lunes, marzo 30, 2015

EE.UU y sus aliados son la principal amenaza a la estabilidad de Medio Oriente



El editorial del New York Times de hoy es sobre el cambio táctico de Obama en Afganistán de mantener durante todo este año 9.800 soldados como tropas de ocupación, cuando hacia fines de 2014 había planteado una retirada rápida del país, dejando para este año solo la mitad de esa cifra.

“Obama dijo en una conferencia de prensa que todavía planea honrar su compromiso de reducir las tropas a alrededor de 1000 soldados cuando termine su mandato en 2017. Mientras EE.UU se dirige a una campaña presidencial en la que los republicanos ya están tomando una línea más dura en materia de seguridad en general, la decisión de Obama de frenar el ritmo de la retirada no debe ser una excusa para mantener las tropas en Afganistán indefinidamente.
El Sr. presidente Ashraf Ghani, educado en Estados Unidos y exfuncionario del Banco Mundial, que es percibido en general como alguien más serio y responsable que su errático predecesor Hamid Karzai, planteó en forma convincente que demorar la retirada le daría una garantía de seguridad para poder dedicarse a objetivos económicos, políticos y militares (…) No se pueden exagerar los desafíos. Uno de ellos es que el Ejército afgano será incapaz de defender el país si sigue perdiendo personal mediante deserciones, despidos y un nivel insostenible de bajas en combate. Aunque está autorizada a emplear a 195.000 personas, la fuerza perdió 17.000 soldados y empleados civiles el año pasado.”
El diario también señala que para los generales norteamericanos hoy la solución no es erradicar a los talibanes, sino llegar a un compromiso con ellos. Es decir, se trata de llegar a una condición de fuerzas tal como para llegar a imponerles la voluntad del vencedor. No se trata de aniquilar a un enemigo que por otra parte surgió hace 30 alimentado por el dinero norteamericano para combatir a la ocupación soviética. También el editorial señala que el objetivo es establecer el equilibrio en la frontera con Pakistán, en una zona de influencia de Rusia y China en un momento en que EE.UU tiene tensiones geopolíticas con ambos países y donde China en particular se está perfilando cada vez más como un jugador en la política mundial.
El editorial del Guardian/Observer de Londres de hoy está dedicado a la situación en Yemen. Allí hay una situación muy compleja, como contamos con mayor detalle aquí donde Arabia Saudita desde el pasado jueves se encuentra bombardeando la capital del país. Esta última se encuentra tomada desde hace meses por milicias de la población chiíta hutí, que cuentan con apoyo de Irán, mientras que el presidente formal del país, Abd-Rabbu Mansour Hadi, apoyado por EE.UU y Arabia Saudita se encuentra refugiado en este último país. Yemen se encuentra al borde una guerra civil y de la desintegración territorial al estilo de lo que pasó con Libia.
“Los aparentes vencedores, los hutíes del norte, casi seguramente no tienen los recursos para controlar totalmente el país. Este sería así incluso si los saudíes, que han bombardeado ya dos veces esta semana las bases aéreas cerca de la capital, Saná, no estuvieran listos para intervenir con tropas de tierra, junto con los egipcios y otros estados árabes. Esto también es parte de un patrón ya conocido de rebeliones suficientemente fuertes como para desafiar y a veces derrocar un gobierno, pero no lo suficientemente fuertes como para mantenerse en el poder por mucho tiempo. Han surgido naturalmente los temores de una nueva guerra por influencia entre Arabia Saudita e Irán, pero probablemente sean exagerados.
Es cierto que Irán ha proporcionado a los hutíes, que constituyen una rama remota del Islam chiíta, un poco de ayuda. Mantener distraídos a los saudíes armando problemas en su patio trasero tiene sentido desde el punto de vista de Teherán, pero es difícil ver la lógica de llevar todo esto a una guerra que los hutíes posiblemente pierdan, y a la que a Irán se le haría difícil contribuir. Por ahora, las palabras de Teherán, si se las toma en sentido literal, hacen hincapié en la necesidad de una solución pacífica de la crisis.”

Guillermo Iturbide

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