domingo, marzo 09, 2014

Marxismo y anarquismo después del “fin de la historia”



Desde que me inicié en los asuntos de la militancia, nunca he dejado de debatir sobre el conflicto marxismo-anarquismo, un conflicto que he sentido familiar, como si fuese una pelea en los padres. Por lo tanto, no puedo por menos que agradecer a Otavio Alberola la atención…
Últimamente, desde un primer acto en el Ateneu Llibertari de Granollers la proclamación de la necesidad de ese debate ha sido insistente, tanto por nuestra parte como por la de Octavio siempre abierto a la discusión.
Desden la Fundación Andreu Nin (FAN) como en la revista Viento Sur en las que participo, es habitual no dar un paso sin tratar de contar con una voz del personal libertario, aunque no siempre es posible. En la primera, los actos de conmemoración del asesinato de Nin, hemos tratado de hacerlo extensible, primero a Camillo Berneri (2007); la segunda (2012), a personajes más o menos fronterizos como Marín Civera. No es por casualidad que algunos de los referentes de la FAN (Nin, Maurín, Victor Serge, Alfred Rosmer, Pierre Monatte, etc.), provinieran del área libertaria como tampoco lo fue que se opusieran al estalinismo desde el primer momento.
Esa voluntad está presente también en el NPA. En la última visita de Michael Löwy a Barcelona, me pidió colaboración para un libro sobre marxismo y anarquismo que preparaba junto con Olivier Besancenot y ecos de este encuentro se pueden encontrar en mi artículo sobre Federico Montseny y el NPA (1) y en otros.
De hecho este es un criterio inherente a mi formación política que se ha expresado en numerosas ocasiones. Quien quizás lo expresó más brillantemente fue Miguel Romero “Moro”. En su balance de los debates estratégicos planteados por la Comuna de París, recordó la pasión que puso Bakunin en las medidas de centralización y la interpretación de Marx sin apriorismos.
“Moro” defendía la doble pulsión libertaria y marxista revolucionaria al proclamar que “el ADN del movimiento obrero, como el del genoma humano, está constituido por dos hélices, y para que haya vida tienen que estar entrelazadas, próximas, comunicadas... convencidas de que sólo tienen sentido si actúan juntas” (2).
En mi opinión, esa doble pulsión debería de darse en un encuentro en el que los marxistas deberían asumir los criterios de la democracia revolucionaria, en tanto que los anarquistas deberían de hacer suyos los fundamentos teóricos del marxismo, no como una “ciencia” sino como un método de análisis del capitalismo y de la realidad concreta. Los criterios determinantes deberían de ser el reconocimiento mutuo, peo también la capacidad autocrítica.
En la película Companys, proceso a Cataluña (1987) dirigida por Josep Maria Forn, hay un personaje (el encarnado por Ovidi Monitor), que declara: “la izquierda solamente se une en las cárceles”. Estas palabras, que se atribuyen al Presidente de la Generalitat fusilado (3), de buen seguro fueron repetidas muchas veces cuando las cárceles cuando los pelotones de fusilamiento funcionaron contra todos los que se habían opuesto a la barbarie franquista.
Esta constatación del sectarismo ha sido, incontestablemente a mi juicio, uno de los factores determinantes en la suma de trágicas derrotas históricas del movimiento obrero…Nadie duda de que el oportunismo (con su correlato de carrerismo, burocracias, etc.) haya sido la peor plaga sufrida por el movimiento obrero. Sin embargo, no podemos olvidar que el sectarismo tan extendido tanto en un lado como en otro, ha sido también fatal.
El sectarismo se fundamenta en la creación de la superioridad moral de tal o cual adscripción, cuando se siente que el ismo (anarquismo, marxismo, trotskismo, etc.), representa una manera de superioridad, alguna garantía de valor añadido cuando es justo todo lo contrario. El ser tal o cual cosa debía de obligar en primer lugar a ser consecuente con los que se proclama. En segundo lugar, a reconocer las limitaciones y a respetar a los que, dentro de un compromiso moral serio, piensan de otra manera. Estas diferencias pueden ser terribles, dividir luchas, revoluciones, cuando podía ser. Por el contrario, una manera de apreciar la pluralidad de la vida, de las maneras de ver las cosas. Cuando este coco con codo se ha dado en sentido pluralista, se han podido hacer grandes cosas.
Por lo tanto, no creo que la división se justifique por motivos doctrinales y menos de las interpretaciones que de un lado se hace de otro. No creo pues, estimado Octavio, que la “cuestión de las cuestiones” sea la “dictadura del proletariado” como expresión del fracaso del marxismo, un concepto embotellado contra el que ya se rebeló el propio Marx que el leer a su yerno, Paul Lafargue (uno de los grandes además), dijo aquello de sí esto es marxismo yo no soy marxista.
Son múltiples las razones de esta dificultad, comenzando por el hecho de que no se puede leer a los clásicos de rodilla sino de la manera más creativa posible. No hay que confiar en quienes dicen hablar en nombre de…Por lo general, ofrecen su opinión pero la quieren reforzar con la autoridad del padre. Por otro lado, no creo que Marx utilizara dicho concepto como expresión de una forma de poder vertical, no democrático, antes al contrario. Su mayor referencia fue la Comuna (o sea la realidad misma no una abstracción) que si falló en algo, fue que se quedó corta en su imposiciones contra la burguesía…
