martes, abril 25, 2017

Homero, el Oriental

Una mirada revolucionaria a “La Iliada”

Tras haber sido objeto de raras publicaciones que pasaron desapercibidas, la influencia de Oriente en las epopeyas homéricas es actualmente el centro de la investigación, sobre todo gracias a las obras de dos grandes helenistas, el alemán Walter Burkert y el británico Martin West. Y trastoca las propias nociones de Oriente y Occidente.
Desde 1950 el historiador especializado en la Antigüedad Hans Erich Stier se preguntaba qué podía haber en la Grecia antigua que no se hubiera tomado prestado de Oriente. Establecía una lista impresionante de los préstamos materiales y espirituales que Grecia había tomado de un Oriente que dejó su impronta en los más diversos dominios de la vida griega de los tiempos arcaicos 1. Oriente se impone en tanto que centro de influencia determinante, dominante y “revolucionario” 2 de este periodo que se denominará “orientalizante”. Cuando Stier publica su texto los descubrimientos de la arqueología sobre los que se basa al exhumar unas culturas claramente más antiguas que la griega conocida hasta entonces no permiten ya duda alguna sobre la importancia y el sentido de la transferencia cultural que solo se pudo operar desde el Este al Oeste.
Seguramente Walter Burkert es quien ha ofrecido la mejor visión de conjunto sobre la variedad de los contactos culturales revelados por la arqueología. Entre muchos ejemplos cita el tímpano de bronce datado del siglo VIII antes de Cristo que se encuentra actualmente en el museo de Héraklion, [y que] “se suele admitir que representa a Zeus y los Curetes … Es, por tanto, la representación más antigua del dios supremo griego” , escribe. Y continúa: “Aunque los libros ilustrados sobre la religión griega no osan la mayor parte de tiempo mostrar este asirio”.

¿Simples traducciones de epopeyas acadias?

A los medios académicos les ha costado mucho tiempo admitir lo que la cultura griega antigua debía a las culturas del Oriente Próximo antiguo. Todavía les costará más aceptarlo en lo que concierne a la creación literaria. Renunciar al prestigio de la anterioridad resulta aún más difícil.
Solo tardía y progresivamente tendrán lugar las reacciones ante los descubrimientos de los documentos literarios provenientes de las diferentes culturas del Oriente Próximo antiguo, de las que se observaron similitudes con las epopeyas homéricas y la biblia hebraica desde que en el siglo XIX se descifró la escritura cuneiforme mesopotámica. A partir de entonces las reacciones se concentran en la literatura mesopotámica, que presenta el mayor corpus de textos del Oriente antiguo y desde el siglo IX hasta la destrucción de la capital asiria, Nínive, en el año 612 antes de nuestra era da testimonio de contactos directos entre griegos y asirios. La aportación oriental más importante, la escritura alfabética, había llegado a los griegos a principios de esta época.
Los estudios comparativos privilegian por el momento La Iliada. Por ejemplo, Burkert en Die Griechen und der Orientiv [Los griegos y Oriente] 3 y Martin West en The East Face of Helicon [La cara este de Helicon] establecieron muchos paralelismos entre el repertorio oriental y la epopeya troyana. Revelaron unas relaciones manifiestas en lo que se refiere a los panteones divinos y la mitología en su conjunto, pero también unas similitudes impactantes concernientes a los motivos y el propio estilo entre la obra homérica y las epopeyas acadias. Algunos extractos homéricos parecen ser traducciones directas sobre todo de los “clásicos” Enuma Elish, Gilgamesh y Atrahasis. Además, ambos investigadores encontraron en el texto de la epopeya troyana el eco de acontecimientos que remitían a la historia asiria.

