miércoles, marzo 13, 2013

Sicco Mansholt como pretexto para hablar sobre donde estamos



Sicco Mansholt, un socialista holandés que presidió la CEE, pero que sin embargo escribió La crisis de civilización, un clásico de la ecología. En un anexo incluimos La carta a Malfatti

La generación que luchó en la Resistencia por una nueva Europa –socialista y democrática-, acabaron descubriendo con mucha antelación que las grandes palabras no se correspondían con la realidad. Le decía democracia pero no lo era, y lo mismo se podría decir sin miedo al error del cristianismo, el liberalismo, socialismo soi-disant democrático, y por supuesto el comunismo, que había convertido a la policía secreta en su principal instrumento. Esta constatación o solamente nos plantea la enorme capacidad de corrupción del dinero y del poder, nos plantea sobre todo el enorme atraso de las luchas sociales que ahora resucitan. Cuando tendíamos que manifestarnos y movilizarnos por el desastre ecológico que hace tiempo nos sobrepasa, lo tenemos que hacer por nuestros derechos sociales y democráticos más elementales.
De ahí la importancia de conectar el programa de exigencias mínimas con la defensa de la tierra contra sus depredadores…
En nuestros ámbitos más próximos, el socialismo soi-disant democrático se ha convertido en las última décadas en el mayor integrador del pueblo trabajador en el orden establecido, en el tapó que todavía corrompe a las otras izquierdas que, como en el caso notorio de Andalucía, siguen atadas al concepto del mal menor, y a la “unidad de las izquierdas” sin vislumbrar que en los hechos, el PSOE dejó de ser izquierdas, al menos desde que Felipe González echó mano a la razón de Estado y al miedo (visceral) de la gente a “nuestro ejército, para ganar el Referéndum sobre la OTAN…el paso siguiente fue4 abrazar la cultura neoliberal, eso sí, disfrazada por la fraseología más o menos izquierdista.
En este cuadro evolutivo, el nombre de Sicco Leendert Mansholt (Ulurum, Groninga, 1908- Wapserveen, 1995), socialista y ecologista holandés, miembro de la CE, luego vicepresidente de la Comisión de la CEE desde principios de 1958, y que prosiguió siéndolo de la Comisión de las Comunidades Europeas al unificarse los ejecutivos europeos a partir del julio de 1967, tiempo en el que ocupó altos cargos por los que no será desde luego recordado aunque tendría su retrato o estatua en algunos pasillos del poder (de los “lobbies”) europeos.
En marzo de 1967, se convirtió en Presidente de la Comisión Europea, también conocida como la comisión Mansholt, un mandato, que estuvo muy influenciado por el informe de los Meadows a al Club de Roma.
Por estas fechas expresó así sus ideas sobre el crecimiento económico: Para mí, la cuestión más importante es cómo podemos alcanzar un crecimiento cero en esta sociedad. [...] Si no lo conseguimos, la distancia, las tensiones entre las naciones ricas y pobres será cada vez mayor. Me preocupa si conseguiremos mantener bajo control estos poderes que luchan por el crecimiento permanente. Todo nuestro sistema social insiste en el crecimiento.
Estaba hablando de una propuesta económica sin crecimiento, que planteaba el siguiente interrogante; ¿sería todavía una economía capitalista tal como la conocemos?
La cuestión no es nueva, fue abiertamente debatida en París en junio de 1972 en un encuentro organizado por la revista Le Nouvel Observateur (n. 397, 1972), que atrajo a una multitud de personas. Entre sus protagonista se encontraba gente de la talla de André Gorz (que usaba el sobrenombre Michel Bosquet), uno de los teóricos más inquietos de la izquierda socialista, autor de un libro, Estrategia obrera y reformismo, que tuvo mucha influencia en los años