Yo dije lo que pensaba entorno a la revolución rusa en el trabajo anterior. La Rusia revolucionaria conoció diversas etapas, sobre todo entre el antes y el después de la guerra civil. El estalinismo no fue la expresión del “autoritarismo” marxista, el ejecutor de un proyecto, ante todo fue el producto de una suma de factores fatídicos, los mismos factores que por ejemplo, acabaron arruinando la revolución haitiana iniciada por Toussaint L´Ouverture. Se trata de un concepto abandonado por socialdemócratas y comunistas cuando dejaron de estar por una ruptura contra el capitalismo. Los marxistas más crítico han aprendido que la creación de una civilización del trabajo sea creara expropiando a los expropiadores, pero con la mayor democracia posible para la mayoría social. Pero lo que es más importante, en los lugares en los que el anarquismo ha liderado una revolución, no han dudado en aplicar el mismo princp0io: defender la revolución por encima de todo (4).
Son los factores objetivos, las circunstancias, los que mandan por encima de las preferencias
Hasta ahora, los procesos revolucionarios que han desafiado el imperialismo, se han desarrollado nacionalmente, en circunstancias de bloqueo contrarrevolucionario. Todos los pasos que se han dado han estado marcados por problemas y contradicciones extraordinariamente complejas…En los ochenta-noventa, llegamos a un punto en el que la idea de fin de la historia llegó a tener verosimilitud, sobre todo por la carencia casi total de expectativas. En esa coyuntura, los restos del naufragio de la izquierda revolucionaria llegaron a parecer un cascarón de nuez en alta mar. Esto convertía la soberbia de los ismos socialistas en algo irrisorio, estaban todos condenados –la utopía en general- como intrínsecamente “totalitarios”. El fracaso del estalinismo y la socialdemocracia –por supuesto, firmo las citas del colega Bensaïd-, parecían haber dado al traste con todo.
No creo amigo Octavi, que sea posible consensuar análisis históricos. El debate entre escuelas persistirá secula secolurum, otra cosa es que, afortunadamente, esto no puede, no debe ser un obstáculo entre el personal anticapitalista dispuesto a debatir cada paso en lo que se mueve. No es de recibo que desde se oponga lo mejor –el ideal-, a lo bueno que es simplemente avanzar horizontalmente.
Considerándome marxista de filiación autocrítica, no me siento menos libertario. En primer lugar porque es una leche que he mamado en abundancia, pero también porque siempre he rechazado la tentación del hegemonismo (esa abusiva idea de que el movimiento, sobre todo los sindicatos, pertenecen a tal o cual filiación) y he dado primacía a la asamblea, a la aceptación de la pluralidad. Desde este punto de vista, la vida me ha deparado lecciones.
Una de ellas está ligada a las palabras, a mi parecer el mayor problema de toda opción ideológica es ser coherente con ella. Entendí esta dificultad siendo pequeño en base a dos temas muy sencillos pero que creo ejemplares. Como niño curioso descubrí que en mi familia se trataba de primos o parientes que, en realidad, no lo eran y viceversa. Al preguntar sobre tal misterio, mis abuelos me respondieron que eso era porque en los años malos muchos de los que eran primos o parientes en primer grado no lo demostraron, en tanto que otros que lo eran en tercer o cuarto grado, habían repartido con ellos lo poco que tenían. No tardé en sacar la misma moraleja sobre los católicos, llegó un momento que pude comprobar que, por lo general, los que eran más de misa y de rezos eran capaces de lo peor, en tanto que otros que no lo hacían, eran mucho más dado a la fraternidad.
No sería otra cosa lo que pude ver en la acción militante. A la hora de los hechos, no han faltado ocasiones en las que me he sentido más cómplice con otras escuelas que con las mía. Con amistades de filiación anarquista o cristiana de base, que con camaradas que anteponían su filiación “auténtica”, prepotente, sectaria, a las exigencias de la acción, al entendimiento escuchando todas las voces, a veces haciendo oposición a los que en nombre de algo superior –el partido-, querían imponer sus criterios. Pero a veces ocurría que en nombre de la negación, se imponían los criterios de aquellos que, en nombre de la libertad, se creían por encima de las contradicciones “partidarias”. En ocasiones, el “partidismo” puede ser peor cuando se viste de “antipartidario”
De mi papá anarquista aprendí que las ideas, por más hermosas que sean sobre el papel, valen en la medida en que ayudan a servir a los trabajadores y trabajadoras en su avance. Por lo tanto, siempre he entendido la afiliación marxista como una guía para la acción y he entendido dicha acción de manera libertaria, o sea desde abajo hacia arriba, debatiendo todo lo que haga falta cuando se actúa de buena fe, y en esa estamos.
Si he defendido unas opciones políticas organizativas determinadas, ha sido porque he creído que funcionaba en dicho sentido.
Pienso que después del fracaso (que no solamente derrota) de todas las experiencias dominantes (socialdemócratas o neoestalinistas), se está haciendo más viable trabajar por las mejores tradiciones del socialismo en sus vertientes marxistas y libertarias. Por lo tanto, el diálogo debería ser la norma y no la excepción, la cooperación abierta y no el repliegue, el reconocimiento del otro y la autocrítica de lo nuestro…Me parece a mí.
Saludos

