lunes, agosto 22, 2016

La resistencia en Sviask



En la guerra civil rusa que enfrentó a catorce ejércitos imperialistas, la lucha desarrollada en Sviask fue decisiva para el triunfo bolchevique y el sostenimiento de la primera revolución proletaria triunfante. La resistencia heroica de obreros y campesinos solidificó al partido y al Ejército Rojo en tan dramáticas circunstancias.

El 6 de agosto 1918 caía la ciudad de Kazán en manos del Ejército Blanco dirigidos por los social revolucionarios. En Sviask, un pequeño paraje ferroviario a pocos kilómetros de ahí cruzando el río Volga, se montó la barrera para detener el avance de los blancos hacia Moscú. El zarismo había caído en Rusia hacía poco más de un año, en febrero del 17 y en octubre el gobierno de coalición entre burgueses y mencheviques fue barrido por obreros y campesinos. Todas las fuerzas de la reacción se unieron y fueron a la guerra contra el naciente Estado obrero. La revolución pendía de un hilo y ese hilo era Sviask. Fue aquí donde se probó el Ejército Rojo y León Trotsky como el más grande estratega militar de la clase obrera.
La joven república soviética se encontraba acosada por todos los frentes, y era difícil darse cuenta de la importancia de Sviask. El 7 de agosto hacia allí se dirige León Trotsky sin saber aún que Kazán había sido tomada por los blancos. Llevaba en su tren blindado más de 4 decenas de bolcheviques, algunos de los cuales fueron conocidos luego como los "Mariscales de la Gran Revolución". Nombres como Smirnoff, Rosengoltz, el marino Raskolnikov y Markin, se mezclaban con jóvenes del partido como Larissa Reissner joven bolchevique, cronista de la batalla en cuyos escritos se inspira esta nota.
Cuando Trotsky llegó a Sviask, la defensa roja estaba compuesta por soldados que sobrevivieron de Kazán y de Simbirsk, destaca en su intento autobiográfico Mi vida, que cada destacamento se movía por su cuenta sin coordinar con los demás y que su única coincidencia era las ganas de batirse en retirada. Los destacamentos que llegaban de refuerzo no tardaban en contagiarse por la inercia de la retirada.
El hambre, el frío, la desolación y hasta la traición estaban a la orden del día. La reacción levantaba su cabeza y ensanchaba el pecho.

¿Cómo fue posible vencer en aquellas condiciones?

Según Gussiev uno de "los viejos bolcheviques" que participó de la batalla, fue la disciplina y los métodos severos que impuso Trotsky, llegando "a la apartada estación de Sviask la firme voluntad de vencer, el espíritu de iniciativa y una enérgica presión sobre la actividad entera del ejército".
No fue de golpe pero la experiencia de los viejos bolcheviques, la confianza que brindaban, y la disciplina que impartían combinados con la voluntad y la fuerza de los jóvenes camaradas, comenzó a torcer esa sensación de desahucio que atravesaba los destacamentos. "El sentimiento de inmensa responsabilidad para la defensa de Sviask que unía a todos los combatientes –desde el miembro del consejo militar revolucionario hasta el último de los simples soldados rojos, que buscaba en alguna parte desesperadamente a su regimiento en retirada y se volvía súbitamente, enfrentaba a Kazán y se preparaba para combatir hasta el final con su antiguo fusil en la mano y su determinación inflexible en el corazón. Continuar la retirada hubiera sido el comienzo del fin, la condena a muerte de la república de los soviets".
Trotsky relata en su autobiografía, "para el triunfo hacía falta poco; solo que las capas más avanzadas de la masa se diesen cuenta, de la gravedad de la situación. La primera condición de que dependía todo el éxito era: no ocultar nada, no ocultar, sobre todo, la propia debilidad; no andarle a la masa con astucias ni engaños, llamar a las cosas abiertamente por su nombre".

Batallas decisivas

Los días transcurrían y el paso del tiempo favorecía a los rojos. Llegaban refuerzos, telégrafos, armamento, abrigo, botas y la moral se acrecentaba, "las botas son un asunto serio" decía Larissa Reissner. Los Blancos sin su mejor general al frente, dejaron escapar su oportunidad y la recuperación de Kazán ya se percibía en el aire.
Es así que se emprende la ofensiva. Una noche oscura 4 torpederos soviéticos al mando de Raskólnikov pone fuera de combate la flotilla blanca y la defensa de cañones costera. La revolución se anota un triunfo y se fortalece. A la par, un destacamento del 2do ejército avanza por tierra y ocupa posiciones muy cerca de Kazán. El pánico se apoderó de las capas sociales más altas de la ciudad que comenzaron a huir mientras las barriadas obreras se llenaron de valor, tanto que en una fábrica de pólvora estalla una sublevación.
Dejemos la descripción de lo que ocurría con los soldados en las palabras de Reissner: "un espectáculo fascinante observar el proceso interno profundo de cambio que se producía en aquellos que llegaban a un frente revolucionario: se prendían fuego como un cobertizo de paja de los cuatro costados a la vez y, cuando se enfriaban, se transformaban en un trozo de acero templado a prueba de fuego, perfectamente limpio y uniforme".
Estas batallas acrecentaron la confianza y el Ejército Rojo empezó a tomar forma. La entrada a Kazán era solo cuestión de tiempo.

El golpe final

La última batalla por Kazán no está exenta de todas las contradicciones que predominaron durante los acontecimientos previos.
Mientras el 5to ejército emprendía su marcha hacia Kazán, tres generales de la Guardia Blanca: Savinkov, Kapell y Fortunatov juntaron toda su fuerza y luego de un largo rodeo desesperado enfilaron directamente hacia una estación ferroviaria próxima a Sviask que había quedado desprotegida, dado que toda la fuerza soviética estaba concentrada en el ataque. Pretendían cortar las comunicaciones, romper las vías del tren, tomar el cuartel general donde estaban Trotsky y Slavin y así apoderarse de Sviask y de la ruta del Volga.
Los Blancos coparon la estación de Chikhrana, cortaron comunicaciones, destruyeron vías y asesinaron todo a su paso. Se encontraban a poco más de dos kilómetros de Sviask y la ruta del Volga se revelaba completamente abierta para casi la mayoría de los presentes.
Es en estos momentos de la historia donde se requiere de las excepciones, solo quedaron Trotsky y Slavin más un puñado de oficiales del 5to ejército, algunos telegrafistas, empleados del tren, enfermeras, y la guardia del Estado Mayor. El jefe del Ejército Rojo los movilizó a todos para resistir la entrada en Sviask, los Blancos retroceden una vez, pero solo para tomar carrera. El enfrentamiento dura varias horas y muchos mueren. Ante la nueva y tenaz resistencia los generales Blancos estiman que hay una división entera fresca y bien armada de la que no tenían conocimiento ni sus propios servicios secretos, agotados luego de 48 hs. de batalla sobrestiman la fuerza de lo que era solo puñado de hombres y mujeres decididos, y comenzaron a batirse en retirada.
Al día siguiente, 27 desertores que habían huido en los barcos en el momento más crítico, fueron juzgados y fusilados. Entre ellos se encontraban varios comunistas.
Larissa Reissner, reflexionando sobre los hechos, plantea que "la fusión entre el partido y las masas de soldados, entre la base y los altos cuerpos de los jefes no se habría producido jamás si, en vísperas de atacar Kazán, donde centenares de soldados iban a perder la vida, el partido no hubiera demostrado claramente a los ojos del ejército entero que estaba dispuesto a ofrecer a la revolución este gran sacrificio sangriento, que para el partido también, las leyes severas de la disciplina de camaradas son obligatorias, que el partido también tiene el coraje de aplicar sin flaquear las leyes de la república soviética a sus propios miembros"
Fue en las condiciones más extremas y bajo presiones insoportables donde se elaboraron las leyes y la disciplina del Ejército Rojo y fue de una extrema importancia que haya estado ahí Trotsky, que debió apelar a todos los recursos de su voluntad y de su genio de la organización para la defensa de Sviask.
La insurrección y la guerra se habían fusionado, y el ejército y el partido habían crecido de conjunto.
Así quedó atrás el punto de mayor flaqueza de la revolución: el momento en que hubo de rendirse Kazán con la derrota de los Blancos en Sviask. En un plazo de siete meses, el Ejército Rojo limpió de enemigos una extensión de cerca de un millón de kilómetros cuadrados, poblados por 40 millones de almas.
La revolución volvía a pasar a la ofensiva.

Luciano Casal

Libros recomendados:

Mi vida. Intento Autobiográfico. Ediciones IPS-CEIP. OE 2. Capítulo ”Un mes en Sviask”

Cómo se armó la revolución. Escritos militares. (Selección). Ediciones CEIP.

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