domingo, junio 12, 2016

Brasil: entre el gobierno interino y las elecciones adelantadas



Como lo ha pintado un periodista de un medio brasileño, “la luna de miel” de Temer fue la de “un motel” -no duró más que un día. El gobierno interino carga, en apenas 20 días de gestión, con tres renuncias de ministros y colaboradores de primer nivel, salpicados por actos de corrupción, escuchas y revelaciones que los comprometían seriamente.
Esto potencia aún más la precariedad política del gobierno, el cual subió sobre bases extremadamente endebles. A caballo de esto, aumentan los recelos de la clase capitalista sobre los recursos con los que cuenta Temer para manejar el timón del país. El mes de mayo se registró una de las caídas más pronunciadas de la bolsa en la última década. Aunque su gabinete, conformado por hombres representativos del establishment, despertó el entusiasmo en los círculos empresariales, no fue suficiente para disipar la incertidumbre en el campo político, respecto de la capacidad del actual mandatario de pilotear la crisis y llevar adelante el ajuste que reclama el capital.
La burguesía le viene marcando en esa dirección, pero el gobierno está vacilando a la hora de llevarlo a la práctica. El ministro de Hacienda acaba de anunciar que no sufrirían recortes las partidas en educación y salud, lo que ha profundizado el malestar en sectores del establishment. El reclamo de un ajuste coexiste, asimismo, con choques y divisiones cruciales al interior de la burguesía. El giro pronorteamericano que fogonea Temer amenaza los negocios sojeros y del capital agrario, cuya producción tiene como destino principal a China. La incursión de corporaciones norteamericanas puede beneficiar a un sector de la burguesía industrial que se asocie a ese desembarco, pero introduce al mismo tiempo una competencia ruinosa para enormes sectores de ella.

Crisis por “arriba” y por “abajo”

Lo cierto es que en forma proporcional al empantanamiento del gobierno, va creciendo la posibilidad de elecciones adelantadas, una salida que podría ser dictada por el propio desarrollo de la crisis. Por lo pronto, Temer está perdiendo aliados a la hora de votar la destitución de Dilma Rousseff en el juicio político. A la deserción ya protagonizada por el ex futbolista Romario podrían sumarse otras, poniendo en peligro el propósito de imponer el alejamiento definitivo de la ex presidenta. En caso de que Rousseff fuera repuesta en el cargo, la idea que se estaría abriendo paso en el PT es la de convocar a un plebiscito para habilitar el llamado a comicios en forma anticipada.
Entre tanto, y esto es lo más importante, la crisis por arriba está dejando su marca en el ánimo popular. De acuerdo con una reconocida columnista del diario Estado de São Paulo, “nada de lo ocurre ahora puede conformar a ‘las calles’. La población se rebeló “contra la corrupción y ahora percibe que el Congreso sólo votó el juicio político para “evitar el avance del Lava Jato” (Clarín, 27/5). Los “millones que hicieron manifestaciones por el impeachment hoy se recogen en la tranquilidad del hogar, sin ningún ánimo para dar soporte a la interinidad de Temer, los anti juicio político han continuado las manifestaciones y comienzan a atraer sectores de la clase media opuestos al PT” (ídem). En este cuadro, las elecciones anticipadas serían un expediente de apuro para encauzar el disconformismo popular, sacar la protesta de las calles y someterla a una polarización política ficticia dominada por los bloques patronales.
La transición política que vive Brasil abre una oportunidad política. Para derrotar el ajuste y a los golpistas, el punto de partida es desembarazarse de cualquier atadura con el PT. Lula y los suyos prometen una resistencia que no llevaron adelante cuando fueron gobierno. Se trata de una impostura: Dilma no cayó resistiendo al capital sino pactando con él. El PT no tiene un programa alternativo al de los ajustadores Temer y Cunha. La clase obrera debe emerger como factor independiente en la crisis. En estas circunstancias, cobra mayor relevancia la convocatoria a un congreso de delegados de base de las centrales obreras, organizaciones y tendencias del movimiento obrero para enfrentar al ajuste y discutir una salida obrera frente a la crisis nacional. Los sindicatos combativos -empezando por Conlutas- y la izquierda deben ponerse a la cabeza de esta iniciativa.

Pablo Heller

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