miércoles, agosto 29, 2012

La transición socialista desde la perspectiva del Che



Comentario de Fernando Martínez Heredia, Las ideas y la batalla del Che, Editorial de Ciencias Sociales-Ruth Casa Editorial, La Habana, 2010.

El rescate de Ernesto Che Guevara es una necesidad imperiosa no solo para Cuba que se encuentra de nuevo en una encrucijada al tratar de aclarar la relación entre la política y la economía. También se presenta como una urgencia para los países periféricos, desde América Latina hasta Oriente próximo, pasando por España, en los que el capitalismo está encontrando importantes resistencias en la movilización social y en donde cada vez resulta más palmaria la imposibilidad del capitalismo si es que se pretende resolver las necesidades sociales y garantizar una vida digna para la humanidad.
Años de dominación asentada en la naturalización de la economía y la cancelación de lo político parecen estar resquebrajándose en los países capitalistas. El modelo no funciona para los pobres ni para la naturaleza, de modo que Cuba, al debatir sobre la «actualización» de su economía, tiene un doble reto hacia el interior pero también hacia el exterior. La recuperación del pensamiento y la práctica política del Che es una de las batallas más importantes y seguramente más fructíferas en el momento actual.
Toda la obra de Fernando Martínez Heredia se inspira, de una u otra forma, en el pensamiento y en la práctica política del Che, y en la situación actual que atraviesa la Isla no existe —creo— ningún autor cuya obra intelectual y compromiso sea más útil para pensar el futuro de la Revolución cubana. En la introducción a la edición de 2010 de Las ideas y la batalla del Che,* el autor dice: «Mi propósito es llamar la atención sobre el provecho que puede sacarse al pensamiento del Che para encarar la situación, los caminos y el futuro de Cuba». También Néstor Kohan, en un reciente artículo, actualiza la propuesta económica del Che para abordar el análisis de la situación actual de Cuba, y afirma que es necesario rescatar en el país el «debate olvidado» que enfrentó al Che con posiciones que defendían un «socialismo mercantil» y apelaban al «uso inteligente de la ley del valor».1
Cuando, históricamente, el capitalismo ha entrado en crisis, ha necesitado aumentar las tasas de explotación y expolio —en las metrópolis, desposeyendo a la clase trabajadora; y en las colonias, actualizando las formas de colonización—, y, en paralelo, ha aumentado la guerra cultural. Desde la caída del socialismo en los países del Este, las arremetidas contra el socialismo, lejos de disminuir, se han acrecentado en la literatura, los filmes, las noticias tendenciosas, todo lo que pudiera contribuir a desprestigiar y eliminar cualquiera de sus logros. La historia es una de las armas más potentes contra el capitalismo, por eso, ante la imposibilidad de arrancarla de cuajo ha sido habitual el vaciamiento de las experiencias revolucionarias, su conversión en fetiches huecos, sin sustancia. La reproducción del capitalismo necesita de la dominación ideológica; solo puede sobrevivir si, además de los cuerpos, controla las conciencias, es decir, si tiene la hegemonía —forma de dominación conceptualizada por Antonio Gramsci—, necesita de la desconexión y la disolución de las experiencias que permitirían salir de la colonización y el subdesarrollo. Por eso, ningún revolucionario puede desprenderse de los recursos teóricos y prácticos que hicieron posible las victorias. Entre ellos, ocupa un lugar fundamental el pensamiento del Che, porque la guerra que libra Cuba sigue siendo la misma que ganó en el año 59 solo que en distintas condiciones.
Este libro de Martínez Heredia es una actualización de materiales que aparecieron en 1989 con el título La concepción del Che que ya entonces recogían el trabajo del autor por más de veinte años y que ahora se ven ordenados y enriquecidos. Hablar de la actualidad del Che treinta o cuarenta y cinco años después no es decir gran cosa si no se fija el eje articulador que coloca su pensamiento en contexto haciendo que ideas y práctica se potencien mutuamente. De ahí que Martínez Heredia emprenda una interpretación que resulta plenamente actual. Un rescate que no pretende ser una guía abstracta, ni colocar a Guevara en el cómodo papel de referente ético ya casi beatificado; se trata más bien de volver a colocarlo en el espacio impertinente en el que el propio Che se situó siempre. Pensamiento y obra que constituyeron un revulsivo para la sociedad cubana en el momento en que se iniciaba la construcción del socialismo, y que ahora actualiza Fernando para plantearse cómo hacer para seguir construyendo una sociedad justa, solidaria y revolucionaria.
En este libro, las ideas del Che aparecen como guía de la «acción organizada» que trata de movilizar todos los medios disponibles para combatir: las relaciones mercantiles, el subdesarrollo y el capitalismo mundial. Los mismos monstruos de entonces acosan nuevamente a Cuba, abocada a «revisar su modelo» y a plantearse otra vez la gran pregunta: ¿cómo se transita hacia el socialismo? En la delgada línea que separa la supervivencia y la construcción del socialismo está la clave que, desde mi punto de vista, nos propone Fernando. Los tres parámetros anteriores constituyen el núcleo alrededor del cual se construye esta obra.
Martínez Heredia habla poco de la vida del Che, de su práctica guerrillera, de sus hazañas; habla poco, en definitiva, del mito. Pero tampoco se afana en reconstruir solo un hombre de pensamiento. Las ideas y la batalla del Che subsana la constante fragmentación desarticulada: por un lado, el hombre de acción; por otro, el de pensamiento. El Che de Fernando es una unidad. Sus conceptos, sus reflexiones, sus propuestas teóricas fueron elaboradas a modo de instrumentos para analizar y proyectar la sociedad futura; y son desarrollados y sometidos a constantes revisiones y desarrollos según evoluciona el proyecto revolucionario. También en el ámbito del pensamiento ha sido habitual esta compartimentación. De una parte, sus aportaciones sobre el papel de la educación, el deber social, la conciencia, la emulación, el trabajo voluntario, el hombre nuevo; de otra, la planificación, el trabajo, la ley del valor, los precios, la economía. Este descuartizamiento no ha sido sino una de las múltiples formas en las que se ha neutralizado la potencia revolucionaria del Che.
Decía Bertrand Russell que el conocimiento es una parte infinitesimal del universo, un elemento sin importancia; sin embargo, señala el epistemólogo Rolando García, para nosotros es la más importante porque
el conocimiento se ha convertido (más de lo que históricamente ha sido) en la base del poder […] Conocer es organizar los datos de la realidad, darles un sentido, lo cual significa construir una lógica, no la lógica de los textos, sino una lógica de la acción, porque organizar es estructurar, es decir, hacer inferencias, establecer relaciones.2
No debería haber otra posibilidad que aproximarse al Che desde esta visión completa y compleja, sin distinguir entre su producción intelectual y su práctica. En la concepción filosófica del Che, Fernando expone lo que considera sus conceptos fundamentales. En ellos, la política tiene un sentido más próximo al pensamiento clásico, se trata de una filosofía práctica; y la economía no se explica por sí misma pues es sobre todo economía política. Hablar de un Che que guía la transición al socialismo es hablar de economía política; de la batalla que dio en ese campo, resistiendo parcialmente los envites del economicismo de la época. Casi parece una premonición del momento actual. El economicismo permea el presente de Cuba con una dramática diferencia, hoy apenas tiene oposición; no hay quien guíe una batalla contra el economicismo que trata de imponerse como un dogma renovado.
El Che se enfrentó al determinismo economicista desde su amplio conocimiento del marxismo y desde un posicionamiento ético profundamente revolucionario: puso al hombre en el centro (p. 71). Esto le permitió ser consecuente y contribuir a armar la revolución cubana blindando en cierto modo sus fisuras economicistas y preparándola, sin saberlo, para sortear la debacle de la caída del bloque soviético. Pero, como señala Fernando, rescatando una intervención del Che en una asamblea de obreros ejemplares: «El socialismo no es una sociedad de beneficencia, no es un régimen utópico, basado en la bondad del hombre como hombre. El socialismo es un régimen al que se llega históricamente» (p. 74). No hay pues que confundir la primacía de la conciencia y la subjetividad tan presentes en las ideas del Che con un humanismo ramplón. Siguiendo al Che afirma el autor:
La conciencia no es —no queda otro remedio que insistir— la antítesis de la economía, ni de la «materia». Para el Che la conciencia es la palanca fundamental, el arma para lograr que las fuerzas productivas y las relaciones de producción sociales dejen de ser medios para perpetuar las dominaciones. (p. 79)
La economía, la gestión y la administración han de estar al servicio de la política y no al contrario.
La categoría económica separada de la política está en la génesis de la dominación racional del sistema capitalista. Tal separación es la que permitirá, a partir del siglo XVII, la objetivación de las relaciones sociales y con la naturaleza —a través del contrato—, haciendo posible, a su vez, anteponer las relaciones de los hombres con las cosas a las de los hombres entre sí. La ideología liberal es la ideología de la neutralidad de la economía; su objetivización, la del equilibrio entre la oferta y la demanda; una ideología que, aparentemente, se desprende de consideraciones morales, se rige por «la mano invisible»; una nueva religión basada en principios teológicos.3 Tras la Segunda guerra mundial, la socialdemocracia pretendió dirigir-gestionar esa mano invisible del mercado para evitar la revolución proletaria; pero la lógica de la acumulación capitalista no tiene límites, es parte de su naturaleza.4 Las crisis de los gobiernos socialdemócratas europeos muestran claramente que es la lógica de la acumulación de capital quien establece las reglas del juego político. La objetivación de la economía, su desgajamiento de los principios éticos, son el inicio del fin de todo proyecto emancipador.
Como alternativa al capitalismo, en el socialismo la economía es, sobre todo, metas y objetivos, o sea, economía política. Lo demás, lo que se nos presenta como economía, no es sino técnicas concretas sacralizadas para, en el mejor de los casos, obviar el debate político; en el peor, garantizar la acumulación. Bajo la piel de la eficacia, la productividad y el crecimiento, se oculta la reproducción del capital cabalgando a lomos de explotación. Fernando referencia dos veces una cita del Che que me parece fundamental: «Impedir que se repita una y otra vez, que se arraigue en nosotros, el error de pretender construir el socialismo tomando prestadas las armas del capitalismo». Dice Fernando:
La economía de la transición socialista tiene un lugar cardinal en la concepción del Che del socialismo y del comunismo, pero no posee un lugar independiente […] Yerran los que piensan que sustituyó el realismo de la economía por el idealismo de la conciencia: Che comprendió la máxima importancia de los hechos económicos en las sociedades y la urgencia ineludible de lograr un desarrollo económico de tipo radicalmente nuevo, socialista. Lo comprendió tanto, y vio tan bien lo que el socialismo se juega en ello, que pensó, argumentó defendió y practicó la tesis de que, para avanzar al socialismo y al comunismo, la economía debe ser gobernada conscientemente. (p. 191)
Más allá de las apariencias y de los relatos casi místicos, también la economía en un sistema capitalista es gobernada conscientemente. El nerviosismo, el pánico, la desconfianza, los ataques de los mercados son en realidad objetivaciones que emplean los grupos de poder, corporaciones y Estados que realizan distintas operaciones financieras. Esta terminología se utiliza para ocultar la toma de decisiones consciente y programada de los agentes económicos y políticos. La famosa mano invisible del liberalismo se inscribe en la construcción del dogma económico de modo que, como dijera Pierre Bourdieu, «mientras la ley es ignorada, el resultado del laissez faire, cómplice de lo probable, aparece como un destino; cuando ella es conocida, este aparece como una violencia».5 Con sus responsables y ejecutores, añadimos.
La política moderna, en el capitalismo, pivota sobre el eje del orden, la racionalidad, el cumplimiento de las máximas económicas: crecimiento, reducción del déficit, equilibrio. El mundo, fuera de ese orden, se nos muestra como un escenario de luchas e irracionalidad; es el campo de lo ético en el que no se puede fundamentar un orden duradero. En el capitalismo, el poder oculto bajo la economía dirige la política. La economía y sus leyes inexorables son la máxima representación de ese orden moderno, ordenado, aparentemente ajeno a cualquier principio moral; es la única representación que se nos devela como incuestionable y aceptable. En estos momentos, el orden político aparece como reflejo de la economía, a su servicio. Es esta —entendida casi como destino— la que define y establece los objetivos de la política en el capitalismo.
Cualquier orden político basado en principios se presenta como caótico, irracional y autoritario. De ahí que se acuse al gobierno de Venezuela o al de Bolivia de autoritarios y que esta haya sido una de las acusaciones más repetidas para el caso de Cuba, mientras que en otros países con economías abiertamente liberales y con sistemas políticos claramente autoritarios no se utilicen estos términos. La reflexión de Fernando Martínez Heredia, al hilo con las ideas económicas del Che, coloca en primer plano el necesario debate sobre economía y política en la Isla.6
Fue Carlos Marx quien dinamitó el constructo ideológico del liberalismo que pretende la neutralidad del intercambio capital-trabajo. Develó el carácter político del hecho económico. Sin duda el Che, ávido lector de Marx, reconoció sin dificultad la potencia revolucionaria de este develamiento. El sueño de la razón de un mundo sin política, regido por la «racionalidad económica», no es sino el sueño del fin de la historia, el Matrix que nos hace desaparecer como humanos, mientras la máquina extrae de nosotros la energía necesaria para seguir funcionando eternamente. Guevara supo ver que la economía no puede ser una ciencia que se impone ni mucho menos una técnica en manos de profesionales.
