miércoles, abril 26, 2017

Trump: ¿el fin de la paciencia estratégica?



Tras las amenazas compartidas con Corea del Norte, un cambio en la política exterior de Trump, aunque sin una estrategia clara.

En las últimas semanas se vio un fuerte giro discursivo en la política exterior del gobierno de Trump que, alentado por el establishment tras los ataques en Siria y Afganistán, comenzó a mostrar otra cara con respecto a la política exterior, de mayor exposición del poderio militar norteamericano de forma unilateral.
Las tensiones que se desarrollaron en las últimas semanas entre Estados Unidos y Corea del Norte tras las amenazas despertaron un signo de alerta ante un posible conflicto. Es que el discurso más agresivo de Trump contra los países que tuvieran en su poder armas químicas, junto a la aparición en escena del portaaviones USS Carl Vinson de supuesto destino a la península coreana, pregonaban un conflicto incipiente donde con una intervención unilateral intenta someter a China, llamándolos a trabajar en el "problema coreano" y maniobrando para que el gigante asiático pierda peso en la región.
La realidad superó la hipótesis. Lo que parecía llevar a un conflicto inminente entre el país norcoreano y Estados Unidos quedó en suspenso tras revelarse que el portaaviones iba rumbo a Australia, aunque ahora sí se dirige rumbo a Península de Corea y se estima que llegue la semana próxima, junto a dos buques de guerra japoneses.
La escalada de amenazas entre el mandatario Kim Jong-un y Donald Trump parece haber bajado, aunque las tensiones siguen en pie.

El fin de la paciencia estratégica

El desarrollo de este conflicto es incierto, pero lo que sí es seguro es que las intenciones del gobierno norteamericano en la política exterior empiezan a girar de rumbo respecto a la administración Obama.
Tras años de "paciencia estratégica", que tras las derrotas en Irak y Afganistán profundizaban el deterioro de la hegemonía mundial de la principal potencia imperialista, parece que el gobierno de Trump busca reafirmar la hegemonía norteamericana a través del uso disuasorio de su poder militar, aunque por ahora interviniendo de manera parcial y sin saltos a gran escala en la intervención militar.
Discursivamente parece ser más ofensivo frente a sus adversarios como demuestra la tensión con Corea del Norte, pero no hay que descartar posibles conflictos militares no deseados. Como enarboló el vicepresidente Mike Pence cuando visitaba Corea del Sur: "La era de la paciencia estratégica se ha acabado".
El de Donald Trump es un gobierno bonapartista débil, sin base social sólida internamente. Y, apoyándose en un sector del Ejército, debe oscilar entre las distintas fracciones de la burocracia estatal para asentarse. En ese sentido, y combinado a una falta de orientación en la política exterior, Estados Unidos puede ir girando en su escala de intervenciones militares sin descartar que decisiones unilaterales desaten conflictos militares no deseados o impuestos.
De todas formas, lo que está claro es que la "paciencia estratégica" que llevó adelante el gobierno de Obama caducó como estrategia del imperialismo norteamericano.

Joaquín Kudric Estudiante de Historia UNLP

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