lunes, agosto 20, 2012

Paren esta locura ya: Los automóviles nos dejan sin alimentos



No importa la sequía, la reducción de los cultivos de maíz, el aumento de precios de los alimentos o la posibilidad de escasez de granos a nivel mundial, vamos a hablar de los males del petróleo extranjero.
Este fue el mensaje emitido la semana pasada por los grupos de presión del etanol sólo un día o dos antes de que José Graziano da Silva, el director de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura llamara a “una suspensión inmediata y temporal” de las órdenes de los Estados Unidos sobre el etanol de maíz para “dar un respiro al mercado y permitir que una mayor cantidad de cosecha se canalice hacia las necesidades alimenticias”.
Da Silva estaba respondiendo al alza de los precios del maíz, que se elevó por encima del 60 por ciento en los últimos dos meses. Hace poco se pagaron 8,49 dólares por bushel (unidad de medida anglosajona, N. del T) su punto más alto de todos los tiempos. Y si las condiciones de sequía en los Estados Unidos y Europa continúan, los precios seguirán subiendo.
Da Silva no está solo preocupado por los precios del grano. El martes, Shenggen Fan, director del International Food Policy Research Institute, dijo a Bloomberg que una crisis alimentaria global “nos puede golpear muy pronto” debido a la sequía. Fan continuó diciendo: “Hay que detener la producción de biocombustibles. Es lo que hace subir los precios mundiales de los alimentos y muchos pobres, especialmente mujeres y niños, sufren”.
Pero no importan las mujeres y los niños, dice Brooke Coleman, el director ejecutivo del Consejo de avanzada del etanol, uno de los muchos grupos de presión de los biocombustibles. El 8 de agosto, Coleman defendió los acuerdos sobre el etanol de maíz diciendo que “el problema es nuestra dependencia del petróleo extranjero, lo que a su vez eleva los costos a miles de millones de dólares y es un gran costo para la economía y el medio ambiente. La Norma de Combustibles Renovables, que impulsa la fabricación estadounidense de combustible en el mercado, es parte de la solución”.
Growth Energy in, otro grupo de presión del etanol, tenía un mensaje casi idéntico. El 8 de agosto, el consejero delegado del grupo, Tom Buis, emitió una declaración en defensa de la producción nacional de etanol de maíz y desestimó las críticas por “atar la producción de biocombustibles a supuestos encarecimiento de los alimentos”. Continuó diciendo que los esfuerzos para limitar los acuerdos sobre el etanol de maíz sólo serían “para mantener a nuestra nación adicta al petróleo extranjero. El etanol reduce nuestra dependencia del petróleo extranjero, crea puestos de trabajo aquí en Estados Unidos, mejora nuestro medio ambiente, revitaliza las comunidades rurales y es ahorro de dinero para los consumidores”.
Para el lobby del etanol, el fantasma del petróleo extranjero es una trampa para todo, incluyendo el sentido común. Pero no hay que ser economista para entender por qué el sector del etanol está impulsando los precios de los alimentos.
Este año alrededor de 4,3 millones de bushels de maíz se convertirán en combustible para motores, según las declaraciones de Bill Lapp, presidente de Soluciones Avanzadas de Economía, una empresa de consultoría sobre productos básicos con sede en Omaha. Esto significa que habrá un aumento de casi el 37 por ciento de la cosecha de maíz de este año, -estima Lapp- que llevará a alrededor de 11,6 millones de bushels, desviados a la producción de etanol.
Compare esas cifras con las de 2005, cuando el maíz se vendía por sólo 2 dólares por bushel. Ese año, 1,6 millones de bushels de maíz, o alrededor del 13 por ciento de la producción nacional de maíz de se destiló a la producción de etanol.
Al aumentar drásticamente el volumen de etanol que debe mezclarse en nuestros suministros de gasolina, en sólo siete años el Congreso casi triplicó la cantidad de maíz que antes se destinaba a la producción de alimentos y pasa ahora a la producción de combustible. Y con la peor sequía en los campos de maíz que se recuerda, esos acuerdos están perjudicando a los consumidores que ya están siendo azotados por el desempleo persistentemente alto y una economía débil.
Un estudio reciente publicado por una coalición de productores de alimentos, entre ellos la Federación Nacional del Pavo, National Pork Producers Council y la Asociación Nacional de Ganaderos de Carne, concluyó que, desde 2007, cuando los acuerdos del etanol entraron en vigor, los precios de los cultivos intensivos para los alimentos como los cereales, productos para panificar, de las carnes, aves, huevos, grasas y aceites han aumentado a casi el doble de la tasa de inflación general. Este estudio es uno de al menos 16 informes, publicados por entidades que van desde la Universidad Purdue hasta el Banco Mundial, las cuales han vinculado los acuerdos del etanol con los costos de los alimentos.
