miércoles, febrero 20, 2013

La Cosecha Anticapitalista edita la principal obra de Maurín: Revolución y contrarrevolución en España




Retrato obra de Helios Gómez, gitano, comunista, anarquista, pintor...

Esta obra capital del marxismo hispano se publicó en 1935 como Hacia la Segunda Revolución, y en 1937 tuvo una edición francesa titulada Revolution et contre-revolution en Espagne…En 1966, Ruedo Ibérico la reeditó con el título anunciado con prólogo y epílogo del autor. Los colegas de l´Espai Marx la colocaron en su colección Els Arbres de Farenheit.
No habría que decirlo: la calumnia, es un método reaccionario utilizado invariablemente por la reacción contra los que luchaban contra sus desmanes e injusticias. No hay más que escuchar lo que se dice en la COPE contra Plataforma contra los Desahucios. Podíamos citar ejemplos hasta el infinito, por eso resulta deplorable ver como la calumnia ha sido y es utilizada por los sectarios que, en este caso, ni tan siquiera conocen ni han leído a Maurín. Tampoco por supuesto este libro puesto al alcance de los lectores y lectoras de Kaos. Tengo que decir que la batalla por el Maurín marxista está siendo ganada desde hace mucho tiempo. No son pocos los que, en otros tiempos –cuando la historia comunista oficial era estimada como “sagrada”-, se habían creído las mentiras que le contaron, pero que ahora, gracias al debate y a las lecturas, consideran a Maurín como el más importante de los marxistas españoles. Y es que Maurín, aparte de haber sido uno de los fundadores de una corriente sindicalista revolucionaria en la CNT, y de haber sido el principal líder de la Federación Comunista Catalana-balear, del Bloque Obrero y Campesino, y finalmente del POUM, fue también un teórico inquieto. Un comunista con una capacidad de análisis concreto, de desarrollar un argumentario teórico de altura en función de un proyecto organizativo. En esto fue superior a su amigo Andreu Nin.
Esta batalla se ha ido desarrollando un poco en todas partes, se han editado numerosas obras (la última, la antología socialismo fascismo, preparada por Andrew Durgan) y biografías (la última de Alfonso Claverías editada por Sariñena Editorial), y en base de artículos y estudios en toda clase de revistas incluyendo Kaosenlared…
Al habla de este hombre, es importante distinguir fases. Su biografía está marcada por un antes y un después, por una línea marcada por el exilio. Hasta la segunda mitad de los años sesenta, su historia permanecía sepultada por las calumnias estalinistas, pero también por las críticas trotskistas que en el caso del propio Trotsky, fueron hechas desde el desconocimiento. Afortunadamente, gracias esta batalla las nuevas generaciones pueden saber perfectamente quién fue y que significó "Quim" Maurín Juliá (Bonanza, Alta Ribargorça, 1896-Nueva York 1973), porque tienen a su alcance una abundante bibliografía tanto general como específica, amén de un amplio "dossier" de obras y documentos de todo tipo con nada más poner su nombre en el Google (1). Pero en la segunda mitad de los años sesenta Maurín era un personaje que aparecía fugazmente en libros que raramente se podían comprar en las librerías (al menos abiertamente), y no era fácil encontrar a alguien a quien preguntar. El suyo era uno de los "enigmas" que servidor necesitaba aclarar en aquel pasaje por el local del POUM en París situado entonces en la misma dirección que Ruedo Ibérico, concretamente en el número 5 de la rue d´ Aubriot, y donde las referencias sobre nuestro hombre eran más bien difusas, y no tardé en descubrir que parecía existir una voluntad en que era mejor dejarlo, no hablar sobre él porque entonces el malestar y el silencio entre los veteranos bloquistas (procedentes del BOC) parecía garantizado.
1. Comunista y/o sindicalista. Maurín era ya un cuadro militante cuando en 1919 asiste con el uniforme del servicio militar al Congreso que la CNT en el Teatro de la Comedia de Madrid. El comentario de broma de Salvador Segui fue: ya teníamos nuestros soviets de obreros y campesinos, ahora con Maurín nos llega el de los soldados. Pero para Maurín no se trata de "repetir" Octubre de 1917, sino de responder a una nueva cita revolucionaria que ya no será como las anteriores, ahora había un protagonista con fines propios: el movimiento obrero. Éste es Maurín que asiste como uno de los delegados cenetistas que participa en 1922 al Congreso de constitución de la Internacional Sindical Roja, época en la que templa su formación al amparo de la IC de sus dos primeras fases. Sobre todo la del la línea del frente único, un criterio que guiará su trabajo para cimentar la acción común entre marxistas, anarcosindicalistas y republicanos de izquierda.