El socialismo se construye como alternativa solo en la medida en que recompone esta relación rota; se restaura la unidad política-economía y se antepone al hombre por encima de las cosas. En esta reconstrucción resulta imprescindible la «construcción de un hombre nuevo», el hombre político que hará desaparecer al hombre económico. La discusión y el debate incorporan a todo el pueblo cubano, lo que genera el consenso necesario o la legitimidad, para emprender el angosto camino lleno de dificultades, pero en el que el pueblo está implicado tanto en el tipo de medidas adoptadas como en el debate sobre sus posibles consecuencias.
En la transición socialista, individuo y sociedad tampoco son entes autónomos ni antagónicos. Así, democracia y economía, legitimidad y gestión, dibujan el eje de coordenadas de la construcción económica socialista. Decía el Che: «Con las armas melladas del capitalismo no se puede realizar el socialismo». En su última contribución al debate económico, «La planificación socialista», Fernando reconoce el cúmulo de conocimientos en que el Che basa su oposición al «tipo de socialismo que fortalece el mercado, el interés material y el auge de la ley del valor» (p. 221).
El Che entró en el debate sobre la economía política del socialismo porque, en cierto sentido, la Revolución cubana supuso un cuestionamiento a la dirección de los proyectos socialistas —una herejía, dice Fernando—, porque desde el punto de vista político (los sujetos revolucionarios) y socioeconómico (una isla subdesarrollada), ese debate era crucial para la propia viabilidad de la Revolución cubana y para la viabilidad del socialismo. También el pensamiento del Che, fuertemente armado por la práctica, suponía una herejía hasta el punto de que sus métodos fueron acusados de «voluntaristas y administrativos» al mismo tiempo.
En los apartados «Conciencia y plan en la transición socialista» y «La economía socialista debe ser dirigida conscientemente», Fernando deja claro que en el pensamiento económico del Che está la clave de la transición socialista y en la cita que reproduce de una entrevista para L’Express está toda la fuerza con la que luchaba por esta concepción:
El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación […] Si el comunismo descuida los hechos de conciencia puede ser un método de repartición, pero deja de ser una moral revolucionaria. (p. 83)
Para el Che, el Plan —dice Martínez Heredia— es muy diferente a lo que se entendía en ese momento por Dirección centralizada y planificada de la economía (quizá también es diferente a lo que se entiende ahora por economía planificada);
es el producto de la conciencia organizada, que tiene el poder y conoce los límites de la voluntad, los datos de la realidad y las fuerzas que tiene a favor y en contra. Conciencia es también, por consiguiente, la comprensión que los individuos van alcanzando de los hechos económicos y el grado en que los dominan mediante el plan. (p. 82)
Los debates que surgieron en Cuba, en los años 60, sobre la asignación de precios, el trabajo voluntario, los estímulos morales y los económicos, han de ser reformulados ya que, aunque las propuestas del Che fueran en parte derrotadas, en estos momentos existe ya una trayectoria en relación con todos estos temas que permite una evaluación enriquecedora en la nueva coyuntura. No para hacer borrón y cuenta nueva, actitud muy propia del subdesarrollo —y a la que también los españoles somos muy dados—, sino para que la evaluación de lo que fue nutra el futuro.
En este sentido, la crisis que vivió Cuba en los 90, a pesar de su significado en términos de sacrificios, también puede ser leída en cuanto a qué es lo que permitió la supervivencia de una sociedad sometida a un derrumbe económico de tal magnitud. Es probable que en ese análisis aparezca la potencialidad de las propuestas del Che. Fernando lo cita en lo que mejor resume su concepción sobre la relación dialéctica entre el plan y la ley del valor. Por un lado, la acción consciente en la que todo el pueblo está implicado; por otro, la dirección política de la economía:
El plan es al socialismo como la anarquía de la producción es al capitalismo […] La dirección centralizada del plan es importante, aunque es el trabajo de todos […] El plan tiene vigor y tiene vida en el momento en que llega a las masas […] Es decir, el plan también, como una característica de la época socialista, junta a las personas […] Esa es la diferencia entre el cálculo económico que puede hacerse de lo que va pasar en un país, conociendo la cifra, y lo que tiene que pasar en un país cuando se está en revolución […] obra creadora del pueblo […] acción de la voluntad del hombre, sobre las posibilidades o sobre la economía, para transformarla y cambiarle su ritmo. (p. 94)
Fernando afirma categóricamente que la posición del Che es inequívoca: la ley del valor en el socialismo no opera a través del plan. Acabar con la ley del valor, que convierte toda producción en mercancía, incluida la fuerza de trabajo, es requisito fundamental del camino hacia el socialismo. La complejidad de su pensamiento permite a Fernando proponer la necesidad de una reactualización de sus propuestas acompañada de una valoración del sistema que acabó por implementarse en Cuba porque, a su juicio, basándose en informaciones de compañeros del Ministerio de Industrias, el sistema implantado por el Che «era mucho más eficaz para la producción, el control, la agilidad en la gestión, la adecuada descentralización de responsabilidades —y otros aspectos— que el sistema que rigió después» (p. 119). Así, según este autor, el Sistema presupuestario de financiamiento es una herramienta valiosa que ha de ser recuperada en toda su extensión y señala que la mayor fuerza de la revolución socialista cubana reside en la participación popular en la «dirección y el control de todo el proceso»:
La dirección será centralizada, pero el plan tiene que ser obra de todos, o no será […] El plan no es un simple diagnóstico de la economía y una previsión del comportamiento económico en los años venideros. Para eso no es necesario el pueblo. (p. 130).
Si algo ha caracterizado a la Revolución cubana hasta el momento ha sido el consenso sobre los principios de igualdad y justicia social. Estos son la férula imprescindible para guiar el Plan.
Es en otra obra de Martínez Heredia, El ejercicio de pensar, donde encontramos la mejor definición del pensamiento del Che, cuando dice que el pensamiento para ser crítico ha de estar en la frontera, en el borde, entre lo constituido y lo constituyente, incapaz de acomodarse. Un pensamiento en el margen (no marginal), en los bordes. Pero, nos dice, ha de tener un horizonte, un proyecto, una brújula que señale siempre el norte. En este caso, el norte trazado por el Che abarcó todos los planos necesarios, en las condiciones de la Cuba de los años 60 y su inserción internacional para construir el socialismo. Por eso, no descuidó la relación entre la transición socialista cubana y las luchas del mundo; también entre el «modelo cubano» si es que existe, y sus condicionantes externos. Ningún país es una isla. De la inserción de Cuba en el mundo, de su comprensión de la evolución y las lógicas del capitalismo, de su propia historia como país subdesarrollado es de donde se puede extraer las mejores enseñanzas en el diseño del futuro socialista. Tomás Gutiérrez Alea, en Memorias del subdesarrollo, diagnosticó con precisión el significado del subdesarrollo en Cuba: desarticulación, desconexión, desmemoria, incapacidad para acumular conocimientos.
La Revolución cubana deshizo las relaciones mercantiles al priorizar las necesidades sociales sobre los intereses económicos, al tiempo que rompía la ideología liberal que identifica mundo «no mercantilizado» con miseria, y crecimiento económico con bienestar. Los datos objetivos sobre mortalidad infantil, educación, niveles de salud, biodiversidad, calidad de vida, etc. durante estos años han sido el mal ejemplo cubano hacia los países pobres y la constatación de que es posible el desarrollo social y el ético proporcional. Estos son aspectos urgentes que incorporar en la reflexión sobre la transición socialista y la actualización del «modelo económico» cubano.
La Revolución cubana fue, según Fernando, la base de la concepción del Che, pero también este cambió la Revolución cubana que sin él no hubiera sido como la conocemos hoy. El Che la marcó desde su florecimiento en 1959 y, sin duda, marcará el futuro inmediato. Todavía no sabemos de qué manera. Se me ocurre una: en forma de resistencia a las fuerzas que dentro y fuera de la Isla se han ido alejando del proyecto de justicia social que significó la Revolución cubana. El poder revolucionario es popular y estatal y en esas dos dimensiones es en las que el Che pensó y analizó los problemas del socialismo en Cuba, nos dice Fernando.
Las potencialidades del presente se encuentran en el pasado, en el rescate de lo que no fue y pudo llegar a ser. El futuro se construye sobre el pasado. Frente a la probabilidad de un futuro determinado por la necesidad del presente Walter Benjamin propondría uno posible aunque todavía no probable; es decir, la construcción de la posibilidad de un futuro socialista para Cuba solo puede estar en la recuperación de las potencialidades de la historia. Luchar por el pensamiento del Che es luchar por la historia de Cuba, encontrar en ella la redención del presente. La revolución de 1959 recuperó las luchas anteriores de las que extrajo el humus que alimentó las nuevas semillas. En la nueva coyuntura, la transición socialista no puede sino partir de su historia, de las luchas dentro de la Revolución, para construir un futuro cierto. Este ha de reconocerse en el pasado; si no lo hace, corre el riesgo de perderse definitivamente al arriesgar una de las claves de su éxito: la independencia.
El socialismo cubano fue bloqueado desde que dejó claro que el proyecto pasaba por construir una alternativa al capitalismo asegurando la soberanía (independencia nacional) y un sistema basado en la solidaridad. Lo alternativo no es —como pudiera pensarse y como insistía el Che al despreciar las herramientas del capitalismo— una opción más; por el contrario, es lo radicalmente opuesto. La alternativa al capitalismo —según Martínez Heredia— solo es el socialismo. Dentro del capitalismo no puede haber alternativas porque su naturaleza es tan destructiva que los daños que produce son irreversibles. Si estalla una plataforma petrolífera y se derrama petróleo al mar, solo se pueden cuantificar los daños y hacer que alguien «pague la factura», pero los peces y el ecosistema que rodea al desastre habrán muerto. Una de las características esenciales de dicho sistema y que lo distingue de su alternativa socialista es la irreversibilidad de los daños que produce, la explotación hasta el exterminio del hombre convertido en mercancía —fuerza de trabajo—, y la destrucción de la naturaleza convertida en recurso económico. El investigador de la CEPAL Roberto Guimaraes definió de manera contundente el capitalismo como socialmente injusto, ecológicamente depredador y políticamente perverso.7
Si para el Che fue un reto «pensar un tiempo de revolución» en un momento en el que esta tenía lugar, también supuso la fragua de su pensamiento sobre la transición socialista; las fuerzas estaban desatadas, sin duda era un momento complejo y vital. En la actualidad, Cuba no está en tiempo de revolución, pero puede que el testigo esté en otros países. La experiencia y la trayectoria de la Isla será uno de los activos fundamentales para las revoluciones presentes y futuras. Entre ellos, el «modo de ser marxista del Che» que apunta Fernando Martínez Heredia: anticapitalista, antiimperialista y con vocación de entrega. Entonces en Cuba, «las fuerzas productivas fundamentales, las estructuras organizativas, las relaciones sociales decisivas, el Estado, el poder, el consenso y la iniciativa quedaron del lado de la Revolución» (pp. 45-6). En el momento en que el Che escribía, el «mundo político y espiritual» de la nación cubana estaban de parte de la Revolución. ¿Pero, y ahora? ¿Siguen existiendo esas fuerzas revolucionarias incontenibles, esos humildes para los que se hizo y que hicieron la Revolución? ¿De qué lado están las fuerzas políticas y espirituales?
Quiero finalizar con las palabras de Fernando en otro de sus textos: «El socialismo va a emerger otra vez como propuesta para este mundo, y eso lo hará avanzar como promesa y volver a presentarse como política y como profecía». Para ello, «deberá ganarse la conducción de la esperanza», o lo que es lo mismo deberá volver a discutir su teoría y «radicalizar y transformar sus proyectos desde la realidad de los datos favorables y desfavorables del presente». Es perfectamente coherente afirmar que Cuba siempre ha estado en transición y en ese camino hacia el socialismo ha sido capaz de subordinar el poder al proyecto político. Esta subordinación forma parte de la batalla que emprendió el Che y sigue siendo la que hoy se abre, aunque, por desgracia, no existe una figura de la categoría de aquel capaz de poner en la agenda la hoja de ruta cubana. Tendrá que ser la tarea, como dice Martínez Heredia, de una nueva revolución de los humildes, que reactive la voluntad y la fuerza que haga retroceder de nuevo «los límites de lo posible». Cuba tiene que seguir mostrando que puede producir los bienes necesarios para satisfacer las necesidades básicas de su población, que puede, a su vez, definir correctamente cuáles son esos bienes, y que no lo hará a costa de la naturaleza ni de la explotación del hombre.
Las claves para hacerlo pueden ser rescatadas en el pensamiento del Che. En último término, encontramos en él las pautas que podrían hacer que la política revolucionaria tome de nuevo el mando de la economía para realizar lo objetivamente necesario. Nada de esto puede ser una tarea de expertos, ni de economistas, ni de historiadores, ni de sociólogos. El rearme ideológico corre por cuenta de la población cubana en su conjunto y de todos los revolucionarios estén donde estén.

