sábado, abril 14, 2012

Sobre el 14 abril y la República. Entrevista a Julio Anguita


Profesor de historia, luchador antifranquista, alcalde de Córdoba, diputado, coordinador de Izquierda Unida, combatiente republicano, maestro del republicanismo democrático, autor de numerosos artículos y ensayos, activista infatigable -la lista puede alargarse mucho más-, Julio Anguita ha sido y sigue siendo además de todo ello un referente político de muchísimos ciudadanos y ciudadanas de España y de otros lugares del mundo. Haciendo gala de ello, también de este entrevistador.
Con palabras de Brecht, que Silvio Rodríguez supo recordar y decir muy bien, Julio Anguita es uno de nuestros imprescindibles.
JA: Como cuestión previa debo subrayar que la enjundia de las preguntas [SLA: que este entrevistador, como es razonable, envío previamente a Julio Anguita] así como la personalidad del autor de las mismas, exigirían de mí un texto prolijo, matizado y preciso. Sin embargo, el tiempo que dispongo me imposibilita tal tarea. Intentaré ser lo más sintético posible. Si alguna cuestión quedar poco clara le ruego me lo haga saber para proceder a una mayor explicación.
SLA: Así lo haré, no se preocupe, aunque no le oculto que me apetecería hacerle dos mil preguntas más. Pero no es bueno abusar de nadie, ni siquiera de usted. Por lo demás, muchas gracias por sus generosas y afables palabras. Mi primera pregunta: El próximo 14 de abril celebramos de nuevo el día de la República. ¿La celebración de este 2012 añade algo de singular a lo que hemos recordado y vindicado en ocasiones anteriores?
JA: Cuando redacto estas líneas los informativos están anunciando las medidas que el Gobierno se propone tomar para “garantizar la paz ciudadana”. Al Estado de Excepción económica y social se le añade como corolario consecuente el Estado de Excepción en lo referente a los recortes de libertades y derechos cívicos. Esto es la antesala del fascismo. Creo que la celebración del 14 de Abril debe tener un aire de reivindicación consecuente de la Democracia. La Ruptura se manifiesta como una necesidad. Y entiendo la Ruptura como un proceso en el que la perspectiva de cambio es total. La Monarquía ha ligado su suerte a la de este estado de cosas. Ya no se puede conmemorar de manera ritual sino rememorar para asumir consecuentemente y desde ahora mismo la lucha por la Ruptura.
Hablamos mucho –aunque quizá no lo suficiente- de la II República pero apenas hacemos referencia a la primera República. ¿Le parece justo? ¿Es razonable que lo hagamos así?
En mis muchas conferencia sobre la propuesta de III República dedico una parte de las mismas a informar del legado de la I República (tan desconocido). El programa que los federales se proponían aplicar constituye una avanzadilla de las políticas sociales que años más tarde se tendrían como necesarias. Es más, el proyecto de Constitución republicana es un texto al que se debiera dedicar más tiempo y atención.
Déjeme ponerme en las circunstancias, dramáticas en muchos casos, que rodean a miles, a millones de ciudadanos y ciudadanas españoles. Estoy en el paro, me han arrojado a él más bien, y no encuentro nada por mucho que lo intente; si me ofrecen algo, es miseria y explotación; la contrarreforma medieval que nos han impuesto significa un retroceso de décadas (y me quedo corto para no dramatizar más); España es, de hecho, un protectorado, un país casi intervenido; la desesperación se extiende por plazas y calles. ¿A qué viene hablar ahora de la III República? Con la que está cayendo no estamos para tonterías ni para lujos de historiadores. Ustedes son soñadores, construyen quimeras poco eficaces políticamente.
Es verdad que enunciada así la cosa la cuestión republicaba aparece como una frivolidad cuando no un divertimento para minorías. Pero si la República es concebida como el resultado de un proceso constituyente en lo económico, social, político y ético para afrontar la barbarie oficial la cuestión cambia totalmente. República no es otra cosa que la respuesta cívica a los problemas que tenemos encima.
Dígame lo que para usted es lo más grande de la II República.
Su existencia, su entrega a la Educación y a la esperanza en reconstruir otra España.
La inversa ahora: dígame lo peor.
Su debilidad con los militares y con los elementos facciosos. Aquellos hombres no supieron con quien se las jugaban. Tuvieron miedo a la calle y confiaron en amansar a la fiera. Craso error.
Perdimos la guerra, ¿se pudo ganar? ¿No fue una locura pensar que la España republicana podía resistir los inconmensurables huracanes de acero, odio y nazismo que invadían Europa?
