jueves, mayo 15, 2014

Siria, entre el fuego y las urnas



Una nueva etapa política y social se abre en Siria. A principios de junio se llevarán a cabo elecciones presidenciales, mientras Estados Unidos y sus aliados mantienen el financiamiento a los grupos mercenarios y buscan la desestabilización de la nación árabe.

Tres candidatos presidenciales, incluido el actual mandatario Bashar Al Assad, iniciaron el lunes pasado las campañas electorales para los comicios que se efectuarán el próximo 3 de junio. Los postulantes habían sido proclamados el 10 de mayo por el Alto Tribunal Constitucional (ATC) de Siria, luego de que 24 personas presentaran sus credenciales para participar en las elecciones.
Los comicios en Siria se efectuarán mientras las Fuerzas Armadas del país prosiguen con los combates contra grupos de mercenarios y terroristas, como son el Frente Al Nusra o el Ejército Libre Sirio (ELS), organizaciones financiadas por las monarquías del Golfo Pérsico y Turquía, que profesan el islam más ortodoxo con el fin de aplicar medidas sumamente conservadoras en los planos político, económico y social. La campaña electoral arranca con la noticia de renuncia de Lakhdar Brahimi, enviado especial de la Organizaciones de Naciones Unidas (ONU) a Siria y mediador que intentaba destrabar el conflicto interno que lleva tres años y le costó la vida a más de cien mil personas.
Mientras tanto, los países implicados en la crisis siria que buscan la caída de Al Assad, volvieron a la carga, como los casos de Alemania, Francia y Estados Unidos. Aunque en todo momento tanto Washington como las potencias europeas reclamaron el llamado a elecciones -siempre y cuando Al Assad no se presentara-, pero frente a los comicios de junio criticaron su realización.

Los candidatos

Además de la postulación de Al Assad, participarán el diputado Maher Abdel Hafez Hayar y el ex ministro, Hasan Abdalá Al Nuri.
Según difundieron diversos medios de comunicación, Hayar nació en la ciudad de Alepo en 1968 e ingresó al Partido Comunista (PC) en 1984, tras ser dirigente universitario. Junto a otros representantes políticos, en 2003 fundó el Comité Nacional Comunista de Siria (CNCS), entidad que con el paso de los meses se convirtió en el Partido de la Voluntad Popular (PVP). Esta organización integra el Frente Popular para el Cambio y la Liberación (FPCL), agrupación que aglutina a diferentes partidos de la denominada “oposición no armada” y con la que el gobierno sirio mantiene diálogos.
Al presentar su manifiesto electoral, Hayar prometió que “no escatimará esfuerzos junto a las fuerzas activas de la sociedad” por lograr la unidad y la paz del país. El candidato del FPCL manifestó que buscará un mayor vínculo con las naciones miembros del BRICS y del Tratado de Sanghai. En su plataforma, remarcó que fortalecerá “las relaciones con los movimientos de liberación nacional y social en el mundo con el fin de formar un marco político integral que representa el polo de los pueblos frente al polo imperialista-sionista”, según difundió la agencia de noticias Sana. Hayar además destacó que si asume la presidencia fomentará la “ruptura completa con los regímenes árabes y trabajará para derrocarlos, y construir sistemas nacionales, demócratas y laicos que respondan a la voluntad de los pueblos árabes”. Al referirse a la situación siria, el postulante expresó sus intenciones de “aferrarse a la herencia de la política nacional de Siria y desarrollarla hacia el logro de las tareas nacionales emergentes”. Hayar exclamó que es necesario un país “sin sangre y sin destrucción y sabotaje”, y que si alcanza el Ejecutivo “trabajará para llegar a una amnistía general que borrará la página de los últimos tres años y golpeará con un puño de hierro a todos los que se atrevan a menoscabar la soberanía del Estado sirio, sus leyes y tradiciones de acción política civilizada”.
Por su parte, Al Nuri nació en 1960 y se desempeñó como ministro de Estado para el Desarrollo de la Administración Pública y de Asuntos Parlamentarios entre 2000 y 2002. En paralelo, ocupó una banca en el Congreso como diputado desde 1998 hasta 2003. En su juventud, Al Nuri cursó estudios universitarios en Estados Unidos y antes de su carrera política, se convirtió en un importante empresario sirio.
En declaraciones efectuadas ayer en la televisión pública, señaló que los comicios representan una nueva era para el país, “ya que se ha empezado a escuchar y respetar las opiniones de los demás”. El candidato y ex ministro explicó que su programa de gobierno sostiene seis puntos estratégicos que abarcan la defensa de los principios nacionales, la unidad del pueblo de Siria y del territorio nacional, y la protección de la actual Constitución. Al Nuri agregó que la campaña electoral se desarrolla “en un ambiente pluralista y participativo”.
Entre los reclamos de la oposición al gobierno de Al Assad, se encontraba la aprobación de una nueva ley electoral, que fue dictaminada en marzo pasado. La normativa estipula que los candidatos deben tener el respaldo de al menos 35 de los 250 diputados del Parlamento, los cuales que únicamente pueden votar por un aspirante. La ley establece que los postulantes deben tener como mínimo 40 años, poseer la nacionalidad siria y ser hijos de padres sirios, además de no disponer de antecedentes penales y no estar casados con un extranjero. A esto se suma que tienen que haber residido en el país durante diez años consecutivos contando desde la fecha de registro como candidatos y que no pueden tener una segunda nacionalidad.