Notas

1. Néstor Kohan, «La “manzana prohibida” del comunismo. Sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento hoy», Rebelión, 14 de marzo de 2011, disponible en www.rebelion.org/noticia.php?id=124197.
2. Véase Rolando García, «Epistemología y teoría del conocimiento», Salud Colectiva, n. 2, Buenos Aires, mayo-agosto de 2006, pp. 114 y 119.
3. Andrés Bilbao, Principios teológicos de la lógica económica, UNAM, México, DF, 1999.
4. Hace tres años escribí sobre este tema, planteando que la separación entre «economía» y política favorecía, en el capitalismo, la dominación, al ocultar las relaciones de poder inscritas en la lógica económica. Véase Ángeles Diez Rodríguez, «Sobre el capitalismo, la economía y los pretextos», Rebelión, 26 de noviembre de 2008, disponible en www.rebelion.org/noticia.php?id=76518.
5. Pierre Bourdieu, Poder, derecho y clases sociales, Descleé de Brower, Bilbao, 2000, p. 10.
6. Entiendo este debate como una necesidad de que se produzca un intercambio ideológico y conceptual que vaya más allá de las disquisiciones de orden técnico, por ejemplo, fijar las medidas concretas para recaudar impuestos, aumentar la productividad, etc. No considero que estos sean debates estrictu sensu pues no abordan la raíz de los problemas, sino aspectos puramente técnicos.
7. Roberto Guimaraes, «El desarrollo sostenible en América Latina», La cooperación internacional y el desarrollo sostenible en América Latina, Sociedad Editorial Síntesis, Madrid, 1993, p. 17.

Ángeles Díez
Revista Temas

La relación EE.UU.-América Latina, bajo la lupa



Para Chomsky, que Estados Unidos no esté prestando atención a América Latina es beneficioso para los sudamericanos

Siguiendo con nuestra serie de entrevistas con Noam Chosmky, el conocido linguista y escritor habló con Terra sobre la relación entre Estados Unidos y América Latina, el rol histórico de este país en los asuntos que ocurren al sur del río Grande y cómo los sudamericanos no se deben preocupar si no son tema de interés para el Vigía de Occidente en estos días.
Ambos candidatos, Barack Obama y Mitt Romney, hablan poco y nada acerca de América Latina, un tema que parece haber quedado afuera en la campaña electoral, ocupada con cuestiones más apremiantes, como la econonía y el desempleo.
A juicio de Chomsky, quien habló en exclusica con Terra USA desde su oficina en MIT, en Massachusetts, donde es profesor Emérito, esta realidad debe tranquilizar a la población sudamericana ya que es bueno que EE.UU. no le preste atención.
'Francamente, esto es para el beneficio de los latinoamericanos, que EE.UU. no les esté prestando atención. Si miras el rol que Estados Unidos ha tenido en América Latina en el último siglo es claro que ha sido muy destructivo. Así que si Estados Unidos no le está prestando atención ahora, los latinoamericanos están de suerte', dijo con inocultable ironía.
'Se pudo ver la relación entre Estados Unidos y América Latina muy claramente en la última conferencia del Hemisferio en Cartagena, Colombia, hace unos meses. Hubo dos temas importantes en la conferencia. Uno fue la admisión de Cuba a la Conferencia. Prácticamente toda América Latina quiere incluir a Cuba a la Conferencia, pero Estados Unidos lo vetó, junto a Canada', añadió Chomsky.
'El otro tema importante fueron las drogas. De manera creciente, países latinoamericanos se inclinan por la despenalización de las drogas, no la legalización, como en Europa, que trata estos casos de manera administrativa. Pero de nuevo, Estados Unidos y Canada se negaron', dijo.
'Miremos la lucha contra las drogas, donde América Latina es la víctima. Países como México, Colombia, Honduras o Bolivia, son las víctimas. El problema es en Estados Unidos porque es la fuente de la demanda. Así que es un problema de Estados Unidos. Lo mismo pasa con las armas que llegan de Estados Unidos y América Latina lo sufre. Ellos quieren sacarse el problema de encima pero Estados Unidos se niega. Y en la conferencia terminaron divididos', dijo el profesor e intelectual que está por cumplir 84 años.
Para Chomsky, no todas son malas noticias las que llegan desde el Sur.
'Uno de los desarrollos más llamativos es que por primera vez en 500 años, América Latina ha comenzado a tomar los pasos necesarios para una integración interna, lo cual es muy bueno. Y también han tomado pasos para liberarse de la dominación de las grandes potencias, como Europa y Estados Unidos. Creo que esto es el desarrollo más importante en los asuntos mundiales. Eso es progreso'.
Y añadió que las cosas han cambiando en cuanto a cómo interviene Estados Unidos en los asuntos de América Latina y el Caribe, por esa razón, la integración de la región.
'Las recientes intervenciones de Estados Unidos demuestran esto. Solía ser que Estados Unidos derrocaba un gobierno e instalaba una dictadura militar. En la última década han habido tres golpes militares. En 2002, fue en Venezuela pero no funcionó porque fue repelida y Estados Unidos tuvo que inclinarse por otra versión que no fuera un golpe militar', dijo.
'La otra fue en 2004 en Haití -siguió- cuando Estados Unidos, Canada y Francia se juntaron y apoyaron un golpe paramilitar que envió al presidente a Africa Central y el tercero, que fue el primer golpe de estado bajo la administración de Obama, fue en Honduras. Estados Unidos primero lo criticó pero después rápidamente comenzó a apoyarlo. Hubo un una elección pero se realizó bajo un régimen militar'.

