miércoles, diciembre 26, 2012

La decadencia de Tarzán- WeissmuIler



Después de la II Guerra Mundial, Hollywood se hizo socialmente más atrevido. Los negros, los judíos o los colonizados comenzaron a tener rostro humano, y las películas de Tarzán viraron hacia temas más propios del “tebeo”
Para cualquier enfermo de cine de todas las generaciones, Johnny Weissmuller, Windber, Pennsylvania, 1904-Acapulco, 1984), fue el "verdadero" Tarzán. Fue campeón olímpico de natación en 1924 y 1928 y el primer hombre en nadar lo 100 metros en menos de un minuto. Contratado por la Metro, su primera aparición en el cine se produjo en un numero musical del filmes del genial coreógrafo Busby Berkeley, Glorifyng the american Girl en la que apareció como Adán sosteniendo a Eva (Mary Eaton) sobre sus hombros, y ambos sólo con una hoja de parra tapando la parte más atrevida de su anatomía, lo que motivó una protesta de la empresa de bañadores a la que servia ya que entendió esto como una forma de anti-publicidad. Weissmuller fue descubierto por el guionista de Tarzán de los monos, en la piscina de su hotel donde exhibía su musculatura y sus dotes para la natación ante las atónitas clientas del establecimiento. Weissmuller trabajo en total en 12 películas como Tarzán. El icónico actor murió en 1984 tras años de demencia en los que decía crearse Tarzán como si fuese un niño pequeño, una imagen terrible que se paseó antes de su muerte por las pantallas de la TVE y que causaba verdadera grima; un anciano arrugado y achacoso que reía como una criatura que trataba de imitar el grito de Tarzán.
Al dejar su corona, WeissmuIler continuó actuando en ambientes selváticos de estudios mediante su rol este­lar como cazador de fieras en la serie producida por el inquieto y prolífico Sam Katzman para la Columbia en los siguientes títulos Jungle Jim (1948), The Lost Tribe (1949), Captive Girl (1950), Mark of the Gorilla (1950), Pygmy Island (1950), Fury of the Congo (1951), Jungle Manhunt (1951), Jungle Jim in the Forbidden, Voodoo Tiger (1952), Savage mutiny (1953), Valley of the Headhunters (1953), Killer Ape (195)) y Jungle Man-Eaters” (1954); según Javier Coma (de quien he tomado esta relación) “siguió en la serie, pero con el cambio del personaje principal al del propio actor, con Cannibal Attack (1954), Jungle Moon Mon (1955), y Devil Goddess (1955)., cuando ya tenía 51 años, y aparecía cada vez más desgarbado y su sonrisa era cada vez un rictus tan ingenuo como al principio. Detrás de algunos de estos proyectos estuvieron directores de cierta solvencia artesanal como Lew Landers. Recientemente, el novelista y crítico de teatro y novelista Marcos Ordóñez ha contado en una novela, Tarzán en Acapulco (Ed. Destino, Barcelona, 2001), una historia que parte de una información sobre últimos días de Weissmuller, quien en su delirio imaginaba al parecer que era el propio Tarzán y que vivían juntos su más apasionada historia de amor como Jane
Después de su última aventura de paleto inteligente en Nueva York que bien podría haberse llamado “la ciudad no es para mí” y que todavía fue un éxito, la Metro decidió prescindir de Tarzán y "Boy", por su parte Jane ya había decidido a partir de El tesoro de Tarzán, reconducir su carrera. Padre y hijo se fueron a la RKO contratados por Sol Lesser. En las producciones de éste, la trama resulta todavía mucho más simple, se orientan más hacia el “fantástico”, la ambientación resulta mucho más pobre, lo mismo que las “transparencias” e inserciones con escenas de la fauna, o sea se agotó el filón documental creado por el equipo de Van Dyke, aunque, por lo general, se sostienen por su ingenuidad y porque la acción no decae.
