lunes, mayo 25, 2015

La triple matanza de Lydda

Ordenada por el propio Ben Gurión, en ella tres de las personalidades políticas más importantes de Israel mataron a centenares de palestinos

En este mes de mayo, palestinos y árabes conmemoran el 67 aniversario de la “Nakba”, o sea, “La catástrofe”, llamada en Israel “Independencia”. Imagínense, a un cúmulo de inmigrantes llegados a Palestina desde Europa y tienen la gran desfachatez, apoyados por las grandes potencias, de proclamar su “independencia” sobre el territorio palestino. Un caso que no tiene parangón en la historia pero planteado como “normal” por unas potencias europeas, especialmente Gran Bretaña, que fueron y siguen siendo, junto a estados Unidos, los auténticos invasores y ocupantes de Palestina.
Lydda es una ciudad palestina sita a 38 km al noroeste de Jerusalén, cuya fundación por los cananeos se remonta al período entre 5600 y 5250 a.c. La ciudad, junto a Ramle, de la que dista unos 5 kilómetros, no había sido incluida en el territorio del futuro Estado de Israel en la resolución 181 de la ONU del 29 de noviembre de 1947, de partición de Palestina en dos Estados, árabe e israelí. Sin embargo Israel ocupó las dos ciudades tres meses después de la proclamación del Estado de Israel, el 14 de mayo 1948.

Israel bíblico e Israel sionista… incesantes matanzas de palestinos

Con esa llamada independencia se implantaba por la fuerza de las armas (armas todas europeas especialmente británicas) el llamado Estado de Israel. Y como hacía unos 3200 años, tal como narra el Torá (el Antiguo Testamento) sobre la bárbara invasión hebrea de Palestina en aquél tiempo, también la nueva invasión se hizo a base de interminables matanzas entre la población palestina, que los palestinos nunca olvidaremos ni perdonaremos, a pesar de lo que diga o deje de decir la Autoridad Nacional Palestina, construida por Israel, EEUU y la UE sobre el olvido y el perdón, a espaldas del pueblo palestino. El holocausto palestino sigue trágicamente doliente en el corazón y en la memoria palestina y árabe.
Las bandas terroristas judío-europeas perpetraron numerosas matanzas entre la población palestina en los meses anteriores al 14 de mayo 1948, especialmente en el mes de abril. A título de ejemplo los siguientes: La matanza de Al Husainiyah el 16 de marzo, la matanza de Deir Yasin el 9 de abril, la matanza de Qalonia el 12 abril, la matanza de Al-Luyun el 13 abril, la matanzas de la Colina de Letvinsky y de Hosha, ambas el 16 abril, la matanzas de la ciudad de Haifa y de Al-Ramah, ambas el 22 abril, la matanza de Al-Khairiya el 25 abril, la matanza de Ein Al-Zaitun el 2 mayo, la matanza de Arab Al-Sbeih el 6 mayo, la matanza de Breir el 12 mayo, etc.
Tras la fatídica proclamación del Estado de Israel, el 14 de mayo, se intensificaron las matanzas de palestinos, en una vasta operación de limpieza étnica. También a título de ejemplo y no de enumeración mencionamos las siguientes, todas perpetradas en 1948: la matanza de Abu Shusha el 15 de mayo, la matanza de Beit Dras el 21 mayo, la matanza de Al-Tantura el 22 mayo, la doble matanza de Lidda- Mezquita de Dahmash, el 11 de julio, la matanza de Al Tireh el 16 de julio, la matanza de Al-Dawaymeh el 29 de octubre, la matanzas de Faradiyeh y de Sulha, ambas el 30 de octubre, la matanza de Al Safsaf el 30 de diciembre, etc.

La triple matanza de Lydda

Entre el 10 y el 12 de julio de 1948, dos matanzas fueron perpetradas en Lydda por las fuerzas del entonces recién creado ejército israelí que expulsó de la ciudad a la totalidad de la población que entonces rondaba los 70 mil habitantes debido a que en ella se habían reunido decenas de miles de refugiados procedentes de las ciudades y pueblos cercanos huidos de la barabrie israelí.
El 10 de julio de 1948 Lydda fue atacada por el tercer batallón del Palmaj (tropas de élite), formado principalmente por miembros de los grupos terroristas judíos de Haganá e Irgún.
Inicialmente, la ciudad fue sometida a una lluvia de morteros provocando numerosas bajas entre la población.
El primer jefe del Gobierno israelí, Ben Gurión, había ordenado esa matanza personalmente, colocando a la cabeza de las fuerzas atacantes a un comandante del Palmach, Yigal Allón, quien con el correr de los años se convirtió, en 1969, en primer ministro interino, sucediendo en el cargo a Golda Meir. Ese criminal de Guerra, fallecido en 1980, ocupó cuatro carteras ministeriales hasta 1977.
Allón ordenó bombardear la ciudad desde el aire, con lo que Lydda fue la primera ciudad palestina bombardeada por la aviación israelí, con aviones regalados al recién fundado Estado por los británicos, antes de abandonar Palestina el 15 de mayo de 1948, o sea, al día siguiente de la proclamación del Estado. Una vez acabado el bombardeo aéreo irrumpieron en las calles de la ciudad los soldados del tercer batallón del Palmaj abriendo el fuego de sus metralletas contra viviendas, locales comerciales y transeúntes, llenando las calles de cadáveres de civiles de todas las edades.
Otro comandante del Palmaj y otro criminal de Guerra, Isaac Rabin (ridículo premio Nobel de la Paz 1994) comandaba las tropas que atacaron Lydda aquél fatídico día, como lugarteniente de Allón.
Un tercer criminal de guerra, Moshe Dayan, participó en la matanza de Lydda. Así lo dejó escrito Kennet Bilby, enviado del New York Herald Tribune a Palestina y quien entró en Lydda el 12 de julio 1948, siendo testigo directo de la masacre. Kenneth aseguró haber visto a Dayan encabezando un convoy de vehículos militares armados, transportando soldados armados, que abrían el fuego de sus metralletas y fusiles “contra todo lo que se movía. Los cuerpos de hombres árabes, mujeres e incluso niños estaban esparcidos a la sombra de aquel inmisericorde y rotundo mando”. En realidad, el entonces coronel Dayan encabezaba el 89º batallón del ejército israelí en aquella matanza y sus tropas iban a bordo de jeeps y algunos vehículos blindados Marmon-Herrington, de fabricación sudafricana (aunque con los principales componentes eran fabricados por EEUU y Gran Bretaña). Esos blindados disponían de dos ametralladoras Vickers, de 7.7 mm, con una potencia de fuego de entre 450-600 disparos por minuto (según la versión de que se trate). Imagine el lector una jeeps y blindados abriendo fuego contra una población civil, sus viviendas y sus negocios.
Según la historiadora israelí, Anita Shapira, profesora de Historia Judía de la universidad de Tel Aviv, asegura que Dayan llevó a cabo aquella masacre por iniciativa propia y sin coordinar con su jefe inmediato, Isaac Rabin. Según Shapira, la tropa de Dayan cruzó toda la ciudad de Lydda disparando incesantemente y continuó haciéndolo en la carretera de Lydda a la vecina Ramleh. En ambas ciudades la resistencia encontrada por los israelíes era mínima y protagonizada por milicianos palestinos pobremente armados. (http://en.wikipedia.org/wiki/1948_Palestinian_exodus_from_Lydda_and_Ramle).
En el número de julio-agosto de 1994 del Washington Report of the Middle East Affairs, escribió Donald Neff, periodista y autor estadounidense que era director durante años de la corresponsalía de la revista Time en Jerusalén y que acaba de fallecer hace unos días a la edad de 85 años: “Dos corresponsales estadounidenses han sido testigos de lo ocurrido en aquel ataque (contra Lydda), Keith Wheeler, del Chicago Sun Times, quien escribió bajo el título de “Tácticas sorpresivas e intensas conquistaron Lydda”, sobre la actuación de las tropas del Palmaj aquél día en Lydda, lo siguiente: “prácticamente todo lo que había en su camino murió. Cadáveres esparcidos yacían en las calles”. El segundo corresponsal era el ya referido Kenneth Bilby.

La Segunda Matanza de Lydda

La segunda matanza de Lydda tuvo lugar en la mezquita de Dahmash, en el centro de la ciudad. Por los altavoces las tropas israelíes ordenaban a la población, el 11 de julio, dirigirse a aquella mezquita, y muchos obedecieron esta orden amontonándose en el interior de la mezquita cientos de personas de todas las edades, en su mayoría hombres.
A lo largo de dos días estas personas fueron encerradas allí, sin comida, convirtiéndose en prisioneros. Cuando algunos intentaron escapar soldados israelíes abrieron fuego de sus metralletas contra la multitud dentro del recinto de la mezquita matando a casi dos centenares de personas. El horror registrado en aquella mezquita empujó a las autoridades israelíes a cerrarla herméticamente, permaneciendo abandonada hasta 1994 cuando fue reformada y reabierta a los fieles.
Las victimas de estas dos matanzas, según la parte palestina, oscilan entre 1000 y 1500 muertos, mientras la parte israelí, que denomina la matanza de Lydda “Operación Danny” , reduce a 250 e número de palestinos muertos en aquella masacre.
La matanza fue descrita parcialmente por Ari Shavit, escritor y periodista israelí (Haaretz) en un artículo titulado: “a city, a massacre, and the Middle esat today” publicado por The New Yorker, el 21 octubre 2013: “En treinta minutos, 250 palestinos fueron asesinados. El sionismo había llevado a cabo una masacre en la ciudad de Lydda”.

La “Tercera Matanza” de Lydda

Sin embargo, la tragedia de Lydda no acabó allí. Las tropas israelíes forzaron a unos 70.000 palestinos a que abandonaran la ciudad. Para ello les fueron fijados puntos concretos por donde debían salir de la ciudad, despojándoles antes de todo cuanto llevaban encima de dinero, joyas o cualquier otro objeto de valor, como las alianzas de casamiento. Era un auténtico robo a mano armada, masivo y en pleno día.
Antes de 1948 la población de Lydda era de unos 20.000 habitantes aproximadamente, pero tras las primeras masacres perpetradas por los israelíes desde el mes de marzo de aquél año, miles de palestinos huyeron a Lydda, totalizándose, llegado mayo, unos 50.000 refugiados, lo que elevó la población de la ciudad a 70.000. La gente huía a Lydda por creer que aquella ciudad permanecería en mano de los palestinos, según la resolución 181 de la ONU, aprobada 5 meses antes.
La expulsión de la población de Lydda se produjo el 13 de julio, cundo el calor alcanza sus niveles más extremos. Según mi padre, Abderrahim Al Alami (nacido en Lydda en 1924, residente en la actualidad en Emiratos Árabes Unidos, conocido por su excelente memoria que le permitió redactar sus memorias en unas 300 páginas, además de grabarlas en video en 32 capítulos colocados en Youtube) testigo directo de todos los acontecimientos acaecidos en Lydda entre el 10 y el 13 de julio y uno de los expulsados de la ciudad junto a sus padres y hermanos, “En nuestra marcha a pie, la gente iba muriendo en el camino, intentando llegar a la localidad de Ni´lin نعـلين primera en su marcha hacia Ramala”.
En el capítulo 27 de las mencionadas memorias dice Al Alami que su hermano, de 10 meses de vida, de nombre Sulaiman, fue uno de los fallecidos en aquella marcha calificada como “la marcha de la muerte ” por Max Blumenthal, en su libro “Goliat, Life and Loathing in greater Israel”. Según Al-Alami, aquellos que cayeron muertos de sed, hambre, golpes de calor y fatiga, antes de llegar a Ni´lin se iban enterrando en el camino, pero algunos, como el propio bebé Sulaiman, fueron llevados por sus familias hasta la mencionada localidad donde recibieron sepultura allí.
Según distintos historiadores palestinos contemporáneos de aquellos acontecimientos, como Aref Al Aref (1891-1973), unos 350 palestinos murieron en aquél apocalíptico éxodo a pie de Lydda a Ramala, especialmente en el tramo hasta Ni´lin, a causa del extremo calor, la sed, el hambre y la fatiga. Esa fue la tercera matanza de Lydda.
La expulsión de los habitantes de Lydda, junto a los de la vecina Ramle, se llevó a cabo –como el resto de las expulsiones violentas del casi millón de palestinos de sus hogares y de su patria, por orden directa de Ben Gurión. En el mencionado artículo de The New Yorker, Shavit dice: ““Cuando las noticias (de la matanza de Lydda) llegaron al cuartel general de la Operación Larlar, en el pueblo palestino de Yazur, el comandante militar, general Yigal Allon, preguntó a Ben Gurión que hacer con los árabes. Ben Gurión sacudió su mano: “Deportarles”. Horas después, Isaac Rabin, el oficial encargado de las operaciones sobre el terreno dictó una orden por escrito dirigida a la brigada Yiftach: “Los habitantes de Lydda deben ser rápidamente expulsados, sin tener en cuenta la edad de los mismos””.

