miércoles, julio 09, 2014

Ilyá Ehrenburg, en la cresta de la ola



Unas memorias que surfean por los tiempos más revueltos del siglo pasado.

Hay personas que atravesaron el convulso siglo pasado siempre au milieu de la mêlée . Entre ellos hay algunos que milagrosamente lo surfearon sin ser engullidos por las encrespadas olas ni chocarse contra las vigilantes rocas de la orilla, y no eran fáciles los tiempos para equilibrios. Indudablemente para lograrlo se debía tener gran capacidad de esquiva y de movimiento, siempre que a uno le dejasen desarrollar tales habilidades. Iliá Ehrenburg ( 1892- 1967) fue perejil de casi todas las salsas que en aquellos años se cocían en el mundo del llamado <>.
Destacado periodista y escritor, amén de activista, cuando algunas chispas comenzaban a acecharle este miembro del partido bolchevique logró ser enviado a París como corresponsal de Izvestia, digamos que para airearse. En la capital del Sena estableció contacto con la crème de la crème de la alta cultura europea, y mundial, que a la sazón tenía tal ciudad como meca( Louis Aragon, André Breton, Pablo Picasso, Diego Rivera, André Malraux, Jean-Paul Sartre, …). Por los mismos años estuvo involucrado en la guerra del treinta y seis, viviendo en Catalunya y visitando diferentes frentes; sus crónicas que más adelante serían publicadas en Crítica ; cubrió igualmente in situ otras situaciones en las que se desarrollaban tensiones tanto en el campo de la cultura, del anti-semitismo, o del anti-fascismo, siempre levantando la bandera de la URSS, y de su entonces máximo dirigente, Stalin. Junto a su amigo, y también periodista Vassili Grossman, fue encargado por el PCUS para la elaboración de un << libro negro>> sobre los desmanes que se cometieron con los judíos por parte de los invasores nacional-socialistas; el libro provocó desacuerdos entre quienes lo encargaron y entre quienes se encargaron de llevarlo adelante movilizando a cantidad de testigos de las zonas afectadas; estas desavenencias supusieron el práctico secuestro de la obra y que sus coordinadores- y redactores, muy en concreto Grossmanm- fueran considerados como colaboradores con tendencias supuestamente sionistas que se habían infiltrado bajo el manto de un CAJ ( Comité Antifascista Judío).
Como la espuma, Ehrenburg siempre logró permanecer arriba, aunque a veces recurriendo a algunos zigzagueos tácticos, cosa que no lograron muchos otros que solicitando salir del país, con el fin de alejarse de las turbulencias represivas, no lo lograban de ninguna de las maneras a pesar de suplicarlo de rodillas ( Ossip Mandesltam, Evgen Zamiatin, Mijaíl Bulgakov, Boris Pasternak, etc. ) . El ambiente asfixiante que se vivió en los años treinta y los célebres procesos-farsa que acabaron con la práctica totalidad del comité central de los tiempos leninistas, logró ser sorteado por Ehrenburg, quien fue capaz de nadar y guardar la ropa.
En la lectura del tocho-diario, traducido por primera vez en su integridad, y que consta de más de dos mil intensas páginas (<< Gente, años , vida ( Memorias 1891-1967) >>. Acantilado, 2014) nos enteramos de cantidad de anécdotas y de cruciales momentos históricos que fueron vividos en primera persona por el escritor que nos cuenta sus recuerdos, y desde luego materia no le falta: casi un siglo. Uno que corrió peor suerte, Victor Serge, acuño un término , << hombres de la medianoche>>, para referirse a aquellas voces que habiendo colaborado con los partidos comunistas cayeron en desgracia quedándose a la intemperie, ante la persecución de unos y la desconfianza de otros. Algunos de ellos dejaron escrita sus dolorosas experiencias ( Arthur y Lise London, Evgenia Guinsburg, Margaret Buber-Neumann, Varlam Shalamov, Vassili Grossman, etc.) , no es el caso de las memorias que ahora se presentan, que siempre se mueven tratando de plegarse a la versión oficial de la época y dando por bueno aquella máxima de que más vale equivocarse dentro del partido que tener razón fuera de él, lo que no quita para que cualquier lector avispado sea capaz de extraer amplias lecciones del ambiente entonces vivido. Precisamente la viuda del poeta Mandelstam, muerto en el encierro, Nazhheda, que de todo esto sabía cantidad-como lo dejaba ver en su << Contra toda esperanza>> - alabó estas memorias como el << único libro del autor que desempeñó un papel positivo en su país>> al despertar-según su opinión- la conciencia de ciertos sectores de la intelligentsia.

Iñaki Urdanibia

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