Conoce a Lenin y a Trotsky, y sus afinidades provienen sobre todo de los libertarios de la estirpe de Alfred Rosmer, Víctor Serge, Pierre Monatte. Naturalmente, también con Andreu Nin con el que mantendrá una constante correspondencia durante los años veinte...Su comunismo tiene pues un fuerte componente de sindicalismo revolucionario, y está abierto a toda clase de aportaciones. Durante un tiempo tratará de salvaguarda el partido que preside manteniendo una cierta equidistancia entre la mayoría burocrática y el trotskismo, de ahí de que alguien le haya visto como un precursor del policentrismo que de alguna manera ya expuso Lenin cuando pidió que la sede de la Internacional se trasladara a Berlín. En este tiempo, Maurín y sus amigos serán duramente castigados por la dictadura de Primo de Rivera, pero no por ello deja de estar al corriente de los debates. Finalmente, su firme negativa en condenar a Trotsky será decisiva para una ruptura que había tratado de evitar Jules Humbert-Droz, el "ojo de Moscú" en España. Maurín desconfiaba de una internacional centralizada, y en la medida en que comprendía la "rusificación" estaliniana, rechazó cualquier sombra de "colonización" aunque fuese en nombre de la revolución.
De entonces data catalogación de "bujarinista" que Pierre Broué toma de Trotsky y de Koltzov, pero Bujarin es una lectura más, sin embargo, el Maurín que nos regalaba Ruedo Ibérico, nos ofrecía otra foto de Maurín, una que se ha movido ostensiblemente hacia la izquierda, que ha tomado buena cuenta de la crisis de la coalición republicano-socialista, así como del desastre del movimiento obrero alemán, y del golpe de Estado y la ocupación nazi de Austria. Este Maurín que firma sus artículos como "Mont-Fort" será el principal ingeniero de la formidable aventura de la Alianza Obrera. Éste Maurín de antes de la revolución, había completado su formación intelectual con una nueva perspectiva que va comprendiendo una creciente critica de la IC, y del propio desarrollo de la URSS. Es uno de los líderes comunistas europeos que no se doblega ante el estalinismo, y que hace sus cuentas de la organización de derrotas: China, Gran Bretaña...Alemania, Austria. No es ningún provinciano, está al tanto de lo que aportan NiN, Serge, Monatte, Rosmer, y por supuesto, el Trotsky exiliado cuyos trabajos impregnan las páginas de Hacia la segunda revolución. También sigue siendo un lector constante de Lenin, al que citará con admiración incluso en el Apéndice.
2. El arquitecto de la Alianza Obrera En los tres últimos años. Maurín había dedicado decenas de páginas para señalar que el dilema estaba entre el fascismo. A advertir a la izquierda socialista que no se trataba de blandir el fantasma de una revolución como sí esta fuera a caer del cielo, de llamar la atención a los anarcosindicalistas que mientras los conspiradores afilaban los cuchillos debatían en su Congreso de Zaragoza celebrado a principios de mayo de ¡1936¡, sobre la sociedad futura sería más industrial o más agraria. Era perfectamente consciente de que existía una intensa voluntad revolucionaria en sus bases sociales. Sin embargo, mientras que en 1934 el PCE acabó subiendo en la Alianza Obrera, ahora la intervención del estalinismo sería la opuesta a la que habían desarrollado los bolcheviques en 1917. Emplearon todos sus medios para contener la revolución (existente), e impusieron un "primero la guerra", con tal de que el campo republicano "cuadrara" con las exigencias de los acuerdos que la URSS buscaba con Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos. En aras de estos acuerdos había ofrecido la cabeza de la veja guardia bolchevique, para que entendieran que la URSS era una potencia con la que negociar, y que tenía una ventaja añadida: quería menos que nadie otra revolución. El socialismo "en un solo país" significaba en realidad el "socialismo en ningún otro país".
