lunes, julio 09, 2012

Una Libia "moderna y occidental"



En el último fin de semana se llevaron a cabo las primeras elecciones legislativas en Libia luego de la intervención militar de la OTAN. Las fuerzas occidentales felicitaron al país y esperan un parlamento aliado.

Libia es un estado inventado. Lo construyó Kadafi tejiendo relaciones con líderes tribales, caudillos nómadas y empresarios extranjeros alrededor de un oasis en el norte africano, una zona estratégica en la geopolítica mundial. Lo suficientemente estratégica como para que las fuerzas militares occidentales decidieran aplicar la 'doctrina Petraeus', que toma el nombre del general norteamericano que lideró la estrategia militar estadounidense en Irak y Afghanistán, para poder administrar su transición política. La idea es tan simple cuanto maquiavélica: si no podés ganar militarmente, dividí a tus oponentes, ponelos uno contra otros y dejá que se destruyan entre sí. De esa manera EEUU logró justificar su lenta pero efectiva retirada de Irak, dejando un país inestable e 'ingobernable' en manos de luchas intestinas, antes coordinadas por sus fuerzas armadas. Algo parecido a lo que sucede en Libia.
Los centenares de tribus y grupos étnicos, cohesionados antes bajo el mando del líder Muhamar Kadafi y protagonistas luego de una furiosa guerra -mientras la OTAN administraba los recursos libios-, fueron llamadas durante el último fin de semana a ejercer su voto para elegir al nuevo parlamento. Las agencias de noticias occidentales destacaron durante los últimos días que se creará “la primera asamblea legislativa tras décadas de dictadura”, y que “la comunidad internacional se deshizo en elogios sobre el desarrollo del proceso electoral”.
Es que la necesidad de estabilizar el país es el primer objetivo para los países europeos y Estados Unidos. En una conferencia de prensa organizada luego de la caída de Kadafi, el ministro de relaciones exteriores italiano, Giulio Terzi, aseguró que haría todo lo necesario para “facilitar la participación de las empresas italianas pequeñas y medianas en la construcción de la Libia liberada”. En la misma línea se expresaron diplomáticos y funcionarios de Francia y Reino Unido, luego de que la operación “Protector Unificado” terminara y la OTAN se declarara en continua vigilancia, “lista para ayudar de ser necesario”. El petróleo y la producción de alimentos son los principales saldos exportables del país africano, y junto con los 170.000 millones de dólares de fondos soberanos libios congelados antes de los bombardeos, constituyen un mercado muy apetecible para las fuerzas occidentales. Se calcula que Trípoli tiene la posibilidad de generar unos 30.000 millones de dólares anuales de ganancias para sus socios comerciales, y quién gestionará en los hechos esa suma es lo que se juega en estos días en las urnas libias.
Los casi tres millones de libios habilitados a votar deberán elegir a 200 legisladores del Consejo Nacional General divididos en dos grupos: 120 saldrán de los candidatos 'independientes', mientras que los otros 80 estarán reservados a las listas y partidos. En el cierre de esta edición de Marcha, la Comisión Suprema Electoral libia, a través de su presidente Nuri al Abar, había anunciado una afluencia cercana al 60% del padrón, unos 1,7 millones de personas. Si bien existieron conflictos, especialmente con los autonomistas de la región de Cirenaica, tanto los observadores extranjeros como el mismo Al Abar aseguraron que la elección se desarrolló según lo previsto.
A última hora de ayer, los liberales nucleados en la Alianza de Fuerzas Nacionales, una coalición que une unos 40 partidos ligados a la oposición anti-Kadafi, anunciaron que “según las informaciones preliminares recabadas la coalición está en cabeza en la mayoría de las circunscripciones electorales”, destacando un “considerable avance” en las dos principales ciudades libias, Trípoli y Bengasi. Si bien los resultados recién se darán a conocer a partir del martes, la alianza liberal liderada por el ex primer ministro del Consejo Nacional de Transición (CNT) Mahmud Jibril, especula con una victoria que le permita obtener la mayoría parlamentaria, algo que a las fuerzas extranjeras no les vendría nada mal, ya que la otra alternativa está encarnada por los Hermanos Musulmanes, formación de corte islamista que podría sustraerse a una alianza comercial con algunos de los países occidentales.
De esta manera, Libia se encamina hacia la recomposición institucional bajo la atenta mirada de los países europeos que, de confirmarse estas tendencias electorales, contarían con “su” candidato en la mayoría del legislativo, a la espera de la formación de un gobierno adicto. La estabilidad política sin embargo, no está garantizada. Milicias y grupos armados -que de hecho contestaron el proceso electoral y protagonizaron enfrentamientos armados en varias ciudades ayer- continúan reclamando no sólo una refundación profunda del país, sino que en muchos casos se trata de ajustes de cuentas internos, por promesas no cumplidas por parte de las fuerzas de la OTAN y sus aliados locales. Una inestabilidad fruto de la estrategia militar aliada, que podría poner en riesgo el jugoso negocio de la reconstrucción libia.

Marcha

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