Un Estado, el israelí, en su esencia usurpador y criminal

Lo acaecido en Lydda, entre el 10 y el 13 de julio 1948, constituye una vergonzosa abyección que Israel trató de ocultar y minimizar durante decenios. A este respecto, David K. Shipler, premio Pulitzer 1987 por un trabajo sobre el conflicto árabe israelí, corresponsal del New York Times en Jerusalén desde 1979 hasta 1984, señalaba esa verdad en una crónica suya fechada en Jerusalén, publicada el 22 de octubre de 1979 bajo el título “Israel prohíbe a Rabin narrar la expulsión de los árabes en 1948”. Según Shipler, “Una comisión de censura formada por cinco miembros del Gobierno han prohibido al ex primer ministro, Rabin, incluir en sus memorias una narración en primera persona de la expulsión de 50.000 civiles palestinos de sus hogares en Ramle y Lydda durante la guerra árabe-israelí de 1948. (Rabin atribuye a Ben Gurión las órdenes de expulsión)”.
Los israelíes son tan cínicos que se refieren a la tragedia de Lydda como si fuera un capítulo excepcional de su invasión y ocupación de Palestina, cuando en realidad no pasa de ser un episodio más de la cadena de usurpación y limpieza étnica al más salvaje estilo perpetrada por los israelíes a lo largo de varios meses en 1948 y posteriormente.
Y esto no es todo, pues mientras los palestinos eran obligados a abandonar Lydda a punta de fusil, en la ciudad los soldados israelíes se habían dedicado al saqueo y al pillaje, robando en viviendas, negocios y fábricas de propiedad palestina, como lo relata el historiador israelí Simha Flapan (ex director de la sección de Asuntos Árabes del partido izquierdista israelí, MAPAM) en su obra “The Birth of Israel, Myths and Realities” editado en 1987.
Como dije en un anterior artículo recientemente, la ocupación de Palestina fue el atraco a mano armada más grande de la historia, pues lo que pasó en Lydda era idéntico a lo acontecido en todas las localidades palestinas, pues ciudades y pueblos de todo un país fueron vaciados de sus habitantes por un ejército y unos colonos que se han dedicado en cuerpo y alma al desvalijamiento bendecido por las autoridades del nuevo Estado, levantado sobre cimientos de matanzas, destrucción, usurpación y rapiña.

No olvidamos ni perdonamos

Finalmente conviene señalar que, personalmente, “he vivido” la triple matanza de Lydda, desde que era niño (nací 4 meses después), pues he vivido toda mi vida rodeado de familiares míos que sufrieron esa matanza y aquella “marcha de la muerte” en sus carnes. Personas que han vivido desde entonces contando casi a diario, a sus hijos, y después a sus nietos, los sufrimientos y la tremenda injusticia que han padecido durante aquellos días, a manos de bandidos judío-europeos llegados a Palestina exclusivamente para el saqueo, la usurpación y el aniquilamiento de un pueblo pacífico y desarmado, protegidos por Gobiernos occidentales, encabezados por Gran Bretaña, el país responsable en gran medida de la tragedia del pueblo palestino. (Precisamente, San Jorge, Santo Patrón de Inglaterra y muy venerado en todo Occidente, era natural de Lydda, donde nació sobre el año 275 D.C).
Muchos testigos directos de aquella matanza, entre ellos mis padres, siguen aún con vida y siguen sufriendo, como yo, las consecuencias de aquella horrenda matanza y aquella “marcha de la muerte”.
La nueva generación de palestinos, nuestros hijos, han sido aleccionados a diario, por nosotros y por sus abuelos, acerca de aquellas decenas de matanzas perpetradas por aquellos criminales judío-europeos, cuyos hijos y nietos han seguido masacrando, persiguiendo y humillando a los palestinos, de todas las edades, hasta hoy día, apoyados incondicionalmente por las mismas potencias europeas, Estados Unidos y Canadá, que se autodefinen hipócritamente como “regímenes democráticos y defensores a ultranza de los derechos humanos”. ¡Cuánta falsedad!

Saiid Alami

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