sábado, julio 07, 2012

“A un año de lucha, aún no se escucha”



Cien mil estudiantes chilenos en la calle

El 28 de junio, una extraordinaria movilización estudiantil, en la que participaron más de 100.000 personas que desafiaron el poder político -y también la lluvia y el frío-, conmovió Chile. La gigantesca convocatoria atravesó La Alameda (avenida principal de Santiago) y se replicó a lo largo y ancho del país. El corresponsal de La Nación destacó que “contradiciendo las versiones oficiales de que el movimiento ‘había perdido fuerza’, la protesta nacional de estudiantes volvió a convertirse en el principal foco de conflicto para el gobierno de Sebastián Piñera”. Hace un año, explotó un verdadero “estudiantazo” en Chile, contra el insoportable régimen educativo -el que fuera modelado por Pinochet y que los sucesivos gobiernos de la Concertación y Piñera mantuvieron. La falta de respuesta a las demandas educativas fue el combustible necesario para que el combativo movimiento estudiantil chileno de todos los niveles educativos saliera a las calles nuevamente. De hecho, esta jornada fue precedida, la semana anterior, por una manifestación de miles de secundarios. El 28, las principales organizaciones estudiantiles convocantes (Confech -universitarios-, Cones y Aces -secundarios-) entregaron al gobierno un documento con “cinco exigencias fundamentales para un nuevo sistema educacional”. En este se reclaman -entre otros- la gratuidad, el carácter público, la autonomía, y la democratización-o sea, la participación de estudiantes y de trabajadores en los gobiernos institucionales. Durante este año, la incapacidad del gobierno de Piñera para desarmar el conflicto permitió esclarecer que están en juego problemas de fondo y no meros “pedidos educativos”. La creación de una Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados sobre el funcionamiento de la Educación Superior desató una crisis política, pues las primeras irregularidades detectadas fueron desautorizadas por el ministro de Educación, Harald Beyer. Ocurre que el conjunto del régimen está implicado en el lucro de las privadas (justamente lo que los estudiantes reclaman que concluya): políticos de todas las tendencias son accionistas o dueños de instituciones educativas. Los jóvenes chilenos son la vanguardia que cuestiona de plano el régimen de la Concertación y la derecha como vía para resolver los problemas de las masas.

Estamos en la misma

La lucha de los estudiantes chilenos interesa al conjunto de la juventud latinoamericana, por motivos que exceden lejos la justa “solidaridad”. Chile es el ejemplo más extremo de la destrucción de la educación pública que establecieron los planes del Banco Mundial -impuestos a sangre y fuego por Pinochet. Pero el “lucro” con la educación es una realidad mundial, mal que les pese a los gobiernos “progres” y a su demagogia. En la Argentina K, el pase de contenidos a los posgrados pagos es creciente. Al mismo tiempo, los subsidios a la educación privada -el “lucro” por excelencia- se incrementaron sistemáticamente durante la última década. Los “nac&pop” locales contraponen como “inclusiva” la educación argentina; pero hace días, el ingreso a Medicina en La Plata fue aprobado por sólo ¡dos personas!, sobre 1.300. La comunión de intereses es tal que el “Macri” chileno -Piñera- fue galardonado con la primera presidencia de la CELAC, el organismo que los “bolivarianos” presentaron como gérmen de la alternativa al “ministerio de colonias” yanqui -la OEA. O sea que los gobiernos “de izquierda” privilegian sus compromisos con la derecha antes que el apoyo a los estudiantes chilenos.

Crisis internacional y perspectivas

La rebelión de la juventud contra el ajuste del gran capital sobre la educación tiene características internacionales, como lo atestiguan las luchas que recorren desde Chile hasta Canadá, pasando por Colombia o por “el viejo continente”. Se trata de otra de las manifestaciones profundas de la crisis capitalista mundial, que exige la intervención más profunda en todas estas batallas para aunar esfuerzos entre la juventud y la clase obrera en pos de una salida progresiva.

Alejandro Lipcovich

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