domingo, octubre 20, 2013

Las Brigadas Internacionales en Montornés del Vallés



Las Brigadas Internacionales se marcharon hace ahora 75 años, pero su memoria sigue viva como un referente del internacionalismo y del antifascismo. Estos días serán recordadas en Montornés del Vallés
Montornés recibirá a unas 150 personas del extranjero, entre las cuales se contarán varios brigadistas, al tiempo que abordará una reflexión pública sobre el estado actual del fascismo con especial hincapié en el franquismo, todo ello en una serie de actos previstos para el próximo día 29. A lo largo del día, se debatirá sobre el alcance y significado de la apología, justificación y fomento del que somos testigos, en particular entre la derecha que actualmente gobierna por mayoría absoluta, prácticamente sin oposición institucional, si bien esta oposición se está desarrollando en la calle.
Por supuesto, se evocará y se hablará sobre las Brigadas, uno de los grandes temas de la guerra del pueblo contra el militar-fascismo.
Actualmente, esta discusión cuenta a su favor con obras del calado de Novedad en el frente. Las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil (1), que trata minuciosamente la historia de los brigadistas internacionales que pelearon junto a las fuerzas republicanas en la Guerra Civil, huyendo de los tópicos propios de la guerra cultural y de simplificaciones.
Como no podía ser menos, las Brigadas Internacionales han tenido en nuestra geografía buena prensa, pero en ocasiones, mala historia. Todavía en 1996, con ocasión de la conmemoración del 60º aniversario de la Guerra Civil, y de hecho, la última ocasión en que podía participar un número estimable de brigadistas supervivientes, quedó demostrado el calado que su recuerdo presencia tenían en la que se vendría a llamar con el tiempo, movimiento de memoria histórica. En aquella ocasión, la presencia popular en las calles resultó impresionante, sobre todo en Barcelona, e incluso se puede hablar de una buena recepción en los medios.
Esta perspectiva favorable no tuvo, sin embargo, un equivalente en la historiografía, prácticamente agotada en el libro de Andreu Castells, que fue miembro de la Brigada 129. Las Brigadas Internacionales en la guerra de España fue editado por Ariel (Barcelona, 1974) y que sirvió como fundamento para una generación que ya combatía por la verdad histórica contra la historia oficial del régimen franquista. El “revisionista” César Vidal esgrimió en su libro contra "el mito", unos archivos de Moscú en lo que, por supuesto, nunca trabajó ni falta que le hacía. Los mal llamados “nacionales” no necesitan de la historia más que cuando les da la razón, cuando no es así, pues tratan de vencer con la suya o cuanto menos, contentar a sus huestes que luego pueden decir la mayor barbaridad, un detalle sobre el que los parlamentarios del PP ofrecen ejemplos un día tras el otro. Desde otros ángulos, no han faltado confusiones como las expresadas, por otro lado interesante documental, Extranjeros de sí mismos (España, 2001),obra de Javier Rioyo y de José Luís López-Linares, reconocidos autores de Asaltar los cielos.
En este terreno, el cinematográfico, conviene señalar la presencia de una producción catalana, Hollywood contra Franco, un documental realizado por Oriol Porta y escrito por Llorenç Soler e Isabel Andrés en el 2009, y que ofrece una apasionante aproximación sobre el tema de las Brigadas fue visto desde Hollywood y desde distintas épocas (2)
La obra de Rémi Skoutelsky, viene así a cubrir un vacío historiográfico de primera importancia, una vacío que afecta por igual a la historia de la guerra civil como a la comprensión de lo que algunos han llamado el “fenómeno estaliniano”, que tuvo su mayor apogeo en los años treinta y cuarenta. Rémi sigue la recomendación de su director de tesis, Antoine Prost: "El desafío que los historiadores deben afrontar en la actualidad consiste en transformar en historia la demanda de memoria de sus contemporáneos". Este desafío obliga a la adopción de métodos científicos de análisis y de un enfoque crítico, capaz de imponerse a las preferencias del autor, en este caso visiblemente favorable a los republicanos. Skoutelsky ve en la contribución a la génesis de las Brigadas de corrientes, de una vasta pluralidad antifascista, aunque nadie podrá negar que fue bajo impulso y bajo la dirección de la Komintern, que entonces aparecían como los baluartes más sólidos y radicales frente al ascenso nazi-fascista y al que liberales y socialdemócratas, oponían la política de apaciguamiento. Las Brigadas pues, no escaparon a los puntos oscuros del estalinismo, y a toda su secuela de infamia y tragedias, sobre todo para muchos militantes comunistas que una década más tarde serían “purgados” en los procesos escenificados en las “democracias populares”.
Es evidente que Rémi utiliza un abanico muy amplio de archivos, bibliotecas y fuentes de historia oral, hace posible una reconstrucción muy precisa, a veces minuciosa, de la formación de las Brigadas y de su andadura militar, batalla a batalla, dedicando una especial atención a la defensa de Madrid en un recorrido que llega hasta el emotivo desfile de despedida en Barcelona, desfile que en no poca medida se reprodujo en octubre de 1996 con muchos de los supervivientes. El cuadro que ofrece en sus casi 500 páginas, es la de fuerza de choque idealista, empleada una y otra vez, en ocasiones con una desastrosa incompetencia militar. El precio que esta utilización tuvo para los brigadistas, tanto por las pérdidas en hombres como por el desgaste físico y moral, resulta registrado por Rémi con una enorme abundancia de datos hasta configurar un cuadro ciertamente trágico. La contrapartida radica en la relación establecida entre los brigadistas internacionales y el pueblo trabajador republicano que percibe lo que estos hombres significaban para ellos. Los diversos deseos de repatriación y las deserciones son el reflejo de esa circunstancia a escala individual.
Skoutelsky también reconstruye el itinerario de los brigadistas desde su enrolamiento a su intervención en los movimientos de resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, o sea sigue su pista hasta fechas recientes. Entre muchos protagonistas, sobresale una figura emblemática: Rol-Tanguy, miembro de las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española y combatiente en la batalla del Ebro en 1938, Henry Tanguy, que recibió el nombre de Rol-Tanguy en la Resistencia, luchó en el frente de Alemania, fue jefe de las Fuerzas Francesas del Interior y dirigió la insurrección de París. Junto al general Jacques Leclerc, el coronel Rol-Tanguy fue quien recibió la rendición por parte del mando de la guarnición alemana en la capital francesa, una lucha en la que los exiliados repubklicanos jugaron un papel de primer orden. Al final de la Segunda Guerra Mundial ocupó diversos puestos en el Ejército, hasta su retirada en 1962, y, desde 1964 a 1987, fue miembro del Comité Central del Partido Comunista francés, uno de sus líderes más emblemáticos.
Igualmente describe de manera pormenorizada a las causas del alistamiento, mayoritaria pero no exclusivamente comunista oficial, anota el carácter de base obrera de la mayoría, gente militante ligada a las experiencias de lucha social y resistencia de muchos países, hasta de los más ignotos. Se extiende por el modelo organizativo, el alcance de la represión interna, así como el papel de unas relaciones jerárquicas fijadas desde el principio: "Eran una emanación de la Internacional Comunista y siguieron estando controladas por ella". Pero fueron una estructura de estalinismo imperfecto -no por falta de voluntad, sino de coordinación-, orientada no a la formación de un poder comunista, sino a apuntalar la República en su flanco más débil, el militar…

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Anexo. Desde mi punto de vista, vale la pena citar lo que escribe Rémi sobre los hechos de mayo de 1937 en Barcelona por cuanto indica lo que en general y en rigor se acepta actualmente por la historiografía seria: “La Generalitat había perdido su capacidad para mantener el orden público: las fuerzas de seguridad de la República ocupaban Barcelona, donde el gobierno central terminaría por instalarse en octubre Las instituciones de policía y justicia catalanas, apoyadas por Esquerra y el PSUC, emprendieron al cabo de algunos días la represión sobre los `derrotados´ de la víspera. Cerca de 4.000 militantes, casi todos anarquistas, fueron arrestados, mientras se abrían cientos de procesos políticos, en particular en contra de ex miembros de los comités revolucionarios de 1936. En la memoria histórica, esta represión quedó bastante encubierta por la persecución al POUM, pero se trató más de una clásica reedición de las luchas sociales de comienzos del siglo XX entre los anarquistas y la burguesía catalana que de la importación a España de la represión estalinista.
Los comunistas hacían campaña contra los `trotskistas´ del POUM, acusados de haber fomentado la insurrección favoreciendo a Franco. En realidad, creían que iban a librarse de ellos definitivamente convirtiéndoles en el chivo expiatorio de eventos en los que habían desempeñado un papel muy secundario. Marxistas antiestalinistas, única fuerza política que se animaba a denunciar las purgas en la URSS, su existencia se volvió intolerable a los ojos de Stalin, y por consiguiente a los del NKVD, los servicios secretos soviéticos’ que se habían asentado discretamente en España.
Bajo la pluma de Francisco Antón, por ejemplo, podemos leer en La Correspondance internationale, publicación oficial de la Internacional Comunista, una descripción del POUM con el elocuente título El trotskismo en España, agente declarado del fascismo nacional: `Stalin tenía mil veces razón cuando decía “"El trotkismo actual ya no es una corriente política dentro de la clase obrera sino una banda, sin principios y sin ideas, de saboteadores, de diversantes [sic], de agentes informadores, de espías y asesinos; una banda de enemigos jurados de la clase obrera, que actúan pagados por servicios secretos de estados extranjeros [...] La característica misma del trotskismo y de los trotskistas es que siempre están listos para vender sus países a los incendiarios y a los criminales fascistas: ésa es la finalidad esencial de la vida de esos canallas, ése es el infame objetivo al que dedican su actividad cotidiana”. Y a propósito del levantamiento del 3 de mayo agrega: `Los dirigentes del levantamiento eran los trotskistas del POUM, ejecutores de las órdenes de los intervencionistas y de Franco´. En pocas palabras, se abrió una caza de brujas. No se trataba de un simple capricho: los soviéticos, como demuestra su correspondencia, temían la influencia del POUM, especialmente en los medios anarquistas.
Se estaba preparando la destrucción del POUM. En un primer momento se falsificaron documentos que pretendían demostrar una conspiración de Andrés Nin con los fascistas, Con lo que se buscaba montar un proceso análogo a los que se desarrollaban en la misma época en Moscú. El 16 de junio la totalidad del comité ejecutivo del POUM fue arrestada ilegalmente por un equipo de policías madrileños. Fueron trasladados a Valencia y luego a Madrid. Más tarde, temiendo por sus vidas, el ministro de Justicia, Manuel de Irujo, hizo trasladar a los prisioneros nuevamente a Valencia. Andrés Nin, separado de los demás desde el principio fue secuestrado y torturado por los agentes del NKVD. Resistió al interrogatorio, pero fue ejecutado. Las paredes de Barcelona se cubrieron de pintadas que decían: `Dónde está Nin?´. El caso tuvo una amplia repercusión internacional y empañó la imagen de la República. La prueba definitiva de que había sido asesinado por el NKVD se obtuvo en 1992, con la apertura de los archivos de la KGB. 16 Si bien no hay que sobreestimar el papel del POUM en las luchas Políticas dentro de la España republicana, la represión de la que fue víctima tuvo un enorme impacto internacional, Y que el partido formaba parte de la red de la izquierda revolucionaria antiestalinista —Independant Labour Party en Gran Bretaña, el Sozialistische Arbeiterpartei Deutschlands entre los alemanes, los seguidores de Marceau Pivert de la SFIO (Section française de l internationale ouvriére) en Francia, etc.—, y el asesinato fue un acontecimiento de alcance internacional que pervivió durante décadas como uno de los símbolos de los crímenes del estalinismo.
En paralelo a la represión contra el POUM, los revolucionarios extranjeros opositores a Stalin fueron perseguidos y en algunos casos Por lo agentes soviéticos Georges Orwell describió la atmósfera en la que se vieron sumergidos todos los que estaban vinculados al POUM (…) Los comunistas estaban lejos de sentirse seguros de sí mismos y en muchos de sus informes se refleja su temor a que se constituyera un bloque con los partidarios de Largo Caballero y los anarquistas con un ala ilegal constituida por el POUM en la clandestinidad. Comprendieron por entonces la necesidad de acercarse a los anarquistas para evitarlo, probablemente influidos por el italiano Palmiro Togliatti, que había llegado a la península Ibérica como nuevo representan te de la Komintern y mostraba una gran inteligencia para captar las situaciones.
La Oposición caballerista fue políticamente eliminada y su líder perdió el control de la UGT. Fue puesto bajo arresto en octubre. Se restableció la libertad de culto y se implementó la censura política mientras el gobierno volvía a tomar las riendas de la industria minera y metalúrgica buscando aumentar la producción de armas que, sin embargo, seguiría siendo insuficiente. Finalmente, el ejército tomo una forma tradicional con el restablecimiento de la jerarquía y la instauración de un código militar comparable, por su severidad, a cualquier otro vigente en los ejércitos regulares. Desde la llegada a poder del nuevo gobierno, el cuerpo de comisarios políticos, depurado de los elementos sospechosos de simpatizar con Largo Caballero, volvió a quedar bajo el control de los comunistas. En agosto, 1937, Indalecio Prieto, ministro de la Guerra del gabinete de Negrín creó un organismo de contraespionaje, el Servicio de Investigación Militar (SIM). No obstante, la mayor parte de este servicio escapó a su control, transformándose en una verdadera policía política, dirigida por el NKVD, que pasó a comportase en España como si se tratara de un país conquistado, disponiendo incluso de su red de cárceles privadas.

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