Sesenta y que aquí fue vertido (en castellano y en catalán) por Nova Terra; Herbert Marcuse, al que se había considerado como el teórico de las movilizaciones juveniles, responsable igualmente de un importante obra teórica (los lectores pueden encontrar sendas antologías sobre ellos en Los Libros de la Catarata), Edmond Maire, del sindicato CFDT, que durante las jornadas del mayo del 68 se había situado a la izquierda de la CGT, el respetado filósofo marxista heterodoxo Edgar Morin, el ecologista británico Edward Goldsmith que había publicado Blueprint for Survival en 1971, más el escritor Philippe Saint Marc, muy conocido entonces. Este debate tuvo la virtud de contribuir a la difusión del ecologismo que, como tantas otras cuestiones, sería desdeñado por la izquierda tradicional a su manera, o sea adoptándolo como parte de los trajes que se ponía para resultar electoralmente más atractiva
En una de sus intervenciones que causaron un cierto revuelo en la época, Sicco Mansholt había anunciado que prefería el BNB (Bonheur National Brut, la Felicidad Nacional Bruta) al Producto Nacional Bruto, lo que había sido criticado tanto por el presidente Pompidou como por Georges Marchais, el secretario general del Partido Comunista francés, lo cual, considerando la catadura de uno y otro, no dejaba de resultar un honor. Sicco Mansholt, que tenía 63 años, había iniciado el debate europeo con una carta al presidente de la Comisión Europea Franco Malfatti en febrero de 1972.
Por entonces, todavía no se hablaba de cambio climático pero sí de la escasez de recursos, y además se discutió sobre el aumento de la población, los absurdos de la contabilidad macroeconómica del PIB, la felicidad, el capitalismo, el socialismo, el militarismo, la tecnología y la complejidad. Había además, una gran inquietud entre los jóvenes y los trabajadores.
Mansholt inspiró una carta que se discutió en la conferencia de NNUU en Estocolmo, la primera gran conferencia ambiental preocupada sobre todo por la contaminación química. Su intención era promover políticas públicas europeas dirigidas hacia la conservación y el reciclaje y no hacia el crecimiento. La investigación científica debería apoyar esta nueva línea. Mansholt se pronunció muy claramente por un socialismo democrático planificado a escala europea. Tuvo propuestas directamente dirigidas contra las ganancias capitalistas que hoy serían de rabiosa actualidad, sobre todo después de que las empresas contaminantes han podido instaurar su impunidad, o es que habéis olvidado los desastre ecológicos recientes vivido en este países de países en el sigue dominando la divisa “tanto tienes tanto vales”.
Mansholt propuso también introducir la certificación de productos reciclables que tendrían desgravaciones fiscales. Un arancel europeo a las importaciones protegería esos productos reciclables certificados pues en caso contrario la competencia internacional impediría esa producción menos dañina. Era partidario de prohibir la producción de muchos productos no esenciales. Masholt no creía que el “método de producción empresarial” fuera ya adecuado.
Pero la socialdemocracia europea ya había vendido su alma al dinero, y en 1972 dejó de lado Sicco Mansholt. Ninguno de los partidos socialistas del continente siguió sus nuevas ideas, más bien todo lo contrario. Se apuntaron al desarrollismo y al expolio de los recursos, lo importante era “la buena vida” o sea tener de todo. El drama se acrecentó desde el momento en que mucha gente creyó que la alternativa pasaría por el movimiento comunista, y lo hacían justamente en el momento en que –como demostraba el mayo del 68, y demostraría el baril portugués o la Transición española-, estos partidos comenzaban su deriva eurocomunista que les llevaría…a la socialdemocracia.
Y en esa estamos con la particularidad que tanto social como política y ecológicamente, las últimas décadas han venido determinadas por la clamorosa descomposición de las izquierdas y las derrotas de todo tipo.
Ahora ya Samoa a que atenernos.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Anexo.

La carta a Malfatti de febrero 1972 tiene tres mil palabras. A continuación, los párrafos más importantes.

Estimado Presidente: Es apropiado que nuestra Comisión, en su último año, se dedique intensamente a determinar la política económica a seguir (…) En primer lugar, algunos hechos. 1. Parece cada vez más que los gobiernos nacionales no pueden garantizar un equilibrio en el desarrollo de sus economías. Eso no es solamente un fenómeno europeo, se manifiesta en todos los estados industrializados, como Estados Unidos, Japón, etc. La espiral inflacionaria acompañada de un aumento del desempleo es un fenómeno general. 2. No se consigue un equilibrio monetario. Cuanto mucho, podemos hablar de una calma temporal pero se dan todos los elementos para que haya otra vez dificultades monetarias (…) Estos son algunos de los problemas de hoy, pero los que nos llegan cada vez con más claridad son mucho más serios (…) Estos son problemas asociados con los siguientes elementos que determinan esencialmente el futuro de la humanidad.
- El crecimiento de la población en el mundo. - La producción de alimentos - La industrialización. - La contaminación - El consumo de recursos naturales
Me limito a estos porque son la base del informe del Grupo de Dinámica de Sistemas del Massachusetts Institute of Technology, Cambridge, Massachusetts (Julio 1971). Podríamos añadir: -La creación de empleos con significado -Conseguir una democracia real -Crear oportunidades iguales para todos -Nuestras relaciones con los países en desarrollo Con respecto a esta segunda lista de cuestiones, nos podríamos preguntar si caen dentro de la responsabilidad legal de la Comisión. Personalmente, no estoy interesado en este aspecto legal, creo deseable que demos nuestra opinión como un organismo político. (…) Me pregunto:¿Qué podemos hacer como “Europa” y qué debemos hacer para no quedarnos atrapados? Los problemas son tan fundamentales, tan complejos y tan entrelazados que uno se pregunta: ¿Podemos realmente hacer algo al respecto? ¿Puede Europa hacer algo? ¿No es un asunto para todo el mundo en conjunto?(…) Si Europa sigue una política clara, entonces está mejor situada para forzar una política en el resto del mundo, particularmente en los Estados Unidos y en Japón (…) Por tanto, Europa tiene una tarea por hacer! El problema de la población es crucial (…) En particular, en los países en desarrollo hay una tasa de nacimientos que toma dimensiones aterradoras pero también en el Occidente industrial no podemos escapar del control de la población. Si no sucede nada, la población mundial doblará aproximadamente en 30 años, lo que significa que en el año 2000 habremos aumentados de 3500 millones a 7000 millones. En lo que respecta a Occidente, debe notarse que en los países industriales, el consumo de materiales y de energía per capita es unas 25 veces mayor que en el promedio de los países en desarrollo. Si en 30 años pudiéramos asegurar que “la familia de reemplazamiento” sea ya la norma, incluso entonces la población crecería hasta 6000 millones. (…) En parte, nos corresponde la tarea de identificar los elementos económicos que facilitarán la promoción del control de nacimientos. Eso podría incluir la política fiscal y la abolición de los subsidios a las familias grandes. Aquí podríamos hacer propuestas concretas.
Suponiendo que se alcanza una población humana estática, entonces parece posible en teoría alcanzar un cierto equilibrio en el crecimiento de los distintos factores materiales necesarios para la supervivencia de la humanidad (sección V del informe del MIT). Pero para eso, todas las condiciones siguientes deben darse: 1. Prioridad a la producción de alimentos, incluyendo inversiones en lo que se llama producción agrícola “no económica”. 2. Una fuerte reducción del consumo de materiales per capita compensado por beneficios sociales intangibles como la asistencia social, la educación, el desarrollo espiritual, el ocio y la recreación, etc. 3. Extender la vida útil de todos los bienes de capital al tiempo que evitamos la producción de residuos y la producción de productos “no esenciales” 4. Reducir la contaminación y el agotamiento de recursos enfocando políticas sobre el periodo de amortización de las inversiones de capital y el control de la contaminación. lo que llevará a cambios en la demanda y así en la producción. Por el momento, parece demasiado optimista suponer que habrá una población mundial estable y por tanto debemos pensar en medidas políticas más fuertes que las señaladas arriba. Eso levanta otro tema, si podemos mantener nuestro orden social establecido, si por ejemplo el método de producción empresarial puede ser mantenido. En mi opinión, la mera pregunta lleva a una contestación: No. Más difícil, sin embargo, es encontrar algo que sea mejor para alcanzar el fin. El Socialismo de Estado o sistemas similares no son la solución. Así pues, necesitaremos encontrar formas de producción muy diferenciadas, con una planificación central fuerte y un alto grado de descentralización.(…)
Está claro que esa sociedad no podría estar basada en el crecimiento, por lo menos no en el crecimiento del sector material. Para empezar, no debemos basar nuestro sistema económico en el logro del crecimiento máximo, o el mayor producto nacional bruto posible. Hay que sustituirlo por la utilidad nacional bruta. (Queda abierta la cuestión de si esta “utilidad” puede expresarse con cifras o como lo que Tinbergen llama Bonheur Nacional Bruto). (…) Para ayudarnos a pensar y para ilustrar lo que las políticas reales implicarían, doy algunas ideas sobre políticas europeas. : 1. Una economía estrictamente planificada, dirigida a asegurar las necesidades físicas que se consideran necesarias para todos. 2. Un sistema productivo sin contaminación y con el desarrollo de un proceso de reciclaje. Este segundo fin traerá consigo un bajón significativo en la riqueza física per capita y limitará la libre disposición de los bienes. (…) Será inevitable dividir las materias primas y los bienes de capital entre el sector público y el sector privado. La planificación deberá hacerse de manera que el mínimo uso necesario de recursos energéticos y los bienes y servicios esenciales estén asegurados. También será preciso para compensar la baja de riqueza material incrementar la provisión pública de desarrollo espiritual y cultural, el cuidado cultural (…).