Eduardo Orbea
Terra

martes, agosto 28, 2012

Paraguay transgénico



Un Federico Franco desafiante, anunció este lunes una serie de medidas, en buena parte ya en aplicación, con lo cual legaliza el contrabando, que convertirán a Paraguay en el primer país transgénico de Suramérica, con la autorización de importar, cultivar y comercializar las semillas genéticamente modificadas, con las cuales ingresarán miles de paquetes de pesticidas y herbicidas, comprobadamente tóxicos.
La decisión del Presidente de facto es otra prueba más que confirma el papel determinante que han jugado las corporaciones transnacionales del agronegocio en el Golpe de Estado Parlamentario de hace dos meses, junto con empresas de la megaminería, en particular la Río Tinto Alcan y otras de Estados Unidos y Canadá, que están operando en explorar y explotar el agua, oro, titanio, uranio, petróleo y gas.
El quiebre institucional, que puso fin al proceso de cambios iniciado en el 2008, se está proyectando peligrosamente con una serie de golpes menores del gobierno, que se suceden a ritmo vertiginoso, desnudando una profunda ansiedad de los nuevos mandamases por cumplir fielmente la estrategia imperial de reinstalar en la región una cabeza ultraliberal calcada de la perversidad riganista, thatcherista y menemista.
Los primeros beneficiados son las corporaciones Monsanto, Cargill y otras hermanas del agrotransgénico, agraciadas de un plumazo con la habilitación de una media docena de nuevas variedades de semillas OGM de algodón, maíz y soja, sin que hayan pasado por la verificación científica de rigor que permita garantizar calidad e inocuidad respecto a sus efectos sobre la salud humana y el medio ambiente.
En la decantación social y política que el golpe está generando en el país, los facciosos aparecen caminando más rápido que la oposición, la cual aún tiene dificultad para sobreponerse y articularse, aunque surge con fuerza en todo el país un nuevo tipo de militancia, con autonomía e independencia de los desvanecidos partidos, de las cúpulas sindicales y de las viejas estructuras de las organizaciones y movimientos populares.
Ejemplo vivo de ello fue el reciente Foro Social de la Resistencia, que se realizó los días 14 y 15 en dos plazas céntricas de Asunción, animado por unas tres mil personas, mayoría jóvenes urbanos, campesinos e indígenas que, en 13 inmensas carpas abordaron temas como la soberanía Alimentaria y Energética, la redistribución de la tierra y la recuperación de las 12 millones de hectáreas ocupadas ilegalmente por civiles y militares estronistas.
El rescate y revaloración de las semillas nativas y criollas, mediante la producción comunal y protección estatal, fue una de las más sentidas reivindicaciones del Foro en defensa de la alimentación sana, frente a la feroz invasión de los granos de laboratorios.
El encuentro decidió organizar los días 15 y 16 de septiembre una feria nacional de la semilla en Asunción, con participación de miles de familias de labriegos de todo el país, convencidos de que deben movilizarse para detener el ingreso de los paquetes de herbicidas y plaguicidas con los cuales se fumiga las grandes plantaciones y también las poblaciones, escuelas y centros de salud cercanos.
Los golpistas, aunque están guiados por los empresarios de los medios de comunicación más poderosos que, por encima de leves diferencias, en el accionar práctico conforman el principal partido político de la derecha paraguaya, no pueden ocultar que a sólo dos meses del golpe dos corrientes internas comienzan a enfrentarse, debido a la interpretación del ritmo que debe imprimir el gobierno liberal en sus resoluciones, antes de que lleguen las elecciones nacionales del 21 de abril próximo.
Esa discrepancia, a juicio de no pocos observadores, podría convertir al Canciller José Félix Estigarribia en el primer fusible en saltar del espurio ejecutivo, porque el sector oligárquico más intransigente, encabezado por el matutino ABC, está disconforme con su labor, en particular porque es incapaz de revertir la repulsa y aislamiento internacional de este gobierno, sin siquiera conseguir el apoyo oficial de la OEA.
Títulos en primera plana, comentarios de fondo y hasta editoriales, ha dedicado en los últimos días la publicación de Aldo Zucolillo, un poderoso empresario de currículo muy cuestionado y escraches sucesivos de la ciudadanía, para denunciar que el actual titular del servicio exterior y vocero de las tergiversaciones oficiales contra el Mercosur, hace unos meses entregaba informes al Ministro Jorge Lara Castro elogiando los dos acuerdos de Ushuaia y a la UNASUR como un organismo que superaba la misión de la OEA.
Las piffias que están cometiendo los golpistas no son privativas de Estigarribia, a quien supera el Presidente de facto, soberbio y convencido de que lo respalda la impunidad, y cuyas continuas barrabasadas intenta enmendar el Canciller, como los insultos al Mercosur y la declaración a la CNN de que “presumimos que Chávez no es un demócrata”, una idiotez mayúscula en la boca de alguien que viene de encabezar un golpe de estado contra un Presidente elegido democráticamente.
Sus promesas al pueblo, de solucionarles todos los problemas en menos del año que tendría para gobernar, es de una escandalosa demagogia, como la de ofrecer tierra a los campesinos expulsados por la agroindustria, capitalizando estudios, medidas y proyectos del Gobierno de Fernando Lugo sobre las tierras fiscales ocupadas por latifundistas que han sido uno de sus mayores apoyos del golpe.
La suma de contradicciones y de actos hipócritas que está cometiendo este gabinete putativo, confirma en sus primeras medidas que llegó con la misión de vender en pocos meses los recursos naturales a las grandes corporaciones del capital transnacional.
Los ejemplos abundan, empezando por el empleo masivo de liberales en la función pública, en una acción desmedida que puede resultar un fuerte revés para estos gobernantes de ocasión, dado que la mayoría de los funcionarios obedecen al Partido Colorado, que no dejará de utilizar esa masa de asalariados para desestabilizar, lo cual ya comenzó con paros en los ministerios de Hacienda y Justicia y Trabajo.
Otras abyecciones son autoría del Ministro de Salud, el médico Antonio Arbo, autorizando los transgénicos y sus venenos, de su colega de Industria y Comercio Francisco Rivas, declarando que la energía eléctrica debe quedarse en el país, pero hace lo imposible para que se la lleve Río Tinto Alcan, y el de Hacienda Ferreira Brusquetti, sin el mínimo pudor para reclamar la privatización de los aeropuertos y el consiguiente espacio aéreo, las carreteras nacionales y los entes deficitarios, enterrando la soberanía nacional y toda posibilidad de someter las empresas estatales a estudios serios de viabilidad, como jamás se ha hecho en este país.

José Antonio Vera

Germinal


“Germinal”, la célebre novela de Zola, se convirtió en la mayor producción de exaltación proletaria con una película estimable aunque desigual que fue, al mismo tiempo, una sentido y elaborada evocación y un gesto de resistencia.
En los últimos tramos del siglo XIX, Emile Zola cuya divisa era “Vivir indignado”, se convirtió en uno de los principales referentes culturales de la izquierda en general, y también del anarquismo. En esto confluyó, en primer lugar el entusiasmo que provocó su novela más obrerista, Germinal, y en segundo lugar por haber asumido la defensa del capitán judío Dreyfus firmando el célebre Yo acuso, aquel “momento de la conciencia humana” sobre el que el mejor cine liberal de avanzada de Hollywood produjo una memorable película La vida de Emile Zola (The life of emile Zola, USA, 1937), dirigida por el alemán exiliado en Hollywood William Dieterle, e interpretada por Paul Muni. Ganó el Oscar en 1938 a la mejor película, mejor actor de reparto (Joseph Schildkraut, un actor judío muy emblemático desde que interpretó el Judas en Rey de Reyes de DeMille) y uno de los mejores de adaptación. Aquí se estrenó en la TV, y a pesar de su acartonamiento, todavía resulta obrante, sobre todo en el caso Dreyfus Recordemos que el gesto de Zola fue saludado con entusiasmo por la prensa francesa socialista y libertaria de la época, calificándolo entre otras cosas como un “acto revolucionario”, de “golpe frontal contra el militarismo y al respeto al ejército”.
No es por casualidad que el hombre que lo convenció para dar el paso decisivo fuese Bernard Lazare, escritor judío francés anarquizante (Nimes, 1865-París, 1903), cuyo libro La verdad sobre el asunto Dreyfus (1896), le impactó muchísimo. Lazare había venido al mundo en el seno de una familia hebrea instalada en el Mediodía francés desde hacía siglos, se fue a vivir siendo muy joven en París para acabar los estudios. Atraído por las letras, publicó El espejo de las leyendas, selección de cuentos filosóficos y un libro de entrevistas. Su mayor prestigio le vino de El antisemitismo, su historia y sus causas (1894), una brillante obra escrita en respuesta a los libros antisemitas de Edouard Drumont. Pertenecía al grupo de intelectuales franceses vinculado al anarquismo a través de Sebastián Faure, y ejerció una considerable influencia entre la juventud radical de su época.
La obra de Zola, Germinal fue la primera gran obra literaria que abordaba honesta y concienzudamente la condición proletaria así como los debates que se dieron en la fase final de la AIT, testimonia el crecimiento del movimiento obrero y el desafío del ideal socialista en el seno de una sociedad burguesa injusta y caduca. Aunque nadie le hizo caso, Zola repitió de modo categórico que no son los mineros ni la huelga los protagonistas de Germinal, que se trataba de "una obra de piedad, y no una obra de revolución. Lo que he querido ha sido gritar a los feli­ces de este mundo [...]: Tened cuidado, mirad bajo tierra, ved a esos miserables que trabajan y sufren. Tal vez sea tiempo de evitar las catástrofes finales". Y, siguiendo ese tenor, más evangélico que revolucionario, Zola construye una huelga irra­cional que no puede justificarse ni aprobarse en su curso políti­ca o humanamente. Para dar una lección a "Ios felices", sus mineros protagonizan una in­vasión de bárbaros, de salvajis­mo abominable y violencia de­satada, que tiene en la muerte del tendero Maigrat su punto memorable: tras romperse el cráneo al caerse de un tejado cuando huye, las mujeres se arrojan sobre él en jauría para llenarle la boca de tierra y arrancarle el paquete genital con que las había violado; pagaba así la pernada que les exi­gía en vida cuando no tenían nada que echar en su olla; lue­go, las mujeres pasearán esa vi­rilidad arrancada izando sobre un palo, como bandera, aque­llos "desperdicios de cerdo".
Dicha violencia crea víctimas inocentes, como la hija de los burgueses ahogada por un viejo minero idiotizado por una exis­tencia de esfuerzo hasta la extenuación, como es Bonnemort; o como el soldado al que de­güella un niño inválido. En úl­tima instancia, para ZoIa, por encima de las ideas aflora siem­pre la bestialidad de los instin­tos para ofrecer una panorámi­ca de la condición humana re­pugnante. Y es esa violencia lo que Zola rechaza desde su primera juventud, cuando expre­saba su simpatía hacia las vícti­mas de los combates de la Co­muna de 1871 y de la posterior represión, pero también su espanto ante la violencia del pue­blo llevado por los agitadores a una fiebre de locura capaz de justificar las violencias y dar lu­gar a una guerra civil: en 1871, la insurrección comunnard no es otra cosa para Zola que un estallido de fiebre represada que acaba en la locura, y sobre la locura no puede asentarse ninguna sociedad; en primer lu­gar, porque los cabecillas polí­ticos, los meneurs, sólo atien­den a sus ambiciones persona­les…
A pesar del rechazo que provocó entre las clases dominantes, su prestigio fue tal que el cine se apropió de ella en una primera versión de 1913 de mano de Albert Capellani con una puesta en escena completamente teatral de manera que los actores desfilaban ante la cámara inmóvil. Capellani fue uno de los pioneros más importantes del cine francés, autor del primer largometraje de esta cinematografía, curiosamente una adaptación de L´assommoir (1908), de Zola, y más tarde hizo lo propio con Los miserables (1912), la obra inmortal de Victor Hugo que precedió a Germinal en su interés por el creciente proletariado.
También fue importante y significada la de 1963, obra de Yves Allégret, hermano del también cineasta Marc Allégret, ambos de filiación trotskista en los años treinta, amigos de los surrealistas. Yves fue considerado como “el más sartriano” de los cineastas franceses, el guión de su película más conocida, Los orgullosos (Les orgueilleux, Francia, 1954) fue escrito por el propio Sartre. Este Germinal (Francia-Hungría-Italia, 1963), se basó en un guión del prestigioso Charles Spaak, guionista muy ligado a Renoir, coincidió con una coyuntura de movilizaciones de los mineros franceses que con sus luchas, lograron importantes mejoras en sus condiciones laborales, y también con la huelga general belga de 1960, o sea justo cuando se empezaba a hablar de “huelgas salvajes”. Obra modesta y de duración más normal (110 m.), fue interpretada entre otros, por Jean Sorel, Claude Brasseur y Bernard Blier, éste último como el representante de la mezquina patronal. Ofrece una vivida descripción del trabajo de los mineros: mal pagado, mal tratados, y siempre pendientes del peligro. La tensión se acumula hasta que el conflicto estalla violentamente. Y no hay duda: Allégret también está con los trabajadores. La película conoció un cierto eco en su momento, aunque al decir de un crítico “hoy parece de­masiado suave, aunque el público se identificó con el prototipo de minero silencioso, trabajador y duro” (Perron, 1993, 28). En cuanto al personaje del anarquista Souvarin, no tiene en este caso ningún peso. Con todo, algunos especialistas la consideran mejor que la de Berri. Con Ives Allégret sucede como con casi todo el cine francés previo a la “nouvelle vague”: que está bastante olvidado.
De la adaptación efectuada por Claude Berri (1993), hay que comenzar apuntando que en su momento fue como una declaración. Aquellos tiempos quedan lejos, pero la lucha de clases sigue ahí. En una fase histórica de “pensamiento único” en la que el sindicalismo era presentado ante todo como un obstáculo –una “dictadura” escribirá alguien como Vargas Llosa-, películas como las de Loach, y otras no menos emblemáticas como Daens, Un lugar en el mundo, o Lamaerica, adquirían el significado de una airada protesta, de defensa de la memoria proletaria que se quería enterrar bajo los cascos del muro de Berlín. En Ça Commence Aujourd'Hui (Francia, 1999), de Tavernier, se ofrecen unas referencias explícitas a los tiempos de las luchas obreras de Germinal. Su estreno causó una gran conmoción, en Asturias por ejemplo, dio lugar a una rememoración de la historia de aquel sindicalismo minero que tuvo en octubre de 1934 su mayor momento de exaltación, y en Francia fue igualmente coincidente con una huelga general cuya principal virtud sería la de ser prólogo de otras y de un resurgir de la izquierda social. Con ocasión de dicho estreno, Claude Berri, que acababa de tener su mayor éxito profesional con una sumamente interesante adaptación de Marcel Pagnol, El manantial de las colinas (1986), que por su larga duración tuvo una segunda parte en La venganza de Manon.
En sus declaraciones, Berri hizo constar la actualidad del tema y recordó sus orígenes y dedicó la película a su padre y a una clase trabajadora de la que se sentía parte: “Creo en otra clase de vida. Germinal es un homenaje al sufrimiento del hombre. No está lejos de nuestro tiempo: miseria, el paro, el hambre están ahí”. Zola por su parte la definió como “una obra de piedad, y no una obra de revolución: Lo que he querido ha sido gritar a los felices de este mundo (...): Tened cuidado, mirad bajo vuestra tierra, ved a esos miserables que trabajan y sufren. Tal vez sea tiempo de evitar las catástrofes finales”. En realidad se trata de una obra extensa y repleta de matizaciones. Berri la escribió junto con su hermana, Arlette Langmann, y contó con el protagonismo de Gerard Depardieu, hijo de un obrero analfabeto, y de Arnaud, un cantante izquierdista muy reconocido en Francia, sin el concurso del cual Berri aseguraba que no habría podido rodar el film. El director lo dedicó a su padre, y proclamó su creencia “en otra clase de vida” dienta a la que impone el capitalismo.
A su parecer “Germinal es un homenaje al sufrimiento del hombre. No está lejos de nuestro tiempo: la miseria, el paro, el hambre están ahí”. No solamente detrás, también al lado, en los países colonizados, y en sectores cada vez más amplio de los avanzados. Su enfoque tiende hacia una interpretación digamos primordial: se ofrece un fresco en el que se hace constancia de la extrema miseria proletaria (los trabajadores están mal pagados, se encuentran en constante peligro, los que sobreviven están enfermos, sus mujeres tienen que mendigar en la casa de los ricos, implorar crédito en las tiendas de alimento, sus mejores tienen que doblegarse ante encargados y tenderos, etc), una miseria que contrasta con los lujos y la mezquinad de los amos, de unos señores que ilustran en sus conversaciones que ya practicaban lo que ahora se quiere vender como “nueva economía”, detalla las dificultades de sindicalización, la dignidad de los de abajo pero también sus miserias y turbulencias…Otra cosa sería el enfoque que nos ofrece Berri que en este punto nos diferente a la de Allegret. Su orientación primordial tiende a optar claramente a favor de la labor sindicalista reivindicativa y constante, opuesta a la impaciencia y virulencia revolucionaria expresada por el maquinista Souvarin (Lauren Terzieff) que proyecta una sombra oscura de Bakunin que resulta la parte más discutible de la película. Souvarin. Nunca aparece trabajando, está en el bar como un cuervo esperando la ocasión para echar tierra sobre las ilusiones y afanes de los sindicalistas que tienen como referente a la AIT. Es un teórico, un saboteador y desquiciado que considera “utópica” toda tentativa de mejorar las condiciones e vida y de trabajo en el marco del capitalismo. Solamente sobre las ruinas del viejo mundo será posible construir otro nuevo, un discurso amargado y solitario que concluye con un sabotaje que causa varias muertes.
Richard Porton dice un tanto rebuscadamente que Berri “reprodujo el vilipendio prebolchevique” (¿) contra el anarquismo (p. 89). También añade a modo de reproche que la película fue “recibida cálidamente por el Partido Comunista Francés”. Estos apuntes merecen ser puntualizados. Primero, Berri subraya negativamente pero no inventa el personaje. Se remite sumariamente a la visión que Zola ofrecía de los grandes dilemas de la AIT y de los inicios del movimiento obrero, y está claro que toma partido por las organizaciones de masas, también que desconfía de los funcionarios sindicales (Pluchart, un liberado que “hacía cinco años que no cogía la lima”) y de los discursos de los políticos profesionales (Etienne), pero igualmente rehúsa cualquier tendencia hacia la violencia justiciera e individual. Segundo, porque, por más paradójico que parezca a los que no le han dado cuerda a su reloj de la historia, lo que quedaba del PCF también recibió cálidamente Tierra y Libertad, un detalle que ilustra una cierta voluntad de distanciamiento de las partes más oscuras de la tradición estaliniana.
A mi juicio, Berri ha logrado ha logrado parcialmente combinar la emoción con la inquietud moral una filmación que pudiera parecer panfletaria en algún momento, o porque la realidad histórica era tan terrible como describe esta película a la que no se le puede negar su categoría de “necesaria”. En definitiva: se trata de una producción muy personal de Claude Berri, en absoluto ajena al éxito internacional de Cyrano de Bergarac, y de El manantial de la colina, ambas protagonizada por un imponente Gerard Depardieu al frente de dos grandes repartos. Un cine “grande” con el que la cinematografía francesa trata de competir y de resistir con sus propias armas los efectos de una mundialización que está acabando con los cines nacionales.
Germinal fue estrenada en Candás, un pueblo asturiano que 60 años antes, había conocido en primer grado la revolución de octubre de 1934. Según contaba el cronista de El País: “Los asistentes a la proyección de Candás, entre los que no faltaron veteranos del movimiento obrero, insumisos, jóvenes ácratas o simplemente cinéfilos atraídos por el tirón de Gerard Depardieu, apenas se movieron en su butaca en las más de dos horas y media de proyección. Devoraron la película de Bern sin pestañear. Las miserias de la familia Maheu que narra el filme atraparon al público desde el primer fotograma. En una impactante cita con la historia, la complicidad de los asistentes se tomó en tímidos aplausos cuando en la pantalla aparecieron las primeras imágenes de la revuelta minera. Una película durísima, sin concesiones, fue la opinión unánime al término de la proyección. Y una conclusión amable de camino al gintonic de madrugada: la minería, que sigue siendo el batallón de enganche del movimiento obrero en Asturias, acaba de asegurarse un futuro laboral negociado por los sindicatos. Menos amable es la evidencia de que secuencias enteras de Germinal son hoy extrapolables a cualquier lugar del mundo donde la gente está condenada al hambre”.
Aparte de Germinal, la más social de todas las adaptaciones de Zola sería la versión de "L'Assommoir" que con el título de Gervaise (Francia, 1955) realizó René Clement en su mejor momento. Fue nominada al Oscar a la Mejor Película Extranjera, y su protagonista, Maria Schell, realizó el mejor trabajo de su discutible carrera por lo que el Festival de Venecia que concedió a la película el Premio de la Crítica, la reconoció como la mejor actriz. Con un guión escrito por el prestigioso Jean Aurenche, Clement se ciñó a la parte de la novela que aborda el drama de una mujer, la pareja de Gervaise Coupea, un trabajador honesto con el que tendrá dos hijos. Ella se desvive, atiende su casa y sus hijos pero también trabaja en una lavandería mientras sueña salir del foso social, algo que está a punto de lograr cuando Gervaise muere sepultado. Gervaise es una de las películas obrerista más interesante de la época. Representa el mejor cine francés imperante antes de la “nouvelle vague”, luego criticado como un cine académico de “qualité française”. Su contenido obrerista y feminista aunque marcados por el fatalismo de Zola. Gervaise no llegó nunca a nuestras pantallas.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