Fue una serie en la que un Weissmuller mucho más ajado y torpe interpretó otros seis títulos más que se beneficiaron claramente del “gusto de boca” dejado por la serie de la Metro; en algunos de ellos se mantuvo la presencia de "Boy", mientras que el papel de Jane fue interpretado por Brenda Joyce, quien además le daría la “alternativa” al no menos insípido Lex Barrer, luego singular marido de “Tita” Cervera, porque mientras ella esperaba un Tarzán, a Lex lo único que le apetecía era andar en pantuflas por casa. Todos ellos fueron dirigidos por directores europeos afincados en Hollywood como:
--William (Wilhem) Thiele (Viena-1890-Los Ángeles, 1975), un austriaco nacionalizado norteamericano que había destacado en la UFA de Berlín con grandes melodramas, y que luego cimentó su fama con las comedias musicales de Lilian Harvey, y que antes de encontrarse con Weissmuller consiguió un notable éxito con La princesa de la jungla (The Jungle Princess, 1936), que significó el lanzamiento de Dorothy Lamour como una especie de Tarzana. El triunfo de Tarzán (Tarzan triunphs", 1943) y Tarzán el temerario (Tarzan's desert mistery, 1943), que presenta como curiosidad la ausencia de Jane (debidamente justificada gracias a una carta), y la presencia de Nancy Kelly, como una alocada aventurera que se envuelta en una vulgar trama en el marco de una ciudad árabe en la que un rey bueno es asesinado, y sustituido por otro cuya ambiciones son alimentadas por unos blancos realmente pérfido, cuyo jefe es Otto Kruger, un actor de origen alemán, y muy habitual en el “cine negro”. Se trata de una de las entregas menos conocidas de la serie, y en la que para alimentar un poco la acción se incluyen elementos fantás1icos, propios de un “mundo perdido”, y por lo tanto el Rey de la Selva tendrá que enfrentarse con varias monstruos prehistóricos, sin olvidar una planta carnívora, amén de una araña gigante que esta a punto de zamparse a “Boy”, y que finalmente quedará satisfecha condecorar al pérfido Kruger. En su reposición (para los programas dobles) fue restituida la denominación original.
--Kurt Neumann (1908-1958), realizador norteamericano (aunque nacido en Hamburgo), fue responsable de varias películas de aventuras olvidadas, y quedará para la historia del cine por su penúltima película, La mosca (1958). A él se deben tres títulos con Weissmuller: Tarzán y las amazonas (Tarzan and the amazons, 1945); y Tarzán y la cazadora (Tarzan and the huntress, 1947) que significó la despedida de un ya crecidito Johnny Sheffield.
La primera fue estrenada en España a principios de los años cincuenta. Los guionistas (Hans Jacoby & Marjorie L. Pfaelzer), se inspiraron vagamente en los “caracteres creador” por Edgar Rice Borroughs. A registrar algunos secundarios de peso: Henry Stephenson, la anciana rusa Madame María Ou­penskaya como la maternal reina de las amazonas, y el avieso Barton MacLane como el aventurero dispuesto a cualquier cosa para enriquecerse. Aunque habían pasado 13 años desde que se había iniciado la serie; y Johnny, a pesar de sus carnes, estaba en forma para llevar a cabo sus proezas (incluso las simuladas). En este caso se trata de una historia claramente alejada de África, y que vagamente nos remite a la mitología griega. Obviamente son igualmente mujeres guerreras que no aceptan varones en su comunidad, pero que desde luego ni se han extirpado el pecho derecho para que no les estorbe el manejo del arco; ni desdeñan los favores de Tarzán y su hijo que las salvan de la codicia de los “malos”; y finalmente, Tarzán y la mujer leopardo (Tarzan and the lepopard women", USA, 1946). El guión fue escrito por Carroll Young, y también basado en los “caracteres creados por Edgar Rice Borroughs”. Esta es una de las pocas películas de la serie in­terpretada por el antiguo campeón olímpico que no llegó a ser distribuida en España. Alimentándose el gé­nero cada vez más del resorte fantástico. Se recurrió a la fascinante Acquanetta para que interpretara la extraña mujer blanca que habita en el seno de la tri­bu negra de los hombre-leopardos, que emplean su disfraza para aterrorizar a los nativos. Acquanetta es hoy un objeto de culto para los afi­cionados al cine fantástico y bizarro, ya que inter­vino decisivamente en su especialidad de mujer asilvestrada en una serie de títulos del género en las modestas producciones de la serie B. Junto a ella, el musculoso atleta, tal vez más reflexivo y sen­timental que en sus primeros tiempos, sigue mani­festando su carisma personal
Robert Florey (París, 1900-Sta Mónica, 1979), que puso el colofón. Florey sería autor de algunos títulos importantes del “fantástico” (suya es la mejor versión de El doble asesinato de la calle Morgue, con Bela Lugosi), se encargó de una despedida que tendrá lugar en los parajes de Acapulco. Estamos hablando de Tarzán y las sirenas (Tarzan and the mermaids, 1948), rodada en escenarios costeros mexicanos como Acapulco y en un antiguo templo azteca en el que George Zucco ejerce de sacerdote de una falso dios que engaña a los nativos para que sustraigan perlas del fondo del mar; como también exige el sacrificio anual de una doncella, la fuga de una de ellas (la señora de Tyrone Power, Linda Christian) es la que motiva la intervención de la familia Tarzán, por lo que, aparte de derrocar a los farsantes, la chica puede volver con su novio (Ruben Rojo), y entre tanto tenemos que soportar las cancioncillas de un cantante cartero que, según todas las indicaciones, no volvió a ser contratado por los estudios. Menos mal.