El mes pasado, Ken Powell, consejero delegado de General Mills, el sexto productor de alimentos más importante, dijo que los acuerdos de los granos de maíz destinados a etanol encabezaban el aumento de los precios de los alimentos debido a que los precios del maíz y el trigo “van unidos”.
Para entender por qué la estafa del etanol de maíz está afectando a los precios del grano, considere esto: el sector del etanol de maíz estadounidense consume ahora tanta cantidad de grano como la totalidad del ganado de este país. Este años se han utilizado alrededor de 4600 millones de bushels de maíz para la alimentación del ganado. Por lo tanto, los automovilistas estadounidenses están quemando en sus coches casi tanto maíz como el que alimenta a todos los pollos del país, pavos, ganado vacuno, porcino y pescadocombinados.
¿Necesita otra comparación? Este año, la flota de automóviles de los Estados Unidos va a consumir dos veces el cultivo de toda la Unión Europea. Dicho de otra manera, el sector del etanol de maíz de EE.UU. quema casi tanto como producen Brasil, México, Argentina e India juntos.
¿Necesita otra comparación? Este año, los EE.UU. están utilizando alrededor del 13 por ciento de la producción global de maíz, que es aproximadamente el 4,6 por ciento de todo elgrano de la producción mundial, para poder producir una cantidad de etanol que contiene la energía equivalente a siete décimas del uno por ciento de las necesidades mundiales de petróleo.
A pesar de estos hechos, el gobierno de Obama se ha convertido en un bien dispuesto cómplice de la industria del etanol de maíz. El Secretario de Agricultura Tom Vilsack,(ex gobernador de Iowa) alaba rutinariamente al sector de etanol de maíz. En febrero, durante un discurso en la Conferencia Nacional de Etanol del 2012, dijo que “tenemos una deuda de gratitud con los productores de etanol en este país”. Mientras tanto, la EPA- Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos -está haciendo todo lo posible para obligar a aumentar el suministro de gasolina a pesar de las objeciones de una amplia coalición de grupos que van desde fabricantes de comestibles a la industria petrolera.
Durante muchos años se ha vendido la gasolina que contiene diez por ciento de etanol, o E10. Pero con demasiado etanol en sus manos, la industria del combustible puso en marcha una intensa campaña de lobby en la EPA para convencer al organismo de aumentar la mezcla permitida al 15 por ciento, o E15. Y hace unas semanas la agencia dio la aprobación final del paso a la E15, aunque sólo alrededor de un cuatro por ciento de todos los vehículos de motor en los EE.UU. están diseñados para quemar el combustible con mayor cantidad de etanol.
El EPA aprobó el paso a la E15 pesar de las objeciones estridentes de grupos como el Outdoor Power Equipment Institute, que dice que el combustible que resulta de la mezcla con mayor cantidad de etanol es “peligroso” y podría dañar o arruinar los motores utilizados en los generadores, cortadoras de césped y otros dispositivos. Otros muchos grupos de comercio, incluyendo la Alianza de Fabricantes de Automóviles y American Petroleum Institute, también han estado luchando contra el paso a la E15. Toyota Motor Corporation ha tomado la inusual decisión de agregar una etiqueta a los tapones de gasolina de los coches nuevos que se venden en Estados Unidos. La etiqueta advierte que “solo hasta la gasolina E10″.
El año pasado, Peter Brabeck-Letmathe, presidente de la suiza Nestlé, gigante de la comida, declaró que el uso de cultivos alimentarios para producir biocombustibles era una “locura absoluta”.
Tiene razón, por supuesto. Pero lo irritante sobre esta locura es que todo esto era fácil de predecir. Los representantes en el Congreso que imponen la estafa de etanol al pueblo estadounidense deberían haber sabido que las sequías ocurren, que los cultivos de maíz no pueden crecer hasta el infinito.
David Swenson, un científico asociado en el departamento de economía en la Universidad Estatal de Iowa me dijo recientemente que Iowa no había tenido una sequía tan dura desde 1988 y que la actual sequía “la emula. Nos olvidamos de los nacimientos, del dolor, y de las lecciones aprendidas”. En las últimas dos décadas, dice Swenson, los EE.UU. han tenido buenas cosechas de maíz, y “esa suerte permitió que se cuelen las políticas de combustibles renovables sin ser tratadas seriamente. Todo el mundo se olvidó de la Madre Naturaleza”.
Hoy en día, la Madre Naturaleza está tomando su venganza. Y los consumidores aquí, en los EE.UU. y en el extranjero, están pagando el precio. La única pregunta es si los burócratas irresponsables en la administración de Obama y sus facilitadores dispuestos en el Congreso finalmente pondrán un fin a la locura del etanol.

Robert Bryce, autor de Power Hungry: Los mitos de la energía “verde” y los combustibles reales del futuro.

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