martes, abril 12, 2011

Veintisiete Letras edita Memorias de un revolucionario, de Victor Serge


Con esta edición, se cumple uno de los mayores sueños de los amigos de Victor Serge, que cada día somos más. Era un viejo sueño de los Fundación Andreu Nin (FAN) que recibimos con entusiasmo la noticia de su reedición en la editorial siglo XXI, siguiendo la traducción del poeta republicano Tomás Segovia, lo cual ya era un atractivo añadido, aunque todavía quedaba otro: las ilustraciones de Vlady Serge, que falleció poco después. No pudo ser, Siglo XXI de México no llegaba al Reino de España, y el proyecto de una adquisición de ejemplares por parte de la FAN resultaba demasiado costosa…
Entre tanto, nos empeñamos en auspiciar otras ediciones, y llegó la Destino de una revolución, aparecida el año pasado en una bella edición de Libros de la Frontera con un prólogo de Wilebaldo solano, poumista como Serge, y con un epílogo que recogía las últimas reflexiones de Serge sobre la revolución rusa, su revolución, en la que fue bolchevique desde 1917, cuadro del Ejército Rojo, miembro destacado de la Internacional Comunista, escritor, autor de obras tan estacadas como El año uno de la revolución…, y Petrogrado en peligro, amén de uno de los hombres claves de la Oposición de Izquierda llamada “trotskista”, y luego prisionero de stalin, liberado gracias a la enorme campaña impulsada por sus amigos de la Oposición internacional, y de un buen puñado de escritores de todo el mundo, sobe todo franceses (Gide, Malraux, Marcel Martinet), y muy especialmente por los surrealistas. Todos estos detalles serían tergiversados y retorcidos por Susan Sontag en el prólogo que dedicó a la edición de El caso Tulaev que editó Alfaguara, demostrando como una autora del talento y de la grandeza de susan puede pesar su sectarismo anticomunista.
Finalmente, Veintisiete Letras que ya había editado obras marxistas tan sobresalientes como la Historia de la revolución rusa, de Trotsky, y los Cuadernos de cárcel, de Antonio Gramsci, con el que, por cierto, Serge tuvo una gran amistad, y prueba de ellos es una foto de ambos junto con Vlady de niño, y que fue realizada en Italia, en la clandestinidad, y poco antes de la detención del comunista italiano, ha hecho posible lo que hasta ayer no era más que eso, un sueño.
Por lo tanto, se puede decir que esta hermosa publicación es como un regalo, por su importancia pero también por tratarse de una edición especialmente cuidada que, como es marca de la casa. Contiene además un prólogo y notas de Jean Riere traducidos de la edición francesa. Riere añade también un anexo, Mi ruptura con Trotsky, que añade al volumen un toque polémico sobre el que ya nos extenderemos en una próxima ocasión. Digamos de entrada que Riere da a conocer las razones de Serge, y en las que la actitud sobre el POUM, fue una piedra de toque, pero no explica las razones de Trotsky, que las tuvo aunque fuesen en parte equivocadas. Tampoco explica que Serge escribió al final de su vida una biografía de Trotsky de acuerdo con la viuda de éste, Natalia Sedova, una obra que queda entre las pendientes de Serge del que no tardará en aparecer una traducción de sus Poemas, y una edición ampliada de Literatura y revolución…
Llegados aquí, quizás toque deir cuatro cosas sobre su autor,
Victor Serge (Victor Napoleón Lvovich Kibalchich, Bruselas, 31-12-1890- México DF , 1947), hijo de exiliados rusos huidos de la tiranía zarista, su infancia de miseria queda simbolizada en la muerte de un hermano por hambre. Autodidacta, su familia le transmitió la avidez por el estudio y una inquebrantable conciencia social. Pronto su espíritu crítico lo llevará a la militancia, primero en el movimiento obrero belga, luego en el anarquismo francés, con su fracción más combativa y violenta, por lo que sufre persecución y cárcel, capítulo de su vida que narrara en una de sus obras más conocidas, Hombres en prisión, cuya edición rusa estaba a punto de salir a la calle cuando fue detenido.
Se encuentra en España en 1917, en plena huelga general de agosto, publica artículos en Tierra y Libertad y participa en la fallida insurrección de Barcelona. Será amigo de Ascaso, Durruti, Nin, Seguí, de todo lo cual hablará en otro libro “editable”: El nacimiento de nuestra fuerza, un auténtico clásico…
Al triunfar la Revolución rusa de Octubre del mismo año viaja a Petrogrado y se une a los bolcheviques. Participó en la fundación de la Internacional Comunista, colaboró con el presidente Zinóviev y fue miembro del Consejo de Comisarios del Pueblo de la Comuna del Norte. Realizó distintas labores como periodista y traductor en varias lenguas. Sin embargo, su independencia intelectual y sus valores libertarios lo llevan pronto a denunciar la creciente dictadura burocrática, y se erige como uno de los portavoces de la Oposición de Izquierda de la que será uno de los representantes intelectuales más reconocidos internacionalmente. Es deportado a Orenburgo entre 1933 y 1936, y conocerá buena parte de los anillos concentrionarios del estalinismo. Por fin puede abandonar la URSS rumbo a Francia, junto a su esposa e hijos, gracias a las campañas internacionales de apoyo. A partir de entonces, se empeñará en narrar la tragedia de la Revolución rusa, de escribir sobre “su destino”, aunque sus testimonios no serán reconocidos en aquel entonces más que por una minoría.
Buena parte de su obra comenzó a ser vertida al castellano desde finales de los años veinte, y lo volverán a ser en los años setenta. Serge escribió por igual ensayo, novela y poesía, tradujo al francés a Trotsky, Biély, Lenin, Maiakovski…En 1941 tiene que huir de la Francia ocupada por los nazis y se traslada a México, en compañía de Benjamin Peret y de la gironina Remedios Varo, y en el tiempo que sigue escribirá obras tan importantes como estas memorias, tan auténtica y detallada como la autobiografía de Trotsky, y una testimonio inexcusable para atravesar una trayectoria que va desde el anarquismo al marxismo sin dejar nunca de mantener una fuete coherencia interior donde fallece el 17 de noviembre de 1947. Su edición nos ayudará en la tarea de difundir su legado, y ojaló que no tardemos mucho en editar la biografía que le dedicó la historiadora norteamericana Susan Weissman

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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