Este pequeño trabajo sería incompleto sin dedicar unas líneas al hijo de Tarzán, que en principio se llamaba Korak y no Boy, aparecía ya en alguna de las películas de la etapa muda. En El hijo de Tarzán le daba vida el actor hawaiano Kamuela C. Searle, que falleció durante el rodaje cuando el elefante que le tenía sujeto con !a trompa le arrojó violentamente contra el suelo
Anotemos que Tarzán pues se convirtió en una de las pesadillas de los censores --lo ha contado con detalle en la serie televisiva Imágenes prohibidas- en la España de Franco, e incluso cuando ya "trasquilada" por la censura central, llegaba a los pueblos y movilizaba a la censura local, a las parroquias que encontraban insoportable todo lo que el gran público anhelar contemplar. El mejor ejemplo de la pacatería que las ligas de la decencia acararon imponiendo a la serie la tenemos en el hecho de que Jane-Tarzán a pesar de convivir en un hogar cuyas diferencias con uno propio de un ciudadano norteamericano radicaba casi exclusivamente en que se encontraba en el corazón de un hermoso árbol, no les fue permitido tener un hijo propio por carecer de licencia matrimonial, de manera que el pequeño "Boy" (Johnny Sheffield, pasó a ser el otro puntal de la serie.
Sheffield vino a resultar una edición selvática de los "niños prodigios" de Hollywood y que apuntalaba una identificación infantil tan devota que fueron innumerables los niños que estaban convencidos –soy testigo de ello- que Tarzán, Jane, "Boy" y "Chita" eran personajes de la realidad) les cayó literalmente del cielo. Cuando el productor Sol Lesser se llevó a Tarzán a la RKO para seis títulos consecutivos (de 1943 a 1948), Weissmuller se dedicó a engordar y el ya adolescente Sheffield a crecer ventajosamen­te. No tardó en demostrar que podía pilotar su propia nave, pasando a protagonizar la serie de aventuras Bomba the Jungle Boy (1949), especie de Tarzanito de bajo presupuesto y objeto de culto en la actualidad. Se retiró de la pantalla tras rodar Lord of the Jungle (1955), donde amenazaba con la misma tendencia a la gordura que su papá en la ficción. Otros títulos son, Bomba o Panther Island (1949), El volcán perdido (The Lost Volcano), Bomba and the Hidden City (1950), The Lion Hunters (1951), Bomba and the Elephant Stampe­de (1951 ), African Treasure , Bom­ba and the jungle Girl (1952), Safari Drums (1953), El ídolo de oro (The Golden Idol 1954, La isla de la pantera (Killer Leopard, 1955)…
Lo último que sé sobre Tarzán es que había un policía en la localidad barcelonesa de Cubillas que había puesto su alarido para su mobil. Lo descubrí en el servicio de urgencias y ante un caso grave, por lo que el singular alarido casusó una extraña sensación. Desde luego, el poli no se parecía en nada a Weissmuler, pero está claro que le habría gustado emularlo. Esperemos que cuando veía a un “nativo” africano no emitiera sonidos como “bemba, bemba”.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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