jueves, diciembre 22, 2016

La crisis en Bolivia



Evo lanza su reelección

Bolivia no está ausente del proceso de crisis que atraviesan los regímenes nacionalistas burgueses de América latina. La nominación presidencial de Evo Morales -en el Congreso que realizó el oficialista MAS- para las elecciones de diciembre de 2019 distorsiona y tensa el mapa político.

El viejo topo de la crisis capitalista

La deuda externa de 7.000 millones de dólares duplica la existente al asumir Evo (2006). Las exportaciones caen: en los primeros diez meses del año, comparados con igual período de 2015, retrocedieron 20% (de 7.600 a 6.000 millones de dólares). Y el déficit comercial se duplicó (800 millones de dólares). Lo que más disminuyeron son las ventas de gas (principal exportación) a Brasil y Argentina, que se derrumbaron a la mitad. Más preocupante: un nuevo acuerdo establecido con industriales de Brasil está condicionado al volumen sobrante, dando prioridad a los contratos en vigencia. Significa que no se invierte en desarrollar nuevas explotaciones. Las reservas monetarias disminuyeron este primer semestre un 11% (están en 11 mil millones de dólares), tendencia que se profundiza. El déficit fiscal de 3,4% en 2014, trepó al 6,6% en 2015 y ahora estaría en el 5,01%. Sectores de la burguesía vienen reclamando un “ajuste”. Lo que ya se está evidenciando en la disminución de las partidas sociales en el Presupuesto: los fondos para “recursos hídricos” para 2017 bajaron más del 50%. Lo mismo para proyectos de saneamiento básico. Esta es la base de la crisis del agua, que dejó sin el vital elemento a gran parte de la población de las principales ciudades (ver Bolivia: La crisis hidríca y la negligencia del gobierno).
El gobierno del MAS no ha avanzado en la industrialización del país ni en obras públicas vinculadas con la mejora de la infraestructura. Se trata de un nacionalismo fiscal.
La desocupación vuelve a aumentar: del 3,5 al 8%, con el agravante que el 70% del empleo existente es “informal” (cuentapropismo, negro, flexibilizado, etc.). También el aumento de salarios decretado por el gobierno es el más bajo de la década (6%) y el doble aguinaldo que se pagó en 2014 y 2015, este año no se va abonar.

Bonapartismo en decadencia

Las tensiones sociales van en aumento: fuerte represión para imponer el cierre de la textil estatizada Enatex. Choques, incluso armados (que hasta provocaron el linchamiento de un viceministro y la muerte de varios mineros), con cooperativistas mineros. El bonapartismo de Evo es constantemente lubricado por cooptaciones de las organizaciones obreras y populares (mineros, COB, campesinos y otros). Una capa de mineros cooperativizados, luego de haber chocado con el gobierno, ha sido cooptada.
La disconformidad popular pudo manifestarse en el referéndum que se realizó en febrero para ver si se habilitaba a Evo a una nueva presentación de candidatura presidencial, prohibida por la Constitución. Perdió por el 52% de los votos, lo cual lo inhabilitaría para presentarse.
Frente a este gobierno, la oposición de derecha no tiene una alternativa unificada. El punto que más agita es el de la corrupción, siguiendo el libreto de la oposición derechista de los países vecinos.
La mayor parte de la burguesía aún apoya al gobierno, pero el empantanamiento económico-social ha puesto en primera línea el debate de la sucesión presidencial. Por eso, Evo montó el show del Congreso del MAS que en un verdadero “operativo clamor” y pidió se arbitren los medios para que se pueda presentar en 2019. Pretende reforzar la regimentación de las organizaciones populares detrás del gobierno. Si no estuviera la figura de Evo, el MAS se dividiría en una lucha de camarillas influida por diversos sectores burgueses.
Vamos a un período de maniobras pseudo-constitucionales para justificar la habilitación de Evo, que puede comprender nuevos referéndum y otras maniobras. Las encuestas dicen que ya no sacaría los guarismos plebiscitarios de sus presentaciones anteriores (53 y 62%): sólo aspiraría a tener más del 40% de los votos y ser primera minoría. Pero… faltan tres años.

Por una alternativa obrera y socialista

El problema central es luchar por la independencia política de la clase obrera respecto del nacionalismo burgués y demás alternativas burguesas. Romper la regimentación de las organizaciones obreras y populares: fuera el gobierno y las patronales de sindicatos, centros de estudiantes, organizaciones campesinas. Poner en pie una alternativa política obrera y socialista. Impedir que el ajuste lo paguen las masas trabajadoras: pago del doble aguinaldo, sistema previsional a cargo del Estado y las patronales (eliminación del aporte obrero), reparto de las horas de trabajo para eliminar la desocupación, terminar con el trabajo en negro y tercerizado: todos bajo convenio. Plan de obras públicas, bajo control de los trabajadores, para resolver los problemas que hunden a las masas en la miseria: agua potable, cloacas, electricidad, gas domiciliario. Plan económico votado por un congreso obrero para avanzar en la industrialización del país (gas, minerales, etc.).

Rafael Santos

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