domingo, junio 12, 2011

La única lucha que se pierde es la que se transforma (Parte II)


"nadie es profeta en su maceta”
(aforismo implicado)

El tiempo pasa y nos estamos volviendo viejos. Ojalá yo fuera como el diablo, que sabe mas por viejo. No estoy seguro de esa sabiduría que los tiempos siembran. Si es cierto que cosechas lo que has sembrando, también debe ser cierto que yerba buena siempre muere. Para que esa muerte y esa sangre nunca más sea negociada, deberemos hablar de todas las sogas en las casas de todos los ahorcados. O sea: un análisis de la implicación colectiva. Es lo que intentamos conseguir más de 50 compañeros, entre alumnos y docentes, cuando convocamos a 5 reuniones para construir el DETI: Dispositivo de Elaboración del Trauma Institucional. Ese fue el diagnóstico situacional que aventuré en esos días de confusión, dolor y profunda tristeza, donde era imposible saber por quien doblaban las campanas, desde la desvinculación como director académico de la Universidad de Vicente Zito Lema. Primero enfatizar la dimensión institucional. No era cuestión entre personas (en este caso concreto Vicente Zito Lema, Sergio Shocklender) sino entre lógicas incompatibles. Formas de producción de subjetividad que pudieron sostenerse cercanas, pero nunca unidas, desde la explícita asunción del rol de mediadora intermediaria conciliadora que Hebe de Bonafini por derecho propio ejercía. Esa cercanía era una forma de tomar distancia, como en la escuela primaria, o en los términos de la psicología social, una disociación operativa. Hasta que un factor desencadenante, arrasó con la lógica de la coexistencia no pacífica, no armoniosa, pero al menos con cierta elegancia, de esas lógicas incompatibles. Es importante señalar ese momento de clivaje en la profecía fundadora de la Universidad Popular. Siempre la pensamos y la mostramos como de Lucha y Resistencia contra las otras universidades, tanto las mal llamadas públicas, que apenas son estatales, y las privadas, tanto laicas como confesionales. Era una Universidad que prolongaba, amplificaba la lucha de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Y sostuvo muchos años el trípode la implicación; la coherencia, que es la ausencia de contradicciones entre el decir y el hacer, entre el pensar y el sentir, la consistencia, que es sostener la coherencia en el tiempo, y la credibilidad, que es el efecto en la subjetividad individual y colectiva de la coherencia y la consistencia. Las Madres sostenían una verdad rebelada, la verdad que surge en la rebelión contra todas las formas de opresión. Ese origen, que es de lucha y de enfrentamiento, no admite el pensamiento único, ni el dogma político, ni siquiera alguna forma de subordinación que apele a un imaginario valor. Las Madres, todas las Madres, son la referencia necesaria para pensar que el terror se impone por su propia lógica de crueldad y exterminio pero también por las formas encubridoras de caracterizarlo y los pactos perversos que se generan.. En esos tiempos, me venía a la mente una estrofa de una hermosa poesía de Leopoldo Lugones, el mismo que luego alabara la hora de la espada. “Y al dar a la niña inquieta, la reconquistada flor, en la persiana discreta, sintióse héroe y poeta, por la gracia del amor”. La gracia del amor a las Madres nos convertían a todos en héroes y poetas y si eso no era el paraíso encontrado, al menos yo no conocí otro en toda mi vida. Pero el amor, nos enseña Freud, nos vuelve débiles y dependientes del objeto amado. Y cuando el amor transforma un ideal en idealización, entonces podemos hablar de los amores que matan, que no estoy tan seguro que sean los que nunca mueren. En ese momento, en ese preciso momento, ya no fue suficiente abrazar a las madres de la plaza. Cuando se tensa el conflicto entre ética y amor, los que elegimos la ética no quisimos seguir disociando porque había dejado de ser operativo. Las notas que Zito Lema escribió en febrero 2003 determinaron una escisión. Y las Madres eligieron por Sergio Shoklender. No hubo escucha alguna a todas las voces que pedían discutir, pensar, confrontar, los dichos del Director Académico. Se convocó a una reunión para informar del alejamiento y decidir como se seguía, pero sin autorizar el debate sobre la denuncia que valientemente se había presentado. Esa reunión, y quedan testigos presenciales, fue con un alto nivel de violencia simbólica y real, como la que sufrió el corajudo Alberto Lapolla. Fue el 25 de Marzo y me pude ir, sin huir, argumentando que era el cumpleaños de mi hijo Federico. Lo que además de ser cierto, era lamentable, no por mi hijo, sino por deplorable estado que tenía el padre de Federico cuando llegó. Sin Vicente en la Universidad, varios pudimos sostener lo que las Madres nos habían enseñado. Luchar y resistir. Curiosamente, las