Éste es un Maurín todavía irregular, un punto tempestuoso como corresponde al momento. Un líder revolucionario que domina sus recursos y relaciones, que polemiza con elegancia y brillantez con anarquistas y socialistas, un teórico que deja de lado pasadas contradicciones para fraguar el ámbito de las expectativas. Hay n dilema preciso -fascismo o socialismo-, y para detener el fascismo y avanzar hacia el socialismo hay que unir a la mayoría trabajadora, ésta podrá encabezar una coalición social mucho más amplia que aborde las tareas democráticas que están en la calle...Son unos años de una intensidad y una creatividad extraordinaria. Se encuentra -por decirlo así- en todas partes. Advierte sobre la contrarrevolución que viene, está al tanto de la situación internacional, sabe o que significa el ascenso de Hitler, y se distancia con claridad del estalinismo. Debate con los nacionalistas de izquierda, con los anarquistas, con Araquistáin y Santiago Carrillo que está en víspera de un viaje a Moscú y de un giro hacia la derecha. Está al tanto de todo, ya tiene un extenso bagaje cuando debate sobre cualquier cuestión: la reforma agraria, las libertades religiosas, el Estado plurinacional y Portugal, la opresión de las colonias, en primer lugar sobre Marruecos, que ha analizado como las grandes revoluciones vencieron a ejércitos superiores en la Inglaterra de Cromwell, los Estados Unidos de 1776 y el ejército nordista en la guerra civil, la Francia de 1789 que tuvo que improvisar un ejército para enfrentarse a la coalición monárquica, y por supuesto de la guerra civil rusa...Este es un Maurín que recuerda en no cierta medida al Lenin del preludio de Octubre, al que percibe que en un proceso revolucionario abierto toda teoría que no avanza, retrocede. Escribe, debate, viaja, habla en el Parlamento, se reúne con los poumistas de Madrid, organiza viajes...
Luego todo se precipitó, y la historia española siguió el curso más trágico y triste de todos los posibles.
3. Yo no soy trotskista, pero… Aquel Maurín aparecía entre las apretadas páginas de un libro capaz de entusiasmar a un trotskista tan recio como "Quique" Rodríguez que lo trató a fondo ya que mientras actuó como parlamentario, asistía a las reuniones del POUM de Madrid. Entonces Maurín no dudaba en declarar que él no era trotskista -muchas veces Trotsky tampoco-, que recordaba los viejos ataques de éste en un artículo de La Batalla (1º de mayo de 1936), ante el que manifestaba su desacuerdo "en la forma que había planteado algunos problemas de organización". Pero añadía: "Trotsky ha sido y es todavía uno de los mejores cerebros organizados que haya producido jamás el movimiento socialista..." En septiembre del mismo año, La Batalla publica otro artículo de Maurín en el que insiste "que se ofrezca a Trotsky un refugio en Cataluña, bajo la protección revolucionaria de la clase obrera". Las fronteras no eran tan grande, de ahí que un bloquista tan acerbo como Víctor Alba explique improvisadamente en el documental Operación Nikolai que la unificación se realizó en base a dos premisas teóricas, primero que la burguesía se había mostrado incapaz de llevar a cabo la revolución democrática, y que por lo tanto, ésta la haría el movimiento obrero en su lucha por el socialismo, segundo que la URSS había padecido una degeneración burocrática que desvirtuaba totalmente el legado de Octubre, y que era necesaria una nueva revolución que conciliara socialismo y libertad...
Igualmente sugestivas son sus reflexiones sobre la cuestión nacional, en particular sobre la Catalana, tema sobre el que Maurín y Nin efectúan aportaciones que se sintetizan en un esquema de tres etapas diferenciadas (burguesa conservadora, pequeñoburguesa nacionalista, obrera nacionalista-internacionalista) de la evolución del hecho nacional catalán en el que Maurín y Nin resultan complementarios, y cuyos trabajos que, a pesar de sus limitaciones, servirán luego de inspiración en no poca medida el célebre trabajo de Pierre Vilar (Cataluña en la España moderna), así como a buen número de ensayistas marxistas de los años setenta. Maurín estaba muy preocupado por arrebatar en lo posible a ERC una base popular que en no poca medida compartía con el anarcosindicalismo. Sus esfuerzos le valió duras críticas por parte del trotskismo, y los hay quienes como Iglesias que consideraban que fue el punto más distante de la unificación. Maurín era un estudioso de la historia española y la tradición marxista, y sus interpretaciones fueron polémicas pero también brillantes y audaces, baste repasar su descripción de la "Reconquista"...
