sábado, agosto 13, 2011

La Virgen de Fátima y la revolución portuguesa de 1910


Como uno anda un poco obsesionado con el asunto de la memoria, no he podido desaprovechar la oportunidad que brinda Internet para revisar en privado El mensaje de Fátima (The miracle of Our Lady of Fatima, USA, 1952), y por lo mismo, a repasar un poco su historia sin duda influencia por todo el asunto del la visita del “enviado de Cristo”…
Se trata de una producción de la Warner que había sido antaño la productora más avanzada de Hollywood, dirigida por un cineasta que no habría ocupado un lugar en enciclopedias de no haber contado con otra parte de su escueta filmografía (sin ir más lejos. de dos soberbios títulos “góticos” con el inmenso Laird Cregar, Jack el Destripador y Concierto macabro), y con un músico de lujo: Max Steiner. Al parecer, la película fue inspirada por el éxito logrado por largometraje documental Pilgrimage to Fatima (1949) fue exhibido con mucho éxito en los circuitos de cine dependientes de la Iglesia que no eran pocos ya que a la Iglesia se le puede criticar de muchas cosas, pero desde luego, no de menospreciar la importancia del cine.
Aunque las cosas han cambiado mucho desde los años cincuenta, no puede haber dudas que la Virgen de Fátima es una de las imágenes más preeminente de mi infancia. Había visto la película cuando era todavía un pelargón, y me quedó en el recuerdo el actor Gilbert Roland, visto y más tarde en numerosos “westerns” como un arquetipo de mexicano listo y socarrón. Más vagamente me viene a la memoria la llegada de la imagen en escayola con sus inconfundible toque azul claro, que fue recibida “con flores a María, con flores a María”, y su incorporación entre el extenso repertorio de imágenes que adornaban la Iglesia y el convento, todo con el propósito de ampliar la tradición mariana, de la virgen madre e hija buena y sumisa. No acabó aquí la historia, aunque había muchas misas y oropeles, en la práctica, parecía que eran los más crueles los que más necesitaban vestirse con los ropajes de la liturgia, y quizás por eso, en ausencia de aquello de “obras son amores”, se hablaba de la señora de Fátima desde todos los púlpitos. Hubo una época en la que los niños del colegio público ocupamos las tardes del mes de mayo de pie, y ensayando aquello de “En el mes de mayo la Virgen María bajo de los cielos a Cova de Iría, ave, ave, ave María”. Más tarde, a principios de los sesenta, tuve ocasión de ver en el cine parroquial (que era muy barato), la otra película en loor a María, La señora de Fátima (1951), que ya reconocía como una de los títulos del tandem más premiado por el “Sindicato de Espectáculo”, el formado por Rafael Gil como director y Vicente Escrivá como guionista, y aunque se trataba de un producto formalmente más cuidado de lo habitual en el cine hispano, ya empezaba a ser lo suficientemente mayorcito para saber que todo aquello eran cosas para mentalidades sencillas como la de mi abuelita que creía que los truenos los fabricaban en el cielo porque estaban enfadados.
Luego, aunque durante un tiempo la exaltación de la Fátima y de los pastorcillos portugueses que la vieron en Cova de Iría, remitió bastante, la exaltación volvió a resurgir en los años noventa con Wotyla que protagonizó un encuentro con la única superviviente, Lucia Martos, y se habló de revelaciones extraordinaria, las mismas que habían mantenido en vilo a varia generaciones de adictos a la Iglesia, aunque al final parece que no fue para tanto, eso sí, no olvidaré que la televisión se pudo de rodillas, y que en una editorial de “El País” se glosaba el carácter incuestionable del “mensaje”.
Obviamente, mi memoria no había retenido para nada de la “revelación”, pero revisando la película firmada por Brahm pude descubrir de qué se trataba. Se trataba sobre todo de una sórdida revolución portuguesa que irrumpía en la película desde la primera escena con una bandera roja en mano de una muchedumbre, de la plebe, escena que da pie a la entrada en escena de un inflamado orador mucho más parecido a Lenin que en muchas otras películas en la que aparece como personaje. El Lenin portugués clama con ese tono propio de quien se dirige al populacho !Ciudadanos de Portugal! ¡Soldados y marinos de la Revolución! ¡ Toda la guarnición del rey se ha rendido o ha muerto! ¡Manuel ha abdicado y va rumbo a Inglaterra! ¡Proclamamos la primera república popular socialista!”. Por sí pudiera haber la menor duda, se oye la voz del narrador que nos dice: “En el Portugal de 1910 hubo un súbito levantamiento, planeado y ejecutado por una minoría socialista cuyo fin era derrocar al gobierno y establecer un estado policiaco. He aquí un patrón temprano de lo que habría de repetirse una y otra vez en muchos países de Europa”.
Luego nos cuenta con voz temblorosa como la Iglesia comenzó a sufrir “una persecución salvaje de todas las órdenes religiosas (...) Sacerdotes opuestos al gobierno eran enviados a prisión; otros, atrapados en las redes de la policía militar, fe y tras siete años de turbulencia política se autorizó la apertura de iglesias en algunos pueblos remotos. Así sucedió en la aldea montana de Fátima, donde la gente sencilla rendía tributo al Dios de sus padres. Esto es Fátima, el domingo 15 de mayo de 1917”.
Aunque, como muestra de una cierta profesionalidad la película dedica su tiempo a Gilbert Roland que aquí encarna a un pícaro más bien descreído,, y de hacer negocio vendiendo reliquias en la antesala de la Cova, el hombre, al que hacen llamar Hugo da Silva, sirve para justificar una escena asaz singular: aquella la que los pastorcillos son metidos por las autoridades sectarias en la misma cárcel en la que él ha acabado con sus manejos, y entre los cuatros, él y los tres inocentes pastorcillos, consiguen que los presidiarios acaben rezando, con tanta fe que hasta el guardia republicano que los vigila también lo acaba haciendo.
Temerosa de provocar a las autoridades y a sus “comisarios”, la Iglesia trata de negar la existencia de la aparición, algo que, empero, la gente de a pie no se cuestiona, de manera que cada vez son más los peregrinos que quieren ver el milagro, sobre todo los que necesitan curarse. Fe y resistencia de un lado, descreimiento y represión por otro, como no podía ser menos, los guionistas –el veterano Crane Wilbur y un tal James O’Hanlon-, no se olvidan de que lo importante es el mensaje política, y de esta manera ponen en labios de la Virgen el “mensaje secreto” sobre la conversión de Rusia, pensado para que fuera escuchado por quienes tuvieras oídos…en 1952. Lucia Marto le dice que tienen “un grandísimo problema “.,. a lo que la Señora responde: “Soportan estas penalidades por la conversión de pecadores para expiar los pecados cometidos contra Dios. Si la gente no deja de ofenderlo se desatará otra y más grave guerra. Y una noche verán una extraña luz en el cielo que indicará que el mundo será castigado por sus crímenes. En Rusia hay un plan malévolo para destruir la paz de la Tierra. Para impedirlo les pido que sean consagrados (fin primera parte)

Pepe Gutiérrez-Álvarez

No hay comentarios.: