domingo, octubre 06, 2013

Transformación y bipolaridad del arte



Si uno se pregunta todos los días cuáles son los sueños y convicciones, ya sea como revolucionario o no, el amor es, al menos para el bien, la abstracción que moviliza al hombre y el mismo debe sentirse de igual manera en todo el mundo para mantener un criterio propio de los seres humanos como tales en una evolución, perdón, una Revolución.
Desde hace algunos años que parece un poco más factible una América transformada o un planeta mutado en canción desde el corazón creativo. Un desafió a-priori desmesurado en la lucha por dignidad y equidad, pero teniendo en cuenta la sucesiva aparición de vanguardias artísticas desde el renacimiento y contemplando la visión intelectual que posee el arte desde la modernidad se nos hace un poco más sencillo entender cómo el arte es, o podría ser, el motor fundamental de este cambio, esperado y forjado hace siglos.
tatlin“La sangre va tomando un color distinto, el dolor germina en una poesía y la razón es tan solo una abstracción que nos sirve para saber simplemente donde estamos, pero no estamos en ese lugar tampoco, somos nuestro alter ego, somos un viaje extraordinario y de un momento a otro una nota –Sol- se apodera de nosotros, nuestras fauces son enterradas en un lienzo y luego bailamos aquella melodía que nos resuena desde que llegamos a este mundo.”
Existen dos maneras de concebir el arte, la primera se basa en la inclusión y la segunda es la exclusión, ambos conceptos son aceptados casi por inercia o por desconocimiento del movimiento artístico como un factor determinante en la sociedad.
La inclusión en el arte tiene que ver con espectáculo o performance desarrollada con un fin colectivo, aquel arte que todos podemos entender, que con palabras simples o totalmente ligadas al vocabulario o imaginario de la sociedad, pueden ser capturadas de manera instantánea por el espectador y aquel que no comprende es simplemente porque no desea hacerlo. Esta visión posee un carácter funcional y quiebra con el concepto bohemio, en el que el artista es libre de hacer y todo aquello que genera es arte o simplemente es una persona de costumbres excéntricas ligada a la burguesía.
La exclusión es justamente una vanguardia élite, donde el artista comienza a tener una complicidad exagerada con la burguesía, sus obras plásticas, musicales, caracterizadas o danzadas, son galardonadas y reconocidas de una manera particular y profundamente admirada por aquellos ciegos, que no comprendieron que de artista todos llevamos un poco.
La etapa siguiente a éste último ejemplo son las grandes discográficas multinacionales, el museo de New York y los Ballets de Brodway por citar tan solo algunos, de los caminos a los cuales el arte puede llegar si es utilizado a la manera del capitalismo y al placer de los capitalistas.
Logrando una síntesis, el arte posee todos sus costados intangibles, es aquella parte de nosotros que deja ver el camino de nuestra sangre, una vida completa dedicada al trabajo que terminará engordando la billetera de algunos y matando de hambre a muchos otros. Es por eso que el camino debe estar plagado de conciencia, sembrando la semilla de los colores para luego poder pintar alegría en las paredes de una calle humilde, conocer el poder de lo más sensible y erradicar las visiones egoístas de un arte tan repetitivo y efímero como esto que nos pasa a nosotros cada vez que nos preguntamos si seguimos soñando un mundo mejor.
Desde el lenguaje del alma como la abstracción que nos mueve, el amor, podremos cambiar la razón que sostiene una canción infinita, desde la mano del trabajo haremos el arte.

Lucio Rivière

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