domingo, julio 24, 2016

El impacto de la Revolución española en la Argentina



La clase obrera en la Argentina vive la Revolución Española intensamente. Desborda solidaridad e internacionalismo proletario, y toma partido por el triunfo de los obreros y campesinos.

La clase obrera argentina llega curtida a julio de 1936. Ha bancado de pie la ola represiva y miserable de la “década infame”, y ha respondido los golpes capitalistas con organización, huelgas e ideas.
Basta recordar la huelga de la carne en 1932, de la madera en 1934 y la destacada huelga general que encabezan las asambleas y los comités de obreros de la construcción, barrio por barrio, junto a la dirección de los comunistas en el verano porteño de 1936 [1].
Es decir, un movimiento obrero con sus tendencias sindicales y políticas establecidas y activas. Y con un naciente peso social y cultural de una izquierda clasista, que combina memoria anarquista y presencia marxista.
Naturalmente, los capitalistas y la derecha argentina saludan sin tapujos al fascismo español, que tan bien le cae al nacionalismo católico que levantan desde hace años la oligarquía, el ejército y la marina.
Para ese entonces reina el “fraude patriótico”, que se impone tras el golpe del Gral. Uriburu en 1930, y gobierna la llamada “Concordancia” que encabeza el Gral. Justo y Roberto Ortiz.

Las cosas se van acomodando a derecha y a izquierda

La CGT Independencia [2] saluda a través de un cablegrama “a los bravos camaradas españoles que en estos momentos luchan por un mundo mejor contra la traición clérigo-militar [3]” y organizan en el Luna Park un acto de más de 10.000 trabajadores donde dirigen la palabra dirigentes comunistas de la construcción, municipales socialistas y sindicalistas ferroviarios. El entusiasmo es indescriptible.
A la salida, la represión policial que ha cercado el estadio se hace sentir. Y los choques serán más duros que los célebres combates callejeros en la Av. de Mayo, entre republicanos y franquistas.
Internamente la represión contra los militantes comunistas y anarquistas se profundiza. A razón de ello será creada la Sección Especial de la Policía Federal, que llevará a cabo la detención de militantes marxistas y ácratas, con brutalidad e impunidad patriótica.
Sin embargo, el fenómeno obrero y popular es de masas, y miles de trabajadores en la Argentina apoyan con entusiasmo y observan atentos a la vanguardia obrera española y a las Brigadas Internacionales que defienden heroicamente Madrid. Y varios con mejor ojo siguen los avances de los obreros catalanes que expropian y ponen bajo su control y gestión las fábricas y tierras de Cataluña y Aragón.
Lógicamente, las organizaciones comunistas y anarquistas deben actuar en la clandestinidad. Quizás una muestra sea recordar que no solo son reprimidos y condenadas sus ideas, sino que llegan a decretar la prohibición de usar y/o enarbolar banderas rojas en las calles porteñas (esos “símbolos extraños” a la soberanía nacional).
En este marco la solidaridad se va desarrollar fuertemente desde las bases obreras y populares, extendiendo comités zonales de ayuda (“asociaciones fraternales”) [4] por los barrios de la Capital Federal, y las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Mendoza.
Los actos multitudinarios en el estadio Luna Park rebosan y se repiten. Artistas y figuras populares participan en los comités de ayuda. Un pulso de ello puede sentirse en el informe del jefe regional de la Falange española en la Argentina, que escribe en 1938 que “mientras los nacionalistas cuentan apenas unos cuarenta mil españoles en toda la Argentina, sólo en Buenos Aires hay más de ochenta mil rojos desatados” [5].

La capacidad obrera y popular desborda iniciativas y logros

La solidaridad por el triunfo de la clase obrera española es tan extensa, que para mitad de 1938 el Correo Central se verá obligado a abrir un local más amplio, ya que las 2.000 encomiendas y fardos que salen para España superan hace rato los 200 bultos para los que están preparados.
Los bonos para alimentos se multiplican de organización en organización, sumando unas 400 entidades para su recaudación entre partidos políticos, sindicatos, ateneos y periódicos. Casi a diario, por la puerta del consulado español, suelen desfilar trabajadores entregando ropa de abrigo, dinero, mantas, calzado y medicamentos.
Para septiembre del 37 se envían casi 100 toneladas de carne, 11 de harina y decenas de bolsas de azúcar. Y el mes siguiente fletan un barco entero con víveres, que ayuda en Barcelona para la creación de un comedor diario de más de 200 personas. Lo mismo en Madrid, donde el ayuntamiento agradece en varias oportunidades la solidaridad argentina.
Para marzo de 1938, lanzan un plan sanitario para adquirir 140 ambulancias, con su instrumental completo, mesa de operaciones y sangre para 400 trasfusiones. La idea parece imposible pero para junio se envían 9 y en noviembre 34.
La dirección de la CGT es obligada a participar más activamente. Y comienzan a moderar las voces revolucionarias y a esconder las banderas rojas de sus actos, acomodándose al lado de la tricolor republicana. Pero el apoyo obrero se ejecuta como una labor de retaguardia y logística para el triunfo de la lucha y la Revolución Española.
De ahí que el Comité Internacional que coordina la ayuda a la República Española en Paris informa en diciembre de 1937 que desde Argentina han llegado más de 17 millones de francos, destacando al país en el segundo lugar detrás de Suecia. El total de los aportes recibidos, donde sobresalen también Rusia y México (que ayudan de manera oficial), superará los 135 millones de franco [6].

Combatientes rojos, fascistas y frentepopulistas

Asimismo, cientos de combatientes argentinos formarán parte de las Brigadas Internacionales [7], que fortalecerán las trincheras y dejarán la vida con los milicianos que defienden Madrid.
Dos de esos militantes y cuadros destacados serán Hipólito Etchebéhère y su compañera Mika [8], que comandan desde el inicio la columna del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) madrileño que recupera el cuartel de La Montaña (un centro clave del levantamiento fascista en Madrid). Columna de 300 milicianos que desfilarán a los pocos días por la Gran Vía madrileña, con saludo marcial a las figuras de Lenin y Trotsky.
Hipólito caerá en el cerco de Sigüenza defendiendo las primeras posiciones durante varios días a la espera de refuerzos que nunca llegaron. El combate fue duro. Las tropas fascistas estaban mejor armadas. Sus últimas armas fueron los cartuchos de dinamita que con maestría manejaban los combatientes asturianos. Tras su muerte, con una mezcla de formas muy españolas, de respeto, dolor y sabiduría, una asamblea del POUM le pasa el mando a su compañera, Mika; que se transformará en una de las pocas mujeres con grado de oficial (capitana) en el ejercito “rojo” y republicano, en los primeros embates de los “nacionales”, ofensiva fascista que será detenida y fracasará en los próximos meses.
Pero también habrá argentinos destacados del lado fascista. Uno de ellos, oficial de la Falange, declarará con orgullo y perspectiva en la zona del País Vasco: “soy argentino, y me incorporé enseguida porque si se vence en España se habrá dado un golpe de gracia al marxismo [9]”.
Otro tanto ocurre con los que dudan, entre ellos varios dirigentes de FORJA, que se declaran ajenos a la guerra y la Revolución Española, coincidiendo (no sin sorpresa) en la “neutralidad” con las órdenes que impone Inglaterra que llevará adelante, sin muchas diferencias, el gobierno del “fraude patriótico” del Gral. Justo, Ortiz y toda la oligarquía argentina[10].
O bien los dirigentes del PS que ante la gravedad del conflicto y luego de mantener una actitud pacifista, impulsan colectas y organizaciones de ayuda, principalmente desde los sindicatos que influían junto con los sindicalistas, como la Unión Ferroviaria y La Fraternidad, o desde la Confederación de Empleados de Comercio, la Unión Tranviaria y la Unión de Obreros Municipales.
Avanzados los meses, la lucha y solidaridad obrera sigue creciendo. La CGT Independencia será una de las organizaciones obreras más dinámicas en organizar la solidaridad junto con otros sindicatos comunistas como la FONC, donde se destacará la Federación de Organizaciones de Ayuda a la República Española (FOARE), dirigida por los comunistas.
Lamentablemente su actividad estará orientada (y se limitará), según la táctica asumida por la Internacional Comunista en España que prioriza la lucha antifascista por sobre la lucha de clases bajo el lema de “primero ganar la guerra”, a aliarse con la burguesía “democrática y republicana” para derrotar a Franco.
Emblema de la orientación “frentepopulista” que en la Argentina recibirá las críticas de los grupos trotskistas, que serán rechazados y perseguidos con calumnias y provocaciones por parte de los stalinistas argentinos [11]
Al respecto, un punto destacado y vergonzante lo dará el dirigente comunista argentino, Victorio Codovilla, que cumplirá un rol destacado al servicio del stalinismo participando en las conspiraciones y la represión contra anarquistas y trotskistas en España, junto a los agentes stalinistas de la GPU.
A través de ellos dará comienzo la contrarrevolución stalinista en España, que se ocupará de reprimir las organizaciones obreras como la CNT (anarquista) y al POUM [12]. Ambas organizaciones, al calor de la guerra, desarrollarán tendencias por izquierda que empalmarán (de forma tardía) con la línea que impulsa desde el inicio León Trotsky [13], que sostiene que la mejor política para ganar la guerra en España es avanzar sobre los medios de producción y posesiones burgueses, y decirle a “los campesinos, las tierras son suyas, y a los obreros, las fábricas son suyas”; encarando de esta manera a fondo la guerra civil y la revolución.
Una orientación política que la dirección anarquista de la FAI-CNT no extenderá ni profundizará. Tal vez por eso, como dice Trotsky, tanto más honor y gloria al proletariado español, que dejará grabada para adelante la capacidad revolucionaria de la gestión obrera en industrias como la metalúrgica, la química y la siderurgia (entre otras), junto a la colectivización de tierras y campos, que le expropiarán a la Iglesia y a la burguesía española; conquistas todas que las tropas estalinistas se ocuparán de aniquilar en 1937 y la dirección de la CNT no sabrá defender.

A no olvidar

Como reflexionó el militante trotskista Jean Rous años más tarde, la orientación de Trotsky permitía que “cada obrero constatara, prácticamente, cara a cara con la realidad, que le era imposible vencer al fascismo y cumplir las tareas democráticas, de otra manera que no sea por los métodos de la revolución socialista, expropiando al expropiador y construyendo el aparato del estado obrero” [14].
Tal vez por ese potencial Codovilla no olvidará jamás esa “rica experiencia española” (como la llama) y repetirá su lealtad al stalinismo cuando vuelva asumir años más tarde en el PC argentino. Poniendo en práctica las políticas de conciliación de clases y frentepopulistas junto a la Unión Democrática en 1946.
En cambio, los “fascistas criollos” sobresaltados van a festejar no sin problemas. Organizan con toda pompa una fiesta en la Av. de Mayo, que ni logran empezar porque los cocineros y los mozos exigen que retiren los emblemas nazis y fascistas, cosa que no hacen, y se les atraganta el festejo y se quedan sin almuerzo.
Con todo, la Revolución Española será una de las más grandes gestas de la clase obrera mundial, que bien pueden compararse con la Comuna de París de 1871 y la Revolución Rusa de 1917. Por eso, la derrota es una derrota profunda y una gran desgracia para la revolución; esa “última advertencia”, que definiera Trotsky.
Por eso también la entrada triunfante del gral. Franco en Barcelona y Madrid será la orden que esperaban los tanques nazis en la frontera alemana para invadir Polonia y dar inicio a la Segunda Guerra Mundial imperialista.

Hugo Echeverre

Notas:

1. Desde los diarios La Nación y La Prensa, la huelga de los obreros de la construcción de enero de 1936 les recuerda la huelga general y “los soviets” de la Semana Trágica de 1919. Estos procesos y los que se desarrollan en los años 30 en la Argentina son analizados en el libro sobre Historia del movimiento obrero argentino que será publicado próximamente por Ediciones IPS-CEIP.
2. La CGT para 1936 estaba dividida en dos, y recibía su nombre acorde a las calles donde estaban sus sedes. Por un lado la CGT Catamarca, bajo dirección de los sindicalistas; y la CGT Independencia, con peso de socialistas y comunistas.
3. Ernesto Goldar, Los argentinos y la guerra civil española, Ed. Contrapunto (1986).
4. Idem 3.
5. Carta de Juan Antonio Martín Cotano (jefe regional de Falange Española y director de la revista mensual españolaAmanecer) a Joaquín R. de Cortázar (jefe del servicio de intercambio de la Delegación Nacional de Relaciones Exteriores).
6. Ernesto Goldar, op. cit.
7. Graciela Mochkofsky, Tío Boris, un héroe olvidado de la guerra civil española.
8. Mika Etchebéhère , Mi guerra de España. Ed. Eudeba.
9. Ernesto Goldar, op. cit.
10. Arturo Jauretche, uno de los principales líderes de FORJA, prohibió hablar del conflicto español en la organización, bajo la consigna de “evitar que todo el pueblo se embarcara en polémicas ajenas a la problemática nacional”, porque “los enemigos estaban aquí, no en España” y la lucha debía librarse en la Argentina.
11. En uno de los órganos del PC decían en esos días: “El trotskismo es la careta con que se encubren los provocadores para sembrar en las organizaciones populares la calumnia y la división. En el movimiento de ayuda a España han logrado penetrar algunos de estos emboscados. ¡Hay que desenmascararlos y ponerlos fuera sin piedad!”. Orientación, 17 de noviembre de 1938, citado en Montenegro, Silvina, op.cit., p. 157.
12. Para profundizar en la caracterización del POUM, recomendamos ver los escritos de León Trotsky, en La victoria era posible, de Ediciones IPS-CEIP (2014).
13. León Trotsky, op. cit., "Escritos sobre la Revolución Española".
14. En León Trotsky, op. cit., Jean Rous, “La revolución asesinada”.

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