En su análisis, recurre a la historia para comprender las vías propias de una revolución democrática que sintetiza en estos cuatros trazos:
--1) Reparto general de tierras;
--2) Estructuración federal;
--3) Separación de la Iglesia y el Estado;
--4) Destrucción del Estado monárquico...Pero esta tarea no puede ser realizada por una burguesía que ha establecido un "compromiso histórico" con la reacción, y que a la hora de la verdad, siempre ha traicionado...
La segunda revolución la hará el proletariado, de manera que la revolución democrática se hace (Trotsky decía que "transcrece") socialista: "no hay separación cuando el Poder pasa a la clase trabajadora". De este análisis, Maurín desprende la conclusión de que la unificación nacional fue impuesta reaccionariamente, y esto le llevó a considerar reproduciendo el veredicto de Lenin sobre el zarismo: "España es hoy un conjunto de pueblos prisioneros de un Estado gendarme", incluso bajo la República, y en éste caso como -como en el tema agrario-, Maurín encontraba la evidencia de que la burguesía liberal era incapaz de llevar a cabo las reformas democráticas necesarias. De esa tesis dedujo la necesidad de apoyar abiertamente el movimiento nacional en Cataluña y la de combatir desde el mismo terreno del catalanismo a la pequeña burguesía radical. Esto explica su defensa de la separación de Cataluña había un paso que él no dudó en dar porque a su parecer había que "separar para unificar luego. La verdadera unidad Ibérica, con Portugal y Gibraltar, sólo podrá realizarse por medio del triunfo de la clase trabajadora. Muerto el Estado semifeudal opresor, las nacionalidades ibéricas formarán una Unión de Repúblicas Socialistas". Es un "separatismo táctico que tenía como dirección conseguir una hegemonía del movimiento obrero que sabría conjugar los derechos nacionales con los derechos sociales.
4. Pendiente de un hilo. Con todo, había algo en lo que todos los poumistas parisinos estaban de acuerdo. La desaparición de Maurín en el 36 fue un problema y un trauma de primera magnitud para una organización recién constituida. Le sustrajo un líder incuestionable, y dado que ocurrió después de una unificación, lo desniveló profundamente. Maurín podría haber equilibrado a Nin en todos los sentidos ya que se puede decir que eran bastante complementarios. Se le podía reconocer a Nin una mayor cultura teórica, pero Maurín tenía una mucha más capacidad pragmática para ligar las propuestas y los análisis que había que llevar a un colectivo muy amplio habituado a los debates. Era un hombre de acción y un pensador con dificultades que Nin habría contribuido a superar. Los dos habrían unido al partido más allá de los matices, y le habrían dado también mayor seguridad, y por lo mismo mayor posibilidad de audacia.
Por citar un ejemplo: Maurín que había mantenido un debate sostenido con el anarcosindicalismo desde principios de los años veinte, y que abogaba por una CNT revolucionaria pero también pluralista, consiguió una gran respeto en sus bases, logrando incluso mayorías en los sindicatos de Girona, Lleída y Tarragona, algo que provocó la reacción de la FAI que trató de acallarlo en debates, y que acabó cerrando las secciones que apoyaban a los bloquistas. Los análisis de Maurín sobre la CNT-FAI suponen una de sus mayores aportaciones desde una famosa controversia con Joan Peiró hasta las sintéticas notas sobre el anarquismo del Apéndice sobre la historia del comunismo.
Se hizo necesario comenzar a preguntar en las conversaciones privadas, en las que después de mucho hablar, conseguí poco a poco entrever el conjunto de circunstancias que le salvaron la vida. Maurín marchó de actividad propagandística hacia Galicia animado por el sentimiento de desmentir las críticas de "provincianismo" catalán, y el Alzamiento le cogió en Santiago de Compostela. En La Coruña fue a visitar al cónsul de Francia para pedirle ayuda para pasar a Francia, alegando que su mujer era francesa, pero éste se negó. Cambió de documentación, y después de diversas tentativas, cuando estaba cerca de la frontera, en Panticosa fue detenido por la Guardia Civil como sospechoso, y conducido a Jaca. Después, a comienzos de septiembre de 1937, fue puesto en libertad, y se dirigió a un pueblo de la frontera francesa donde uno de los policías que estaban destacados allí, lo reconoció y lo identificó por una herida que él mismo le había inferido en los años del pistolerismo patronal...
