jueves, mayo 23, 2013

¿Todavía no habéis leído a Grossman?



Siguen las jornadas Contra el canon Solzhenitsin, establecido como clave de bóveda de la interpretación “negra” del triunfal-capitalismo sobre lo que fue la URSS. Después de Victor Serge, Panait Istrati, ahora se hablará de Vasili Grossman.
¿Todavía no habéis leído a Vasili Grossman? Tanto como si los ha leído como si no, estaría muy bien que pudieras pasarte por la Biblioteca andreu Nin el próximo jueves a las 19 h. Hay una conferencia presentada por Miquel Sala y ofrecida por José enrique Martínez Lapuente, que es un avezado conocedor de esta obra.
Leer a Grossman (Berdichev, Ucrania, 1905; Moscú, 1964) es hoy tan indispensable como lo fue leer a Lev Tolstói. Vida y destino es la única obra de la literatura rusa comparable a Guerra y paz…Se decía que Tolstói era “el otro Zar”, obviamente el bueno, y que con su obra presidió el trono de las letras rusas. Los historiadores y analistas adocenados han proclamado que ese cetro vacío fue ocupado por Alexander Solzhenitsin, autor de obras extraordinaria pero cuyo ideario fundamentalista (prerenacentista), le llevaría a describir la Rusia soviética como el Imperio del Mal confundiendo tiempos, víctimas, realidades…
Si hay un autor indispensable para conocer y explicar el GULAG, ese es Varlam Shalamov condenado por divulgar el “testamento de Lenin”, y sí hay alguien que puede ocupar el trono vacío de las letras rusas ese es Vasili Grossman Por sí había dudas después de Vida y destino, la edición efectuada por Antony Beevor y Luba Vinogradova: Un escritor en guerra (Crítica) ha reavivado su conocimiento.
Se trata de la casi extinta memoria del escritor judeosoviético, de una selección de textos periodísticos datados entre 1941 y 1945, cuando Grossman trabajó como corresponsal de guerra del Ejército Rojo. Fue testigo privilegiado del ataque nazi a la Unión Soviética, de la batalla de Stalingrado y hasta de la caída de Berlín; y uno de los primeros periodistas que informó de las atrocidades de los campos de exterminio: un artículo suyo sobre el horror de Treblinka sirvió de prueba acusatoria en el Proceso de Núremberg. Sus famosas crónicas bélicas aparecían en el periódico oficial del ejército, Estrella Roja, del que se decía que Stalin lo leía "con lupa" escrutando la pista de unas disidencias ideológicas que se podían leer claramente entre líneas. Vassili concluyó la novela en 1960 y el Estado soviético le comunicó que "prohibía su lectura durante los próximos 200 años"
Grossman era un periodista lo observaba todo y, entre lo que sucedía y lo que llamaba su atención, narraba con su estilo épico lo que la censura le permitía, mientras que guardaba para sí el resto de sus experiencias, pues Grossman era también escritor. Por entonces había publicado dos libros elogiados por maestros como Máximo Gorki e Isaac Bábel. En sus crónicas enfatizaba las acciones individuales de los hombres y mujeres que combatían el fascismo pintando sus pequeñas alegrías y sus grandes sacrificios. Sabía tanto de los soldados rasos como de los campesinos y generales.
Grossman vino al mundo en una familia judía acomodada, residió de niño en Ginebra y respiró aires occidentales; luego se afincó en Moscú, estudió química, se relacionó con intelectuales y comenzó a escribir. Hizo suya la revolución de octubre convencido en las propuestas de “todo el poder para los soviet”, las líneas maestras de la democracia socialista en un país atrasado que acabaría hundido por dos guerras seguidas. Dos guerras auspiciadas por el imperialismo occidental, y con la esperanza de ver abolido el antisemitismo ruso. La deriva estalinista lo decepcionó por su crueldad y su burocratismo infecto. Aunque no padeció persecuciones -sí, interrogatorios policiales- conoció el calvario de algunos allegados. La catástrofe nacional que supuso el ataque alemán a Rusia lo impulsó a servir "a la causa de la libertad", esperando con ingenuidad que si Rusia ganaba la guerra aquel colapso general cambiaría la situación política y traería la verdadera democracia.
En 1941 los nazis tomaron la ciudad natal de los Grossman; los comandos de exterminio de las SS asesinaron a miles de judíos, entre ellos a la madre del escritor; apenas una semana antes, el hijo dudaba aún de la conveniencia de trasladarla a Moscú, pero cuando fue a buscarla ya era demasiado tarde. Un hondo sentimiento de culpa lo atenazó desde entonces; tal angustia, unida a su repulsa de la guerra y de los que la auspiciaban, lo llevaron tras la contienda, ya en los años cincuenta, a escribir esta grandiosa novela que es Vida y destino, una obra que toda persona culta debe de leer para comprender lo que Moshe Lewin “el siglo soviético”. Es lo que hizo tempranamente el escribe el que escribe siguiendo unas líneas de consejos de Daniel Bensaïd.
