anarquistas, y con el movimiento anarquista autóctono. Se empeña con vigor en conseguir la libertad de Maximoff y otros anarquizas presos y por ello discute y polemiza con Lenin y —muy agriamente— con Trotsky.
Al regresar publicará una de las primeras andanadas anarquistas contra el bolchevismo en Le Libertaire con el título Cosas de Rusia (incluido por Daniel Guerin en, Ni Dios ni Amo, t. II). Esta experiencia será determinante en su viscelaridad antimarxista, manifiesta especialmente en su libro La falacia del marxismo (Ed Mexicanos Reunidos, México, 1967), en donde establece una descalificación de esta corriente sin matices de ningún tipo entre Marx-Lenin-Trotsky con Stalin, como tampoco las hay entre el totalitarismo de izquierda y el de derechas. Así escribe en el prefacio que no es de extrañar que «ciertos servidores» de la dictadura franquista se hagan del PCE, porque como ya ocurrió en Italia, «al derrumbarse el fascismo, buena parte de las masas amaestradas por Mussolini se adhirieron al PCI, pues acostumbradas a obedecer servilmente, o con entusiasmo, a agruparse en forma gregaria, a desfilar profiriendo slogan, a comportarse como rebaños automatizados, no podían sino pasar de una dictadura a otra: simple cambio de etiqueta». Por estos razonamientos, Leval ha sido constantemente calificado de «profético» dentro del anarquismo y por los mismos rechazó virulentamente las tesis sobre el marxismo libertario expuestas por Daniel Guérin.
En los años veinte, armado de una cámara fotográfica y de un enorme trípode, Leval recorre los caminos del norte de la península como fotógrafo ambulante y recoge material sobre las condiciones socio-económicas en vista a desarrollar sus trabajos sobre la vía económica para la revolución que viene. En La Coruña trabaja como maestro racionalista. Se casa en esta época. Bajo la dictadura de Primo de Rivera, sin trabajo ni medios de subsistencia, desmoralizado, decide «dar el salto» y emigra a Argentina en 1924. Pronto se ve envuelto en la vida interna de la FORA que vive la crisis de su decadencia. Leval se asombra como en nombre de los clásicos del anarquismo se puede hacer inquisición, y reconocerá que fueron los enfrentamientos sectarios los que motivaron la ruina de este sindicato tan poderoso en otra hora. En Buenos Aires trabaja como periodista, como profesor de francés, escribe para la prensa argentina y española y publica dos de sus libros más reconocidos: Precisiones sobre el anarquismo y Los problemas económicos de la revolución española (1932). Se plantea la cuestión del carácter puramente negativo del término anarquista, y trata de desarrollar un pensamiento constructivo cuyo principal punto de referencia es La ayuda mutua, de Kropotkin.
Durante la revolución y la guerra de España, Leval recorre incansablemente las zonas de Levante y Aragón, con la libreta en las manos investigando sobre el terreno los datos que le servirán para escribir Colectividades libertarias en España (Aguilera, col. Anatema, Madrid, 1977). Leval analiza el fenómeno revolucionario de las colectividades en un vaso cerrado, o sea al margen del contexto socio-político-militar en que se sitúa y desde una concepción plenamente optimista. Llega al extremo de afirmar que esta «era una revolución incomparablemente más profunda que cuantas le han precedido en la Historia». Su principal interés radica en que facilita datos preciosos sobre la organización y conducta de las comunidades instituidas en Graus, Binéfar, Braga, Mas de las Matas y otros puntos de ambas zonas, y explica los «mecanismos» de expropiación de las tierras e industrias, y el establecimiento del salario familiar, de las cooperativas, de los vales de alimentación, de los almacenes comunales. Durante los acontecimientos bélicos, Leval trata de crear un consejo técnico para la CNT-FAI, insistiendo sobre la necesidad de respetar al pequeño propietario y las creencias religiosas de las masas.
Se siente muy a disgusto con la participación gubernamental anarquista —el no haber tenido nada que ver con ningún gobierno será siempre su principal blasón—, y se muestra tempranamente convencido —desde la caída de Málaga— de que la derrota era inevitable y trata de salvar lo que considera fundamental, las experiencias constructivas de la revolución. De regreso a Francia, las autoridades desempolvan viejos expedientes y lo persiguen. Vive semiclandestinamente hasta que en 1949 tiene que refugiarse en Bélgica. Amnistiado dos años después, vuelve a Francia y se dedica a su propio periódico, Cuadernos del Humanismo Libertario, desde el cual insiste en la naturaleza constructiva de su anarquismo y en la idea de que la revolución ha fracasado y que hay que poner mayor énfasis sobre la evolución gradual. Hasta el final de sus días mantiene la antorcha, fustigando con duras polémicas a otros anarquistas entorno a diversos temas, por ejemplo la revolución cubana la que negó apoyo desde un principio, y cerrado en banda contra las nuevas orientaciones anarquistas de la juventud contestataria.
Para una aproximación biográfica suya, ver el nº 1 de Historia libertaria, el nº 7 de Bicicleta así como la entrevista aparecida en nº 46 de Tiempo de Historia. Otras obras suyas: El prófugo (1933), Conceptos económicos del socialismo libertario; Poetas y literatos franceses; Contra la guerra; El mundo hacia el Abismo; Elementos de ética moderna; Civilización libertaria; El Estado en la historia (ZYX, con prólogo de Florentino Iglesias), El insumiso, El socialismo libertario. Los caminos del socialismo… En francés: L'indispensable revolution (1948), Le comunisme (1950), Pratique du socialisme libertarie (1959), L'énfance encroix (1961), Rus et torrents (1967), La pensée constructive de Bakounine (1976), Genése et réalité historique de l'Etat. En italiano: Né Franco né Stalin, La revoluziones sociale en Italia, L´attivitat sindicale nella transformazione sociale.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

No hay comentarios.: