domingo, abril 28, 2013

Albert Masó, poumista, socialbárbaro, inolvidable



Alberto Masó March (Barcelona,1918- París, 2001) es uno de los personajes más interesantes de nuestra historia socia. Combatió en el 34, en la revolución y la guerra, en la resistencia, en el antifranquismo…La FAN trata de recuperarlo para las nuevas generaciones.
Paso a paso, se vuelve a hablar de Albert Masó. Se está haciendo desde la literatura, y en relación a su historial militante, una historial que ocupa su merecido lugar en “el Maitron”, el canón del más ambicioso y completo Diccionario sobre el movimiento obrero francés en el que Albert ocupa un lugar. Un lugar representativo de la enorme aportación republicana española en la resistencia contra la ocupación nazi en Francia. Pero también porque en los años siguientes, Albert no se limitó a soñar con el regreso, también se implicó con la lucha social francesa.
Lo hizo desde la creación del grupo Socialisme ou Barbarie, una variación heterodoxa del trotskismo que por estos lares apenas si es conocido. Lo que se sabe es a través de la figura de su principal exponente, Cornelius Castoriadis, del que existe una cierta bibliografía amén de trabajos de campos bastante extensos como son los números extras de revistas como Anthropos (nº 198) y Archipiélago (nº 54). La gente interesado puede recurrir a un buen estudio: Socialisme ou Barbarie, un engagement politique et intellectuel en la France de l’après guerre, de Philippe Gottraux (Ed. Payot Lausana, s.I, 1997)
Por su parte, la Fundació Andreu Nin, que organizó el pasado viernes un acto de homenaje en el Ateneo La Torna de Gracia gracias al apoyo de Revolta Global del barrio, y que reunió a unos cuantos amigos y excamaradas de Albert, se propone editar parte de sus textos, así como ha dedicarle unas jornadas en la que habría que hablar de su militancia tipo guadiana en el POUM, como de su pasaje entre los socialbárbaros.
El acto fue programado que Pelai Pagès hablara de Albert y del POUM en Gracia, un punto de la memoria enterrada de un barrio que fue uno de los epicentros del movimiento obrero desde sus inicios, y que vivió desde un primer plano los grandes acontecimientos de los años treinta, desde la proclamación de la República hasta el 6 de octubre de 1934 (en las que Albert tomó parte con 16 años como “miliciano” del BOC), sin olvidar las jornadas de 1936 (en las que resultó herido), los hechos de mayo de 37 que supusieron el cierre de un ciclo histórico del movimiento obrero clásico, y lo que vino después ya no fue igual. Después, las corrientes revolucionarias fueron condenadas a una marginalidad de la que empezaría a salir a duras penas en el 68…Se hablo de la relación entre la literatura y la historia, un punto sin duda polémico.
También hubo tiempo para la lectura de los comunicados de su viuda y de sus dos hijas adoptivas, así como para las intervenciones de algunos de los que lo tratamos como el propio Pelai, Pedro Hevia, José Enrique Martínez Lapuente, Ferran Benages, Pepe “Ernesto” Martínez, el que escribe, y también, claro está, Mª Teresa Carbonell, presidenta de la FAN que lo describió como un avezado excursionista y como un personaje amante del debate y la polémica. Esta dimensión “provocadora” fue resaltada en el retrato de un personaje de estirpe socrática que gustaba de señalar los puntos débiles de las convenciones. Su ardor polémico, a voces en muchas ocasiones, contrastaba con la “buena educación francesa”, de u pueblo tan educado que su blasfemia más sonada en “!Mundo de dios¡”.Fue también un militante de un gran cultura literaria, así como un optimista, alguien que se comprometía porque era lo que había que hacer aunque la conclusión fuese el fracaso.
A Albert Masó le tocó vivir la vida con una gran intensidad, quizás fue eso lo que le mantuvo joven e inquieto hasta el final. Para él, guerra y revolución eran dos caras de la misma moneda, apostó por la revolución luchando por la República catalana en Octubre de34, en las barricadas de julio de 1936, siguió las órdenes de Rovira en las luchas callejeras contra los golpistas sublevados en Barcelona. Tenía solamente 18 años se incorporó a las columnas del POUM que estaban comandada por Grossi y Arquer que salieron para el frente de Aragón, primero camino de Zaragoza y más tarde hacia Huesca, donde fue herido en uno de los combates y fue atendido en el luego célebre sanatorio de Alp, organizado por médicos afines al POUM. No tardó en volver al frente de Huesca con el grado de teniente de la 29 División y después del nuevo ejército republicano. Intervino en las calles de Gracia junto con los Comités de Defensa de la CNT durante los acontecimientos de mayo del 37 en Barcelona, y en plena represión fue detenido mientras enganchaba carteles en lo que acusaba al gobierno Negrín de representar la contrarrevolución, por ello permaneció en la Modelo de julio a noviembre de 1937.
