domingo, septiembre 13, 2015

"La pereza y la celebración de lo humano"



Un nuevo libro de Pablo Rieznik

¡Oh, pereza, madre de las artes y de las nobles virtudes, sé el bálsamo de las angustias humanas!"
Paul Lafargue (1860)

"El trabajo, que es la nota distintiva del ser humano, se ha convertido en el tormento y en la maldición de la mayoría de los hombres"
Antonio Labriola

La concepción primitiva del trabajo "se encuentra, asimismo, en el sentido etimológico de la propia palabra en la lengua latina. ‘Trabajo’ deriva de tripalium, una herramienta configurada con tres puntas afiladas que se usaba para herrar los caballos o triturar los granos. En cualquier caso, tripalium era, asimismo, un instrumento de tortura, y por esto mismo tripaliare en latín significa torturar; identifica al trabajo con la mortificación y el sufrimiento".
La pobreza y la celebración de lo humano, de Pablo Rieznik, bucea en los orígenes y el desenvolvimiento histórico del trabajo; es decir en el intercambio, en el metabolismo entre la humanidad y la naturaleza, que aquella modifica con su actividad aunque no siempre el trabajo fue entendido así (la Antigüedad, por caso, atribuía la riqueza a la acción de los dioses y despreciaba el trabajo físico, cosa lógica en una sociedad sostenida por esclavos). Rieznik recorre la historia de ese metabolismo hasta llegar a lo que Marx denomina "trabajo alienado", ajeno y hostil al trabajador que lo ejecuta, transformado éste en "puro apéndice de la máquina".
Una de las varias cumbres del libro está dada por el análisis del fetiche de la mercancía entendido en toda su magnitud; esto es, en cuanto fenómeno que se encuentra en la base de la sociedad mercantil y de la alienación del trabajo en su forma superior: el régimen capitalista. En otras palabras: los productos del trabajo siempre fueron y son -bajo cualquier régimen de producción- cosas útiles, que satisfacen necesidades humanas, pero sólo en la producción mercantil -cuando las fuerzas productivas han alcanzado determinado grado de desarrollo- adquieren valor de cambio o, dicho en su expresión dineraria, precio. Las cosas entonces parecen relacionarse socialmente entre sí, como si fueran personas, y las personas quedan dominadas por las cosas. Ese quid pro quo (tomar una cosa por otra) es el fetichismo que, al decir de Marx, "se adhiere a los productos del trabajo no bien se los produce como mercancías, y que es inseparable de la producción mercantil".
El libro de Rieznik es, entre otras muchas cosas, un homenaje a Paul Lafargue, el socialista francés (yerno de Marx) que en 1880 publicó su notable Derecho a la pereza, una impactante denuncia de la alienación del trabajo y, además, un alegato anticlerical, puesto que la pereza es uno de los pecados capitales y la Iglesia hace, a su vez, un fetiche del trabajo que explota y aplasta al obrero para servir a Dios y al patrón.
Sin embargo, el texto no es, ni mucho menos, una pieza de curiosidad académica. Por el contrario, se transforma en una guía para la acción política desde que muestra y demuestra cómo la alienación del trabajo y las contradicciones intrínsecas del capitalismo estallan en crisis, en catástrofe permanente. Y, por último, expone las leyes de ese estallido en el mundo y en la Argentina.
Por todo eso, con todo derecho, Pablo rinde homenaje en el final a "los militantes que no se han rendido ni renunciado a la lucha de siempre, los compañeros de los organismos de derechos humanos que han resistido a la cooptación y a los cantos de sirena del poder, incluso cuando se traviste de progresista. A ellos brindé mi homenaje en la conclusión de mi alegato (durante uno de los juicios a los represores), herederos de mis compañeros de cautiverio y de aquella generación que luchaba por una sociedad sin explotadores ni explotados, por abolir el capitalismo y toda forma de opresión. La lucha que no terminó".
Por último, Pablo cita dos nombres: el de Adriana Calvo, luchadora de toda la vida fallecida hace poco, y el de "mi compañero de partido, de la más noble de todas las causas: Mariano Ferreyra, presente".

Alejandro Guerrero

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