lunes, marzo 10, 2014

La misma división oprime a la mujer y a la clase trabajadora



La opresión de la mujer y de la sociedad surgió conjuntamente con la propiedad privada, con la división de clases. Hace aproximadamente 10.000 años la división del trabajo se establecía según el sexo, pero las mujeres eran iguales a los hombres, con completa autonomía sobre sus propias responsabilidades y poder de decisión dentro de la sociedad en su conjunto porque las mujeres controlaban la siembra y el cultivo, lo cual, le dio una gran autoridad. Asimismo, el papel de las mujeres en la producción (control de los alimentos), le dio considerable poder político dentro de la sociedad. Aunque, no existía excedente de productos agrícolas, sólo se cultivaba lo que se consumía dado el poco desarrollo de los instrumentos de trabajo y de las técnicas de siembra.
Engels señaló que el surgimiento de las sociedades de clases trajo consigo la desigualdad entre los gobernantes y los gobernados, y entre hombres y mujeres. Hubo un momento en el que las mujeres se apartaron de la producción cuando los hombres se hicieron cargo de las tareas de la siembra más pesadas como arar y cuando se extendió el área cultivada, produciéndose el alejamiento de la siembra cercana a la casa, quedando la mujer sólo con el papel de la reproducción de la especie.
Sin embargo, es con la propiedad privada que se transformaron las relaciones entre hombres y mujeres dentro del hogar porque habían cambiado radicalmente las relaciones políticas y económicas en la sociedad en general con la aparición de las clases sociales. Por ello, podemos decir que la opresión de la mujer no ha existido siempre, la misma surgió en un momento dado de la historia de la sociedad.
Si la posición privilegiada de la mujer en la sociedad antigua se vio afectada con la propiedad privada y con la división de la sociedad en clases sociales, con el derrumbamiento del derecho materno ocurrió la derrota histórica mundial de la mujer. A partir de esta derrota el hombre tomó el mando en el hogar, la mujer se vio degradada y reducida a la función de la conservación de la especie. En otras palabras, se instauró el patriarcado vigente aún en nuestros días.
Sólo bajo estas circunstancias la familia monógama como la conocemos comenzó a tomar forma. Por consiguiente, todos esos “sueños románticos” –falsos- del “amor verdadero monógamo” no cambia el hecho de que el matrimonio en la sociedad contemporánea es esencialmente una relación de propiedad. Esto lo vemos más claramente en los tribunales de divorcio con la disputa de los bienes matrimoniales.
Por tanto, las relaciones en la sociedad dividida en clases y en la familia son antagónicas. Al respecto Federico Engels decía que “En la familia, el hombre es el burgués y la mujer representa el proletariado”.
Ya hemos dicho que la opresión de la mujer no ha existido siempre. Pero la primera forma institucionalizada de desigualdad y opresión sociales es la opresión de la mujer por el hombre.
Con la implantación de la sociedad capitalista, sociedad que se sustenta en la opresión sistemática de las clases trabajadora por parte de clase burguesa se acrecentó la opresión de la mujer. La mujer como parte de la clase trabajadora sufre la misma explotación que el hombre. Pero la mujer tiene una doble esclavitud, la doméstica y la salarial.
La emancipación de la mujer de sus condiciones de esclavitud doméstica y salarial no se obtendrá con leyes, la cual la acercaría a una supuesta “igualdad” de género. La emancipación de la mujer pasa por la emancipación de la humanidad de la última esclavitud de clase, que a su vez, pasa por la emancipación de la clase trabajadora y, por tanto, del capitalismo.
Finalmente, en esta lucha de la emancipación de la clase trabajadora y, por tanto, por el futuro de la especie humana, la mujer trabajadora tiene un lugar muy importante porque asegura la continuidad de la especie y porque su contribución a la lucha de clases es decisiva como lo ha sido en todas las revoluciones sucedidas hasta ahora -en la revolución bolivariana, la participación de la mujer es militante y mayoritaria.

María Linares

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