sábado, septiembre 19, 2015

Centro Cultural Kirchner Negociados, cooptación y propaganda



La inauguración, a fines de mayo, del Centro Cultural Néstor Kirchner en el ex Palacio de Correos mostró todos los condimentos del derrotero final de la gestión kirchnerista. La imagen del discurso inaugural de Cristina junto al ministro de Planificación, Julio de Vido, y la ministra de Cultura, Teresa Parodi, fue una postal de lo que entiende el gobierno por "inversión cultural".
El presupuesto del proyecto, inicialmente de 925 millones de pesos, terminó en 3.800 millones aunque hay estimaciones privadas que lo llevan a casi 5.000 millones de pesos (Perfil, 22/5).El proyecto había nacido en 2006, durante la gestión Ibarra-Telerman, y formaba parte de un emprendimiento conjunto entre Ciudad y Nación para activar un cordón cultural en la zona centro sur, e incluía la remodelación de la ex Italo para convertirla en Usina de la Música (hoy Usina de las Artes). La asunción de Macri como jefe de Gobierno dividió el proyecto: la Usina para Ciudad y el ex Palacio de Correos para Nación.
De Vido fue la garantía de los negocios para las camarillas afines al gobierno. La adjudicación de las obras fue para la Unión Transitoria de Empresas (UTE), conformada por las empresas Riva y Esuco, cuyo titular es Carlos Wagner, ex presidente de la Cámara de la Construcción entre 2003 y 2013 y "uno de los empresarios preferidos de Cristina Kirchner y beneficiario de las grandes obras públicas de los últimos tiempos" (TN, 25/5).
El suministro, la instalación y puesta en funcionamiento del centro cultural fue adjudicada a Corporate Corp del grupo Cirigliano. Por ese servicio, el Ministerio de Planificación Federal que maneja De Vido pagará 437 millones de pesos. El gobierno sigue sosteniendo los negocios de los Cirigliano, ex operadores del Ferrocarril Sarmiento y responsables, junto a los funcionarios, de la masacre de Once.
El funcionamiento del Centro Cultural Kirchner tendrá así la impronta de la "década ganada". Esto no significa la oposición a la creación de espacios culturales de excelencia. Por el contrario, es la denuncia que el Centro Cultural Kirchner sirve al negocio de las grandes productoras y a la utilización de espacios culturales para propagar el relato oficial y la cooptación estatal.

Ricardo Goldín

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