miércoles, agosto 28, 2013

"No conozco otra vida que la de revolucionario"



Tercera entrega de las crónicas desde la tierra de los kurdos. En esta ocasión la entrevista a uno de los líderes de la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), el comandante Harun.

La vida del comandante Harun no difiere demasiado de la de muchos de sus compañeros y compañeras. Aunque nació en Turquía, en el barrio Tuzlucayir de Ankara, hizo suya la lucha del pueblo kurdo para obtener la libertad. Harun nos recibe en uno de los campamentos que la guerrilla del PKK tiene en las montañas de Kandil, en el norte de Irak. Para llegar caminamos unos veinte minutos por senderos estrechos, acompañados por su hermano. Los dos sufrieron la cárcel y la represión del Estado turco, y tras varios años enrolados en la guerrilla, ahora son comandantes.
Harun habla y camina con un ritmo relajado, como si supiera que la paciencia es su mejor aliada. Militante del PKK desde los 16 años, este hombre de canas y bigote blanco, y una cara de tío bonachón y cómplice, siempre se mueve entre sus combatientes como uno más. Antes de ingresar a la guerrilla en los noventa estuvo 15 años detenido en Turquía. "Cuando estás en prisión es otro mundo y otra verdad -recuerda-. Estás combatiendo al enemigo cotidianamente. Hay que tener una posición de resistencia permanente contra el enemigo, hay que tomar una posición y defenderla”.
El tiempo que el comandante Harun vivió con más ansiedad fue después de que le comunicaran que iba a salir de la cárcel. En esos meses de espera sólo pensaba en ingresar a la guerrilla. Al ser liberado, pasó apenas tres días clandestino en Ankara. "No conozco otra vida que la vida revolucionaria. Estudio al capitalismo pero nunca lo viví. No puedo imaginarme viviendo en el sistema capitalista, porque tanto en prisión como en la guerrilla tuve una vida comunal. Si algún día hay paz y regreso allá, no sé qué haría", dice.

“El Che no ha expirado”

En el campamento que dirige, asentado en la orilla de un arroyo que baja desde las montañas, funciona una de las doscientas escuelas de formación que el PKK estableció en el norte de Irak. Por estos días las actividades son intensas. Un grupo de militantes se encuentra en el lugar recibiendo clases de política, historia y economía.
"Tenemos muchos puntos comunes con los movimientos guerrilleros de América Latina y las revoluciones democráticas como en Venezuela, Ecuador y Bolivia. Ellos también como nosotros tienen principios de ser independientes, buscan el socialismo, pero sobre todo la soberanía de América Latina. Nuestros ejemplos son el Che y Cuba, que eran aliados de la Unión Soviética, pero igualmente criticaban al socialismo real. El ejemplo del Che no ha expirado", explica Harun. Además de la permanente referencia a Ernesto Guevara, la organización tuvo una fuerte influencia de la guerra de liberación en Vietnam.
En 1978 un grupo de militantes encabezados por Abdullah Ocalan fundaron el PKK, un partido que nacía bajo la influencia del marxismo. Harun aclara que "mientras luchábamos por la liberación de los pueblos de Medio Oriente, también guardamos nuestra independencia" con respecto al campo socialista. "En otros lados del mundo, cuando cayó el muro de Berlín muchas organizaciones de izquierda dejaron la lucha, pero América Latina y nosotros seguimos. En otros países, los socialistas y comunistas se integraron al sistema, mientras que el PKK resguardó su característica revolucionaria", reflexiona.
En esa época de iniciaciones, el PKK tenía el objetivo de crear un "Estado unido y socialista", pero no contaba con la capacidad de "organizar la lucha en todas las regiones del Kurdistán. Ahora hacemos un análisis para saber en qué parte hay condiciones viables para empezar la lucha", sentencia el comandante kurdo.
El PKK tiene una capacidad de movilización que le permite trasladar miles de combatientes a Irak, Irán, Siria o Turquía, los países en los cuales se asienta la mayoría del pueblo kurdo. Por las montañas del Kandil iraquí caminan 15 mil guerrilleros, mientras que en el norte de Siria, donde se encuentra el principal frente de batalla, las Fuerzas de Autodefensas del Pueblo (YPG, por las siglas en kurdo), cuentan con 50 mil combatientes, la mayoría llegados recientemente para defender la zona, declarada autónoma el año pasado, y blanco de los ataques de mercenarios y Al Qaeda. Las YPG reconocen como presidente a Abdullah Ocalan y forman parte de la Unión de Comunidades del Kurdistán.

