sábado, febrero 16, 2013

México: ¿Qué se pretende ocultar con la explosión en Pemex?




El día 31 de enero exactamente a la hora de cambio de turno de comida en la el edificio B del complejo de edificios de administración, conocidos como la Torre de Pemex, en la ciudad de México ocurrió una tremenda explosión, la cual destruyó tres niveles del citado edificio matando directamente a por lo menos 37 personas, hiriendo gravemente a 100 más y de alguna manera a otras cientos más.
Independientemente de quien sea el responsable final, se trata de un atentado salvaje en contra de los trabajadores, los cuales, indefensos a la hora de la explosión, simplemente se encontraban trabajando.
La Izquierda Socialista repudia de manera absoluta la brutal agresión y llama a todos los trabajadores a fortalecer la organización y la unidad para enfrentar ataques como el que ha costado la vida a nuestros hermanos de clase.
Desde la explosión se han desatado diversas especulaciones, respecto de las cuales nos permitimos expresar nuestro punto de vista:
La versión que los medios oficiales pretenden hacer creer como la real es que se trató de un lamentable accidente producto de la falta de mantenimiento de las instalaciones. Por un lado esto es bastante improbable; la acumulación de gases como para que se detonara semejante explosión hubiese de uno u otro modo generado una reacción del personal de seguridad y mantenimiento. En esos casos un cortocircuito genera primero un incendio y luego el caos correspondiente, en este caso se trató de una explosión seca que despedazó de inmediato a decenas de víctimas y causó la destrucción que ya se ha señalado. Los heridos por el siniestro no se encuentran quemados.
Otra versión, verdaderamente de locura, promovida por los furibundos jilgueros del régimen es que se trató de un atentado de algún grupo radical de izquierda. Esta versión es plenamente inverosímil por varias razones; en primer lugar ya habría algún comunicado reivindicándo la acción, en segundo lugar aún los grupos que han efectuado acciones en contra de las instalaciones de Pemex lo han hecho procurando horarios y situaciones en los que no se afectaran vidas, además de ello si hubiera algún indicio, aunque fuera pequeño ya se habría desatado una intensa ola de detenciones, como ha sucedido en otras ocasiones semejantes.
Los hechos son claros, se trató de una explosión provocada intencionalmente con el fin de destruir evidencias documentales y físicas de algún asunto turbio y se realizó generando el mayor daño posible a personas con el fin de desviar a la atención. Durante los últimos años quienes han efectuado ese tipo de tácticas han sido los grupos de narcotraficantes. Para nadie es un secreto que las actividades de dichos delincuentes, específicamente los zetas y Cartel del Golfo han estado vinculados con la utilización de las instalaciones de Pemex. Hace unos tres años podíamos leer en la revista Contralínea:
“El crimen organizado cimbra la industria petrolera mexicana: funcionarios ejecutados; trabajadores levantados; contratistas secuestrados, obligados a pagar el derecho de piso; robos especializados; pozos y activos que operan a libre albedrío de los grupos armados, y mercado negro de hidrocarburos que se factura en México y Estados Unidos. Los cárteles de la droga coparon Pemex y se robustecen con una especie de código Omertá, dictado desde las oficinas corporativas de Marina Nacional”.
Ahora ante un cambio de administración, con todo el sello del narcotráfico, se destruyen posibles pruebas de este “secreto a voces”.
La colusión entre sectores del gobierno y el narcotráfico es un hecho y más que ocultarlo la explosión lo ha puesto en evidencia. Los trabajadores debemos denunciar este hecho y prepararnos para enfrentar nuevas agresiones. Está demostrado que la burguesía, incluida su ala mafiosa, sacrificará lo que sea con tal de mantener el saqueo a trabajadores y recursos de México, ya sea por la via del simple pillaje o de la privatización.
La única alternativa es luchar, preparar la autodefensa y unificarnos para enfrentar nuevos ataques.

Rubén Rivera

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