¿Por qué luchar por el socialismo?

Desde el comienzo de la humanidad, los seres humanos han tratado de descubrir las leyes que gobiernan su existencia. Las teorías que van desde las explicaciones sobrenaturales hasta el liderazgo de “grandes hombres” han tratado, de una manera u otra, en un momento u otro, de proporcionar estas explicaciones ¡Algunos incluso creen que, en la medida en que las personas actúan de forma independiente unas de otras, las teorías de desarrollo humano resultan completamente inútiles!
Durante casi dos mil años las ideas del libro del Génesis dominaron el panorama de la Europa Occidental. Los que trataron de socavar este concepto fueron tildados como discípulos del diablo. Sólo en los últimos tiempos, la concepción “herética” de la historia, la evolución, ha sido aceptada de manera general, aunque aún así, de forma unilateral.
Los marxistas dan una enorme importancia al estudio de la historia, no por su estudio en sí, sino con el fin de estudiar las grandes lecciones que contiene. Sin esta comprensión de la evolución de los acontecimientos, no es posible prever las perspectivas futuras
Es precisamente en este sentido que estudiamos y aprendemos de la historia. El marxismo es la ciencia de las perspectivas, utilizando el método materialista dialéctico para desentrañar los complejos procesos del desarrollo histórico.
La filosofía marxista analiza las cosas no como entidades estáticas, sino en su movimiento y desarrollo vivo. Los hechos históricos son examinados como procesos. La evolución, sin embargo, no representa simplemente el movimiento de lo inferior a lo superior. La vida y la sociedad se desarrollan de una manera contradictoria, a través de “espirales que no constituyen una línea recta; un desarrollo mediante saltos, catástrofes y revoluciones, rupturas en la continuidad, la transformación de la cantidad en calidad, impulsos internos hacia el desarrollo, causados por la contradicción y el conflicto entre las diversas fuerzas y tendencias”. (Lenin)
Las ideas, teorías, programas de partidos, etc. no caen del cielo, sino que siempre reflejan el mundo material y los intereses materiales. Como Marx explicó, “el modo de producción de la vida material condiciona los procesos de la vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino al contrario, es el ser social el que determina su conciencia”.

La ley del desarrollo desigual y combinado

De ser un sistema social progresista, el capitalismo se ha convertido en una traba para la producción y para el desarrollo de la humanidad. Marx creía que el proletariado llegaría al poder primero en los países capitalistas avanzados, Gran Bretaña, Alemania y Francia. Sin embargo, con el surgimiento del imperialismo, el capitalismo, en palabras de Lenin, “se rompió por su eslabón más débil”, la atrasada Rusia.
La sociedad no se desarrolla en línea recta, sino conforme a la Ley del Desarrollo Desigual y Combinado. El crecimiento a escala mundial con los nuevos cambios productivos se mezcla desigualmente con las viejas ideas y formas de producción de los diferentes sistemas sociales pretéritos. El atraso de la Rusia semifeudal se complementó con las más modernas técnicas de producción en las ciudades, debido a la enorme cantidad de capital extranjero de Francia y Gran Bretaña. Apareció un nuevo proletariado industrial, que aceptó las ideas más avanzadas de la clase obrera: el marxismo.
En muchos de los países subdesarrollados, las heridas infectadas de la necesaria reforma agraria, la autocracia, la opresión nacional, y el estancamiento económico, han dado lugar a un enorme descontento. Las tareas de la revolución democrático-burguesa, que hubieran sentado las bases para el desarrollo capitalista, sólo se han realizado parcialmente o no se han llevado a cabo en absoluto.
En estos países la clase capitalista local ha entrado en escena demasiado tarde para jugar un papel similar al de sus homólogas de los siglos XVII y XVIII. Al igual que en Rusia antes de 1917, son demasiado débiles y se hallan atadas por miles de hilos -a través de vínculos de matrimonio, deudas…- a los terratenientes y a los imperialistas. Ambos sectores pasan a compartir un odio común hacia el proletariado emergente. La clase capitalista nacional prefiere aferrarse al viejo orden en lugar de apelar a las clases subalternas para llevar a cabo la revolución antifeudal.
La única clase capaz de llevar a cabo la revolución es el proletariado mediante la unión en torno a sí mismo de los sectores más pobres del campesinado. Una vez que la clase obrera llegue al poder, como en octubre de 1917, se torna capaz de dar la tierra a los campesinos, expulsar a los imperialistas y unificar el país. Sin embargo, el proletariado no se detendría en estas medidas, sino que luego pasaría a implementar las tareas socialistas: la nacionalización de las industrias básicas, la tierra, y las instituciones financieras.
La Revolución Rusa fue el acontecimiento más grande de toda la historia humana. Por primera vez la clase obrera tomó el poder, barrió a los capitalistas, terratenientes y bandidos y organizó un “estado democrático de los trabajadores”. Iba a ser el comienzo de la revolución socialista internacional, confirmando plenamente la teoría de la Revolución Permanente.
Por desgracia, la traición a la revolución socialista en Alemania y otros países, condujo al aislamiento de la revolución en un país atrasado y devastado. La destrucción de la guerra, el analfabetismo masivo, la guerra civil, el agotamiento, supusieron tremendas trabas para una clase obrera débil, contribuyendo a la degeneración de la revolución. Estas fueron las condiciones objetivas que alentaron el crecimiento de la burocracia en el Estado, los sindicatos y el Partido. Stalin llegó al poder sobre las espaldas de esta nueva casta burocrática. El individuo en la historia, no se representa a sí mismo, sino los intereses de un grupo, casta o clase en la sociedad.
El estalinismo y su monstruosa dictadura, no surgió del Partido Bolchevique ni de la revolución socialista, sino del aislamiento y del atraso material de Rusia. Destruyó la democracia obrera con el fin de preservar sus propios privilegios y poder.
El régimen estalinista no obstante, se basaba en las nuevas formas de propiedad de la industria nacionalizada y planificada. Los soviets (consejos de trabajadores) y la democracia obrera fueron aplastados por la contrarrevolución política estalinista.