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Notas

--1/ ¿Qué hacía Federica Montseny Mañé en unas jornadas del NPA? www.kaosenlared.net/.../45279-¿qué-hacía-federica-montseny
--2/ Se publicó en el nº 118 de Viento Sur con el título de El tiempo del reloj y el tiempo de las cerezas, y le sirvió de base para una charla magistral en la Escuela de Verano de IA en Bayonles, en agosto del 2102. En un principio, este trabajo estaba destinado a una reedición prometida de La guerra civil en Francia, de Kart Marx, pero luego la editorial se echó para atrás por dificultades varias. Más tarde, “Moro” se comprometió con unos jóvenes editores anarquistas que querían publicar un libro especial sobre la Comuna en el que yo mismo debía de participar con un trabajo sobre La Comuna y los artistas. Pero esta vez tampoco hubo suerte y la cooperativa se desintegró al parecer sin decir ni adiós, detalle que puso furioso a miguel con toda razón.
--3/ En el documental Joan Peiró i la justicia de Franco, de Xavier Montayá, emitido por TV3 aparece entrevistado un viejo franquista que intercedió en su momento a favor de Joan Peiró, diciendo que por Peiró su acción estaba justificada pero que jamás lo hubiera hecho por Companys porque este “quería romper España”. Lo mejor que conozco sobre la relación entre la CNT y ERC son dos trabajos de Chris Ealham: `Nosaltres sols´. La CNT, la unidad antifascista y los sucesos de 1934 en Cataluña, en De Octubre a Octubre (AAVV, El Viejo Topo, Mataró, 2010), Una revolución a medidas: los orígenes de los hechos de mayo y la crisis del anarquismo (Viento Sur nº 93, septiembre 2007).
--4/ A mí me parece muy poco serio echar mano a Emma Goldman o a Volin para hablar de la URSS, haciendo caso omiso a aportaciones del calado de Isaac Deutscher, E. H. Carr o Moshe Lewin. Creo que esta es una posición simplista en la que caen figuras del nivel de Noam Chiomski, por no hablar de nuestro Carlos Taibo.

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