Su suerte fue mucho mayor que de sus camaradas, Manuel Fernández Sendón y Luis Rastrollo, que fueron fusilados sin contemplaciones. Eran los otros dos líderesdel partido en la puesta en macha de la asamblea de la federación gallega. Sendon era un antiguo comunista, militante de la OCE y posteriormente de la ICE, miembro del Central del POUM. Acababa de ser destinado para reforzar su desarrollo en la zona. Fue fusilado por los franquistas en La Coruña en el verano del 36. Rastrollo conocido también como L. Siem había sido uno de los principales organizadores del PCE y de los trabajadores de la tierra en Extremadura, y animador del activo grupo trotskista de Llerena. Miembro del Central del POUM, se convierte en el momento de su fundación en el secretario de la Federación Gallega que, según todas las informaciones, estaba creciendo. Organizó una resistencia armada al levantamiento militar que pronto fue reducida. Apresado, juzgado por un tribunal reaccionario, se reafirmará con integridad sus convicciones revolucionarias por las que fue inmediatamente fusilado.
Por otro lado, la revolución democrático-socialista a la que se había consagrado, le había pasado muy distante. Había sido cruelmente derrotada, además, habían tratado de destruir su partido, muchos de sus camaradas y amigos, habían resultado asesinados, hasta su propio hermano Manolo murió en plena persecución (2). Nada más salir de la prisión se encontró con un número de Treball en los que se atacaba a la Alianza de Fuerzas Democráticas como una organización "trotskista-fascista". En un número aparecía un artículo dirigido personalmente contra Maurín, acusándole de ser un confidente. No es difícil imaginar su desconcierto. Habían pasado por lo tanto demasiadas cosas para que pudiera decir aquello de Fray Luís de León: "...Como decíamos ayer".
A esta aventura había que añadir los siguientes detalles:
--1) los franquistas lo reservaron por si se prestaba para uno de los muchos canjes que se hicieron;
--2) tenía familiares al más alto nivel en la zona franquista que se movieron, sobre todo su primo Ramón Iglesias que luego sería obispo de Urgell;
--3) también el "renegado" Oscar Pérez Solís, convertido en un militar de alta graduación del ejército, intercedió por él en todo lo que pudo;
--4) las relaciones de su compañera, Jeanne que llegaban hasta León Blum.
Como suele ocurrir con las compañeras militantes, de Jeanne se suele hablar poco. Su nombre real era Jeanne Lischitz (París 1904-Rosemont, USA, 1995). Hija de padres rusos emigrados de Kíev a París en 1895, Jeanne estudió música, y estuvo muy relacionada con su hermano Boris (1893-1984), cofundador del PCF, excluido en 1924 por su apoyo a Trotsky...Jeanne lo acompaña a Moscú en 1923, y trabaja en Ia oficina de prensa del Komintern, donde conoció a Maurín. En 1925 se ocupa en París de Ia administración de la revista La Vie Economique de Soviets hasta que su hermano es expulsado.
Se casó con "Quim" en 1927 y a partir de entonces compartió una misma evolución política en la que Boris no era ajeno, anotemos que éste publica una minuciosa biografía crítica de Stalin...en 1935. Durante la República, aparte de ganarse la vida dando clases de piano y de francés, será la secretaria de Maurín, era la que "picaba" a maquina sus originales. La guerra le coge de vacaciones en París, y se dedica ante todo a tratar de salvar a su compañero, un esfuerzo angustioso que explicará en el libro Cómo se salvó Joaquín Maurín. Recuerdo y testimonios (Júcar, Gijón 1981)
Creo que existe un trasfondo metafórico en su "desaparición", en la imprevisión justamente en quien más vigorosa y concienzudamente había preparado el terreno de la revolución española, el que mejor había definido su carácter, sus fuerzas motrices, e incluso sus plazos. No en vano, Maurín fue el parlamentario que más insistió en la necesidad de agrupar las fuerzas socialistas, y el que más hincapié puso en advertir contra la trama golpista. Pero la iniciativa contrarrevolucionaria le cogió lejos de Barcelona donde tenía su "cuartel" y donde mayor sería la respuesta revolucionaria...Esta paradoja subraya más sí cabe ea dramático desajuste que atravesaba un movimiento obrero, de un lado poderosamente fuerte por abajo, pero de otra, presididos por unas orientaciones políticas inadecuadas.
Entre una cosa y otra, Maurín no sería juzgado hasta agosto de 1944, cuando compareció en Barcelona ante un consejo de guerra que le condenó a 30 años de prisión por ser quien era y, también tal como afirmó el fiscal, por haber escrito Hacia la segunda Revolución. No obstante, fue liberado en diciembre de 1946 al mismo tiempo que Cipriano Mera, el famoso jefe militar anarquista, como una concesión a la opinión pública internacional.
Según cuenta Manel Alberich, el día que salió de la Modelo barcelonesa se fue despidiendo de él una delegación de cada partido ante la mirada cómplice de los guardias. Cuando pudo, viajó a Nueva York, donde se reunión con Jeanne y su hijo Mario León. Allá creó una agencia de prensa para América Latina, lo que le permitió volver al periodismo.
5. América, América. Conseguirá instalarse en Nueva York gracias a un visado concedido a su hermano. Luego seguirá trabajando en la agencia de prensa que Maurín había creado.
Llegados a este extremo, ni siquiera incondicionales como Bonet o Portela estaban de acuerdo. Éste último cuenta que se encontró con Maurín en Madrid y que "estuvo viviendo de unas traducciones que le daba (el editor) Janés, que era un hombre muy liberal, muy buena persona, muy amplio de criterios. Ayudó a mucha gente. No sé quien le puso en contacto con Janés. Claro, Maurín era un hombre muy meticuloso en su trabajo. Es decir que Maurín necesitaba dos meses para traducir un libro. Claro, al precio que se pagan en España las traducciones, y sobre todo al precio que se pagaban entonces, eso no permitía vivir".
También fue a verlo clandestinamente Solano coincidiendo justamente con el ambiente creado por la derrota del Eje, en una coyuntura en la que buena parte del exilio preparaba sus maletas para regresar. Era un momento en el la izquierda laborista de Aneurin Bevan (tan ligada a Orwell y al POUM), pensaba que solamente había que llamar a Franco desde las Naciones Unidas conminándole para que se fuese. Seguramente esta fue la última gran ilusión de Maurín. Contemplando su creciente escepticismo, el joven Solano pensó que le ocurría como a tantos otros veteranos a los que le había "pasado la hora", no obstante, en el caso de Maurín influían otros factores específicos, el primero era que se podía considerar como un resucitado después de pensar durante nueve años que lo podrían fusilar cualquier día.
El conocimiento (y divulgación constante) por parte de Maurín de los clásicos marxistas no le animaban a encontrar un "canon" definitivo sino a trabajar en unas propuestas de trabajo con los que trataba de dar vida a un proyecto de revolución socialista para el cual habría que unificar la clase trabajadora, y ofrecer alternativas viables a las cuestiones democráticas. En muchas cosas, el Bloc se mostró más incisivo y audaz que la Izquierda Comunista, no obstante, nunca escuche a nadie del POUM decir -ni escribir- que de haber permanecido en Barcelona en julio de 1936, Maurín hubiera llevado al POUM hacia una moderación como la que expuso bastante cabalmente Portela.
Sus pronunciamientos "críticos" en este sentido datan del exilio. A principios de los setenta cuando le escribe a Víctor Alba: "El ejecutivo del POUM no comprendió nunca que lo primero era ganar la guerra. Antepuso la revolución a la guerra, y perdió la guerra, la revolución y se perdió a sí mismo...Lo que Engels dijo de los anarquistas españoles de 1873, es decir, que actuaron como o debían de haber actuado, puede decirse aproximadamente del POUM en 1936-1937". Por este camino, Maurín llega a insinuar un argumento que provoca el escándalo de alguien como Víctor Alba que en Costa amunt habla del "dolor" que le produjo los párrafos finales del maestro en el Apéndice de la reedición de Revolución y contrarrevolución en España: "En el momento en que la disyuntiva quedó planteada, a partir de junio de 1937, entre un Partido Comunista al servicio de Moscú, o los militares, reaccionarios, pero españoles, el desenlace de la guerra civil estaba predestinado". Víctor encuentra "absurdo este nacionalismo que le surge al Quim como una erupción. Nadie se tomó en serio la consigna del PCE por la independencia nacional. No había patrioterismo en la zona republicana. Si Moscú hubiera sido revolucionario y no reaccionario, lo habríamos recibido con los brazos abiertos". Ajustadamente, Alba viene a decir que sí Moscú hubiera sido el Moscú revolucionario de los tiempos de Lenin que describieron en su día Rosmer, Serge, Nin y Maurín, el siglo XX no habría sido según el propio Alba, "tan hijo de puta" .