La transformación socialista

La transformación socialista marca el inicio de una forma nueva y superior de sociedad, rompiendo las trabas en el desarrollo de las fuerzas productivas. Los obstáculos de la propiedad privada y el Estado nacional son barridos, lo que permite, mediante la propiedad socializada, planificar la economía en interés de la mayoría.
La revolución socialista no puede limitarse a un sólo país, sino que pone a la revolución mundial en el orden del día. La economía mundial y la división mundial del trabajo creados por el capitalismo exigen una solución internacional. Esto a su vez serviría de base para la “producción planificada y armoniosa de los bienes para la satisfacción de las necesidades humanas”.
Una de las primeras tareas de la clase obrera victoriosa sería la destrucción de la vieja máquina del Estado. En todas las sociedades de clase el Estado se estableció como “un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra”. Esto plantea la cuestión de saber si la clase obrera necesita un Estado. Los anarquistas responden que no. Pero ellos no entienden que algún tipo de poder se requiere para mantener a raya a los antiguos terratenientes, banqueros y capitalistas. El proletariado, por lo tanto, tiene que construir un nuevo tipo de Estado que represente sus intereses. En un Estado obrero, la mayoría de la población ha de mantener bajo control a una pequeña minoría de ex-capitalistas y, por lo tanto, el enorme parato burocrático del pasado ya no será necesario. Esta “dictadura del proletariado” o democracia obrera, como Trotsky prefería llamarla, sobrepasa y se extiende mucho más allá de las más altas formas de la democracia burguesa.
La democracia burguesa fue definida por Marx como un sistema en el que “a los oprimidos se los autoriza a decidir, una vez cada varios años, qué mandatarios de la clase opresora han de representarlos y aplastarlos en el Parlamento”. Todo el mundo puede decir lo que quiera, siempre que los consejos de administración de los monopolios decidan lo que se hace realmente.
El nuevo Estado obrero extendería la democracia desde la política a la esfera económica mediante la nacionalización de los grandes monopolios. Nuevos órganos de poder, tales y como los soviets en Rusia, basados en el pueblo en armas, constituirían “una corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa al mismo tiempo”. La burocracia sería sustituida por la participación de las masas en el funcionamiento del Estado y la sociedad. Con el fin de prevenir el crecimiento de la burocracia, el proletariado de París en 1871 y el de Rusia en 1917 introdujeron las siguientes medidas:
1. Elecciones libres con revocabilidad de todos los funcionarios.
2. Ningún funcionario puede recibir un salario más alto que el de un obrero calificado.
3. Ningún ejército permanente, sino el pueblo en armas.
4. Gradualmente, todas las tareas de administración del Estado se realizarán por todo el mundo de forma rotativa.
Con la reducción de la jornada laboral, las masas adquieren la oportunidad de involucrarse en el Estado, y obtener la llave de la cultura, la ciencia y el arte. Porque, tal y como Engels dijo una vez, si el arte, la ciencia y el gobierno siguen siendo del dominio exclusivo de una minoría, esta usará y abusará de su posición en su propio interés.

Ubaldo Oropeza
La Izquerda Socialista (México)

domingo, agosto 26, 2012

75 aniversa­rio de la Liga



En el año de su setenta y cinco aniversa­rio, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, al valorar su historia de lucha como parte de todas las luchas por la conquista de todos los derechos humanos para todos, propone y se compromete a luchar por los siguientes actos gubernamentales, legislativos o jurídi­cos, necesa­rios para derrotar plena­mente la impunidad y avanzar hacia el pleno acceso de todos a todos los derechos humanos.
Desde el 20 de diciembre de 1937, los militantes de la Liga hemos aportado à la lucha por la libertad de todos los presos políti­cos, todos los tortura­dos y perseguidos de todos los gobiernos. Hemos enfrentado absoluta­mente todas las dictaduras, la del 30, la del 43, la del 55, la del 62, la del 66 y por supuesto à la aupada en el poder el 24 de marzo de 1976; y no hemos dejado de luchar bajo los gobiernos electos bajo normas constitucionales. Fuimos los prime­ros, y no solo en la Argentina, en toda América; y por mucho tiempo fuimos una de las pocas organiza­ciones popula­res dedicada à la lucha por los derechos humanos, aunque nunca estuvimos solos. Hereda­mos las luchas del Socorro Rojo y los esfuerzos de los anarquistas, socialistas y comunistas para que el movimiento sindical de las prime­ras déca­das del siglo pasado se hiciera cargo de esta causa.
También la de los combatientes radicales que enfrenta­ron el primer golpe militar del Siglo XX tanto como la de la Resistencia Peronista al Golpe Gorila del 55. En los 60, convivimos con las comisiones de familia­res y organiza­ciones de aboga­dos que promovió la izquierda peronista, guevarista y de otras tradiciones como la Gremial de Aboga­dos. Apoya­mos y fuimos parte de las comisiones de derechos humanos de la C.G.T. de los Argentinos, la Federa­ción Universitaria de la Argentina y otras instancias de coordina­ción como fue la primer Asamblea Permanente por los Derechos Humanos así como contribuimos decisiva­mente al fortalecimiento del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, la Comisión de Familia­res de Presos Políti­cos y otras. Nunca nos sentimos solos y hoy nos alegra que el campo de los defensores de los derechos humanos se haya expandido del modo que lo ha hecho. Conside­ra­mos que el 75º aniversa­rio de la Liga es mucho más que un cumpleaños, es un valor cultural del pueblo argentino que da cuenta del compromiso histórico de los trabaja­dores y los sectores popula­res con la lucha contra todas las impunidades; no es solo una de las razones de los nuevos tiempos que vivimos, también es una base sólida para seguir adelante. En este aniversa­rio ni nos auto conforma­mos con nuestra historia de luchas ni tene­mos una mirada conformista sobre lo logrado en la Argentina que no es poco siendo el tema de Juicio y Castigo a los Genocidas donde más se visualizan los avances, real­mente históri­cos y de relevancia regional. Asumir lo logrado como el punto de llegada, como el súmmum de lo posible; no solo sería un error conceptual enorme, también sería una falta de compromiso con el mandato que nos viene del fondo de la historia, y sobre todo con todas y todos los que no vacila­ron en seguir luchando no importa las consecuencias que el Poder les amenazaba y hoy son parte de ese acumulado histórico de lucha­dores al cual nos debe­mos. Permítannos, en esta ocasión, nombrar a nuestra Teresa Israel, a Baldomero Varela y Freddy Rojas que fueron parte de la gota de sangre que la Liga aportó al cauce común y plural de los que fueron asesina­dos y/​o des­a­parecidos en ejercicio de la militancia por los derechos humanos. Es por ello, que en el año del setenta y cinco aniversa­rio de la Liga, que cumplire­mos el 20 de diciembre próximo, propone­mos y nos compromete­mos a unir nuestros esfuerzos a todos los que luchan por los siguientes puntos, entre tantos otros que el pueblo reclama.
Uno. La inmediata deroga­ción de la llamada Ley Antiterrorista, la anu­la­ción de todos los acuerdos firma­dos con el Gobierno de los EE.UU. que permiten la injerencia de sus Fuerzas Arma­das en la prepara­ción y forma­ción ideo­lógica de cualquiera de las Fuerzas estatales de seguridad. Es inaceptable que se nos diga que los ejercicios “técnico milita­res” no son parte de la imposición de una cultura emanada de los EE.UU., inspirada en la guerra contra el terrorismo que se plasmó en el Acta Patriótica de 2001 y viene demoliendo toda la estructura jurídica internacional de protección a los derechos humanos. No ceja­re­mos en la denuncia del carácter represivo de la Ley y de la función colonialista de la intromisión del Comando Sur en nuestro territorio, no importa la excusa que invente. Las Mal­vinas son argentinas tanto como el resto del territorio continental. Ni allá ni acá, tropas de la OTAN al servicio de la guerra contra el terrorismo. Defensa irrestricta del derecho à la autodetermina­ción de los pueblos, condena a los golpes de Estado perpetra­dos en Honduras y Paraguay e intentado en Venezuela, Bolivia y Ecua­dor por una alianza perversa entre las derechas originarias y el imperialismo norte­americano. La lucha contra todas las impunidades, la democratiza­ción de las democracias formatea­das por el terrorismo de estado y el neoliberalismo por el camino del protagonismo popular creciente y la satisfacción de las demandas popula­res contra los grandes grupos económi­cos que procuran monopolizar nuestras riquezas naturales, sigue siendo el camino más eficaz para derrotar las derechas. Cree­mos que esa es la primera lección del “golpe constitucional” de Paraguay.
Dos. La completa depura­ción de todas las Fuerzas estatales de seguridad (no solo las Fuerzas Arma­das, también Gendarme­ría, Prefectura, el Servicio Penitencia­rio y todas las Policías: la Federal, las provinciales y las nuevas como la Metropolitana o las comunales de la provincia de Buenos Aires) de todos los elementos que hayan servido en el periodo de despliegue del terrorismo de Estado, hayan estado comprometidos en hechos de represión à la protesta social, tráfico de drogas, trata de personas o de corrupción. Deroga­ción del articulo de la Ley de Agencias priva­das de Seguridad que obliga à la contrata­ción de personal retirado de las Fuerzas de seguridad para su dirección. Directa responsabilidad administrativa, política y penal de los gobernantes nacionales y provinciales por los crímenes cometidos por las fuerzas bajo su mando. Nunca Más una sola desa­parición forzada de personas como la de los compañe­ros Julio López o Luciano Arruga; Nunca Más una sola víctima del Gatillo Fácil, la tortura en sede policial o carcelaria o los apremios de todo tipo contra los jóvenes, las prostitutas, travestis o hermanos latinoamericanos residentes en el país. Basta de criminalizar y judicializar la protesta social. Donde hay una necesidad hay un derecho y la represión es la señal de la voluntad del Poder de no renunciar a los privilegios que agravian y despojan al pueblo de sus derechos. El Federalismo no puede servir de excusa para el consentimiento del gobierno nacional y el Parlamento sobre los crímenes de la Bonaerense, la Policía Santafecina, Jujeña o Formoseña, para nombrar a las más brutales y represoras de las policías provinciales. Es total­mente inaceptable que las seccionales de las policías y las cárceles sean escena­rios cotidianos de torturas, vejámenes, viola­ciones sexuales, ataques a las personas en estado de prostitución y otros sectores de los más vulne­ra­bles de la sociedad y todo tipo de atropellos à la dignidad humana. Nada lo excusa. La Liga seguirá al lado de todos los que luchan por la vivienda digna, la educa­ción pública y el trabajo de ocho horas en condiciones sanas y con una paga suficiente para vivir digna­mente y sere­mos solida­rios con todos los reprimidos por el estado cualquiera sea su identidad política y los modos de ejercer el sagrado derecho a luchar por los derechos humanos, primer derecho a defender, no importa quien lo agravie ni el modo en que se defienda.
Tres. Elabora­ción de una política estatal unificada de avance en la lucha contra la impunidad de los perpetra­dores del genocidio enfrentando la estrategia de la impunidad bio­lógica (“estirar” los procesos judiciales para que los represores mue­ran “acusa­dos” pero sin condena, como Pinochet en Chile); la impunidad del Poder Económico (que pretende un genocidio sin sentido, sin beneficia­rios, que niega aquello de Walsh en su Carta: “En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explica­ción de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la planificada.”) y la estrategia de los condena­dos para sostener su impunidad exigiendo un trato preferencial para ellos: detenciones domiciliarias, eximición de juicios o cárcel por razones de salud y que ahora pretenden acceder al sistema universita­rio de educa­ción. La Liga seguirá sosteniendo su rol querellante en más de cuarenta cau­sas y nos compromete­mos a concentrar­nos en las cau­sas contra el Poder Económico como la que sostene­mos contra Alfredo Martínez de Hoz y el directorio de la empresa Acindar convencidos que estas cau­sas son un aporte eficaz à la crea­ción de condiciones para recuperar todo lo que la dictadura nos robó y el Poder Económico se apropió en tantos años de dominio ininterrumpido.
Cuatro. Respeto irrestricto a los derechos de los pueblos origina­rios y de la tierra a no ser avasalla­dos por un modelo extractivista que no vacila en demoler montañas, envenenar el aire, la tierra y el agua de todos nosotros. La megamine­ría y la producción de soja transgénica son el nuevo nombre de la coloniza­ción que sufrimos. No faltan voces, cada vez más crecientes que denuncian que el capitalismo, como civiliza­ción mundial dominante, lleva à la humanidad à la catástrofe económica, financiera y ambien­tal. No se trata de pensar “amplia­ciones democráti­cas” de un sistema que condena à la humanidad à la muerte, sino de buscar su supera­ción en base al protagonismo popular y la construcción de un poder popular que abra debates y amplíe las fronte­ras de lo posible. Cambiar la lógica capitalista que lleva al desastre, exige romper la matriz neoliberal que todavía condiciona la distribución de las riquezas, la obtención de la energía, el transporte y las comunica­ciones que sigue en manos de los privatiza­dores, herede­ros de la obra de Martínez de Hoz y Cavallo; de Videla y Menem. Terminar con la herencia de la dictadura exige empezar por recuperar el trabajo estable y formal para todas y todos con un sala­rio digno que permita vivir con ocho horas de trabajo, no alarga­das por un sistema anárquico y asesino de transporte. Como aporte à la recupera­ción de la memoria del genocidio cometido contra los pueblos origina­rios la Liga impulsará la querella en la causa abierta en Formosa por la masacre de Rincón Bomba de 1947 y apoya­mos todas las acciones en defensa de los comune­ros de Susques que llevan adelante las organiza­ciones hermanas de Jujuy.
Cinco. Hay que democratizar la democracia argentina. Dejar atrás un modelo de democracia liberal que solo concibe “que el pueblo delibera y gobierna solo a través de sus representantes”. Hace falta una Nueva Constitución, no para satisfacer los apetitos de poder de nadie, sino para ponernos a tono con los nuevos tiempos que recorre América Latina. Parece intere­sante tener en considera­ción los nuevos modelos constitucionales que emergen en Nuestra América rompiendo los límites del constitucionalismo liberal: la nueva Constitución Boliviana que reconoce el carácter multi cultural y multi nacional de la nación andina y establece mecanismos de elección popular para casi todos los cargos; la Constitución Venezolana que fija que todos los recursos naturales son del pueblo o la Constitución Ecuatoriana que establece todo tipo de mecanismos de consulta y protagonismo popular para que la democracia deje de ser un rito periódico que se agota en la urna. En ese camino, hace falta avanzar en la prometida reforma del Código Penal que tiene en su origen influencia de la Italia fascista de Mussolini y que en los últimos años se ha caotizado con las reformas de “mano dura” que impulsa­ron Blumberg y la derecha de todo rango, y que el “progresismo” no resistió. Conside­ra­mos una base apta para el debate de la Reforma al Código Penal el llamado Informe de la Comisión Baigún que trabajó años atrás sobre este tópico.
Seis. La lucha por la Segunda y Definitiva Independencia es una causa común de todos los pueblos y por eso somos solida­rios con todas las luchas de todos los pueblos. La verdadera integra­ción debe comenzar por la integra­ción de las luchas para lo cual hace falta superar el chantaje de los que ven en cada reclamo popular una conspira­ción o peor aún, una excusa para reprimir e intervenir con fuerzas extranje­ras. Acaso en primer lugar, hay que imponer una salida negociada y política al conflicto colombiano, y para ello hace falta que la Unasur exija firme­mente un proceso de negocia­ción en donde el movimiento popular sea tan protagonista como el gobierno y las fuerzas insurgentes. El estado y el ejercito colombiano extienden su nefasta influencia por toda América con sus convenios de colabora­ción con las fuerzas policiales (tal como ocurrió en Paraguay); las fuerzas policiales, hoy con alto poder de fuego y capacidades de combate, se han transformado en el vector de domina­ción por excelencia y la sombra de la Cuarta Flota y el Comando Sur del Ejercito de los EE.UU. asoma por aquí y por allá.. El gobierno argentino debe reconocer la misión diplomática de la República Saharaui Democrática, sumándose al grupo de países latinoamericanos que ya lo han hecho, superando las presiones sionistas y de la monarquía marroquí. También debe exigir en los escena­rios internacionales la inmediata libertad de los cinco patriotas cubanos presos por luchar contra el terrorismo del imperio contra el pueblo cubano. Con todos ellos, con los saharauis y los palestinos, con la lucha del pueblo colombiano contra el genocidio y por la solución política, pacífica y negociada del conflicto, con la libertad de los Cinco Cubanos y de los Seis campesinos paraguayos, con todas y todos los que luchan en toda nuestra América, la Liga seguirá comprometida, porque para eso hemos nacido.