Pelai evocó con detalle el episodio de la ejecución del agente estalinista que se hacía llamar “capitán León Narwicz o Narvith” infiltrado (en el POUM y entre los bolcheviques-leninistas) y que tras suscitar sospechas por las caídas que facilitaba fue identificado por Juan Andrade. León Narwicz, de nacionalidad polaca y miembro de la NKVD y del Servicio de Información Militar (SIM), creado por Prieto, figuraba como capitán de las Brigadas Internacionales. Había tenido un papel destacado preparando la identificación de los dirigentes del POUM para su ulterior. Comenzó ganándose la confianza de algunos líderes poumistas, ante los que se había identificado como simpatizante de la Oposición rusa, y armado con una cámara fue fotografiando a militantes que una vez detenidos pudieron observar que la policía utilizaba sus fotos. A principios de 1938, Narwicz trataba de infiltrarse entre los trotskista de la SBLE, pero ya entonces había sido identificado y se conocía el papel que había jugado en la detención de Nin... El POUM decidió hacerle creer que les interesaba contactar con él, y le preparó la trampa en la que el brazo ejecutor fue Lluís Puig, exmiembro de la Izquierda comunista, y colega de Albert en este tipo de acciones. Se le adelantó en algo que Albert estaba a punto de hacer. Puig fue uno de aquellos militantes de primera línea perdido para la historia, fallecido en 1939 de tuberculosis.
El camino del exilio francés le llevó hasta el mortífero campo de Argelès sur Mer del que logró evadirse, para sobrevivir “sin papeles” en plena ocupación alemana Masó formó parte de un equipo especial de defensa del POUM aunque también mantuvo ciertas relaciones con Suzanne Vounte (“Frédéric”, que será también su compañera) perteneciente al grupo de comunistas italianos liderados por Amadeo Bordiga. Masó fue detenido y pasó dos años en la prisión de la Santè de París (1939-1941), pero a finales de 1941 fue internado en el cuartel de Les Tourelles, hasta que una enfermedad le llevó a un Hospital del que pudo escapar. Detenido de nuevo, acabó esta vez en Alemania, en un campo de trabajadores polacos que hacían de esclavos para la fábrica de I.G. Ferien Industrie. Volvió a ser detenido por las tropas nazis en la primavera de 1944 como miembro de la resistencia.
Tras la Liberación pasó una temporada en un sanatorio suizo para recuperarse de su salud quebrantada, luego comenzó a ganarse la vida como traductor y se reincorporó al POUM reconstituido. Sin embargo, acabó apartándose para ingresar en el grupo francés “Socialisme ou Barbarie”, también tuvo relaciones con Munis, pero sus relaciones concluyeron poco después en un desacuerdo total.
En 1972, Masó se reincorporó al POUM. Llevó su empeño en la reconstrucción del POUM hasta fijar su residencia en Barcelona entre 1976 y 1979), cuando fue conocido como Julio Gil. Con él firmó sus artículos (en los números 2, 3 y 4) sobre sindicalismo y movimiento obrero en la interesante revista dirigida por Solano, Tribuna socialista de la que aparecieron cuatro números entre octubre y octubre (1975-1976). También formó parte del pequeño grupo de activistas que en medio del desaliento garantizó la salida de La Batalla y la pervivencia de las siglas.
¿Hasta qué punto esta empresa fue coherente? Aquí hay mucha tela que cortar, pero creo que había algunas cosas claras. A la generación de los sesenta, la historia y la gente del POUM le podía parecer apasionante, pero eran los padres que habían estado fuera, que tocaban otra música. Aquí la historia había recomenzado, y no eran suficientes el reclamo de unas siglas históricas para unificar experiencias tan diversificadas. Otra cuestión es que la propuesta unificadora fuese en teoría la más correcta, y de hecho fue a la que se llegó…cuando el tren de la historia ya había pasado.
Ese tren estaba nuevamente en marcha, Ferran Benages dijo algo parecido a lo que gustaba repetir a Víctor Serge que decía “de derrota en derrota hasta la victoria final”. Y según Ferran: “Después de tantas derrotas, ahora nos tocaba ganar”. Entonces, estas propuestas unificadoras no fueron posibles. Ahora tendrán que serlo.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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