sábado, noviembre 21, 2015

La Guerra de la Triple Alianza



La guerra, es una de las instituciones más crueles y sangrientas. Paraguay así, fue empujado a esta arena, a la continuación de la política por otros medios. En el marco de un nuevo aniversario de su inicio, veamos cómo era Paraguay al momento de la guerra.

¿Por qué Paraguay?

Económicamente la Republica de Paraguay se encontraba aislada de sus vecinos y del comercio de ultramar europeo al momento del estallido bélico. Lo estaba por la negativa de la oligarquía porteña, materializada en Mitre como su mayor representante y presidente de la Republica Argentina, quien negaba el paso libre de las mercancías paraguayas por la cuenca del Río de la Plata, único puerto cercano.
Ante esta realidad, Paraguay desarrolló una economía defensiva, integrada por medianos propietarios agrarios, que se basaba en el monopolio estatal de la propiedad del principal instrumento de producción, la tierra, y la comercialización de los productos fundamentales de exportación (yerba y tabaco) lo cual le permitió capitalizarse rápidamente a pesar de los gravosos impuestos que le demandaba el puerto de Buenos Aires. No existían en Paraguay sectores dominantes como los estancieros o la burguesía comercial porteña, si un Estado poderoso con una gran centralización política y una dictadura personalizada en la figura del Mariscal Francisco Solano López. En lo económico, este poderoso Estado promovió la diversificación de la producción y el desarrollo de la industria.
Hacia 1860, el gobierno paraguayo levantó astilleros y fabricas metalúrgicas, construyó ferrocarriles y telégrafos, creó escuelas primarias y envío jóvenes a Europa para perfeccionarse. El Estado era el único gran capitalista. Era el único país de América del Sur que no tenía deuda pública extranjera, según Alberdi (intelectual argentino y fervoroso defensor de Paraguay durante la guerra) no porque le hubiera faltado crédito, sino porque le bastaron sus recursos y sus buenas inversiones.

Argentina, Brasil y la política por otros medios

Suele atribuirse a la diplomacia y capital inglés la trama de la guerra contra Paraguay, si bien es cierto que fue uno de los grandes beneficiados durante y al final de la guerra, no es menos cierto que Argentina y el Imperio de Brasil y sus sectores económicamente dominantes tenían intereses propios en la destrucción del Paraguay que describimos.
Mitre y la oligarquía porteña tenían dos objetivos, por un lado, Paraguay y su prosperidad representó un latente foco que podía aglutinar a las derrotadas provincias del Interior. Recordemos que Argentina aun transitaba el proceso de consolidación del Estado argentino, entonces era necesario eliminar, literalmente, toda oposición o alternativa a los planes de la incipiente burguesía comercial argentina, es decir evitar que las provincias del Interior se apoyen en Paraguay y viceversa; y por otro lado, romper la barrera del monopolio estatal paraguayo y extender así su influencia comercial sobre la región.
El Imperio esclavista de Brasil, tenía otros intereses que hacían a su estructura económica: la producción de café y azúcar en base al trabajo esclavo, sistema de producción costoso e ineficiente ya, estaba en crisis. La opción de eliminar la esclavitud, chocaba con los intereses de los dueños de las plantaciones, entonces la alternativa fue expandirse a costa de los vecinos, en este caso Paraguay.
Así la necesidad de expansión territorial brasileña y la oligarquía porteña con el auxilio de la banca usuraria británica, proceden a buscar al último aliado para esta cruzada: Uruguay.

Uruguay, de aliado a enemigo del Paraguay, y el comienzo de la guerra

El ataque contra Paraguay comenzó con el golpe al único aliado que le quedaba. Como dijimos arriba, ya habían sido derrotadas las provincias del Interior y neutralizado el Litoral por el pacto entre Urquiza y Mitre (Batalla de Pavon), así el gobierno uruguayo en manos del Partido Blanco, versión oriental del federalismo argentino fue invadido por Brasil por vía terrestre y marítima. Mitre por su lado armó una “revolución” al mando de Venancio Flores, político uruguayo que había secundado al primero para eliminar la oposición del Interior argentino. Buscaban un gobierno aliado en Montevideo y así Flores ocupó el gobierno uruguayo.
El Brasil imperial, siguiendo el plan, tenia además otros objetivos en Uruguay como fue recuperar esclavos que se habían escapado de sus tierras y se refugiaban en territorio oriental, así se comprometió a no chocar con las fuerzas de Flores y éste a su vez en nombre de Uruguay prometió apoyar a Brasil en la guerra que Paraguay le declaró en defensa del legitimo gobierno uruguayo: “El abajo firmado –decía el documento que suscribió Flores- asegura por ultimo al gobierno de S.M. el Emperador de Brasil, que la Republica Oriental prestará al Imperio toda la cooperación que este a su alcance, considerando como un compromiso sagrado su alianza con el Brasil en la guerra declarada por el gobierno paraguayo, cuya injerencia en las cuestiones internas de la Republica Oriental es una pretensión osada e injustificable”.
El 13 de mayo de 1865, La Nación Argentina, diario de Mitre declaró: “El Imperio de Brasil va a fundar con nosotros la democracia en el Paraguay, porque es una nación liberal”. Como bien nos recuerda Milcíades Peña, en Paraguay no había ningún esclavo y en Brasil, había dos millones. Suficiente ilustración de la justificación de la guerra, llevar la civilización y el progreso.
Paraguay debía atravesar territorio argentino para asestar un golpe cualitativo a Brasil, por vía fluvial le estaba prohibido transitarlo porque era declararle la guerra a la oligarquía porteña. Mitre, esperando que López cayera en la trampa, denegó el paso por vía terrestre mientras que el mariscal López atacó igual e invadió Corrientes. Así Mitre y la oligarquía en alianza con el Imperio de Brasil le declaró la guerra a Paraguay.

El heroísmo paraguayo y las resistencias a la guerra

Bien conocida es la bravura y coraje de las y los combatientes adultos y niños, contra la triple alianza infame de Argentina, Brasil y Uruguay. Escribió así un general a Mitre, sorprendido de la valentía y tenacidad de sus oponentes: “ Al traer las canoas al puerto, fue que todos quedaron espantados de lo que veían, pues al remover los cuerpos para ver si había heridos, se encontraron con varias mujeres muertas, las que venían con camiseta de soldado y con estas varias criaturas. Me cuestas referir esto, porque estoy ahora mismo que no sé lo que me pasa…Un joven baldovinos, empleado en la telegrafía y que es uno de los prisioneros dice que el todo de la expedición serian 300 personas, con Herrera a la cabeza (general paraguayo) de los que son contados los que han escapado. […] Han combatido sin descanso y pasado cinco días sin tomar ninguna clase de alimento por lo que ya tenían 200 hombres caídos de extenuación. Y aun así la tropa ha resistido entregarse…” El general se sorprendió y hasta se espantó del horror que ellos mismos han provocado y hasta le cuesta comprender. Si bien es cierto que vivían bajo la dictadura del Mariscal López, también es cierto que los hombres, mujeres y niños peleaban por sus conquistas y sus derechos, los cuales no vinieron mágicamente sino que eran producto de la lucha desde su independencia en 1811 respecto de la Corona española y como bien vimos con pocos aliados y enemigos poderosos.
Esos pocos aliados también se contaban en nuestra tierra, que comprendieron que el enemigo no estaba afuera sino adentro y eran Mitre y la oligarquía porteña. El pueblo argentino desertaba constantemente de los ejércitos. Por ejemplo cuando Mitre pidió a Urquiza tropas, éstas de disolvían durante la marcha y el jefe de la División Uruguaya varias veces comunicó a Mitre: “La deserción que sufre esta División es considerable”. Y que “debe traer bastantes fuerzas, puesto que en el Paraguay no son tan necesarias como aquí” refiriéndose a motines y sublevaciones de provincias del Interior. El general Mitre tenía razón, Paraguay era un foco de resistencia y no resistía en soledad. Corrientes que había sido invadida por Paraguay, saboteó conscientemente la guerra como dijo La Nacion Argentina en marzo de 1866 “El general Mitre había mandado construir en Corrientes 300 botes para facilitar al Ejercito el pasaje del Rio Paraná […] Pero es muy triste tener que decir que al efecto parece haberse encontrado poca voluntad en la clase obrera de Corrientes”
Las montoneras del Interior encabezadas por Felipe Varela también expresaron su solidaridad con los hermanos paraguayos en la proclama de éste: “Soldados federales: nuestro programa es la practica estricta de la Constitución jurada, la paz y la amistad con el Paraguay y la unión con las demás republicas americanas”

El fin de la guerra y las consecuencias

Mitre había lanzado un pronóstico poco acertado antes de comenzar la guerra “en veinticuatro horas en los cuarteles, en quince días en campaña, en tres meses en la Asunción”. Lo cierto es que la guerra duró más de lo que todos previeron, de hecho Sarmiento llego al poder en 1868 y López y Paraguay aun resistirían.
Las consecuencias económicas fueron ruinosas para todos los implicados, salvo para la oligarquía porteña que amasó grandes negocios abasteciendo al ejército, los dueños de las plantaciones de Brasil y por supuesto el capital inglés, que prestó dinero a Buenos Aires y Brasil durante todo la guerra.
A Paraguay, al término de la eliminación física, le llegó el saqueo financiero. En 1870 tuvo que contraer un empréstito con Londres por un millón de libras esterlinas, de los que no vio un centavo, pero pagó cada uno de ellos. Con respecto al ferrocarril nacional y las nacientes industrias, fueron destruídas algunas y otras intervenidas por compañías británicas. La producción agrícola fue puesta bajo control de empresarios brasileños y de sus fuerzas militares, financiadas por éstos y por los inversionistas británicos.
La gran hazaña de la triple infamia se cumplió, el liberalismo llegó a Paraguay.
La guerra terminó liquidando la única vía independiente de desarrollo del capitalismo industrial que experimentó América Latina en el siglo XIX.

Nadia Petrovskaia

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