viernes, junio 28, 2013

Una obra singular: El profeta mudo, de Joseph Roth



Leí hace bastante tiempo esta obra, aparecida a principios de los años ochenta en la editorial Montesinos. Se trata de una extraña aproximación al Trotsky derrotado que todavía sigue siendo el líder revolucionario que dirigió el Ejército Rojo, pero ante el que la el proceso revolucionario comienza desfigurarse, cuando se inicia el Termidor soviético, una historia que todavía suscita una guerras de interpretaciones. Entonces, Joseph Roth ya era un novelista que había ganado una considerable reputación y formaba parte de la extraordinaria hornada de escritores judíos austriacos que habían vivido con especial intensidad la descomposición del Imperio austro-húngaro. La obra fue descubierta allá por mitad de los años cincuenta y se fue escrita a finales de los años veinte. Roth se apoyó en sus notas productos de un viaje a la URSS en 1926. Cursivamente, sus libros fueron a parar a las hogueras nazis como lo fueron obviamente los de Trotsky, al que Hitler tenía un odio especial.
El profeta mudo es una novela que puede fecharse a partir de ciertos datos históricos: ello explica la hipótesis según la cual este manuscri­to, que se daba por perdido, era en realidad una novela sobre Trotsky, en la que Stalin, Radek, Lenin y otros revolucionarios rusos no aparecen más que como personajes marginales. Por las Impresiones de viaje sabemos que Joseph Roth pasó el invierno de 1926 en Moscú, trabajando para el Frankfurter Zeitung. La escena liminar de la novela, que se desarrolla en un hotel moscovita durante la Nochevieja de 1926, evoca la incertidumbre sobre el destino de Trotski que a la sazón inquietaba al mundo».
Tal como indica Walter Lengning, autor del epilogo de la edición alemana de El profeta mudo, -que la edi­ción española también aco­ge- esta novela tiene que entenderse con Trotski, transmutado por Jo­seph Roth en Friedich Kargan, y, de manera más gene­ral, sobre lo que fue la activi­dad del revolucionario du­rante el tiempo inmediata­mente anterior v posterior a aquellas dos grandes heca­tombes que fueron la llama­da Gran Guerra y la Revolu­ción Soviética.
Quizás sea excesiva esta interpretación de Lengning pero es evidente que las primeras páginas de su libro en las que el narra­dor, acompañado por otro personaje, cuenta a sus acompañantes con los que esta celebrando la Nochevieja en un lúgubre hotel mos­covita la verdadera historia de Friedich Kargan -quedes " calificado por los asistentes individualista"- respiran un clima muy preciso sólo ex­plicable por relación a los acontecimientos de la época.
Véase sino: "Entre todos los presentes éramos yo y Grodzki, al que su profesión obligaba a conocer a todo el mundo, quienes mejor cono­cíamos al atacado. Comencé, pues, a contar, secundado por Grodzki, y no nos bastó aquella noche. Continué, narrando la noche siguiente v hasta una tercera. Pero en el curso de esta tercera noche desaparecieron todos nues­tros oyentes salvo dos, los únicos que, no teniendo cargos oficiales, tampoco temieron escuchar la verdad".
La trayectoria vital de Friedich Kargan es la de un personaje en evolución en­marcado en una época en crisis. La evolución de Kar­gan, personaje siempre des­crito -al igual que todos los restantes de la novela- sin ningún tipo de idealismo y que va desde el deseo de venganza contra un mundo de cuyos privilegios él ha sido excluido y la voluntad de es­calar las cimas del éxito has­ta la militancia escéptica en los movimientos revolucio­narios de la época. Quizás esta militancia sea también para el personaje en un prin­cipio una manera de continuar su ambición de escalar |los lugares prominentes de la cual se va haciendo más lú­cido y reflexivo y, por tanto, más pesimista.
Pero si El profeta mudo testimonia sobre el hundi­miento de un mundo y el na­cimiento, lógicamente vio­lento, de otro nuevo, no hay en toda la novela ninguna sombra de añoranza reaccionaria por un pasado supues­tamente mejor. Ello no excluye que momentos de la obra aparezca un fuerte temperamento líri­co aplicado tanto a lo indivi­dual -la relación amorosa entre Friedich y Hilde, la estancia del primero en Siberia- como a lo colectivo -las descripciones que se dan so­bre la evolución de la guerra o los cambios sucedidos en Rusia durante el período revolucionario-. Por otra parte ese lirismo no excluye una potente dosis de ironía la cual está presente, por ejemplo, en fragmentos como aquel que explica la relación que se establece entre Hilde y von Derschatta desde que empieza a trabajar para él como secretaria hasta que se convier­te en su amante primero y en su esposa después.
El profeta mudo propone, pues, en un registro entre lí­rico e irónico, una visión te­rriblemente pesimista de lo que fue la revolución soviéti­ca y su posterior aburguesa­miento "Pero ¿qué era la causa del proletariado? ¿Esos diputados que se hacían en­carcelar y volvían a quedar en libertad, esos proletarios anónimos que eran olvidados, en las cárceles, los fusilados y los ahorcados?" acaban pre­guntándose Roth y con él el lector de su demoledora no­vela- que hoy a la luz del tiempo transcurrido se ve confirmado. El hecho de que el incómodo Friedrich Kargan después de ser enviado a Siberia por el régimen zarista deba volver a tal lugar por causa de sus compañeros de revolución basta para dar una imagen tremendamente desoladora de aquella época de crisis. Y dado que la nues­tra es también una época de crisis resulta considerable­mente útil leer esta obra tan demoledora y, al mismo tiempo, tan hermosamente escrita como El profeta mudo, una novela inclasificable, mucho más representativa de la historia y las obsesiones de Roth que de este Trotsky que está ya preparándose para un exilio a través de un planeta sin visado
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Pepe Gutiérrez-Álvarez

Roth, Joseph. El profeta mudo. Editorial: Acantilado; Páginas: 220; Año: 2012; Traductor: Juan José del Solar; Prólogo: Werner Lengning

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