El cambio estratégico

En 1998 el PKK finalizó varios años de discusiones y redefinieron su carácter socialista, que denominaron confederalismo democrático. Esta ideología convoca a abolir los Estado-Nación, vivir en comunidad, impulsar el cooperativismo y barrer con las convenciones sociales, fundamentalmente las asociadas al machismo.
“Empezamos con el objetivo de crear un Kurdistán independiente, y no dejamos este objetivo de un Kurdistán unido y libre, pero para liberar al pueblo kurdo hacemos un cambio estratégico -explica Harun-. A eso lo llamamos el Kurdistán confederal. Nuestro confederalismo va a permitir unir a los kurdos y ante todo vivir con los pueblos hermanos, como los turcos, árabes, persas, armenios, asirianos, etc. Nuestro objetivo es crear un Oriente Medio confederal. Tenemos diferencias con los partidos nacionalistas kurdos porque ellos buscan la solución creando un Estado-Nación y nosotros proponemos la vida comunal, autónoma, regional y local, y a partir de eso crear una confederación”. Harun agrega que las fuerzas imperiales buscan balcanizar la región y dividir a los pueblos a través de la creación de un Estado kurdo dirigido por Barzani, propuesta que el PKK rechaza.
El confederalismo democrático es una ideología basada en experiencias pasadas, influenciada por el marxismo y el anarquismo, que en América Latina se puede comparar con la experiencia zapatista en México y la ideología del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia. El PKK, que combate con toda su fuerza lo que denomina “modernidad capitalista”, hace más de cuarenta años que brega por un nuevo sistema al que llama “socialismo comunitario”. Las razones vigentes que llevaron a sus militantes a armarse y consolidar una guerrilla sólida -que no deja de recibir nuevos combatientes en sus filas-, son los síntomas de las injusticias que todavía golpean a los kurdos.
La contradicción principal, indica Harun, se presenta por “dos principios antagonistas”. “Ellos son la dominación mundial neoliberal y nosotros la alternativa -remarca-. Ellos representan el beneficio del capital global que quiere el control y colonizar al mundo, y nosotros representamos la alternativa socialista y comunitaria. El conflicto es entre nosotros y el sistema mundial”.

Contra el Estado-Nación

La clase que se da en una carpa amplia y calurosa se detiene por unos minutos. Los militantes se acercan al samovar y sirven té. Harun pide que continuemos luego la conversación. Se levanta, se acomoda un pañuelo palestino sobre el cuello y los hombros, y camina hacia los alumnos. Toma té con ellos, y habla y escucha.
El campamento es amplio, ordenado y las carpas donde duermen los combatientes se mezclan entre las rocas y las malezas. Aunque el calor es intenso, en esta zona alta de las montañas, la sombra y la brisa que sube del arroyo regalan una frescura desconocida kilómetros más abajo.
Finalizado el receso, y otra vez acomodados bajo un árbol en la ribera del arroyo, Harun rememora que en 1998, cuando el PKK efectuó su Sexto Congreso en el que surgió una nueva visión política táctica y estratégica, “teníamos dos soluciones: guardar nuestra ideología clásica y dejar el socialismo, o transformar el socialismo en el socialismo comunitario. Elegimos la segunda ideología y la llamamos confederalismo democrático. Gracias a esta transformación ganamos más fuerza porque damos una respuesta a las necesidades de los pueblos. Por ejemplo, la unidad de estas comunidades tiene su propia autodefensa, diplomacia, su economía soberana y autosuficiente, su propia autoadministración e instituciones culturales. Es una sociedad más fuerte y organizada, estamos comprobando que sin Estado y con nuestra propia fuerza autónoma podemos crear dinámicas más democráticas. Sobre estos principios la sociedad puede existir y desarrollarse. Estamos mostrando al mundo que sin tomar el control del Estado podemos hacer todo esto”.

Leandro Albani, desde Kurdistán

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