La conspiración permanente

Al mismo tiempo que en Siria se definían los candidatos presidenciales, a Estados Unidos arribaba Ahmad Jarba, jefe de la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria (CNFROS), organización que recibe el abierto apoyo de la Casa Blanca y sus aliados.
Luego de una reunión entre Jarba y el secretario estadounidense de Estado, John Kerry, efectuada el pasado 5 de mayo, el portavoz del Departamento de Estado, Jennifer Psaki, declaró que “tuvieron una productiva discusión sobre una amplia gama de preocupaciones compartidas en Siria”. Psaki reconoció que el Departamento de Estado trabaja con el Congreso para ofrecer a la oposición siria asistencia financiera por 27 millones de dólares, que sumaría casi 287 millones de dólares en total. “El secretario reafirmó a Ahmad Jarba que Estados Unidos permanece comprometido para trabajar por una solución política negociada y poner fin a la violencia que conduzca a un gobierno representativo responsable de las necesidades del pueblo sirio”, argumentó el portavoz.
Con estas declaraciones y posibles medidas, la Casa Blanca intenta que el CNFROS tenga una injerencia mayor en Siria. Hasta el momento, esta agrupación opositora con vínculos con el ELS, agrupación armada responsable de cientos de asesinatos en la nación árabe, ha mantenido una incidencia menor en la política interna siria.
Durante su estadía en Washington, Jarba demandó abiertamente a Estados Unidos que envíe armamento a los grupos mercenarios con el objetivo de derrocar a Al Assad. Un cable de Prensa Latina señaló que en sus declaraciones, Jarba explicó que con la entrega de más armas a las organizaciones irregulares, se podría “cambiar el equilibrio de fuerzas en el territorio sirio”. En el mismo cable, se recordó que a finales de enero el Congreso estadounidense “aprobó en secreto el envío de armas y ayuda financiera a las bandas armadas” que operan dentro de Siria. Entre el armamento entregado a los mercenarios, se encuentran “tipos de cohetes antitanques, municiones de infantería y otros abastecimientos indispensables para las acciones” violentas contra las Fuerzas Armadas y el pueblo sirio.
Desde que se inició el conflicto interno en Siria, se calcula que unos 100 mil mercenarios de 83 países han ingresado a la nación árabe, situación denunciada en reiteradas ocasiones por el gobierno de Damasco y por países como Rusia, Irán, Líbano, Venezuela y Cuba.

Leandro Albani

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