Para este último Maurín, la situación tras mayo del 37 "pusieron de manifiesto que el PCE o, lo que era lo mismo, los agentes de Moscú, Togliatti y compañía, se habían adueñado del poder en la España republicana". Resulta indicativo que Elorza-Bizcarrondo en Queridos camaradas anoten cuidadosamente la primera parte que supone un paradójico reconocimiento de la estrategia etapista de Stalin (citada por Alba en su Dos revolucionarios, pp. 288-289), pero que se olviden de esta que resulta complementaria la "revisión" de este Maurín que citan como un fuente primordial.
En los años sesenta, los excomunistas eran ya legión, y por lo tanto no había mucha dificultad en distinguir entre dos Maurín, entre un presente "de vuelta" y un pasado cuya pasión y lucidez revolucionaria se apreciaba para cualquiera que lo leyera Hacia la Segunda Revolución, que respondía a una petición de José Martínez, el "alma mater" de Ruedo Ibérico. A pesar de la distancia casi sideral que media entre el original y el Apéndice, Maurín no se olvidó de señalar en su prologó: "En la historia del movimiento obrero español, el POUM, con sus aciertos y sus equivocaciones, es una de las páginas más hermosas y más dramáticas". Algo debía quedar pues de su "revisión". Solano -que es de natural bastante optimista- incluso lo describe como muy interesado por la revuelta de la juventud rebelde norteamericana, movilizada contra la guerra del Vietnam así como por el mayo francés, pero muy descreído ante de creciente descomposición del estalinismo, lo que cabe pensar en una variación de esa ambivalencia que a la que nos acostumbrarían algunos de sus discípulos como Víctor Alba.
Lo cierto es que éste es ya otro Maurín, con una lógica que facilita una tentativa de recuperación socialdemócrata como la que en el prólogo al libro de Antoni Monreal expresa Isidro Molas: "Derrotado por la contrarrevolución, cubierto de lodo por el estalinismo, Maurín evolucionaría en su actitud, organizativamente al margen del movimiento comunista, hasta situarse después de la guerra en el área ideológica del socialismo, al concluir que no era posible la existencia de un espacio de socialismo revolucionario separado del socialismo democrático". El mismo Monreal refuerza esta idea al dictaminar en su propia introducción: "Se trata, en realidad, de una evolución que paradójicamente hace que termine proponiendo como modelo de organización política el régimen democrático, justamente aquel que desde el inicio había impugnado y cuya crítica sostenida le había servido como estratégico punto de referencia a lo largo de sus sucesivas fases" como revolucionario.
Éste Maurín era más del Moviment Socialista dfe Catalunya (MSC) que del POUM. Es ya un Maurín deudor de la derrota. Ahora un superviviente ajeno a cualquier movimiento social, temeroso de que le pueda afectar la "caza de brujas" que lidera el "demócrata" Joseph MacCarthy, más preocupado por su vida particular y su familia, instalado en la gran metrópolis imperial, o sea de un país donde la socialdemocracia apenas si era algo más un "lobby" en el partido demócrata...Es uno más en la colección de "herejes arrepentidos" surgidos con la "guerra fría", en una evolución muy paralela a la de Ramón J. Sender que apoyo sin titubeo la destrucción del Vietnam, un Maurín que desde lejos y sin ánimo de entrar en ningún conflicto, que "bendice" la corriente de Rovira y Pallach, muy lejos de aquel que firmaba "Mont-Fort".
Pero este "apéndice" biográfico no puede ocultar el gigante revolucionario, al líder que no solamente contribuyó más que nadie a crear un partido alternativo, junto con Nin el único "clásico" marxista de su generación. Su trayectoria entre 1919 y 1936 es de constante crecimiento, de una metamorfosis que le lleva del ser un sindicalista revolucionario que leía George Sorel a ser un comunista con proyecto y personalidad propia. Alguien que enriquece una causa que pasa por la disidente FCCB, que se consagra con el Bloc, para culminar en la Alianza Obrera (y el POUM), y que desarrolla una línea de análisis específica para una realidad que también cuenta con aspectos muy específicos. Se había forjado inicialmente con una generación de anarquistas aragoneses de primera, pero que hará su lectura crítica de una corriente que subestima el debate estratégico.
Para terminar: esta edición no habría sido posible sin el trabajo de Diana Cordero.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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