Liga Argentina por los Derechos del Hombre

Los hermanos sean unidos

Los partidos comunista y socialista argentinos en nuestra historia

Algunos apuntes sobre la historia de la izquierda argentina, socialista y comunista. Luces y sombras de sus respectivas historias.

Eramos más de cien mil manifestantes que avanzábamos por la Avenida de Mayo. De casi todos los balcones colgaban banderas de la República española, argentinas y rojas. El socialismo recordaba multitudinariamente el Primero de Mayo. Corría el año 1956.
El palco se encontraba levantado en la esquina de Florida y Diagonal Norte. El acto fue cerrado por Américo Ghioldi. Fue un discurso antiobrero, soberbio, ferozmente gorila. El socialismo inició ese día su carrera definitiva hacia la extinción. De allí en adelante fue 'Norteamérico' Ghioldi y se sucederían luego, una tras otra, las expresiones 'se acabó la leche de la clemencia': su aplauso al fusilamiento del General Valle y sus compañeros.
En su alocada carrera hacia la ultraderecha, Ghioldi terminó como embajador en Portugal de la dictadura genocida. Mientras tanto, en Buenos Aires tenía la apoyatura política de 'La Vanguardia' bajo la dirección de Norberto Laporta, quien el 5 de febrero de 1981 escribe un editorial referido al dictador Viola que titula 'Una esperanza y un programa de acción y superación'.
Hoy, el órgano de prensa de Ibarra, propiedad del grupo Clarín, denominado 'Página /12' define al acuerdo entre Izquierda Unida y el Socialismo amarillo como 'histórica unidad de la izquierda' (palabras de Jorge Rivas). En realidad, este acercamiento de los comunistas con los ghioldistas más que un frente político parece un acuerdo esotérico y de alguna manera coinciden los tres Ghioldi en un error histórico.
El socialismo amarillo no pagará jamás su participación en la Unión Democrática como tampoco lo podrá hacer el Partido Comunista que reincide en sus viejas equivocaciones.
En mi paso por la Legislatura porteña pretendí otra cosa, la unidad de la izquierda más combativa, pero ni siquiera obtuve la conformación de un interbloque de izquierda. Lo que ha dado a luz la provincia de Buenos Aires me duele. Es difícil entenderlo pero es imposible compartirlo.