Se pudo intentar. En la Historia de España de Antonio Ramos Oliveira, por otra parte militante del PSOE, hay la suficiente información acerca de los últimos momentos, la traición de Casado, Mera y Besteiro con su Golpe de Estado a la República y los efectivos militares que aún restaban a la República. Por otra parte, tal y como se ha demostrado posterioridad, la conjunción entre la II Guerra Mundial y la española pudo ser posible habida cuenta además que de Franco no podía esperarse otra actuación que la realizada tras la victoria.. Los trabajos del profesor Viñas hechos recientemente abundan en esta opinión.
¿No fue una locura pensar que la España republicana podía resistir los inconmensurables huracanes acero, odio y nazismo que invadían Europa?
Esta pregunta está contestada en la anterior. También el ejército de Franco estaba debilitado en sus fuerzas tras las campañas recientes. Era una cuestión de resistir, disciplina y conocimiento de quien estaba enfrente.
Usted ha sido profesor de historia durante muchos años. Le pido una lección improvisada. Dígame un argumento, el que usted considere mejor, para un alumno de bachiller o de los últimos cursos de la ESO, que pueda llamar su atención sobre la necesidad y racionalidad de la lucha republicana.
Reitero que si República significa DDHH en toda su dimensión, Democracia en su radical extensión y proyecto de Justicia social es difícil que unos alumnos que en su mayoría ya conocen en sus carnes las consecuencias de las políticas neoliberales permanezcan indiferentes.
Una imagen: la dirección del PCE en 1977 aceptando la Monarquía y con la bicolor detrás. Le pido un comentario, no de texto sino de fotografía o de recuerdo.
Para impartir el próximo día 20 una conferencia en la Universidad Autónoma he tenido que escuchar las 9 horas de grabación del Comité Central que aprobó sin ningún voto en contra la aceptación de la monarquía y la bandera bicolor (entonces yo no era miembro de la dirección). Del debate se deduce clarísimamente que el tema estaba ya pactado con anterioridad y que el Secretario General añadió dramatismo con la referencia a los movimientos de los cuarteles.
He intentado ponerme en el lugar de aquellos dirigentes y puedo conceder que en aquel momento, tras los últimos acontecimientos, el llamamiento de una personalidad como Carrillo y el deseo de ser legalizados, aquello supusiese un alto precio a pagar por un “bien” valioso. Pro lo que no tiene ninguna disculpa es la continuidad posterior en esa línea: Pactos de la Moncloa, consenso constitucional, desmovilización, desestructuración del PCE, etc
¿Cómo concibe usted la III República?
Estoy escribiendo un libro que bajo el título de “Conversaciones sobre la III República” desarrolla lo que he venido explicando en estos diez años últimos. La III República es la respuesta a tres preguntas: ¿Por qué? ¿Qué contenidos? y ¿Cómo? Para desarrollar la primera pregunta abordo tres razones que abonan la necesidad de afrontar la cuestión republicana: el fiasco de la Transición, la herencia republicana y los problemas de hoy en día.
Los contenidos o ejes de la futura constitución republicana son siete: 1. Aplicación y concreción de las tres generaciones de DDHH: los políticos, los sociales y los medioambientales. 2. Opción por la Paz. 3. Laicidad consecuente del Estado. 4. Democracia en toda su plenitud. 5. Educación, Cultura, Investigación y virtudes cívicas. 6. Estado Federal. 7. Los dos pilares de nuestra opción exterior: Europa como unidad política y Latinoamérica como incorporación de España al futuro.
El ¿cómo? desarrolla lo que he venido en llamar proceso cívico constituyente.
Me quedan muchas cosas en el tintero pero no quiero robarle más tiempo y mejor no agotar a los lectores y lectoras y darles tiempo para que acudan, si así los estimaran, a los actos convocados en este día en el que recordamos el 81 aniversario de la proclamación de la II República. Me guardo las preguntas restantes para una futura ocasión.
Una cosa más: mientras leía sus respuestas he pensado varias veces en un amigo suyo que es también maestro, profesor y amigo mío. Le hablo de Francisco Fernández Buey. Estoy seguro, completamente seguro, sin atisbo para la duda que diría otro maestro común, que Paco suscribiría las cosas que usted ha ido señalando. ¿Le importa que le dediquemos esta conversación?
No sólo no me importa sino que es todo un honor.

Salvador López Arnal

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