martes, septiembre 08, 2015

¿Qué hay detrás del fenómeno Corbyn?



El Partido Laborista de Reino Unido elige a su próximo líder. Jeremy Corbyn despierta muchas ilusiones en sectores de la izquierda europea. ¿Qué hay detrás de la “corbynmanía”?

Luego de su desastrosa performance en las últimas elecciones generales del Reino Unido y en el referendo en Escocia, los laboristas están eligiendo a su próximo líder. El 12 de septiembre se sabrá el resultado de la interna. Andy Burnham, Jeremy Corbyn, Yvette Cooper y Liz Kendall son los cuatro candidatos que se disputan el puesto responsable de la difícil tarea de recomponer a un partido que no logra repuntar desde que en 2010, luego de furiosos años de blairismo, se aleja cada vez más de su militancia de base para hacerse eco de los intereses capitalistas.
Los cuatro contendientes son diputados de Westminster y salvo Corbyn el resto ejercen puestos altos en su partido, en el sistema británico se los llama ‘ministros en la sombra’, es decir, miembros del ‘gabinete en oposición’.
En estas internas se aplica por primera vez un sistema abierto de votación que consiste en ‘1 afiliado o simpatizante = 1 voto’. Previamente los líderes se elegían con el voto de tres colegios electorales: uno formado por los diputados de los parlamentos británico y europeo, el segundo compuesto por los sindicatos afiliados al Partido Laborista (proporcional a la cantidad de miembros que apoyan al laborismo), y el tercero lo constituían los militantes de base.
Para la derecha del laborismo se trató de una movida para reducir el peso de los sindicatos en la vida partidaria apelando al voto individual de la clase media y por ello decidieron pasar del sistema colegiado al individual (‘un miembro, un voto’). Sin embargo, lo curioso es que este cambio se volvió una especie de boomerang.
Todo candidato para participar en la contienda necesita ser nominado, como mínimo, por el 15% de los diputados de su propia formación y Corbyn consiguió las 35 nominaciones requeridas. El candidato preferido por la dirección actual es Burnham con 68 nominaciones, seguido por Cooper con 59 y Kendall con 41 respectivamente.
Sin embargo, la candidatura de Corbyn, en contraste con el resto, despertó 250.000 afiliaciones nuevas al laborismo. Si alguien quería votar por Corbyn solo debía inscribirse en línea como ‘simpatizante registrado’ abonando una módica suma de 3 libras esterlinas (5 dólares).
Nadie se esperaba que el nuevo sistema electoral se convirtiera en un vehículo de ascenso para el veterano Corbyn, ignorado por las altas esfera del partido pero muy carismático entre los activistas sindicales, campañas de inmigrantes y causas pacifistas. De la vieja escuela del Laborismo, se define como socialista al estilo de Tony Benn y Michael Foot. Desde 1983 es diputado por el distrito de Islington North en Londres y desde entonces su voto no solo se ha mantenido sino que ha subido.
Con una intención de voto del 57% en la internas, Corbyn es el actual favorito para convertirse en el próximo líder del Partido Laborista británico. Los medios hablan de ‘corbynmanía’ y tratan de explicar cómo este candidato que viaja en bici y transporte público, preside la coalición contra la guerra Stop the War, defensor de la lucha del pueblo palestino, presente en los piquetes y orador en casi todos los actos convocados por la izquierda y el movimiento sindical logró cautivar el corazón de los miles de desencantados con el Partido Laborista.
En los mítines de la campaña se han visto audiencias de miles de simpatizantes en distintos puntos del país – 2.000 en Londres, Leeds y Yorkshire, 1.500 en Liverpool. La presencia del laborismo en Escocia repuntó. En el acto en Londres los jóvenes que no pudieron entrar se colgaron de las rejas de las ventanas de la calle para escuchar la arenga.
Es difícil atribuir esta reconfiguración a una sola causa. La candidatura de Corbyn fue tomada por decenas de miles de activistas y jóvenes como una vía para expresar su descontento con la política oficial del laborismo. Es parte del movimiento de rechazo a los salvajes recortes y el subsiguiente desmantelamiento de los servicios públicos que el 20 de junio movilizó a 500 mil personas. Seguramente, hay resabios del enorme movimiento contra la guerra del 15 de febrero de 2013 cuando cerca de 2 millones de personas tomaron el centro de Londres.
Cierto es que los sindicatos tienen su peso en este fenómeno: UNITE y UNISON, los dos sindicatos más grandes del país con cerca de 1 millón y medio de afiliados cada uno salieron a respaldar a Corbyn. Lo mismo han hecho el PCS (trabajadores de las dependencias estatales), CWU (comunicaciones), RMT (transporte de trenes y marítimo), ASLEF (maquinistas) BFAWU (panadería y alimentación) y FBU (bomberos).
También es cierto que tanto la derecha de su propio partido, como los políticos del establishment han desplegado una furiosa campaña contra Corbyn. Algunos medios de la prensa liberal lo comparan con los fenómenos de Syriza y Podemos. Aunque hay muchas diferencias si tomamos en cuenta los orígenes, ya que el partido laborista no es una formación reciente – fue creado por los sindicatos en 1908 –, además, Jeremy Corbyn lejos de ser un recién llegado es un veterano con 32 años como diputado.
En lo que sí guardan semejanza es en la alternativa política que defienden, es decir, un programa de tintes reformistas avalado por una política keynesiana light. En el plano económico Corbyn propone dos alternativas a la actual política de austeridad que vive el Reino Unido: la creación de un Banco Nacional de Inversiones, que ha de capitalizarse cancelando los subsidios y reducciones fiscales al sector privado, y una propuesta de “facilitación cuantitativa popular”, es decir, un programa de infraestructuras financiado por el gobierno mediante fondos concedidos por el Banco de Inglaterra. Es decir, se trata de políticas que no rompen en absoluto con la lógica de la economía capitalista, si no más bien, plantean que se puede gestionar el estado capitalista de forma racional.
El domingo 30 de agosto, a once días del cierre de la votación de casi 600 mil miembros del partido laborista, Tony Blair salió una vez más al ataque contra Corbyn. El exprimer ministro, cuyas simpatías con George Bush y la guerra al terrorismo no son ningún secreto, ya había declarado que “quienes sentían que su corazón estaba con Corbyn, necesitaban un trasplante”.
El torbellino de inscripciones a partir de la candidatura de Corbyn es sin duda una expresión de hartazgo con la clase política y las política de austeridad. No hay duda que, de ganar, desataría una hecatombe política. Sin embargo, no debemos engañarnos, a Corbyn le será imposible implementar este programa, aún de tan mínimas reformas, en los marcos del capitalismo del Reino Unido.
Es necesario establecer un diálogo de forma paciente con quienes tienen expectativas en este proyecto para plantear la necesidad de luchar por una alternativa de independencia de clase.

Alejandra Ríos
Londres | @ale_jericho

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