El mito de los orígenes europeos

Quien dice Homero dice literatura. Pero si durante mucho tiempo se ha cuestionado en su principio mismo la influencia oriental sobre las epopeyas que se le atribuyen es porque Homero no es solo literatura. Homero es también el “ancestro supremo”, el “Padre de Europa”, el “comienzo” cuya culminación sería este continente. Y es que Grecia es Europa y todos los europeos son “descendientes” de un “genio original” surgido prácticamente de la nada.
Esta visión es lo que viene a trastocar la irrupción de un Oriente que inspira a Homero. Un Oriente que rompe la imagen de un “aislamiento provinciano” (según la fórmula de Franz Dornseiff, uno de estos de outsiders [intruso] de ayer a los que la investigación da hoy la razón) de los pueblos de la Antigüedad. Y este Oriente es lo que estará en el centro de la controversia más importante de estas últimas décadas en torno a la epopeya troyana y su autor.
La controversia fue desencadenada por la obra Homers Heimat [La patria de Homero], cuyo subtítulo era Der Kampf um Troia und seine realen Hintergründe [La Guerra de Troya y su verdadero trasfondo], publicada en 2008 y precedida tres meses antes de su publicación de un artículo del diario Frankfurter Allgemeine Zeitung titulado “Se ha resuelto el enigma homérico”.
El libro del escritor, poeta, ensayista y comparatista austriaco Raoul Schrott y actualizado en 2010 multiplica las sonadas “revelaciones” sobre los orígenes de La Iliada y la identidad de su autor: el “verdadero” Homero es un escriba que trabaja para los asirios. Políglota, habla al menos acadio además de griego, domina la escritura cuneiforme y bebe directamente de textos escritos de Oriente Próximo para redactar su obra en cilicio. A veces incluso llega a hacer “corta y pega”. Un periódico publicará el titular “¿Era el gran Homero un plagiario?”.
La historia de la investigación homérica es una historia de querellas. Al igual que la que opuso entre 2001 y 2002 al arqueólogo Manfred Korfmann y el historiador Frank Kolb, la disputa actual se desarrolla en este campo de batalla privilegiado que es el espacio germanófono desde Prolegómenos a Homero (1797) de Friedrich August Wolf. Sin embargo, es inédita por varios motivos: por su duración, por sus protagonistas (por primera vez un hombre de letras desata el revuelo) y, sobre todo, por la pasión que suscita. Otro hecho sin precedentes es que supera los círculos eruditos para llegar al gran público y los medios se hacen eco masivamente: Raoul Schrott incluso se ganará el derecho a aparecer en el telediario de la segunda cadena de la televisión alemana ZDF.

