domingo, septiembre 29, 2013

Breve historia de Ruanda



Un breve repaso por la historia de Ruanda. El país africano que sufrió un genocidio en plena década del 90, del que poco se sabe.

Ruanda es un pequeño país en el África central que limita con Uganda al norte, la República Democrática del Congo al oeste, Burundi al sur y Tanzania al este. Su territorio es casi en su totalidad montañoso; quizás sea por ello que la agricultura es dificultosa y se orienta fundamentalmente a la subsistencia.
Ruanda se diferencia respecto de los demás países africanos por conservar a grandes rasgos el mismo territorio desde antes de su colonización por parte de los alemanes, en un primer momento, y los belgas luego de la Primera Guerra Mundial. El territorio estaba poblado desde hacía siglos por distintos grupos de población: hutus, tutsis (ambos de origen bantú) y una pequeña minoría twa. Es llamativo, también, que los tres grupos hablen la misma lengua, el kyniarwanda, otra característica propia de este país.
Las diferencias entre hutus y tutsis estaban dadas, en la etapa precolonial, por una cuestión económica. Los tutsi, de una posición más acomodada, poseían ganado y en general un mayor control de la tierra; los hutu se dedicaban a la agricultura. Al momento de la conquista el territorio estaba gobernado por un rey (mwami) tutsi, situación que permaneció inalterada a pesar del dominio colonial.
Las diferencias entre los grupos se congelaron durante el dominio belga, siendo a partir de ese momento una cuestión hereditaria. Esta racialización de las diferencias entre grupos es en parte explicable a partir de la naturaleza de ambas potencias coloniales. Los belgas, en un intento de alianza con la facción tutsi, los beneficiaron por sobre el resto de la población; por ejemplo, fueron los únicos con derecho a acceder a la educación occidental. Fue tal el resentimiento generado en la población hutu, ampliamente mayoritaria, que desde la independencia en 1962 y durante las primeras presidencias, la persecución a la población tutsi fue atroz. Miles emigraron a países limítrofes como Burundi o Uganda.
Tanto Grégoire Kayibanda como Juvénal Habyarimana intentaron construir el nacionalismo ruandés a partir de su homologación con los hutu, expulsando a los tutsi. Como suele suceder en África, aún en los casos en los que se intenta, es casi imposible la construcción de una identidad común por fuera de las identidades étnicas.
El Frente Patriótico Ruandés (FPR), formado por tutsis exiliados en Uganda luego de la independencia, entró al país por el norte en 1990. Luego de cuatro años de guerra y presionados por el FMI y el Banco Mundial (que exigían la apertura democrática como condición para el otorgamiento de créditos), Habyarimana y el FPR resolvieron negociar la paz.
En medio de incitaciones a la violencia por la radio hutu “Des Milles Collines” (De las mil colinas) y de las negociaciones, el avión donde viajaban Habyarimana y Cyprien Ntaryamira, presidente hutu de Burundi, es atacado volviendo de Tanzania el 6 de abril de 1994, terminando con las vidas de ambos.
Si bien actualmente son muchos los que creen que los responsables fueron hutus extremistas que se oponían a la paz, en el momento se responsabilizó a los tutsi, desencadenando uno de los genocidios más terribles en la historia africana. En cien días, alrededor de un millón de personas fueron asesinadas. Los perpetradores eran civiles y se dedicaron a atacar con machetes a tutsis y a hutus moderados, violar mujeres, etc. Una vez que se controló la situación y el FPR posteriormente tomó el poder, ya dos millones de personas habían huido al Congo.
En un país arrasado, con sólo diecinueve abogados sobrevivientes en todo el país, el proceso de justicia fue muy dificultoso. Un tribunal especial de la ONU se encarga hasta el día de hoy de juzgar a quienes incentivaron el genocidio y a quienes violaron mujeres. Pero ¿qué hacer con la enorme cantidad de otros perpetradores?
El gobierno de Ruanda, en una decisión innovadora, resolvió la constitución de tribunales gacaca (“cortes de la hierba”), la justicia tradicional de la región. En cada pueblo se eligen 19 jueces de acuerdo con su reconocimiento en la comunidad. El resto de los habitantes mayores de edad formarán parte de la asamblea general. Los acusados y testigos se presentan y prestan testimonio, los jueces resuelven posteriormente. La forma de las cortes gacaca tradicionales ha sido modificada, buscando una amalgama entre ella y el sistema judicial occidental, brindando una verdadera y actualizada solución africana al problema de la justicia.

Lucía Desages.

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