lunes, junio 23, 2014

La venganza de la resistencia iraquí

El régimen sectario de Maliki provoca una respuesta sectaria

Es evidente el éxito del ISIL [siglas en inglés de Estado Islámico de Iraq y el Levante]. En menos de una semana pudieron conquistar casi sin luchar la mitad del norte de Iraq. Gran parte de la población sunní considera al gobierno chií de Bagdad su principal enemigo. En realidad, fue una coalición sunní la que hizo retroceder al régimen proiraní, en gran parte de acuerdo con la resistencia iraquí a la ocupación estadounidense de hace diez años.

1) No solo el ISIL

Mosul y Tikrit pudieron caer sin luchar el primer lugar porque el ejército iraquí no estaba dispuesto a luchar y en segundo lugar porque la población local no ofreció resistencia alguna e incluso apoyó a la insurgencia. De no haber sido así, hubiera sido imposible tomar franjas tan grandes de terreno únicamente con varios miles de combatientes que no estaban fuertemente equipados.

2) Vieja resistencia y nuevo levantamiento popular

¿Qué fuerzas están implicadas? Además de los yihadistas, por una parte están el antiguo ejército y el Partido Baath. Izzat al Durri, el oficial de más alto rango del Saddam que continúa activo, es una figura simbólica. Dirige el orden Naqshbandiya que sirve como escudo ideológico que salva la brecha entre el nacionalismo árabe y el islamismo. Por otra, están las estructuras tribales que han ido ganando influencia en algunas regiones occidentales. Es muy importante el jeque Harith al Dari, presidente del Ulama, que se opone firme y militantemente al régimen chií. En el entorno sunní pocas personas no apoyan el levantamiento.
En una llamada telefónica el 15 de junio de 2014 Awni al Kalemji, líder de la Alianza Patriótica Iraquí (IPA, por sus siglas en inglés), que en la época de la resistencia iraquí trató de ejercer su representación política, calificó lo que está sucediendo de “revolución popular”. “Sin lugar a dudas hay islamistas, pero no son sino una fuerza más entre tantas. En el centro está el antiguo ejército iraquí”.

3) La responsabilidad de Maliki

Washington otorgó poder a Maliki para subyugar a la resistencia iraquí en connivencia con Teherán, Incluso liquidó al movimiento Sahwa (Despertar) creado por Estados Unidos para integrar en el nuevo régimen a una sección de los sunníes (tribus, milicias y elites sociales) o al menos para sacarlos de la resistencia. Las recientes protestas en ese mismo lugar en las ciudades sunníes de Ramadi y Faluya fueron reprimidas brutalmente por la fuerza militar, lo que renovó una coalición de los sunníes con los yihadistas que habían tomado estos lugares antes del avance en el norte.
No se puede culpar de las tensiones sectarias a una sola de las partes. Ambas han contribuido enormemente a fomentar la espiral comunalista, por no hablar de Estados Unidos.

4) La división sectaria y el final del Acuerdo Sykes-Picot

El ISIL no podrá avanzar más hacia el sur en zonas habitadas por población chií. La ciudad de Samarra, con su importante santuario chií, permanecerá en la línea del frente. A la inversa, sin un fuerte apoyo extranjero el régimen chií difícilmente podrá reconquistar los territorios sunníes perdidos. Con todo, Estados Unidos no se atreverá a repetir su fallida intervención. Solo podrá hacerlo Irán (puede que con el apoyo aéreo de Washington). Pero esto podría provocar la respuesta de los regímenes sunníes árabes que ya apoyan la insurgencia siria.
En el contexto de la guerra civil siria y de la consolidación del poder kurdo las fronteras creadas por el imperialismo europeo después de la Segunda Guerra Mundial han quedado anuladas de facto aunque sigan existiendo de jure.
Bagdad y el sur seguirán bajo el control de régimen chií ya que este tiene suficiente apoyo popular en sus circunscripciones. Aunque puede que el gobierno de Maliki cambie pronto, el sistema político sectario como tal parece ser más estable.
Se esperan continuas movilizaciones y confrontaciones sectarias, lo que provocará masacres, represalias y desplazamientos como los padecidos durante la guerra civil de 2006/7. Más importante será la lucha por el control de la neurálgica capital Bagdad, en la que sunníes y chiíes han vivido separados unos de otros desde la última confrontación sectaria.

5) Guerra civil entre sunníes

Como en Siria el ISIL tratará de imponer su pretensión de ejercer el poder en exclusiva y su rigidez cultural, aunque no inmediatamente. Se esperan fuertes conflictos internos. A pesar de que el apoyo al yihadismo ha aumentado entre la población, los yihadistas son estructuralmente incapaces de crear hegemonía. Y carecen de apoyo internacional para construir un Estado. Su “aliado natural”, Turquía, no quiere cambiar las fronteras y fomentar así las reivindicaciones kurdas, ni tampoco se atreverá el AKP a enfrentarse a Estados Unidos, el cual teme que el ISIL se consolide aún más.

6) Impacto sobre Siria

El levantamiento sunní no solo pone de relieve el fracaso de la estrategia sectaria de Maliki sino que también se debería interpretar como otra advertencia de Assad. Su régimen celebra victorias militares contra los yihadistas que luchan entre sí y pierden terreno también en sus circunscripciones populares. El grupo de Assad en el poder considera que puede ganar con su enfoque sectario militar de línea dura. El ejemplo iraquí demuestra entonces ser erróneo aunque ha costado media década que quedara demostrado tan claramente.
Los acontecimientos en Iraq también muestran los límites de la estrategia iraní. Aunque los iraníes afirman dirigir el “eje de resistencia” al imperialismo, en realidad han estado construyendo un eje chií. Aquí y allá entran en conflicto con Occidente, pero en otros lugares ,como Iraq, cooperan con el imperialismo. En realidad el régimen de Bagdad se ha desarrollado sobre la base de un condominio irano-estadounidense a pesar del conflicto global entre Washington y Teherán también sobre Siria.

Wilhelm Langthaler
Anti-Imperialist Camp

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