Polémicas violentas

Las reacciones suscitadas por su libro y las consecuencias son al menos tan importantes, si no más, que su contenido. El debate apenas había comenzado cuando el Banco Central Europeo organizó una conferencia en Francfort en mayo de 2008 con el tema “¿De dónde viene Europa? Contexto del debate en torno al Homero de Raoul Schrott”. La respuesta de una parte del mundo científico no se hizo esperar: un coloquio interdisciplinario internacional reunirá los días 13 y 14 de noviembre de 2008 a helenistas, filólogos, asiriólogos, hititólogos y otros especialistas del Oriente Próximo antiguo para debatir las tesis de Schrott. Los trabajos de este coloquio, organizado por la Universidad de Innsbruck en esta ciudad y en el que participaron West y Burkert, se publicaron, junto con contribuciones ulteriores, en la obra Lag Troia in Kilikien? [¿Se encontraba Troya en Cilicie?]. Según sus editores, el objetivo de esta obre colectiva es “desapasionar” el debate y sacar a la luz las pistas que deberán servir de base a toda discusión sobre el autor de La Iliada y su epopeya.
Aunque ya no se puede discutir la contribución oriental a la poesía homérica, las respuestas acerca del valor que hay que concederle son divergentes: ¿se puede considerar esencial en el proceso de creación o bien representa solo un aspecto marginal? Burkert reconocía sobre todo a Schrott “el mérito importante” de haber demostrado que “en lo que concierne a La Iliada, los diversos vínculos con las diferentes formas de textos provenientes de las culturas de Oriente Próximo no son marginales sino constitutivos”. Ya en 1964 el filólogo H. Petriconi ponía de relieve que “escribir sobre la literatura griega sin saber nada de la de Oriente Próximo se ha vuelto tan imposible como estudiar la literatura romana sin conocer la griega”.
Desde el punto de partida sobre el terreno de los orígenes y de la identidad la querella provocada por Raoul Schrott demuestra hasta qué punto Homero es una pieza fundamental de una construcción que inventa “lo oriental” y “lo occidental” para instalarlos en una polaridad antagónica y duradera. En esta composición la Guerra de Troya se transforma en un primer enfrentamiento y su desenlace en triunfo “original” de uno sobre otro. Debido a que hay que salvar esta jerarquización (que resuena en la afirmación de “No todas las civilizaciones son parecidas”, por retomar las palabras de H.E. Stier) algunas personas todavía se obstinan en minimizar el papel de Oriente en la creación homérica. “Lo que Homero debe a Oriente es mínimo”, escribe Robin Lane Fox (Reisende Helden 2011, traducción aumentada de la versión original Travelling Heroes, 2008).
Joachim Latacz, filólogo y especialista en Homero, es el jefe de estos “minimalistas” que todavía se resistirán mucho tiempo a la evidencia. La ideología de los orígenes no es particularmente permeable a los hechos acumulados por la ciencia histórica. Otras personas están tentadas de recuperar a Homero en el otro sentido: “Somos los hijos Oriente”, se podía leer en la prensa. Sin embargo, este frente levanta menos la voz. El autor de La Iliada no conoce ni “Oriente” ni “Occidente”, no más que estos otros polos que son “Asia” o “Europa” y que pertenecen a una división posthomérica del mundo. Homero no es europeo. ¿Es griego? Eso depende de la respuesta a la pregunta: ¿desde cuándo Grecia es griega?
Este debate nunca ha tenido eco en Francia. Ahora bien, la integración definitiva de Oriente en el campo de estudios homéricos está reformulando la problemática esencial de la génesis y de la composición de La Iliada y trastocando los demás términos de una “cuestión homérica” más que nunca plural. Así, tanto los paralelismos literarios como la referencia a la historia asiria forman parte de los elementos que llevan a una nueva datación de la epopeya: emerge un consenso que sitúa La Iliada en la segunda mitad del siglo VII. Para West, entre 680 y 640 4.
En la intersección de las culturas
El viejo enigma homérico no se ha resuelto sino que se ha enriquecido con ingredientes nuevos: ¿Dónde y cómo conoció Homero unos textos orientales? Por el momento, Raoul Schrott da las respuestas más inéditas y radicales a estas preguntas. Pero sigue siendo el único que sitúa la Guerra de Troya en Cilicia y considera a Homero “greco-asirio”. Mucho antes que él Luciano de Samosata presenta en La Historia verdadera (Siglo II) a un Homero que al hablar de sí mismo afirma ser un “babilonio”. Walter Burkert imagina a Homero como un poeta “que ha amasado su saber en una escuela aramea”.
La investigación sigue preguntándose sobre las posibles zonas de intersección de las culturas griega y de Oriente Próximo que vieron emerger una obra como La Iliada y sobre las complejas vías de transmisión de los materiales orientales. Pero Homero ya ha empezado a reintegrar el mundo que era el suyo: un mundo en movimiento, unos espacios geográficos que se confunden y en los que circulan imágenes e ideas, en el que un príncipe de Karkemish afirmaba conocer doce lenguas y cuatro escrituras. Un príncipe que nunca había oído hablar de “identidad nacional” 5 ...

Dalila Zouaioui-Becker
Orient XXI
Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.

Notas

1 Probleme der frühgriechischen Geschichte und Kultur , Historia (1950).
2 Walter Burkert, The Orientalizing Revolution, Harvard University Press, 1992.
3 Actualización alemana de la versión original italiana traducida al francés con el título de La tradition orientale dans la culture grecque, Macula, 2001.
4 The Making of the Iliad, Oxford University Press, 2011.
5 Entrevista a Walter Burkert en el diario FAZ , 17 de enero de 2008.

Dalila Zouaioui-Becker, residente en Colonia, ha participado en conferencias literarias. Actualmente prepara nuevos encuentros sobre los temas “El Olimpo a ambos lados del Rhin: comparación de las traducciones francesa y alemana de La Iliada” y “Heinrich Heine, Abu-l-Ala y el diálogo inter-abráhamico’’. También es traductora de árabe/francés/alemán.

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