Abel Alexis Latendorf

Hacia 1913 se formó el Centro de Estudios Carlos Marx dentro de las filas del Partido Socialista, que reunía a un grupo mayoritariamente obrero integrado entre otros por José Fernando Penelón, Emilio González Mellen y el chileno Luis Emilio Recabarren. En el Comité Ejecutivo del Partido, la minoría marxista elegida por los afiliados eran Penelón y Juan Ferlini. Esto sucedía mucho antes de la revolución rusa del '17. Cuando se realiza un Congreso en el teatro Verdi de La Boca y el ala izquierda triunfa sobre las posiciones del fundador del Partido, Juan B. Justo, y del ala derecha que dirigía Antonio di Tomasso. En ese momento Penelón y Ferlini decían que la Primera Guerra Mundial era interimperialista y, si bien no eran neutralistas como Yrigoyen y otros, defendían la tesis internacionalista, es decir se pronunciaban por la paz y la no participación en la contienda.
Luego del triunfo de esta posición dentro del PS, el ala derecha llamó a la renovación de los cargos del Comité y la ratificación o no, de los cargos legisladores. Ante esa disyuntiva, la mayoría de los afiliados votaron por ratificar a los legisladores y al Comité. Las resoluciones de ese Congreso Extraordinario no llegaron a cumplirse porque expulsaron a los internacionalistas, que conforman en enero de 1918 el Partido Socialista Internacional, primer nombre del PC. En ese marco, se dirigen a la Internacional Socialista aunque hubiera caído con la Guerra Mundial.
Luego, el Partido Socialista Internacional se presenta a elecciones y logra la primera concejalía comunista: Juan Ferlini, quien se retira del Partido Comunista (así llamado en 1920) por no aceptar las 21 condiciones. Este no fue el primer desprendimiento.
En el PS, en 1905, la Corriente Sindicalista Revolucionaria con nombres como el de Sebastián Marotta, Luis Bernard, Emilio Troise, inspirados en Sorel, planteaba la huelga general revolucionaria como estrategia para la toma del poder y el antipartidismo político. El sindicalismo estaba dirigido por una mujer: Gabriela Laperrière de Coni.
El destino del Sindicalismo Revolucionario fue bastante problemático. Con los años se transformó en una corriente burocrática muy compacta, antipartidista, logró victorias sindicales y se acercó a Yrigoyen y a los distintos gobiernos de turno.
En Europa, algunos sindicalistas revolucionarios se hicieron comunistas, pero la mayoría se hizo fascista.
Un año después de las 21 condiciones de Moscú de 1920, ingresan al PC los 'terceristas'. Los 'terceristas' habían perdido el congreso, a pesar del apoyo del senador Enrique del Valle Iberlucea, Enrique Mouchet, Miguel Briolo, Juan Nigro, José P. Barreiro, entre otros, porque, ante una pregunta del ala derecha (Antonio Di Tomasso), el miembro informante de la minoría tercerista García, respondió que las condiciones debían ser aceptadas a libro cerrado sin plantear la cuestión de los 'permisos especiales'.
De todos modos, se fortaleció al PC a nivel latinoamericano, y en 1922 se produce la primera discusión sobre la táctica política que inicia Ida Bondareff de Kantor, una odontóloga que había participado en la Semana Trágica. Era amiga íntima de Lenin, le enviaba documentos sobre el Río de la Plata -que no pasaban por la dirección del flamante PC ni por Codovilla, que se había iniciado como tesorero y se consolidaba en el aparato administrativo aunque no tenía mayoría en el aparato político-. Por entonces, el PC seguía en manos de la extrema izquierda dirigido por Angélica Mendoza y por Rafael Greco.
Mientras el grupo de Kantor responde afirmativamente al llamado de Lenin sobre la necesidad del Frente Unico, y se realiza la alianza entre el PC y el PS contra la burguesía. Rafael Greco, Alberto Palcos y Luis Koifman -que dirigió años después Argentina Libre y era uno de los ideólogos de 'los frentistas'- están con ella. Penelón sostiene que aliarse con el PS de Juan B. Justo era volver atrás, volver al reformismo. Por lo tanto, en 1922 se produce la exclusión de los frentistas.
En los años siguientes la futura burocracia, frente al predominio del ala izquierda dentro del PC, adopta demagógicamente posturas ultraizquierdistas. Hay enfrentamientos muy duros; en un Congreso le dan un balazo a Codovilla, pero no aciertan, y resulta muerto un joven comunista. La lucha se hace encarnizada, sacan el periódico 'La Chispa' y encarnan el ala más extrema.
Penelón estaba por la reivindicaciones inmediatas, el aumento salarial, mientras los chispistas decían: 'revolución o nada'. Al final fue nada.
En 1926, Stalin comienza a consolidarse en la Unión Soviética. En 1920, ya Rodolfo Ghioldi había estado en Moscú, lo sigue Penelón, que es nombrado miembro del Ejército Rojo.
Cuando, en 1925, expulsan a los chispistas (la extrema izquierda), éstos forman -hasta el golpe del '30- el Partido Comunista Obrero.
Lo más dramático en la historia del PC de esa época es que se opone a la ley de las jubilaciones, porque dicen que por ella los obreros ferroviarios se volvieron yrigoyenistas, se aburguesaban. Como en 1944, cuando los socialistas rechazamos el aguinaldo por contrarrevolucionario.
En 1928 se produce otra escisión de los penelonistas que están en contra del poder absorbente de Rodolfo Ghioldi y Victorio Codovilla, se llamarán Partido Concentración Obrera. Una de las causas de la fractura es que se juzga como fascista al gobierno de Yrigoyen, que si bien no era un gobierno revolucionario, apenas tibiamente reformista, tampoco era fascista. Esto significó privarse de tener relación con amplios sectores populares que los seguían. Los comunistas se enterarían con Uriburu, en 1930, que el fascismo había llegado.
En el '29, Orestes Ghioldi -que llamó años después 'pobre jorobadito' a Antonio Gramsci- condena la propuesta de la delegación comunista peruana y sostiene que no se pueden formar en Perú comités de soldados, marinos, obreros y campesinos, es decir soviets, porque son todos indios y el sistema es casi feudal.
Pero José Carlos Mariátegui supo releer el marxismo y adaptarlo a Latinoamérica y su obra, a pesar de su temprana muerte, en 1930, tiene hoy plena vigencia.

Stalinización

En la llamada stalinización del PC se tienen dos posiciones. Desde 1929 hasta 1934, siguiendo a Stalin, se está en contra de los 'perros trotskistas' y el PC crece sin la presencia de Rodolfo Ghioldi, preso en Brasil, y de Codovilla, que está en España. Hasta 1935 hay un folleto terrible de Ghioldi que se llama '¿A dónde va el PS?', donde acusa de fascistas y semifascistas a los socialistas de la Casa del Pueblo. Sin embargo, ese año se da un giro, después de un discurso de unl delegado búlgaro, Jorge Dimitrov, que habla de la necesidad de hacer el Frente Popular con las burguesías para enfrentar al fascismo.
Pero el frente popular, aplicado mecánicamente en nuestros países coloniales y semicoloniales, fue desastroso. Se aplicaba lo que se promulgaba en Europa y se producían cosas como la alianza del PC con Batista, y Carlos Rafael Rodríguez terminaba como ministro. Acá se da la alianza con la derecha radical alvearista en la Unión Democrática.
Aunque el PC sigue creciendo y participa con los anarquistas de la famosa huelga de '36. Codovilla y Ghioldi regresan y retoman la dirección. Mientras Codovilla escribe 'Batir al nazi peronismo...' y Perón gana las elecciones, algunos comunistas se unen al peronismo, como Rodolfo Puiggros.
El PC no apoya directamente el golpe militar del '55, pero lo mira con simpatía. Apoya a Frondizi, que después lo proscribe, y sufre vicisitudes relacionadas con los vaivenes de la URSS y el mundo comunista de la época.
Respecto del PS, después de la muerte de Juan B. Justo predomina el ala derecha del partido encabezada primero por Nicolás Repetto y después por Américo Ghioldi.
A partir del informe político de 1943 y otros tres libros Ghioldi (Argentina tiene miedo, Palabras a la Nación y Historia crítica de la revolución del 43), se delinea una posición de seguimiento de la 'burguesía democrática'.
Durante el peronismo, en 1950, se realiza un Congreso del PS en Mar del Plata, donde Américo Ghioldi acusa a Julio V. González porque consideraba que el peronismo estaba expresando a la clase obrera y para que el PS recuperara protagonismo había que reconocerlo. Ghioldi le contesta que González hacía 'Peronismo + 1' y consideraba que el peronismo es fascismo y por lo tanto debe combatirse. Todo esto llevó al rompimiento entre el Partido Socialista Argentino y Partido Socialista Democrático, en 1958.
Unos últimos comentarios sobre el PC. En los años 53 /54, una parte se hace pro peronista y se une en el ambiente estudiantil con la Confederación General Universitaria. Pero la dirección sigue siendo gorila y Juan José Real es expulsado, aunque en el campo sindical la creación de las 62 Organizaciones, después de 1955, incluye a miembros del PC y a trotskistas.
Después viene la ilegalidad y en el '62 el secretario de Codovilla, Enrique Israel, impulsa una nueva interpretación, la del giro a la izquierda del peronismo, para acordar con sectores del peronismo y después retroceder.
En el '67 se produce la escisión del Comité Pro-recuperación del movimiento comunista (o Recuperación Revolucionaria) Esta gran esperanza más tarde terminaría en el PCR.
Después se produce la convergencia cívico-militar: contra lo que el PC denomina 'los militares pinochetistas', y considerando buenos a Videla y Viola y malos a Pajarito Suárez Mason, entre otros.
En ese marco de 'diferenciación' impulsado por la Junta Militar encabezada por Videla, Massera y Agosti, se organizó y ejecutó el terrorismo de estado, el plan de Martínez de Hoz que afectó al aparato productivo y los centros de estudio e investigación y la trágica desaparición de 30.000 personas.

Emilio J. Corbière

Silvio Rodriguez en concierto, Santiago de Cuba, Octubre 2011.


Indagar en la personalidad de José Fernando Penelón es iluminarse en pos del socialismo del siglo XXI.


Invitamos a todos nuestros lectores a navegar a través de la historia, recordando y viviendo con vehemencia la vida de José Penelón, luchador con profunda concepción de clase. Felicitamos a nuestra amiga y compañera Aurora Tumanischwili Penelón, por este espacio, que después de un largo tiempo de concepción, podemos tenerlo ya a nuestro alcance. “Con profundo orgullo, hoy, por ser más necesario y actual, que nunca, Aurora Tumanischwili Penelón, su nieta, invita, a todos los compañeros de la clase obrera, en particular y del amplio campo popular y nacional a visitar la página: . www.josefernandopenelon.com.ar. Äbrela ya, date un gustazo ético y, envía tus comentarios al correo electrónico: josefpenelon@ yahoo.com. ar, o comunicarse telefónicamente al (011) 15-52217918.”

Con la lógica política, profundamente enraizada, en la concepción de clase, funda, junto a sus compañeros, el COMITÉ DE PROPAGANDA GREMIAL y, de ahí, ayuda a la creación de 18 sindicatos. Derrota el quiebre ideológico de su partido (Socialista), cuando convalida la política guerrerista, exigida por el imperialismo, en la primera guerra mundial y, dirige la inolvidable huelga gráfica de 6 meses (1919), logrando todas la reivindicaciones propuestas. Pero además, como miembro, de la conducción de la Federación Gráfica, a los 21 años (nació en 1890), redacta su primer estatuto y, sus compañeros lo honran, para que en 1919, los represente, ante la recién nacida FORA del noveno congreso, situado en su vicepresidencia, desde ese puesto, ocupa un lugar destacado, durante los sucesos de semana trágica y, con inmenso valor, (casi es asesinado), junto a sus compañeros, ayuda a pilotear, el conflicto, con pericia, a pesar de la masacre perpetrada, por la reacción.
Con fe inquebrantable, en su ideal marxista, funda el Partido Socialista Internacionalista, el Partido Comunista y, ante su malograda posición ideológica, funda con, LOS MILITANTES DE MOVIMIENTO OBRERO, de éste, que se van con él, CONCENTRACIÓN OBRERA, el cual a su instancia, hunde sus raíces, en el plan de operaciones de Mariano Moreno, a la luz de los nuevos acontecimientos del siglo XX. Representa al partido, como concejal, casi ininterrumpidamente, durante 30 años, en el Concejo Deliberante de la Capital Federal, con su banca al servicio del proletariado, su clase, como dijo al asumir, por primera vez.
Designado, por Lenin, CORONEL HONORARIO DEL EJERCITO ROJO, es el primer secretario de la INTERNACIONAL COMUNISTA SUR AMERICANA, junto a sus amigos y entrañables compañeros, Recabarren, Mella y Mariátegui, inauguran, la mejor tradición del pensamiento marxista sur americano, la visión desde el subcontinente al marxismo y no al revés, hoy esencial: Enfatizando en la necesidad de la acción individual y colectiva para transformar la sociedad, presentando el lado activo del materialismo, adentrándose en el ser humano, en su condición de ser sensorial, necesitado de fe, de mito, de certeza en los propósitos de sus luchas y esfuerzos. Ciencia y fe, razón y mito aparecen de la mano en su innovadora concepción. Herejía en el seno de la "civilización burguesa" y su cultura dominante.
Para ello, dice, anticipando el Socialismo del Siglo XXI
"La lucha por una mejor y más profunda democracia asume así carácter de urgente necesidad popular. Es la lucha por la defensa de los intereses vitales del país todo. Es la lucha en el terreno económico, político, social y cultural por la defensa de la República contra los asaltos de la reacción retrógrada y sus aliados extranjeros. Es la lucha por la liberación nacional, la conquista del paso indispensable para abrir cauce al progreso social argentino. Es la lucha liberadora del país contra la invasión extranjera y sus aliados argentinos, la que existe entre una verdadera democracia popular y la reacción fascista conservadora".
En primer término, el sujeto necesario, el hombre nuevo, definido por el Che, años después y, el objetivo de su lucha.
En segundo término: JOSÉ FERNANDO PENELÓN: pensamiento y acción fundidos para remontar el dominio del imperialismo e impulsar el socialismo.
Agradezco la invalorable colaboración de mi compañero Guillermo López y el apoyo incondicional de compañeros del colectivo CTA FLORES auténtica, al cual ambos pertenecemos.

Colaboración especial de la compañera Aurora CTA Flores