Me parece apropiado que la Comisión se proponga crear un “Plan Europeo central” (o Plan Económico Europeo). Al hacer esto, nos alejaremos del objetivo de obtener el producto nacional bruto máximo (…) Hemos de aceptar que la provisión de mayores cuidados públicos para el bienestar espiritual de hecho requiere un producto nacional bruto mayor, pero no tenemos ya esta posibilidad porque mantener el equilibrio con la naturaleza (ecología) y la necesidad de reservar suficientes recursos energéticos para las generaciones futuras, se convierten en cuestiones decisivas.(…) Me podría imaginar que la Comisión haga propuestas concretas como las siguientes:
1. Implementar un sistema de licencias de producción bajo control europeo (Certificados de reciclaje, CR). 2. Una modificación en los impuestos sobre ventas que abarate los productos con el certificado CR y en cambio eleve los impuestos a los productos convencionales (la diferencia en el porcentaje de impuesto sería igual a la diferencia en el costo de producción mas un tanto adicional de “castigo” a los productos convencionales).
3. Promover la sustentabilidad de los bienes de consumo. Eso debería llevar a un ahorro importante de materiales. Además de normas de producción, la política fiscal debe empujar al consumo en dirección a la moderación y la sustentabilidad. (…) Hay actualmente una cantidad alarmante de producción inútil.
4. Parece necesario que haya en Europa una sistema de distribución de diversas materias primas y de productos acabados para: a) dar prioridad a los bienes dirigidos al sector público; b) evitar los productos inútiles y los residuos; c) una economía de escasez requiere la distribución de los bienes de consumo necesarios de manera que se garantice oportunidades iguales para todos.
5. Investigación
Hay grandes campos de investigación en lo que respecta a una producción que no produzca contaminación y que se base en el reciclaje, que están en barbecho (…) toda la investigación se ha dirigido al “crecimiento”. Deberíamos dirigirla a la “utilidad” y al “bienestar” (…) hemos de acabar de una vez con el drama persistente del presupuesto de EURATOM y convertirlo en un programa de investigación dirigido a los objetivos señalados. (…) Es demasiado frecuente que las investigaciones se lleven a cabo sin abarcar las consecuencias económicas y por tanto sociales.
El programa de investigación debería estar dirigido en particular a:
- La conservación - El equilibrio ecológico y biológico - El reciclaje de la producción - Las consecuencias económicas Un programa que se base en los puntos señalados puede ser llevado a cabo en la nueva Europa de los Diez. Somos un mercado con movimiento interno libre, protegidos contra terceros países. Es deseable por tanto tener una política económica estrictamente integrada y así también una política fiscal. Obviamente, la implementación de este programa incrementará los costes significativamente y por tanto hará necesario proteger un poco nuestros mercado de las influencias exteriores..
Esto podría hacerse de la siguiente manera:
Transformar el arancel externo actual en un arancel que proteja los productos que están certificados como reciclables (CR). (…) Eso fomentaría la manufactura de bienes CR. Si por ejemplo Europa y Estados Unidos se ponen de acuerdo en esta estructura de aranceles a la importación, el resto del mundo debería seguir. Hace falta arreglos especiales para países en desarrollo. Hay que ayudar a introducir una producción CR también allí. (…) Es posible pensar en un Fondo para promover la producción CR en los países en desarrollo que apoye las inversiones de capital de esos países que adopten el principio CR.
En lo que concierne a la agricultura: el equilibrio con la naturaleza tendrá un papel cada vez mayor en la producción de alimentos. Aunque hace falta un gran aumento de producción de alimentos, alcanzaremos pronto dos límites. a) el área disponible, 3500 millones de hectáreas, que puede disponer de suficiente agua (pueden olvidar la conversión masiva de agua salada en agua dulce debido al alto consumo energético y la alteración del equilibrio termal). b) el uso de pesticidas e insecticidas para obtener una producción mayor altera el equilibrio ecológico.(…) Hay que cambiar los requisitos de calidad de los alimentos, la nutrición y el gusto son más importantes que la apariencia. Hay que tomar medidas para promover una producción que se pueda reciclar y por tanto hay que evitar la destrucción de valiosos elementos naturales de la producción. (Esto incluye restaurar el equilibrio natural del mundo de los insectos y de los pájaros, manteniendo el equilibrio ecológico general)..
La protección frente a las importaciones desde el exterior podría hacerse sobre la base de aranceles basados en CR, mientras que la certificación CR de los productos agrícolas sería apoyada por ventajas fiscales y una política especial de precios. (…) Considero muy deseable que en este año último nos concentremos en tales cuestiones y que aconsejemos al Consejo (de Ministros) con propuestas bien fundamentadas.

S. L. Mansholt.

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