Lo pude hacer en Seix Barral, allá por 1985, aunque como seguía siendo habitual desde el siglo XIX, la versión se hizo del francés en vez del ruso original. Apreciada por un puñado de selectos lectores desde entonces, no traspasó este pequeño círculo. Es ahora cuando esta inmensa "novela rusa" podrá valorarse en todo su esplendor, pues la traducción es magnífica y la edición, superior. Obra densa y de detenida lectura, animada por el aliento épico de Tolstói, la penetrante psicología de Dostoievski y la humanidad, el lirismo y la nostalgia propias de Chéjov, Mandelshtam o Pasternak; todo ello bien administrado por el genio narrativo de Grossman atrapa al lector de inmediato y lo implica en las diversas tramas de sus historias entrelazadas.
El eje de la novela; Grossman es la dantesca batalla de Stalingrado, el equivalente del Tolstói con Borodino. En sus páginas, Vasili recrea el ambiente asfixiante de aquella pútrida carnicería, mas ahora la lucha no acontece a campo abierto, bajo el sol, ni es descrita desde la fantasía, sino desde la más cruda realidad. Fue desde este punto de vista que el autor recuperó sus experiencias bélicas y devolvió la vida a aquellos escombros llameantes y búnkeres hediondos, a los seres miserables o grandiosos que sobrevivían, mataban y morían bajo el intenso frío, vestidos con uniformes harapientos y devorados por piojos. Estupenda es la historia de la joven telefonista, sola entre rudos camaradas, sitiados por los alemanes y bajo el mando del valiente Grékov, verdadero "duro" curtido en el frente.
Grossman describe las estepas en las que se acantonan indolentes tropas de refresco; los campos de concentración para los “disidentes” que a veces ni tan siquiera sabían que lo eran; la tétrica prisión de la Lubianka en Moscú o un instituto de física, también moscovita, son otros de los muchos escenarios de la panorámica ofrecida. El relato de la muerte en la cámara de gas de la doctora Sofia Ósipovna junto al pequeño David es inolvidable: la literatura jamás penetró con tamaña veracidad en el interior de cemento y acero de uno de aquellos ingenios letales. La descripción de la caída en desgracia del físico Shtrum, aclamado en toda la Unión Soviética por sus descubrimientos teóricos, es esclarecedora; también, la historia del comisario Krímov, comunista convencido que, como sucederá tantas veces, será arrestado y torturado por sus propios camaradas sin motivo conocido. Grossman describe el infierno nazi, pero no se olvida de la locura del nacional-estalinismo.
La obra resulta “alimentada” por diversos relatos con los que Grossman retrata muchas vidas rotas por la guerra, de destinos truncados. Grossman los observa desde el punto de vista de su frágil humanidad, perspectiva que convierte a Vida y destino en una novela en la que no hay personajes malvados; antes bien, casi todos son entrañables y comprensibles salvo para los enemigos del pueblo, que aparecen fugazmente. En este sentido, el autor se inspiró, a la par que por la épica de Tolstói, por el individualismo humanista de la mejor tradición literaria rusa, de grandes como Anton Chéjov, quien proclamó que "los hombres antes que nada son hombres y, sólo después, obispos, rusos, tenderos, tártaros, obreros"; una visión bien contraria a todas las verdades oficiales, las del régimen estalinista por supuesto, pero también de aquellos que amputan a la historia soviética todo su odio de clase.
Cuando Grossman concluyó Vida y destino, en 1960, el Estado soviético, ya bajo el mando de Jruschov, le comunicó que "prohibía su lectura durante al menos los próximos 200 años", pues era perjudicial para los intereses de la Unión Soviética. El escritor murió olvidado, pobre y tachado de Enemigo del Pueblo. Nada extraño que así sucediera, pues lo que resultaba inaceptable para la burocracia llamada soviética es que la novela revelase tan a las claras el triunfo de la libertad y de las conciencias individuales que, con su resistencia a ser engullidas por el totalitarismo, logran elevarse sobre su bestial poder cual gigantes más poderosos todavía, preñados de un futuro que tenemos que otear sabiendo de donde venimos.
Tal como dejó escrito Albert Camus, venimos del siglo XX, el siglo de las revoluciones traicionadas.

Bibliografía en castellano. El libro negro, con la colaboración de ILSA Ehrenbourg, publicada por Galaxia Gutenberg en 2011; Por una causa justa (1954), trad. de Andréi Kozinets, publicada por Galaxia Gutenberg en 2011; Vida y destino (1959), trad. de Rosa María Bassols publicada por Seix Barral en 1985 y trad. de Marta Rebón publicada por Galaxia Gutenberg en 2007; Todo fluye (1970), trad. de Marta Rebón, publicada por Galaxia Gutenberg en 2008; Años de guerra, incluye la novela El pueblo es inmortal (publicada por entregas en 1942), el relato El viejo profesor y sus crónicas desde el frente, trad. anónima, publicada por Galaxia Gutenberg en 2009; Un escritor en guerra. Vasili Grossman en el Ejército Rojo, 1941-1945, recopilación de Anthony Beevor (A Writer at War: Vasily Grossman with the Red Army 1941-1945, 2007), trad. de Juanmari Madariaga.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

No hay comentarios.: