jueves, agosto 11, 2011

El fracaso del mito de las transiciones democráticas chilena y española


Los colaboracionistas no dudaron un instante, el perdón y el olvido por parte de las víctimas, y la impunidad para los represores formaron los cimientos de las mitificadas transiciones democráticas en Chile y España, los torturados, los exiliados, los encarcelados serian guardados en un closet para dar paso a la vida democrática y ante ese engaño muchos fueron los oportunistas que se sumaron al nuevo carro ganador, los antiguos represores corrieron a investirse de una armadura llena de desmemoria, jamás hicieron nada, de nada estaban conscientes y encima resultaban ser demócratas de toda la vida, si colaboraron con las dictaduras fue solo para salvar al país de algo mucho peor, el comunismo.
Muchos más vieron la oportunidad de acceder a posiciones de poder y con rapidez escondieron las banderas rojas y malbarataron las bibliotecas marxistas, adelantados a su tiempo, en la España de los setentas y el Chile de los años ochenta precedieron la desbandada que se daría con mayor intensidad luego de los años de la caída del muro y el colapso de la Unión Soviética, en ambas transiciones, además, cambiaron a Marx y Engels, por Bernstein y Keynes con una velocidad pasmosa, y ya desde entonces arrancaron la campaña destinada a presentar a los más tercos como un grupo de nostálgicos incapaces de evolucionar, como si el venderse al mejor postor y prostituir las ideas a cambio de un cargo público fuese seña de progreso mental; los sectores más reacios a ceder y a olvidar quedaron arrinconados, una vez más los cobardes y traidores fueron muchos más.
Pero investir de legalidad la desmemoria no funciona así de fácil, por arte de magia no se olvidan los rencores, como igualmente los fascistas no abandonan sus viejas prácticas, mientras unos se ocupan de dar continuidad a los aparatos represores de las dictaduras, los demás administran el estado, los traidores autonombrados “socialistas” se suman a las filas de los nostálgicos de Franco y Pinochet, juntos forman la nueva clase política encargada de que todo en el fondo continúe igual, algunas tibias reformas, libertades para votar, de asociación y paremos de contar, que la existencia numerosa de marcas electorales o comerciales no se traducen en beneficios para los de abajo, así como eliminar la censura de índole sexual en la tv no aplica en la información.
Los mapuches sufren hoy la represión al igual que en los días de ese error de la naturaleza conocido como Pinochet, y en Euskal Herria las libertades políticas que permitan a los vascos decidir por sí mismos su futuro dentro o fuera del estado español sigue tan negado como lo era en tiempos de Franco, democracia sí, pero sin cambios sustanciales, o mejor dicho una democracia acotada, una farsa, misma que a poco va siendo desmontada, cada día más se dan cuenta de que esta gentuza solo finge tener diferencias ideológicas, pero en realidad son lo mismo, derecha e izquierdas institucionales cuidan los mismos intereses.
Es en esta realidad que se desarrollan un par de movimientos sociales, indignados en la península y estudiantes en Chile, ambos con bastante fuerza, el chileno más fuerte que el ibérico; Los indignados básicamente cuestionan el modelo político y económico, además de a la clase política española, pero no profundizan ni estructuran, tanto sus demandas, como sus propuestas y ni siquiera su accionar, y aunque esa particularidad da al movimiento una característica que dificulta su contención o cooptación también puede ser el principal factor de dispersión, en ese sentido urge una radicalización como la que ya mostro un sector que ha comenzado a solidarizarse con quienes se encuentran en peligro de desahucio.
En Chile el poderoso movimiento estudiantil mantiene en jaque al gobierno conservador de Piñera con demandas claras y bien estructurado, ha demostrado que pese a la represión y el desprestigio al que ha sido sometido por los principales medios chilenos de comunicación, se ha conseguido construir un frente en el que estudiantes, padres de familia y maestros convergen; si ese frente pudiera extenderse al sector obrero, incluidos los mineros, podría darse el caso de que el modelo educativo neoliberal llevado al extremo se convierta en el detonante de la segunda revolución chilena.
Al final ambos movimientos dejan al descubierto no solo los efectos de la crisis capitalista que se extiende por todo el planeta, si no particularmente devela como las estructuras heredadas por las dictaduras se mantienen, no solo incólumes si no fortalecidas, además de mostrar en forma principal la inutilidad del modelo centrista, repetido hasta el hartazgo en Latinoamérica, que pretendía eliminar los radicalismos políticos en pos de posturas moderadas, en realidad una teoría más destinada a justificar el modelo depredador, ya de todos conocido.

Ricardo Mendoza

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