reuniones de alumnos eran mal vistas. Se implantó un estado paranoico, donde se había dejado de pensar para solamente dedicarse a acusar. En ese momento, la única disponibilidad simbólica que había era Bradén o Perón, perdón, Hebe o Vicente. En el orden que se prefiera. Haber enfrentado a Sergio fue tomado por las Madres, en especial por Hebe, y por muchos docentes y pocos alumnos, como un ataque artero y traidor a las Madres. Y allí quedó sembrada la semilla de una yerba mala: Hebe y Sergio eran lo mismo. Enfrenar al Uno era traicionar a Todas las Madres. Pero eso, siendo malo, al menos para un pensamiento libertario, un pensamiento no dogmático, y para decirlo directamente, un pensamiento de izquierda, no fue lo más malo que ocurrió. Cuando Néstor Kirchner se declara “hijo de las madres”, el escenario sufre una inesperada mutación. La alquimia entre “derechos humanos y capitalismo serio” fue la piedra filosofal de una etapa que ni el más cabezón de los cabezones hubiera imaginado. En una jornada de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre dije que asociar al kirchnerismo con un gobierno de los derechos humanos era un delirio. En el sentido que era erróneo, no pasible de crítica y con capacidad de condicionar la conducta. En todo caso, si realmente era defensor de los derechos humanos, era una comprobación a posteriori del mandato cumplido, pero nunca un a priori. Insisto: lo delirante tiene que ver con una afirmación que solo se sostiene en si misma. Al no haber ningún antecedente consistente, era cuestión de esperar 4 años y ver que pasaba. Sin embargo, todo delirio tiene un núcleo de verdad. Y ese núcleo de alta consistencia fueron las Madres, a las cuales alguna vez las describí como territorio fundador, para diferenciarlas de las Madres de la Línea Fundadora. Esa fue la piedra sobre la que se construyó la iglesia del kirchnerismo. En un trabajo escribí que Néstor Kirchner era el Constantino de los derechos humanos, porque había logrado capturar para la lógica del Estado al colectivo revolucionario de las Madres. La travesía institucional dio paso a una autopista de varios carriles. En alguno de ellos comenzó a transitar la Fundación Madres de Plaza de Mayo (recordemos que en el 2003 era Asociación) y luego la Fundación Sueños Compartidos. De Director Administrativo de la Universidad Popular, en la cual nunca había un peso (comprábamos tarjetas “la llama que llama” para poder usar los teléfonos) a Apoderado de la Fundación, hay algo mas que el progreso del laborioso trabajo. Hay lógicas parásitas, de enriquecimiento ilícito pero legitimado. La tapa de Barcelona tiene desperdicio, pero no tiene piedad: “como hizo un parricida, maltratador, portador de arma, millonario y jugador para hacerse pasar por un luchador de los derechos humanos” Como el cartero llama dos veces, nuevamente el núcleo de verdad fueron las Madres del territorio fundador. En la serenidad que las pasiones nunca permiten, lo que tenemos que analizar es nuestra propia implicación colectiva cuando sostenemos ambos delirios. En el 2003 hubo una advertencia, pero la gran mayoría de la intelectualidad argentina, capturada por los Congresos de Salud Mental y Derechos Humanos, no quiso escuchar. A Hebe rogando y con Sergio facturando. Ese Congreso, importante por quienes asistían, de todos modos era el fetiche que desmentía el horror de la denuncia de uno de los mas comprometidos defensor de los derechos humanos. Y ahora, en el 2011, con la evidencia obscena en la mirada de todos, es el Estado el que arremete con la desmentida y nuevamente naufraga el pensamiento crítico porque la teoría de los dos demonios resucita: Sergio y Pablo son expulsados. Seguramente Fatala desconoce mi aforismo implicado: “el escándalo es la cara visible de la hipocresía”. Nadie se puede despegar del escándalo, a menos que vaya por mas hipocresía. Muchas veces he soñado con volver a mi querida Universidad Popular, aquella que contribuí a fundar en un remoto año 2000. Ahora, en el proyecto de la Universidad de los Trabajadores en IMPA, algunos de esos sueños se hacen posibles. Pero cuando un sueño se va, y sobre todo cuando el sueño es nuestro amigo, sigue quedando un espacio vacío. Quizá vivir sea en parte eso. Sostener el horror al vacío, y seguir soñando para no vaciarnos. Y no abandonar ninguna lucha, porque cuando se destruye su nivel fundante, entonces esa lucha no sabemos hasta donde se transforma. Y no siempre es fácil volver desde el otro lado del espejo. Y nuestro consuelo, como no necesita el mal de muchos, nunca será el de los tontos. Ni el de los traidores. El único consuelo que a mi al menos me queda, es pensar que, en algún tiempo y en algún espacio, volveré a reencontrarme con “la otra Hebe”.

Alfredo Grande (APE)

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